España se acostó franquista y se levantó demócrata. Catedráticos franqustas amanecieron demócratas. Y jueces, y peiodistas, y policías, y guardias civiles, y militares y empresarios, y obispos. El carnet de demócrata es gatis a veces. Entonces el compromiso con la democacia es mínimo. El Ministro del Interior, Fernández Día, monta una suerte de “policía de partido” para ir contra adversarios políticos. Se reúne con un magistrado para sembrar pruebas falsas. Y disparar a la “línea de flotación” del independentismo catalán o busca llevar a los tribunales por financiación ilegal a Podemos. Es un exceso llamarla policía política porque la Brigada Político y Social del franquismo, la que perseguía a los sindicalistas, obreros, estudiantes, mujeres que luchaban por la democracia, asesinaba. Estos solamente intentan encarcelar a los adversarios. O difamarlos públicamente con ayuda de periodistas que recuerdan a los periodistas del régimen.
El Ministro es del mismo partido que la alcaldesa de Guadamur. Lo fundó Manuel Fraga, un Ministro de Franco que firmó sentencias de muerte con un estremecedor “enterado”. Un Ministro de Franco que cuando la Brigada Político Social tiró por la ventana a Enrique Ruano, estudiante de quinto de derecho de la Complutense, mandó falsificar sus diarios para que pareciera un suicidio. El ABC, que se levantó demócrata, publicó la versión del suicidio en un editorial aquel enero de 1969. El ABC defiende al Ministro Fernández Díaz y dice que las grabaciones sacadas a la luz por el diario Público, que demuestran que preparó pruebas contra adversarios políticos, son en verdad un ataque al Ministro. Delito de rebelión. El ABC, cuando la guerra de Irak sostuvo que había armas de destrucción masiva. El director de opinión escribió un artículo que se llamaba “De Lepanto a Bagdad”. El ABC presentó como ciertos los falsos informes policiales contra Podemos. Publicó una página entera de publicidad contra Pablo Iglesias diciendo que todo lo que publican es cierto. Todo, como diría Rajoy, menos alguna cosa. También es de ese mismo partido
Dicen que una parte de la luz de Pablo Iglesias se nubló cuando citó dos veces en el Parlamento español la “cal viva”. Los más jóvenes no sabían de qué se trataba. Como los jóvenes valencianos del futuro tampoco sabrán qué fue la corrupción. En 1949 terminó el débil proceso de desnazificación en las dos Alemanias. En la Alemania occidental explotaría en mayo del 68 con los jóvenes quejándose del poso autoritario de su país. En España, el peso de la continuidad del franquismo se hizo insoportable hasta que estalló el 15-M. Ahí se certificó el fin de la cultura de la Transición. Pero, paradójicamente, el 15-M era un movimiento sin memoria. Se llamaban “indignados” en honor a Stephan Hessel, un luchador antifascista miembro del Consejo Nacional de la Resistencia. Los jóvenes del 15-M no sabían que fue “La Nueve”, con blindados que se llamaban Madrid, Guadalajara, Brunete, quienes entraron a liberar París en 1944. Sin memoria, la impunidad construye las vigas del nuevo edificio. Fraga, después de firmar sentencias de muerte en una dictadura, firmó la Constitución de 1978. Recordarlo es molesto. Hace todas nuestras biografías más feas. Pero saberlo y recordarlo ayudaría a que algunas cosas no pasen. Hoy
Si hubiéramos hablado más de la cal viva, si hubiéramos llevado a los libros de texto que con dinero público hubo terrorismo de estado en España, que hubo policías corruptos y políticos que decidieron, con nuestros votos, ponernos a la altura de los terroristas, no sería tan fácil que Fernández Díaz, del PP, hubiera creado una Brigada para perseguir a sus adversarios políticos. Si hubiera aparecido Míster X, el vértice de aquél entramado criminal que eran los GAL, si hubiera pagado con la cárcel sus desmanes, sería más difícil que un Presidente de Gobierno pudiera seguir siéndolo después de mandar un SMS a un detenido diciéndole “Sé fuerte Luis”. Si habláramos más de dónde venimos, resultaría más difícil imaginar los Bárcenas, los Fabra, los Cotino, las Rita Barberá, los Urdangarín y las Cristina de Borbón, los Ignacio González, los Francisco Granados, los Chaves y Griñán, los ex Presidentes que graban vídeos ensalzando a brokers iraníes que tienen negocios petroleros en paraísos fiscales o que escriben a dictadores africanos pidiéndoles favores. A la cultura franquista le ha seguido una cultura posfranquista. Que no se va porque la mierda no se va nunca sola. Hay que frotar. Y la mierda de la historia se frota con la memoria hasta que se limpie. Aunque duela. Porque alguna vez se tendrá que acabar esa mierda. O no. Depende de si se nos olvida.



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