En tan sólo ocho días se logró tramitar toda una ley orgánica sobre esta abdicación en una monarquía instaurada por Francisco Franco y luego reconocida en la Constitución de 1978.
El resultado de aquella ley es que, desde hace un año, en España hay cuatro personas reconocidas jurídicamente como reyes: los reinantes, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, y los eméritos, Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia.
Con el aforamiento retroactivo, se encauzaron dos demandas de paternidad contra Juan Carlos I que la Audiencia de Madrid iba a resolver tres meses después: la reforma ordenaba a los tribunales remitir “inmediatamente” (sic) toda demanda contra el rey emérito al Tribunal Supremo. El rey reinante es inviolable e irresponsable ante la justicia, incluso en el ámbito privado.
Una vez en el Supremo, ambas demandas han sido embarrancadas, a la espera de que los afectados busquen ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo que no han conseguido en España: el ejercicio de su derecho a la identidad y a la filiación, que se hubiera conseguido con un mero análisis. Pero en España rige una herencia napoleónica que exige pruebas previas de indicios de paternidad para admitir una demanda, requisito destinado a frenar las ambiciones de los bastardos.
Juan Carlos I no ha tenido más demandas, a pesar de las dudas sobre el origen de su patrimonio. En especial por sus amistades con los reyes del Golfo Pérsico y por los negocios aupados junto a su amiga especial Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Juan Carlos de Borbón abdicó sin llegar a los 40 años de reinado, que era cuando planeaba retirarse y casarse con su amiga. Se iba a llamar Corinna de Borbón. Pero no le dejaron. Su familia, su entorno y la clase dirigente, fueron aislándolo después del accidente de Botsuana de 2012, donde comenzó a perder la popularidad a raudales, con un país que se hundía en una crisis económica y sistémica mientras él cazaba elefantes.
El desliz de 2012 no se lo perdonaron, y eso que él se presentó ante las cámaras para decir: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Ocurrió tras permanecer cinco días hospitalizado después de ser repatriado por haberse roto la cadera durante la famosa cacería junto a Corinna.
Estaba enfermo, solo, su familia no le visitaba casi en el palacio de la Zarzuela y, un año después, no le dejaron viajar a los Emiratos Árabes, donde le esperaba su amiga en un hotel de Abu Dabi, como relata la periodista Ana Romero en su libro “Final de Partida” (Editorial La Esfera de los Libros). “Mándame una pistola para que me suicide", le dijo el rey a uno de sus amigos después de que el Gobierno y hasta el director los servicios secretos le obligaran a cancelar ese viaje.
Patrimonios e ingresos personales desconocidos
Se desconoce el patrimonio de los cuatro reyes. El emérito dejó el trono y un enigma: el alcance y el origen de su fortuna, no en vano su familia en el exilio franquista vivía de las aportaciones de los monárquicos. Ahora, The New York Times calcula que tiene una fortuna de 1.800 millones de euros que algunos elevan a 2.000 millones.
El nuevo rey se ha concentrado en marcar distancias con el emérito, tanto en dedicación a su actividad política y diplomática como en acercar a su familia a la clase media.
Por ejemplo, el día de la Hispanidad, con su hijo como protagonista, junto con la reina Letizia –con quien tiene mala relación- y sus nietas las infantas Sofía y Leonor. Aquél día, el rey emérito escapó de Madrid a casa de un amigo: el chef del restaurante Amparito de Guadalajara, donde comió unas pochas y somarros de cerdo. El día de la Constitución había recepción en el Congreso, así que optó por una morcilla de cerveza y kokotxas en el Arzak de Donostia-San Sebastián. Y la semana previa a la Navidad, la celebró con tortilla de caviar y ventresca de cordero en el Celler de Can Roca, en Girona, culminado con anarquía de chocolates.









No hay comentarios:
Publicar un comentario