Mientras que hace unos días en El País el gerente de Vox, Enrique Cabanas, atribuía a la “gente corriente” el milagro de las finanzas del partido, también reconocía que la campaña de las primeras elecciones a las que se presentaron, las europeas de 2014, se financiaron en gran parte gracias a unas curiosas donaciones. Miembros de una organización de exiliados iraníes, el Consejo Nacional de Resistencia Iraní (CNRI), realizaron “miles de aportaciones de entre 200 y 5.000 euros” al partido de Abascal.
La financiación de medio millón de euros a través de un 'pitufeo' de la oposición iraní llama poderosamente la atención, no sólo por el discurso abiertamente racista de los ultraderechistas, sino por las conexiones internacionales de esa organización. El CNRI es un grupo opositor del régimen de los ayatolás iraníes que ha contado tradicionalmente con su propio brazo armado. El Muyahidin-e Jalq (PMOI) ha sido considerado como grupo terrorista por los grandes organismos occidentales hasta que, hace menos de 10 años, realizaron una campaña política para convencer a Washington y Bruselas de que habían abandonado la lucha armada. De hecho, podemos afirmar que consiguieron su objetivo cuando en 2012 la CIA les sacó de su listado de organizaciones terroristas a pesar de haber asesinado a unos 17.000 iraníes y participar en la guerra siria.
El PMOI habría nutrido sus cuentas gracias a los fondos de países ‘moralmente dudosos’ como Arabia Saudí o la Irak de Saddam Hussein, pero también del lavado de dinero negro procedente del fraude o de la venta ilegal de armas.
Es más, la cadena estadounidense NBC conectaba la financiación del CNRI y la obtención de su armamento directamente con Israel. Unos lazos políticos entre neofascismo y sionismo que llega a España, con pleno reconocimiento de Vox, pero que tiene bastante tradición en otros países como EEUU.
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