El franquismo contra los homosexuales:
Represión, cárcel, manicomios, destierros, electroshocks…
El franquismo con su fiel aliada
Iglesia, utilizó contra los homosexuales las tesis del nazismo
Sábado, 6 de julio de 2019
ElPlural
La represión
franquista contra cualquier tipo de homosexualidad y contra lo que hoy
conocemos y denominamos como el colectivo LGTBI, no ha sido conocida en su
total dimensión. Nos hallaríamos ante una de esos episodios siniestros de la
dictadura pero con cierta parte oculta.
De cómo se consideró la homosexualidad en el
franquismo nos vale el ejemplo del cruel golpista, el general Gonzalo Queipo de Llano, tal vez el mayor
represor de la Guerra civil. Este sanguinario militar mantuvo que “Cualquier afeminado o desviado que insulte el
Movimiento será muerto como un perro”. Y con ese criterio bestial actuó.
Otro ejemplo de la consideración que para la
dictadura tuvo la homosexualidad lo vemos en el jefe de los Servicios Psiquiátricos del régimen franquista
Antonio Vallejo-Nájera. Para
este médico y militar las personas homosexuales y lesbianas significaban la
demostración de la degeneración de la “raza”. Par este médico mimado por
Franco, este hecho, el de la degeneración de la raza, tuvo su comienzo
coincidiendo con la Segunda República y lo diagnosticaba como una “enfermedad
mental” que el asociaba a las ideas marxistas. Para Vallejo Nájera la filosofía
marxista en sí, o ser de izquierdas, era una propia enfermedad mental que
generaba entre otras cosas la homosexualidad.
Este ideólogo del régimen franquista identificado
con las ideas de Adolfo Hitler (de hecho se le conocía como el Josef Mengele español), recomendó
la esterilización eugenésica para las presas republicanas y para los
homosexuales. En sus teorías de exaltado
nazi escribía que los homosexuales poseían los síntomas propios de los
psicópatas tales como “mala intención,
hábitos viciosos, amoralidad, tendencias cleptómanas, agresividad, vagabundeo y
tendencia a acciones con fines perversos”.
Nazis,
manicomios y cárceles
Las
consecuencias de las teorías nazis de este loco pseudocientífico y de sus
seguidores en el régimen se tradujeron, en cárceles, manicomios, en
electrochoques y en toda una persecución atroz que conllevó incluso la muerte
para muchos, para otros la cárcel o el destierro, para todo mucho sufrimiento.
Percibida como una especie de atentado contra la
estricta moralidad de la sociedad española y como un enfrentamiento contra las
esencias espirituales y católicas del pueblo español, la homosexualidad fue
perseguida y reprimida por el régimen franquista. Para el franquismo solo
existían y se concebían dos modelos del hombre y de mujer asentados en el
espíritu del nacionalcatolicismo. Un tipo de hombre- hombre”, es decir fuerte,
robusto, macho y superior a la mujer que debía de adoptar el rol de esposa
fiel, afanada en sus labores domésticas y ejemplar madre cuidadora de los
hijos.
La dictadura intervino en la vida privada
averiguando e investigando las formas de proceder de los ciudadanos en la cama
y la orientación sexual de cada uno. Ello generó un clima social en los
homosexuales de opresión, miedo y clandestinidad.
Familiares, amigos y la propia sociedad deberían ser ajenos a los
comportamientos de los homosexuales. Derivado de este escenario clandestino
vino la represión de sus afectos, las ocultas relaciones y el engaño. También
hubo que adoptar en muchos casos la doble moral.
De
la Ley de vagos y maleantes a la de Peligrosidad social
Se legisló en contra del colectivo de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales
e intersexuales (LGTBI) con normas tales como la Ley
de Vagos y Maleantes, una ley que aunque su raíz estaba en la Segunda
República fue adaptada por el régimen franquista y modificada en 1954) para que
persiguiera estas conductas: “Los
homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en
instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”.
Esta tétrica normativa fue sustituida en 1970 por
la Ley de Peligrosidad Social
que además de lo anterior recogía penas de cinco años de internamiento en cárceles o manicomios. Junto a esta
ley, el Código Penal añadía el “escándalo público”, lo que sirvió de arma legal
para la represión de homosexuales y transexuales. Estuvo vigente hasta 1995,
año en el que fue derogada.
Electroshocks
y tratamientos 'médicos'
Toda esta
normativa legal para la represión del “diferente sexualmente” tuvo una especial
y potente aliada en la Iglesia Católica
que veía a este colectivo como pecadores a los que lejos de interceder por ello
había que castigar y reprimir para modificar sus conductas. En el sistema
médico imperante y en concreto en la psiquiatría, se les calificaba como
enfermos mentales por lo que a muchos se les internó en manicomios.
Influenciados por las teorías nazis de de psiquiatras destacados del régimen
como Antonio Vallejo-Nájera o José Luis
López Ibor, los homosexuales recibieron tratamiento “médico” con electroshocks o lobotomías. Ello
originó tremendos daños físicos y psicológicos.
Encarcelamientos,
internamientos y violaciones
Hay cálculos que nos indican que fueron entre 4.000 y 5.000 las personas
homosexuales encarceladas simplemente por su orientación.
También cabe destacar que el régimen franquista habilitó centros de
internamiento para “curar” y “corregir esta supuesta desviación. Los
encarcelados lo eran acusados de escándalo
público y por ser un peligro social. En estos centros “especiales”
fueron objeto de maltratados, vejaciones. También hubo numerosos casos de
violaciones por parte de otros presos. En ocasiones fueron obligados a
prostituirse por los propios funcionarios.
Deportaciones
y destierros
Asimismo sufrieron destierros y alejamientos de sus entornos. Como ejemplo
notorio tenemos el caso de la Penitenciaria de Tefía, en la canaria isla de
Fuerteventura, En realidad era un desierto invivible en el que los homosexuales
sufrían destierro y se les
sometía a trabajos forzosos en
condiciones infrahumanas.
La situación comenzó a cambiar de manera tímida,
pero con algún paso adelante, a mediados de los años 60 por la influencia del turismo y de las
culturas musicales provenientes de Europa. Aumentó su visibilidad y su
consideración social aunque el régimen de vez en cuando mostrara sus garras
como con la redada de Torremolinos al colectivo gay en 1971 en el Pasaje
Begoña.
Franco, mariquita por la Gracia de Dios
Torremolinos,
Sitges, llegada de la democracia…
Junto a Torremolinos, Sitges,
en Barcelona, comenzaron a ser zonas de cónclave homosexual y paraísos de la
libertad sexual aunque limitada. La oposición al franquismo hacía suyos las
reivindicaciones del colectivo y tras la muerte de Franco y la llegada de la
democracia llegaron los cambios legislativos con la Constitución y la
derogación de las leyes franquistas. La
primera manifestación del Orgullo Gay se celebra en Barcelona en 1977 (foto).
La homosexualidad dejó de ser delito en 1979. Nuevas normas como las que regula
los delitos de odio y las de libertad y apoyos a los colectivos han normalizado
una situación que hoy vive sus días cúlmenes con la celebración de distintos
“Orgullos” y “Prides”. Y por más que algunas mentes reaccionarias herederas de
los antiguos reaccionarios franquistas, “el Orgullo no se toca…ni se llevará a
la Casa de Campo”. Ha costado mucho llegar hasta aquí.
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