Era aquella época en la que se vislumbraba, con un máximo cuidado y un no poco esfuerzo policial, la posibilidad, nada fácil, de que los terroristas etarras pusieran punto final a tantos y tantos asesinatos.
Además, molestaba al PP enormemente que Zapatero y su equipo, capitaneado por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, pudieran conseguir doblegar a los etarras. Digámoslo de una vez. José María Aznar y el ya presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy Brey soñaban con pasar a la historia como los príncipes de la paz. Y no lo lograron. Esa espina no la olvidaran ambos.
El partido que sí amaba, decían ellos, a las numerosas víctimas de la ETA era el PP, según los medios vinculados, de un modo u otro, a la derecha, que son la mayoría, sobre todo cuando gobiernan los conservadores [y muchos corruptos, como es bien sabido].
Ahora es el momento de que las víctimas –no todas ni mucho menos, desde luego- deban devolver sus amores a los populares. El 20 de diciembre, Rajoy Brey se juega quedarse en casa y enseguida salir de la Moncloa. Conviene calentar a los ciudadanos más o menos cercanos al PP. Y mientras, está llegando.
En sectores radicales de la derecha mediática se oyen voces que insisten que los socialistas siguen guiñando a ETA. ¡Barbaridades! Da lo mismo. La presidenta del PP vasco, Arrantza Quiroga, ha intentado asumir una línea de coalición sensata que vaya acabando, hasta lo posible, las tiranteces, los choques y él después de inmensas atrocidades. Quiroga lo propuso el otro día públicamente y sus colegas de Madrid y otras ciudades la pusieron a caldo, como si fuera una agente de ETA.
Ángela Pedraza, presidenta de las víctimas, le envió una carta a Arrantza, difundida de inmediato por Intereconomía. Es una carta que maltrata a esta presidenta del PP en el País Vasco, como si ella fuera una especie de terrorista peligrosa. Todo vale, pues, para que don Mariano continúe siendo jefe del Gobierno. ¡Dios nos coja confesados!
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