O sea, hablamos de un salto inesperado del hombre que gobernaba el tráfico de los dineros juguetones y, a veces malvados, y el que ahora gobierna, nada menos que a la Justicia en el marco del Partido Popular.
Fue Catalá asimismo sucesor de Alberto Ruiz Gallardón. Llegó a ser Catalá Polo, un funcionario de alto copete, mezclado con ruletas y máquinas tragaperras. Mientras tanto, su hermana, Raquel Catalá Polo, fue nombrada delegada especial de Hacienda. ¿Qué quiere decir “delegada especial de Hacienda de la Comunidad de Madrid”?
Bueno, pues, el flamante nuevo ministro de Justicia, que mantiene, por cierto, algún que otro vínculo con la potente Codere, ha empezado ya su aportación a la campaña electoral de Mariano Rajoy. De modo que Catalá amenaza al que será el sucesor del juez Ruz -el magistrado De la Mata, progresista- que “si no es independiente se le puede recusar”.
Y ahora el ministro de Justicia se ha sacado de la manga otro asunto polémico con estas palabras: “Justifico que políticos imputados sean candidatos en las próximas urnas”. Es lo que pide Rajoy. Los imputados que sigan en sus puestos. Hay que frenar la caída de numerosos imputados. Dijo el ministro: “Cualquiera de nosotros puede tener que responder como imputado”. Pobrecito Rajoy. En el PP ya no caben muchos imputados más. Y, entre tanto el barco, se hunde.
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