Varios son los historiadores que han dado luz en los últimos años a documentos que destierran la idea de España como país neutral durante los años la II Guerra Mundial y el nazismo. Autores como Carlos Hernández (Los últimos españoles de Mauthausen), Juan J. Alcalde (Los servicios secretos en España), José María Irujo (La lista negra) o Fernando Rueda desvelan en sus obras las conexiones ocultas que Francisco Franco mantuvo con la Gestapo (la Policía secreta nazi) y que sirvieron de conexión entre ambos regímenes para diferentes fines. Según diferentes publicaciones, recogidas por Manuel P. Villatoro en ABC, el franquismo se contabilizaron hasta media docena de servicios secretos, entra las que destacaba la creada en 1936 por el general Mola, llamada Servicio de Información de la Frontera Noroeste de España o SIFNE, la cual mantuvo contacto directo con la Gestapo con el objetivo de mantener una estrecha colaboración con la Alemania nazi. Esta colaboración se afianzó en los años posteriores con visitas de miembros de las SS y la Gestapo para asesorar a agentes del bando franquista en diferentes técnicas sobre prisiones que iban desde formas de interrogatorios y torturas a la creación de campos de internamiento para lo que, una vez acabada la Guerra Civil, el franquismo denomino "enemigo interior" de España, cualquier grupo político contrario a la dictadura militar. Para este cometido se formó la Central del Servicio de Información Bis del Ejército (CESIBE), un organismo militar con otros dos inferiores llamados Regional-Servicio de Información Bis del Ejército (RESIBE) y Destacada-Servicio de Información Bis del Ejército (DESIBE). Todos, con un único objetivo sin límite de coste económico y humano: la seguridad de Franco. El enemigo: comunistas, anarquistas, socialistas, masones, etc. La Gestapo colaboró con ellos hasta el final de la II Guerra Mundial y miles de detenidos, dentro y fuera de España, fueron enviados a campos alemanes. "Preguntaban a Franco qué hacían con nosotros" El recientemente fallecido Ramiro Santisteban, superviviente del campo de concentración nazi de Mauthausen y presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos (FEDIP), ha servido en el pasado para dar testimonio en primera persona de lo ocurrido en diferentes coloquios y encuentros con los medios. Subrayó en 2005 que en el origen de la deportación de los españoles el "principal responsable" fue el Gobierno franquista. "Los alemanes, cuando encontraron a miles de españoles prisioneros, preguntaron al Gobierno de Franco, y particularmente al señor (Ramón) Serrano Suñer, qué hacían con nosotros y, viendo que nunca le dieron contestación, nos llevaron a los campos de concentración", contó entonces Santisteban. "Llevábamos un triángulo azul con la S que indicaba nuestra nacionalidad y que significaba que éramos apátridas", porque "los alemanes, en el momento en que el Gobierno español no quiso saber nada, nos consideraron apátridas", explicó. Tras ser hecho prisionero de guerra por las tropas alemanas, pasó por varios campos de concentración, entre ellos el de Nuremberg, donde tuvo su "primera entrevista con los señores de la Gestapo, que nos cachearon como a bandidos o criminales y nos encerraron en tres barracas aislados de los demás con un régimen especial de comidas". "Era lo mínimo para tenernos en pie, de noche una cena de un trozo de pan, otro de salchichón y té a voluntad. Como teníamos hambre, llenábamos el estómago de té, al levantarnos nos caíamos como trapos y en la enfermería nos ponían inyecciones para remontarnos un poco", recordaba hace años Santisteban. Después de tres días y dos noches en un tren de mercancías, el 6 de agosto de 1940 llegó junto a su padre y un hermano a Mauthausen, donde fueron recibidos por soldados "que nos bajaron del tren a culatazos y patadas". "Los alemanes calculaban que lo máximo que podía vivir un hombre allí, sin maltratarlo, era entre tres y seis meses", con una rutina que comenzaba cada día a las cuatro de la madrugada, cuando les entregaban "un cacito con una especie de sopa que nunca supimos cómo estaba hecha".
Política, religión, actualidad, cine, opinión, sociedad, humor, cultura, fotogalerías.....corrupción, corruptores, justicia, robos, fraudes, atracos, preferentes, rescate bancario, hambre, paro, miseria, desahucios, hipocresía, la verdad, mentiras y mas mentiras...crisis, ricos, pobres, muy pobres, muy ricos, miseria, niños hambrientos, familias que no pueden llegar a fin de mes, trabajadores esclavos...Santa Pederastia, Sagrada Pedofilia....
