3-2-15
Públio
Juan Tortosa
Me produce infinito bochorno que
gentes que dicen ser de mi oficio sean capaces de urdir informaciones
torticeras con portadas tan atroces como ésta
No os quiero contar la enorme
vergüenza que me produce que diarios como El País sean
capaces de sacar a primera una información insuficientemente
contrastada como la del currículum de Monedero que, pocos días después, obliga a la
“defensora” de los lectores de ese periódico a reconocer su falsedad
Y ni que decir tiene que portadas
como la de “La Razón” del 27 de enero me producen pena y
preocupación por la deriva del oficio periodístico y la cada vez mayor
dificultad con la que nos encontramos los profesionales de la información para
hacernos respetar
En “Dios mío,
pero ¿qué te hemos hecho?”, de Philippe Chauveron, la película que en
2014 obtuvo en Francia el mayor éxito de taquilla, un joven de raza negra es
perseguido y espiado por la desconfiada y racista familia de la mujer (de raza
blanca) con la que va a casarse. Un buen día, ¡bingo! consiguen “cazarlo” paseando
arrobado con otra joven a la que sonríe y abraza sin disimulo. Incluso llegan a
fotografiarlos entrando juntos a un hotel.
– Es su hermana, idiotas, que ha venido de visita, les
suelta la novia a los avispados paparazzi,
sus cuñados, cuando estos le enseñan orgullosos las pruebas del “delito” con el
que pretendían torpedear la boda.
No puedo evitar asociar esta escena con el ridículo
que casi a diario hacen muchos periódicos en nuestro país cuando se ponen a
buscar como locos por dónde puñetas meterle mano a los “chicos de Podemos” y no acaban de conseguirlo. Chasco
tras chasco, los sabuesos que andan hurgando por hemerotecas y registros en
busca de muertos en los armarios de esos osados profesores universitarios que
el pasado sábado llenaron la Puerta del Sol de ciudadanos por el cambio,
van quedando más en evidencia cada día que pasa y, como los cuñados del joven
negro de la película, no hay día que no acaben con el rabo entre las piernas.
Aún así, inasequibles al desaliento, magnifican
asuntos que en cualquier otro caso apenas pasarían del carácter de anécdota y
se columpian una vez tras otra. No desfallecen, hay que desacreditar a esos
bolivarianos sea como sea, esos proetarras no pueden llegar vivos a tantas
elecciones como tenemos en el horizonte, y si para ello hay que disparar con la
artillería más pesada posible, se hace y punto. Así que a magnificar, a
repetir, repetir, mentir, mentir… que algo quedará.
“¿Qué puso a El País -se pregunta Galán- sobre la pista de las hipotéticas
falsedades del currículo del número tres de Podemos? Olaya lo explica así:
“Quien exagera una vez, puede hacerlo dos o más. Cuando se conoció que Monedero
no había trabajado para el BCE, como afirmaba en su currículo, sino que había
elaborado un informe de 80 páginas, a medias con otro especialista, pensé que
podía haber maquillado su vida docente en más ocasiones. Comenzamos así a
llamar a los lugares donde supuestamente había sido profesor invitado...”
Sin comentarios
La metedura de gamba de El País fue tan descomunal que Galán no tuvo
más remedio que concluir así su alegato: “Para cuestionar el currículo del
número tres de Podemos habría que haberse apoyado en algo más sólido que la
memoria de un profesor de 75 años o los datos de una empleada del departamento
de pagos de una universidad, dada la complejidad del entramado de relaciones
docentes entre los centros. En estas circunstancias, llevar el tema a portada
era muy arriesgado. La única forma de atenuar el error hubiera sido publicar
adecuadamente la puntualización y la carta de la Universidad de Puebla.
Lamentablemente, no se hizo”.
Ni se hizo ni se pidió perdón, pero el daño ya estaba
hecho y la contribución a la desaforada ceremonia de la confusión con la que
nos desayunamos cada mañana se había consumado un día más, por mucho golpe de
pecho que Galán se infligiera cuatro días después.
Mientras ellos continúen con sus zafiedades, hay que
continuar con las denuncias. Mil veces si es necesario. A base de repetir ellos
mentiras, no pueden conseguir que nos cansemos y acabemos dándolos por
imposible. Hay que estar al pie del cañón para denunciar tanta caradura,
amoralidad y desvergüenza cuantas veces sea necesario.
Yo no me pienso acostumbrar a esas primeras páginas de
escarnio y oprobio porque soy de los que creen firmemente en que el buen
periodismo tiene salvación y futuro. No, no nos vamos a relajar, no nos vamos a
acostumbrar a las frikadas, manipulaciones y propagandas baratas. No vamos a
dejar de poner de manifiesto la gravedad que tiene usar un medio de información
como descarado vehículo de propaganda. No vamos a dejar de darle importancia a
todo esto porque la tiene, y mucha.
¿Es que no hay en las redacciones alguien que pueda
parar tanta insensatez? ¿Tan irremisiblemente colonizados estamos? ¿Tan
acojonados tienen a tanto buen profesional como, me consta, hay en esos periódicos
cuyas primeras páginas parecen últimamente manuales de despropósitos? Yo hago
aquí votos por la defensa de una información honesta, creíble, contrastada,
veraz y con datos. Reclamo y exijo que la información libre y plural siga
existiendo en los kioscos. Reivindico con todas mis fuerzas la decencia en el
periodismo. Esto no puede seguir así ni un día más.
J.T.
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