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lunes, 3 de noviembre de 2025

 



El campo de Paniza vuelve a hablar: en busca de Eusebio y Lamberto, dos amigos silenciados por el fascismo

Via/ arainfo.org

Por IKER GONZÁLEZ IZAGIRRE

El lunes 6 de octubre comenzaron en Paniza, comarca Campo de Cariñena, los trabajos de localización y exhumación de una fosa común de la Guerra Civil. Allí han recuperado los que podrían ser los restos de Eusebio Serrano Agudo, conocido como ‘Carbonerito’, y Lamberto Carrato Beltrán, naturales de Cerveruela, asesinados por los sublevados facciosos el 21 de septiembre de 1936. Tenían 27 y 20 años. Sus cuerpos fueron enterrados clandestinamente junto a la carretera N-3301, a apenas 17 kilómetros de su pueblo natal.

La intervención ha estado impulsada por el Equipo Arqueológico Forense de Aragón (EAFA) y el Colectivo de Historia y Arqueología Memorialista Aragonesa (CHAMA), con financiación de la Diputación de Zaragoza (DPZ). Es una iniciativa de sus familias —Ángeles Bisa Carrato, sobrina de Lamberto, y Luisa María Miralles Serrano, sobrina de Eusebio— acompañadas de sus parejas y apoyadas por ARICO y la Asociación Charata de Uncastillo, además de personas voluntarias.

El experimentado arqueólogo Javier Ruiz y la historiadora Cristina Sánchez, integrantes del EAFA, han dirigido la excavación durante tres intensos días en los que han contado con la colaboración de las propietarias del terreno, conocedoras desde hace años de la historia. “Ayer apareció un trocito de suela de zapato, dentro un pie”, explica a AraInfo Cristina Sánchez. Este miércoles ha sido el maratoniano último día de trabajos en la segunda fosa abierta en Paniza, después de la excavación de 2015 en la que también participó Ruiz junto al fallecido Miguel Ángel Capapé.

El verano del terror

El contexto del crimen se remonta a los primeros días del golpe fascista. Según documenta la revista Xiloca (número 52), el 10º Regimiento de Artillería Ligera, de guarnición en Calatayud, proclamó el Estado de Guerra el 20 de julio de 1936.

Con la rápida adhesión de la Guardia Civil y el refuerzo de tropas desde Zaragoza, los sublevados consolidaron su control sobre el partido judicial de Daroca, asegurando las comunicaciones entre Zaragoza y Teruel. A partir de entonces, grupos falangistas organizaron detenciones y “sacas” en la retaguardia, ejecutando a republicanos y sindicalistas pese a que el Frente Popular apenas había obtenido apoyo electoral en la zona en las elecciones de febrero.

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Eusebio, el Carbonerito

Eusebio Serrano Agudo nació en Cerveruela el 5 de marzo de 1909. Su familia —apodada Capirrán— regentaba una carbonería en la zaragozana calle Boggiero. Aficionado a los toros, se ganó el sobrenombre de ‘Carbonerito’ como novillero. Tras la muerte de sus padres y afiliado al Partido Radical, ingresó en el Cuerpo de Carabineros en 1935.

Al estallar el golpe de Estado, estando de permiso en Zaragoza, decidió no reincorporarse a su unidad. Tenía un hijo recién nacido, Bartolomé del Progreso, rebautizado durante el franquismo como Luis tras serle negado el bautismo con su nombre original, Progreso, por el párroco de San Pablo.

Lamberto, el anarcosindicalista del vidrio

Lamberto Carrato Beltrán, nacido el 19 de junio de 1916, era hijo de campesinos de Cerveruela. Desde muy joven trabajó en la fábrica de vidrios La Veneciana y se afilió a la CNT-AIT en 1930, compartiendo militancia con históricos anarcosindicalistas como Florentino Galván o Servet Martínez. Orador precoz, fue encarcelado en 1935, con apenas 18 años, y de nuevo en 1936 en la antigua prisión de Torrero durante las huelgas previas al golpe. Entre febrero y mayo de 1936 participó en las giras de propaganda de la CNT-AIT por Aragón junto a Paco Ponzán y Ramón Acín, entre otros.

El 18 de julio de 1936 salió a la calle con sus compañeros del sindicato. En la madrugada del día 19, en la plaza de San Miguel, frente al local del Sindicato de la Construcción, arengó a la multitud denunciando el “movimiento militar fascista impulsado por los traidores de Franco, Queipo de Llano y Cabanellas”.

Advirtió de que el gobernador civil había sido arrestado y llamó a declarar la huelga general revolucionaria. “¡Muera el fascismo! ¡Viva la libertad!”, gritó ante el desconcierto general, según recoge Xiloca.

La huida y el crimen

Eludiendo a la muerte, Lamberto y Eusebio permanecieron escondidos en Zaragoza, en el domicilio de la calle Boggiero, durante varias semanas hasta que, a mediados de septiembre, intentaron alcanzar las líneas republicanas por la zona de Herrera de los Navarros.