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sábado, 21 de septiembre de 2019
Franco y la Policía secreta nazi
Varios son los historiadores que han dado luz en los últimos años a documentos que destierran la idea de España como país neutral durante los años la II Guerra Mundial y el nazismo. Autores como Carlos Hernández (Los últimos españoles de Mauthausen), Juan J. Alcalde (Los servicios secretos en España), José María Irujo (La lista negra) o Fernando Rueda desvelan en sus obras las conexiones ocultas que Francisco Franco mantuvo con la Gestapo (la Policía secreta nazi) y que sirvieron de conexión entre ambos regímenes para diferentes fines. Según diferentes publicaciones, recogidas por Manuel P. Villatoro en ABC, el franquismo se contabilizaron hasta media docena de servicios secretos, entra las que destacaba la creada en 1936 por el general Mola, llamada Servicio de Información de la Frontera Noroeste de España o SIFNE, la cual mantuvo contacto directo con la Gestapo con el objetivo de mantener una estrecha colaboración con la Alemania nazi. Esta colaboración se afianzó en los años posteriores con visitas de miembros de las SS y la Gestapo para asesorar a agentes del bando franquista en diferentes técnicas sobre prisiones que iban desde formas de interrogatorios y torturas a la creación de campos de internamiento para lo que, una vez acabada la Guerra Civil, el franquismo denomino "enemigo interior" de España, cualquier grupo político contrario a la dictadura militar. Para este cometido se formó la Central del Servicio de Información Bis del Ejército (CESIBE), un organismo militar con otros dos inferiores llamados Regional-Servicio de Información Bis del Ejército (RESIBE) y Destacada-Servicio de Información Bis del Ejército (DESIBE). Todos, con un único objetivo sin límite de coste económico y humano: la seguridad de Franco. El enemigo: comunistas, anarquistas, socialistas, masones, etc. La Gestapo colaboró con ellos hasta el final de la II Guerra Mundial y miles de detenidos, dentro y fuera de España, fueron enviados a campos alemanes. "Preguntaban a Franco qué hacían con nosotros" El recientemente fallecido Ramiro Santisteban, superviviente del campo de concentración nazi de Mauthausen y presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos (FEDIP), ha servido en el pasado para dar testimonio en primera persona de lo ocurrido en diferentes coloquios y encuentros con los medios. Subrayó en 2005 que en el origen de la deportación de los españoles el "principal responsable" fue el Gobierno franquista. "Los alemanes, cuando encontraron a miles de españoles prisioneros, preguntaron al Gobierno de Franco, y particularmente al señor (Ramón) Serrano Suñer, qué hacían con nosotros y, viendo que nunca le dieron contestación, nos llevaron a los campos de concentración", contó entonces Santisteban. "Llevábamos un triángulo azul con la S que indicaba nuestra nacionalidad y que significaba que éramos apátridas", porque "los alemanes, en el momento en que el Gobierno español no quiso saber nada, nos consideraron apátridas", explicó. Tras ser hecho prisionero de guerra por las tropas alemanas, pasó por varios campos de concentración, entre ellos el de Nuremberg, donde tuvo su "primera entrevista con los señores de la Gestapo, que nos cachearon como a bandidos o criminales y nos encerraron en tres barracas aislados de los demás con un régimen especial de comidas". "Era lo mínimo para tenernos en pie, de noche una cena de un trozo de pan, otro de salchichón y té a voluntad. Como teníamos hambre, llenábamos el estómago de té, al levantarnos nos caíamos como trapos y en la enfermería nos ponían inyecciones para remontarnos un poco", recordaba hace años Santisteban. Después de tres días y dos noches en un tren de mercancías, el 6 de agosto de 1940 llegó junto a su padre y un hermano a Mauthausen, donde fueron recibidos por soldados "que nos bajaron del tren a culatazos y patadas". "Los alemanes calculaban que lo máximo que podía vivir un hombre allí, sin maltratarlo, era entre tres y seis meses", con una rutina que comenzaba cada día a las cuatro de la madrugada, cuando les entregaban "un cacito con una especie de sopa que nunca supimos cómo estaba hecha".
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