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miércoles, 29 de octubre de 2025

 


El mapa de las 5.851 fosas de España: 2.650 están localizadas y 1.319 siguen sin ser exhumadas

La reparación tras exhumar fosas del franquismo: "Hablamos de los asesinados, pero no de los que se quedaron"


  • En España hay cerca de 6.000 fosas comunes, de las cuales 1.319 siguen sin ser exhumadas

RTVE.es

21.10.2025 -

Habían pasado solo tres años de la muerte de Francisco Franco cuando en Navarra empezaron a desenterrar a los asesinados sin juicio durante la Guerra Civil y el franquismo. Fueron sus descendientes, sin amparo legal, económico ni científico, quienes cavaron con pico y pala para darles una sepultura digna.

Una de ellas fue Amelia Resano. Esta mujer, vecina de Lodosa, lleva un tatuaje en su brazo en honor a su abuelo, al que nunca llegó a conocer, ya que fue fusilado en la Ribera Navarra. Aunque aún no han dado con los restos, no cesa en su búsqueda, acompañada de su marido Benito, quien paradójicamente es hijo de uno de los que formó parte del pelotón que lo mató.

"Hablamos de asesinados, pero no de los que se quedan, de las mujeres que tuvieron que sacar sus casas adelante" dice Amelia, que recuerda que a ellos también les tocó las represalias del silencio por el miedo a hablar y a los dardos de quienes no entendían que siguieran buscando las fosas. "Mucha gente se ha callado y se ha ido a la tumba con la pena de no contar", afirma.

Roldán Jimeno, profesor de Historia del Derecho, corrobora el temor: "A partir del 78 se empiezan a publicar las primeras investigaciones y eso hace saltar la voz de alarma. Se dice que se están abriendo heridas y empiezan las amenazas de muerte".

A flor de tierra: "Es una historia de dolor, pero también de valentía"

La directora de A flor de tierra, Ángela Gallardo, ha contado la historia de estas familias en un documental: "Es una historia de dolor, pero también de valentía, determinación y autorreparación".

Fueron los vecinos de la Ribera Navarra que de manera colectiva se esforzaron por localizar los restos de los fusilados, sin tener en cuenta el signo político. Era 1978 y se organizaban de manera clandestina.

"Lo hacían con sus propios medios. Daba igual si era su familiar o el vecino del pueblo de al lado. Esa fue su fortaleza", cuenta Gallardo. "No tenían ningún tipo de respaldo nada, más que a ellos mismos", agrega.

Tendrían que pasar décadas para que, con las leyes de memoria democrática e histórica ya en activo, se iniciase de forma oficial un trabajo necesario para cerrar las heridas abiertas.

El mapa de las fosas de España

En España hay ya registradas cerca de 6.000 fosas comunes, de las cuales 1.319 siguen sin ser exhumadas. Además, se calcula que se han exhumado más de 17.000 víctimas desde que hay registros oficiales.

Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Con cerca de 12.000 víctimas a la espera de ser desenterradas, las asociaciones de memoria y los arqueólogos forenses piden más recursos y advierten de que el tiempo juega en su contra.

En el cementerio de Ejea de los Caballeros, en Zaragoza, un equipo de arqueólogos forenses busca, capa a capa y a un metro bajo tierra, los restos de represaliados del franquismo, asesinados en 1936. Es el mayor proyecto de memoria democrática de Aragón.

Los familiares dejan sus muestras de sangre con la esperanza de que el ADN coincida con el de alguno de los cuerpos recuperados. "Hemos sufrido mucho. Hemos sido siempre perseguidos y no podías hablar ni decir nada", cuenta la nieta de una de las víctimas. Insisten en que no están "buscando huesos", sino a sus allegados, a los que quieren "enterrar con dignidad, porque por ley nos corresponde".

El arqueólogo forense Javier Iglesias lleva 17 años trabajando en la recuperación de víctimas de la Guerra Civil. En un laboratorio de la Universidad Autónoma de Madrid realiza con su equipo los estudios antropológicos de los restos que recuperan. Cada caja que llega tiene en su interior un cuerpo sin identificar. Denuncia la falta de tiempo.

"Nos vemos en esa coyuntura de decir: o lo hacemos ahora o quizás en un futuro no muy lejano no haya ese interés o no haya esa posibilidad de recuperarlo", explica a TVE.

