los seudofascistas"
Habla con los redactores que se van acercando a él para preguntarle por su situación y, sin perder el buen humor, contesta que le quedan pocas horas de libertad. Uno de los militares que apoyan su causa le ha informado de que el instructor disciplinario militar ordenará su arresto cuando acuda a declarar al día siguiente. Solo duda si será de 30 o de 60 días. Fueron 60.
En menos de un año, ha pasado de ser un joven oficial cuyas calificaciones "rondaban el 8,8" a ser perseguido, espiado por la inteligencia militar y encerrado en un centro disciplinario por tercera vez. De formación universitaria, Segura entró a las FFAA obnubilado por una visita al centro geográfico militar: "Parecía que trabajaban con máquinas muy modernas, de forma muy técnica. Y luego esa serie de valores que se le presuponen al Ejército, de lealtad, de honradez, de honor..."
Sin embargo, muy pronto comenzaron sus dudas.
Al principio eran "pequeños trapicheos", "fondillos" de unos cuantos cientos de euros: "Casi todo se enmarcaba dentro de la gasolina. En el Ejército, la gasolina es uno de los cajones de sastre que lo cubren todo". Era la forma de pagar en negro a los soldados y satisfacer pequeños caprichos de los mandos.
Además del gasto económico, el sistema colocaba a España en una "situación de peligro". El Ejército estaba "haciendo circular la información obtenida por nuestros espías en otros países por un sistema que no podía acreditarse a nivel OTAN por obsoleto y por el que estamos pagando 1,3 millones de euros todos los años. La pregunta es: ¿A dónde va ese dinero?".
"En el mejor de los casos —continúa el teniente—, tú lo que quieres pensar es que hay negligencia. Porque si no la hay, es que hay un señor que se está llevando el dinero". Se pregunta por qué el Ejército paga a una empresa 1,3 millones de euros por un servicio obsoleto. "¿A cambio de qué? ¿A cambio de que a los mandos les regalen unos viajes a no sé dónde? Era terrible, esto ya no era un trapicheo", denuncia.
Un paso al frente
Después, se le encarga "el inventario del material informático del Ejército de Tierra". Allí se encuentra con el "descontrol absoluto": "Expedientes que se trocean, la partida presupuestaria de dos millones y medio de euros para mantenimiento de material informático que me los gasto en lo que me da la gana... De hecho en la sección en la que estuve, antes de llegar yo estuvo un teniente que en septiembre fue condenado por vender ordenadores del Ejército en Ebay".
"Hay un momento clave en septiembre de 2011. Es cuando firmo el contrato de larga duración hasta 2023. En ese momento yo siento que tengo una posición desde la que podría iniciar una ofensiva con unas ciertas garantías". Antes, el Ejército podría haberle sacado del sistema sin dificultad. "Ha sido un suicidio hacerlo después de ese momento, pero hacerlo antes no habría tenido ningún sentido, el sistema me habría depurado muy fácilmente", observa.
Justicia militar controlada
Primero lo lleva por los cauces oficiales. Eleva partes a sus superiores, pensando que llegaría un momento en el que alguien se decidiera a actuar. "Soy consciente de que mi general es un corrupto y no va a hacer nada, pero yo pienso que el general de mi general, cuando se entere de todo esto, va a hacer algo". No es así.
En ese momento empieza a repasar hemerotecas. Busca las pistas que salen con cuenta gotas en los medios de comunicación sobre la corrupción del Ejército. "Compruebo que lo que yo estoy viviendo no me está pasando solo a mí, sino que le está pasando a más gente, que es algo generalizado", avanza. Termina convenciéndose de que la justicia militar no está por la labor de acabar con algunas de las prácticas que albergan en su seno las FFAA.
¿Pluralidad ideológica?
"Ninguna. En el Ejército solo hay una línea posible que es la línea ultraconservadora, la podemos llamar pseudo-fascista, y es lo único que se permite. Hay libertad de expresión siempre y cuando expreses ideas pseudo-fascistas", denuncia.
La dominación de una determinada ideología en la cúpula militar "genera un problema interno en las FFAA enorme", opina. También "un choque muy fuerte entre la cúpula y el resto de la sociedad, porque en la cúpula no hay militares o ciudadanos de izquierdas. Esa homogeneidad ideológica permite que las FFAA puedan ser usadas como ariete contra la propia sociedad", avisa Segura.
La ausencia de pluralidad entre los mandos más altos del Ejército ha provocado que estos sientan "una tensión ideológica contra el resto de la sociedad". Dicha cúpula "no se siente representada por la sociedad, siente que la sociedad es diferente a ella", manifiesta.
La izquierda en el Ejército
"La izquierda debe intentar superar estos problemas que han surgido con las Fuerzas Armadas, con la Guardia Civil, con la Policía Nacional, que en un momento dado utilizados como órganos de represión durante la dictadura", sostiene el teniente, ya que "ya no estamos en la dictadura".
"¿Qué es lo que ha hecho la izquierda? Decir como tú me has reprimido y tengo mal recuerdo de ti, te doy la espalda, me olvido de ti y no quiero saber nada", explica, y afirma que tienen que ser "los ciudadanos los que pongan la cordura", especificando que "no pueden regalar las FFAA, el Ejército o la Guardia Civil a los pseudo-fascistas".
El militar afirma que lo entiende, puesto que hay heridas que tardan en cerrar y recuerdos enterrados muy profundamente en la sensibilidad de la sociedad española. Sin embargo, opina que "la forma de superarlo no es regalarle estos espacios a los pseudo-fascistas. No, la forma de superarlo es conseguir que sean completamente representativos de la sociedad, conseguir que sean de los ciudadanos".
"¿Miento? Demuéstrenlo con una auditoría"
Por eso, Segura pide "concentraciones a favor de todos estos militares que son mayoría", que no son "la cúpula militar sino la tropa, donde hay gente de izquierdas, derechas y de centro". "No comprendo cómo las organizaciones sociales no han hecho ya una concentración frente al Ministerio de Defensa para exigir que cese el pago de esos 40.000 millones de material bélico", confiesa.
"La cúpula sabe perfectamente que lo que digo es cierto", adelanta Segura, que asevera que no ha recibido ni una sola demanda ni se le ha abierto expediente disciplinario alguno por mentir. "Lo que hacen es abrirme una serie de expedientes diciendo que mis palabras atentan contra la disciplina de las FFAA. ¿Acaso son falsas? No, porque no me denuncian por ello”.
"Pero sí gastan recursos públicos en perseguirme y espiarme a mí, cuando no he dicho una sola palabra que atente contra la seguridad nacional, lo que yo digo atenta contra la seguridad de la cúpula militar. Todos esos recursos se podían utilizar en investigar lo que digo es cierto o no", concluye el oficial, que estará recluido en el centro disciplinario de Colmenar Viejo hasta el 15 de marzo
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