En aquel instante, pensé en el valor de la democracia, en la fuerza de las leyes, en la virtud de los derechos.
Pedro Zerolo nos ha dejado hoy. Su vida ha sido corta, pero su herencia es larga, de las más dignas que nuestra democracia contemporánea recordará. Pedro Zerolo era valiente y nos hizo a todos más valientes. Pedro Zerolo era un hombre libre y nos hizo a todos más libres.
La inmensa mayoría de los ciudadanos le recordará como el líder del movimiento gay. Pero en el tiempo que trabajó en mi equipo, en la dirección del partido, sobre todo concentró su esfuerzo en la lucha por la dignidad y los derechos de los inmigrantes. Dejó un testimonio en defensa siempre de los otros, de los más débiles, de los que parece que no son como la mayoría.
Fue mi amigo y mi compañero. Creía en la política y en el PSOE y esa convicción le llevó a convertir los sueños en derechos.
Hoy es un día de tristeza, de pena, pero tenemos muchos días por delante, ya sin él, aunque para pensar en él, para recordarle, para quererle, y para no olvidar sus besos, los besos de Pedro, esos besos de fraternidad, los que se dan entre quienes se sienten profundamente semejantes e iguales.
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