Uno de los supuestos objetivos de la reforma de febrero de 2012 era precisamente atenuar la dualidad en el mercado de trabajo, pero reduciendo la temporalidad, no aumentándola, como ha ocurrido.
Además, se da la circunstancia de que una tercera parte de los contratos temporales (concretamente, 15.160.846) ni siquiera eran a jornada completa, según datos oficiales del Ministerio de Empleo. Correspondían, en consecuencia, a un trabajo por horas y sin ninguna garantía de continuidad; o sea, de una precariedad absoluta.
Dicho en sentido contrario, durante los últimos tres años sólo han sido registrados 2.303.786 indefinidos y a jornada completa, apenas un 4,7% del total, lo que ofrece una idea bastante clarificadora de los derroteros que ha tomado el mercado laboral como resultado de las políticas aplicadas por el PP.
De mal en peor
La tendencia, además, no ha mejorado sustancialmente en los últimos meses, pese a las proclamas del Gobierno sobre la llegada de la recuperación. Entre enero y febrero de este año, se firmaron 2.594.745 contratos de trabajo en España. De ellos, 2.354.335 eran temporales (el 90,7%) y 766.739, además, a tiempo parcial (el 29,5%). Por el contrario, los indefinidos no pasaron de 240.520 (el 9,3%) y los indefinidos a jornada completa se quedaron en 146.618 (el 5,6%), siempre según los datos ofrecidos por el Ministerio de Empleo.
La última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al tercer trimestre de 2014, confirma este empeoramiento del mercado laboral. Entonces había en nuestro país 421.000 asalariados menos con contratos indefinidos que a finales de 2011 y el número de los que además trabajaban a jornada completa había caído en 652.600. El peso de los contratos temporales y a tiempo parcial pasó en el mismo periodo del 63,7% al 69,7% del total.
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