Nando Worldcitizen
Estos actos y simbologías dogmáticas, pertenecientes a determinadas creencias religiosas, que se obligan a realizar al alumnado de esos centros, conllevan un trabajo previo de mes y medio, como explica el director de uno de esos centros. Tiempo en el que se imbuye a los menores de esa ideología y que se complementa, como aseguran, con concursos de “minipasos”, concursos de dibujo y carteles, etc., con la misma finalidad y empeño.
Estos colegios privados, que son financiados con el dinero público de todas las personas contribuyentes de este Estado (sean ateos, librepensadores, agnósticos o religiosos), educan a su alumnado de forma doctrinaria, de acuerdo con su ideología católica, como así lo exhiben en sus webs y documentos oficiales. No solo con estos actos y su preparación previa, sino en todas las materias, en todos los tiempos, en todos los espacios y en todas las relaciones que establecen.
Se lo permite una determina interpretación ultraconservadora de la legislación en los años 80, recién salidos de la dictadura franquista, que aún no se ha modificado cuarenta años después. La interpretación del “derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación conforme a sus propias convicciones” que aparece en la Constitución. Pero este mandato constitucional no conlleva que la ideología educativa familiar se tenga que replicar en los centros educativos y menos que tenga que ser financiada públicamente, como quieren hacernos ver.
Es lo que se ha denominado “el ideario” de los centros privados. Es decir, se permite que la ideología y la concreta visión del mundo que tiene y determina el dueño de esa empresa, el titular del centro, sea con la que el centro, sus equipos directivos y todos los profesionales de la educación, que trabajan en dicha empresa, tengan que educar a todo el alumnado de ese centro.
Por eso, aseguran, caben los desfiles de alumnos y alumnas vestidos de legionarios (una fuerza militar fundada por un conocido golpista y genocida), porque el ideario puede estar inspirado en cualquier ideología. Este ideario no existe en la educación pública, que es plural y diversa, como lo son sus comunidades educativas. Son estas, de forma democrática y dialogada, las que establecen los principios y valores educativos que sustentan los proyectos educativos de acuerdo a la legislación vigente.
De ahí que sorprenda, no solo la anomalía española de que existan centros-empresas privadas financiadas públicamente, sino que además se les permita tener una ideología establecida por los dueños del negocio y que ésta se les imponga a los propios profesionales de la educación, que son quienes desarrollan la labor educativa, además de a toda la comunidad educativa.
La Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que reconoce la facultad de las familias para exigir del Estado el respeto a sus convicciones religiosas, solo conlleva la posibilidad de las familias para elegir la educación religiosa de sus hijos e hijas en su seno o en los lugares de culto, pero no en la escuela, que es un espacio de convivencia y de respeto a la libertad de conciencia de todos los menores.
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