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domingo, 2 de noviembre de 2025

 



El 13 de octubre de 1909, moría condenado a muerte Francisco Ferrer i Guàrdia, pedagogo anarquista y librepensador catalán, creador de la Escuela Moderna.

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Comprometió su vida con un ideal de emancipación de los seres humanos, y por eso, murió, víctima de los odios que contra su proyecto se generaron entre las oligarquías que, en la España de principios del siglo XX, tenían bastante claro que sus privilegios sociales dependían de impedir, entre otras cuestiones, el despertar de una conciencia libre, crítica y racionalista entre la ciudadanía. Y sabían muy bien que eso empezaba por la educación de los niños.

La sociedad –la Ciudad, que es lo que hace libres a los hombres, como bien se dice desde la Edad Media desde una cierta sabiduría popular– es el resultado, también, de la obra de aquellos que, a contracorriente, salvando muchos obstáculos y limitaciones, trabajaron para alcanzar algunas de las condiciones de respeto a la libertad y a la calidad de vida que, en la actualidad, encontramos indispensables. Francisco Ferrer Guardia es un claro ejemplo.

Francesc Ferrer i Guàrdia nace en Alella (Barcelona) en 1859, en el seno de una familia de campesinos acomodados, de marcadas convicciones católicas y conservadoras. Tras una breve etapa escolar se educa básicamente como autodidacta y trabaja en Barcelona desde muy joven, ejerciendo diferentes oficios, en contacto con el mundo de la Menestralía de sensibilidad republicana.

Trabajará de revisor de ferrocarril y esto le permitirá actuar de enlace con las corrientes insurreccional del republicanismo, encabezados por Manuel Ruiz Zorrilla, participante en el intento –fracasado– de sublevación de 1886.

Es por ello por lo que se exiliará en París, donde dará clases de castellano, y entrará en contacto con algunos de los representantes de la pedagogía renovadora, laica y librepensadora, centrada en la defensa de la autodeterminación de los individuos por medio de la educación integral. Será, en este sentido, muy significativo su contacto con Paul Robin, autor del Manifiesto a los partidarios de la educación integral. En París mantendrá, también, su afiliación a la francmasonería, en la que se había iniciado en 1883.

El proyecto fundamental de la vida de Francisco Ferrer Guardia es la Escuela Moderna, abierta en Barcelona a partir de 1901. "Se llevará a cabo una enseñanza inspirada en el libre pensamiento, mediante la práctica de la coeducación de sexos y de clases sociales, la insistencia en la necesidad de la higiene personal y social, el rechazo a los exámenes y todo sistema de premios y castigos, y la apertura de la escuela a las dinámicas de la vida social y laboral, y con la organización de actividades de descubrimiento del medio natural.

Los niños y niñas tendrán una insólita libertad, harán juegos y ejercicios al aire libre, y uno de los ejes del aprendizaje lo constituirán sus propias redacciones y comentarios de estas vivencias”. Una rotura verdaderamente revolucionaria con los métodos tradicionales.

En la Escuela Moderna se organizarán conferencias dominicales, entendidas como una extensión educativa para las familias. La sensibilidad pedagógica se vinculará con el ideal de emancipación del género humano, propio de las ideas libertarias hacia las cuales irá derivando el compromiso político de Francisco Ferrer Guardia.

Será un ejemplo rotundo de la estrecha relación que el pensamiento anarquista mantendrá con el horizonte de una enseñanza renovada, considerada como vía fundamental para acceder a la liberación del individuo de cualquier sometimiento.

También fue un promotor esencial de lo que será un rasgo característico del tejido asociativo, de su entramado social y cívico: la conexión del hecho educativo con los movimientos sociales y políticos que han pretendido ir más allá en el terreno de la defensa de la dignidad de todas las personas, especialmente las más desfavorecidas, y en el avance hacia fórmulas más solidarias de organización de la sociedad.

El 31 de mayo de 1906, Mateo Morral, que había hecho de bibliotecario en la Escuela Moderna, lanza desde una ventana del cuarto piso de una pensión una bomba sobre la carroza real de Alfonso XIII y de la princesa Victoria-Eugenia de Battenberg que acababan de celebrar las bodas reales en la iglesia de San Jerónimo el Real. El ramo iba directo a la carroza real, pero se topó con la línea eléctrica del tranvía y se desvió hacia la multitud que observaba la comitiva.

La pareja real salió ilesa, pero hubo veintiséis muertos y casi un centenar de heridos. Mateo Morral consiguió huir de la pensión, pero días después fue detenido y se suicidó.

Francisco Ferrer Guàrdia junto con José Nakens y otros anarquistas fueron detenidos y condenados por conspiración. Ferrer estuvo más de un año en la Prisión Modelo de Madrid. La Escuela Moderna y muchas otras fueron cerradas, y aunque él fue absuelto de complicidad en el acto de Morral, aquello fue indudablemente para él el comienzo del fin. Por ejemplo, la Escuela Moderna no volverá a abrir como centro de enseñanza.

Pero el ideal pedagógico de la Escuela Moderna, más allá de su misma permanencia física como centro de enseñanza, revivirá en las Escuelas que irán surgiendo, adoptando su mismo planteamiento (en España y América Latina).

Ferrer Guardia murió a los cincuenta años, porque, sin ninguna prueba, se le acusó de haber instigado los hechos de la Semana Trágica de julio de 1909. Fue fusilado en Montjuïc, después de un juicio sin garantías a cargo de un tribunal militar, el 13 de octubre de 1909.

El eco internacional de esta injusta ejecución se manifestó en una serie de actos de protesta cívica, en toda Europa y en el resto del mundo, encabezados por personas de todas las sensibilidades humanistas y progresistas, que, como testigo simbólico, confluyeron en la construcción de un monumento erigido en Bruselas en 1911, con el que se homenajea a Francisco Ferrer como mártir de la libertad de pensamiento.

Al pie de este monumento está grabado su mensaje:

"La enseñanza racionalista puede y debe discutirlo todo, situando previamente a los niños sobre la vía amplia y directa de la investigación personal".

Texto: Vicenç Molina. Fundació Ferrer i Guàrdia

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