Un campesino los delató, un conocido suyo apodado ‘El Culebras’. Detenidos por falangistas de Paniza, fueron presentados ante el jefe local de Falange que, a pesar de conocer a Eusebio, no dudó en ordenar su ejecución. Los mataron el 21 de septiembre de 1936 junto a la carretera de Valencia, entre Paniza y Cariñena y enterrados en la cuneta, frente al llamado Huerto del Cura.

Según relató en 1955 su compañero Florentino Galván en Solidaridad Obrera, antes de morir Lamberto dijo a sus verdugos: “Que me matéis a mí, que soy de la CNT-AIT, si bien no deja de ser un crimen, para vuestra mentalidad es lógico… Pero que matéis a este que viene conmigo, al que yo he engañado, es sencillamente monstruoso, ni pertenece a la CNT-AIT, ni se preocupó de cuestiones políticas, y además es casado y padre de un niño de pocos meses”.

A lo que Eusebio respondió: “No te esfuerces, Lamberto; para esta gente fanatizada, un crimen más o menos no tiene importancia. Jugamos y perdimos, solo nos toca saber perder”. El abuelo de la actual dueña de la finca, Cecilio Eizaguerri Floria, presenció la escena desde una cabaña cercana.

Cadenas y exilios

Tras el asesinato, la represión se extendió a las familias. La viuda de Eusebio, Antonia Trasobares, estaba embarazada de su hija Flora, que moriría pocos meses después a causa del sarampión. Antonia sufrió varias prisiones franquistas —Predicadores, Torrero, Amorebieta, Segovia— por su condición republicana.

La hermana de Eusebio, Quiteria Serrano, también fue detenida en 1938 tras un registro en su casa donde hallaron “folletos y libros de literatura bolchevique” por una denuncia anónima.

En 1939 es de nuevo detenida acusada de haber servido de enlace entre civiles y la guerrilla anarquista —Hijos de la Noche— que organizaba las fugas desde Zaragoza a Fuendetodos, en la zona republicana, lo que cada mes de septiembre el barrio de Torrero reivindica con el acto “Evasiones – Senderos de libertad”.

En noviembre de 1939 es sentenciada por un Consejo de Guerra militar a 20 años de prisión por “delito de auxilio a la rebelión”. Pasó cuatro años en prisión, hasta 1943 cuando obtuvo la libertad condicional. Desde Catalunya cruzó a pie la nevada frontera pirenaica para llegar a Francia.

En París conoció a Isidro Miralles, militante de la CNT-AIT y delegado de Agricultura del Consejo de Aragón. En 1955 emigraron a Chile, donde se casaron y tuvieron dos hijos: Francisco y Luisa María Miralles Serrano. Tras el golpe de Estado del general Pinochet en 1973, su hijo mayor estuvo desaparecido durante un mes. En 1980 regresaron a Zaragoza, donde falleció Isidro en 1986. Posteriormente, Quiteria residió en Valls (Tarragona), donde murió a los 87 años.

La familia de Lamberto también padeció la represión. Su hermano Antonio Carrato Beltrán fue asesinado en el mismo año. Su madre Sixta Beltrán junto a su hija Raimunda Carrato —hermana de Lamberto—, su marido Julio Gracia, la hija de ambos Aurora Gracia Carrato y los hermanos pequeños Pascuala, Benjamín y Segunda Carrato Beltrán, vivieron escondidas en distintos lugares de Zaragoza hasta lograr cruzar desde el barrio de Torrero a la zona republicana en una de aquellas evasiones protagonizadas por los guerrilleros anarquistas.

En Alcañiz sufrieron el bombardeo de la aviación fascista italiana del 3 de marzo de 1938, que mató a Raimunda y Pascuala Carrato. Benjamín huyó a Francia y no regresó hasta después de la muerte de Franco; Segunda se unió al anarquista zaragozano Ángel Bisa Guerrero, con quien sobrevivió en la clandestinidad hasta 1975.

Rescatarles del olvido”

Ochenta y nueve años después, la tierra de Paniza vuelve a removerse. Las familias, acompañadas por el EAFA y CHAMA, buscan rescatar del olvido a Eusebio y Lamberto, símbolo de dos generaciones truncadas por el fascismo. “Es un acto de justicia y de dignidad —resume Cristina Sánchez—. No solo buscamos huesos, buscamos nombres, historias y verdad”.

La fosa, frente al Huerto del Cura, sigue abierta. Bajo el sol de octubre, entre herramientas, mapas y memoria, el campo de Paniza vuelve a hablar.

📷 A la izquierda, Lamberto Carrato Beltrán en una fotografía realizada en los años 30. A la derecha, Eusebio Serrano Agudo con el uniforme de carabinero en 1936.

https://arainfo.org/exhumacion-paniza-2025-eusebio-lamberto

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