Basta ya de ocultar a la ciudadanía que de los últimos once expertos en
explosivos militares fallecidos, diez han muerto por negligencias, algunos
manejando minas del año 1974.
Basta ya de no informar que la cantidad de accidentes aéreos de la aviación
militar, en comparación a la aviación civil (con las enormes diferencias en
cuanto al número de vuelos), convierte la siniestralidad de la aviación militar
en un problema que aumenta, año a año, a base de cadáveres.
Basta ya de extensos reportajes de Aylan mientras ocultáis de forma cómplice la
responsabilidad sobre la geopolítica que se ha llevado a cabo en Irak,
Afganistán, Irán, Arabia Saudita o Siria en los últimos cincuenta años. Un
engaño que el tiempo y las confesiones convierten en bufonada.
Basta ya de ignorar las denuncias de ACNUR, como la que emitió a
principios de año sobre las cifras récord de refugiados o lo que sucedería en
el Mediterráneo y las puertas de Europa, porque lo hicisteis hasta que la
fotografía de un niño despertó vuestras conciencias o, mejor dicho, desnudó
vuestra falta de integridad.
Basta ya de informar sobre las ciclogénesis explosivas, cuyo conocimiento poco
aporta a la sociedad, o el caso Asunta Basterra, que al parecer pretendéis
retransmitir a diario para distraer a todo el que tenga la pésima idea de ver
un telediario.
Basta ya de volver a olvidar a todos esos refugiados, que siguen muriendo,
porque ya no tenéis otra fotografía que os haga ganar audiencia y os permita
lucir discursos excelsos e ilusoriamente críticos, que no son más que
actuaciones teatrales, que tapan vuestro silencio, vuestra aceptación de líneas
editoriales, de límites a la libertad de expresión que degradan al periodismo
como profesión y amordazan a toda la sociedad. Todo ello por un sueldo, unas
monedas de oro que espero os resulten suficientes.
Basta ya de no señalar a los verdaderos culpables, de no intentar cumplir con
vuestra obligación y vuestro código ético, de no investigar, de no denunciar,
de no publicar.
Basta ya de vuestra complicidad con las muertes que se podrían evitar, con
tantos y tantos cuerpos o pedazos de ellos que hoy yacen sin vida, inertes,
gracias en parte a vuestro silencio.
A la cúpula militar
Basta ya de vuestras absurdas y permanentes estupideces sobre las
intervenciones militares en Catalunya, los “duelos a muerte” con Willy Toledo,
las amenazas por el “Estatut” o las peticiones para ilegalizar a Podemos.
Basta ya de vuestros discursos ensalzando la importancia de los soldados,
mientras mantenéis silencio cómplice sobre lo que sucede, porque lo único que
os importa es ascender y conservar vuestra maldita carrera militar. Recordad
que a la vez que ascendéis son muchos los militares expulsados
o abandonados y muchos los fallecidos por recortes en mantenimiento o
negligencias que no denunciáis, que calláis de forma infame. Asistís impasibles
a accidentes aéreos, a la muerte por falta de inhibidores en vehículos militares,
a los accidentes con explosivos en mal estado, al acoso sexual de vuestras
propias compañeras y a lo que sea con tal de escalar lo más posible.
Basta ya de medallas manchadas con la sangre de vuestros propios militares y
sostenidas con la traición más miserable, mientras no sois capaces de alzar la
voz para protestar por las condiciones, lamentables en muchos casos, en las que
vuestros militares comen, trabajan o viven y, gracias a vuestro silencio,
mueren.
Me gustaría ver a un alto mando ponerse el uniforme y decir “no, mis soldados
no van a hacer esto o aquello, no lo van a hacer porque no voy a poner en
riesgo sus vidas de forma innecesaria, no van a subir a esa aeronave… Y ahora
si quieren, me cesan” o denunciar en un medio de comunicación que sus “soldados,
sus militares, están siendo puestos en peligro por recortes que afectan a la
operatividad” o que sus “soldados no pueden seguir viviendo en condiciones
lamentables y comiendo basura”, o que de una vez por todas “hay que modernizar
las Fuerzas Armadas”. Me gustaría verlo, porque huevos tenéis, y muchos, para
hablar de Patria y amenazar de forma velada con intervenir en “Valencia”
(refiriéndose a Catalunya) si hace falta, para amenazar a los militares que
acudían a las presentaciones de los libros que he publicado, para prohibir que
se hablase de mí o perseguir a los que han apoyado de alguna forma el cambio.
Por suerte y por desgracia, como dijo el exministro Bono, no sois capaces de
arriesgar un céntimo de vuestro salario por vuestros ideales, que poco tienen
de democráticos en muchos casos, y menos aún, por la vida de vuestros propios
militares.

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