Zoé de Kerangat es doctora en Historia Contemporánea especializada en los estudios de memoria y de las exhumaciones de víctimas de la represión franquista. Asegura que seguir buscando los cuerpos "tiene un significado muy importante para el bienestar social".

"Abrir fosas es cerrar heridas y las heridas están abiertas"

El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, ha defendido las labores de exhumación de los represaliados de la Guerra Civil y el franquismo y ha instado a aplicar la ley "hasta en el último rincón de España". "Abrir fosas es cerrar heridas, y las heridas están abiertas", ha afirmado.

Martínez, que ha reconocido que el Gobierno "llega tarde", ha incidido en que la ley de Memoria Democrática está basada en la "humanidad" y el derecho internacional. "Aquellos que se están oponiendo tienen una falta de humanidad", ha añadido. Por ello, ha trasladado la voluntad del Gobierno de no solo recuperar los restos, sino también identificar a todas las personas posibles. Para ello, han hablado con 13 laboratorios homologados, según ha explicado.

Golpe de Estado de 1936: la sublevación militar que dividió España en dos

El despliegue propagandístico de la dictadura de Franco no escatimó en elogios hacia el régimen. Para el NO-DO, los soldados sublevados del Norte de África de julio de 1936, no fueron otra cosa que los salvadores de un país a la deriva. Esta rebelión militar marcó el inicio del golpe de Estado que acabó con la segunda república y dio paso a la Guerra Civil.

El conflicto comenzó el 18 de julio de 1936 y acabó el 1 de abril de 1939. Pero solo en la teoría, porque los fusilamientos en masa siguieron hasta bien entrada la posguerra. La ausencia de derechos y la brevedad definieron los juicios sumarísimos, instrumento esencial en los primeros años de la dictadura para someter a sus enemigos en frío. Una maquinaria sofisticada que consumó el exterminio de en torno a 50.000 personas sospechosas.

A ellas habría que sumar las muertes en cárceles y campos de concentración; todas víctimas del poder hipertrofiado, que inoculaba el terror institucional amparado desde la cúspide del Nuevo Estado franquista.

Catalina, la mujer del sonajero

Los hijos y nietos de Catalina solo conservan una fotografía de ella: una imagen de su cráneo con una cruel e inequívoca señal del tiro en la mandíbula que acabó con su vida. La mujer tenía las paletas separadas, un rasgo que se llama diastema, medía 1,54 y usaba un 36 de zapato. Cuando la mataron, tenía 37 años, mucho genio y cuatro hijos.

La enterraron junto al sonajero del más pequeño de los cuatro, que apareció en la exhumación de sus restos, hace casi 15 años. Un objeto que habla de amor y de la ternura de una mujer fuerte y con convicciones claras. Catalina descansa ahora en su pueblo, Cevico de la Torre, donde la recuerdan sus nietas.

Bustarviejo: la "semiesclavitud" en los campos de trabajo forzado

Entre 1944 y 1952, en el municipio madrileño de Bustarviejo estuvo operativo un campo de trabajo donde los presos republicanos vivían en condiciones de hacinamiento y "semiesclavitud".

Así lo califica el presidente de la Asociación Los Barracones, José Carlos González, quien realiza un trabajo de memoria histórica en el campo de concentración por "la gente a la que se deshumanizó" durante la dictadura. "Eran trabajos forzados. Parece que es un sitio de libertad, pero estaban bajo custodia de la policía armada", cuenta.

Entre 150 y 200 presos trabajaban a la vez en este campo del norte de Madrid. Durante todos sus años de actividad, la asociación estima que pasaron 2.000 republicanos.

El abismo del olvido: "Muchos no conciben la historia que cuenta este cómic"

La memoria histórica y las fosas también llega a las novelas gráficas como El abismo del olvido. Basado en hechos reales, relata las ejecuciones que cometió el régimen tras la Guerra Civil y la lucha por recuperar los cuerpos enterrados en fosas comunes.

Rodrigo Terrasa, uno de los autores, asegura que "muchos no conciben la historia que cuenta este cómic". "La gente alucina con que esto sea una historia real", cuenta antes de resaltar que lo que más le ha llamado la atención han sido las preguntas "básicas" de los más jóvenes ante la "irracionalidad" que supuso esa época.

Narra la historia de José Celda, quien fue fusilado por las tropas franquistas en septiembre de 1940, cuando su hija Pepica tenía solo ocho años. Siete décadas después, la ya anciana mujer logró localizar los restos de su padre para honrar su memoria y recuperar su dignidad.

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