Los manifestantes inundaron la plaza de velas, según El Periódico de Catalunya, y en Twitter los hashtag #CiutatMorta y #totciutatmorta se convirtieron en tendencia, con críticas a la Guardia Urbana de Barcelona y al silenciamiento de los hechos narrados en el documental, premiado en varios festivales, que se debió haber emitido mucho antes.
En las redes sociales, un comentario del Sindicato de Mossos de Escuadra en el que se calificaba el documental de “fantasioso” contribuyó a aumentar la polémica. Algunos internautas respondieron que la afirmación era “vergonzosa e indignante”, y el sindicato defendió su “derecho a opinar”.
El documental finalmente se emitió, pero con cinco minutos censurados, por orden del juzgado 25 de Barcelona, por considerar que algunas imágenes y opiniones sobre el exjefe de Información de la Guardia Urbana de Barcelona, Víctor Gibanel, podrían violar su derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, según ha explicado uno de los realizadores de la película, Xapo Ortega.
Según han dicho sus realizadores, Ortega y Xavier Artigas, su objetivo ha sido “denunciar un caso que sigue abierto, como seguimos viendo con esta denuncia”. “Es un grave caso de corrupción política, y que es sistemática”.
El 4 de febrero del 2006, tuvo lugar una carga policial en una casa ocupada. La operación se saldó con siete detenidos y algunos jóvenes en el Hospital del Mar de Barcelona, donde coincidieron con Patricia Heras y su amigo Alfredo, que habían tenido un accidente de bici. Los policías “los involucraron” y Patricia Heras fue a prisión. En un permiso, se suicidó.
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