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domingo, 26 de marzo de 2023

 



El historiador de la hambruna silenciada del franquismo: “La dictadura sabía gestionar el hambre”


El investigador Miguel Ángel del Arco desgrana la “función política” del hambre durante la posguerra franquista y destaca el aumento del tifus o el paludismo

El Diario.es


Lucas Marco

25 de marzo de 2023




Lo reconoció el propio régimen franquista en la posguerra: la hambruna devastaba la España autárquica del general Francisco Franco. Un documento de las autoridades franquistas de Peñarroya (Córdoba), de enero de 1940, relataba: “Hay cientos de niños, hombres y ancianos paseando su miseria e implorando una limosna, que por ser tantos, no les llega, ya que el paro y el hambre presente supera al de ninguna época pasada, pues hay más de 2.000 personas entre hombres y mujeres que si no roban (cosa que aquí está a la orden del día, quedando pocos corrales por saquear) se mueren de hambre ellos y sus familias”. Es uno de los hallazgos del historiador Miguel Ángel del Arco (Granada, 1978), invitado esta semana por el Aula d'Història i Memòria Democràtica de la Universitat de València para impartir una conferencia en el centro cultural La Nau bajo el título La hambruna silenciada del franquismo: causas, características y consecuencias.

El investigador sitúa los años del hambre de la España franquista entre 1939, con el fin de la Guerra Civil, y 1952, cuando desaparecen las cartillas de racionamiento. Sin embargo, los tres primeros años de posguerra supusieron una hambruna, un concepto “tan antiguo como la historia de la humanidad”, explica Miguel Ángel del Arco, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada. Las hambrunas, recuerda el investigador aludiendo a las tesis del economista indio Amartya Sen, “tienen que ver con la política”, por lo que la falta de democracia “puede dar pie a que sean más intensas”.

En el caso de la posguerra española, la “hambruna difusa” afectó a las clases populares que más habían apoyado al Frente Popular antes de la contienda y, especialmente, a zonas como Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia. “El hambre lo inundó absolutamente todo, fue una obsesión que mediatizaba las relaciones entre familiares”, señala el historiador, quien apunta a un exceso de muertes de 200.000 personas entre 1939 y 1942.




La posguerra propició muertes por inanición y por enfermedades infecciosas, un alto precio de los alimentos, la ingesta de derivados alimenticios no adecuados para el consumo humano, crímenes contra la propiedad, un incremento de la emigración clandestina temporal e incluso revueltas del hambre, habitualmente protagonizadas por mujeres. “La gente roba para salvarse porque no tiene para comer”, apunta Miguel Ángel del Arco, coordinador del libro Los años del hambre. Historia y memoria de la posguerra franquistaeditado por Marcial Pons.

Además, se produce el fenómeno de la emigración clandestina hacia las ciudades donde había más racionamiento. “La dictadura sabía cómo gestionar el hambre”, reflexiona el investigador, quien destaca que las estampas de la posguerra famélica fueron “reconocidas por el propio régimen” y también reseñadas por la diplomacia británica.

También aumentan las enfermedades infectocontagiosas —como la difteria, el tifus exantemático o el paludismo— especialmente justo después de la Guerra Civil. La epidemia de tifus, que afectaba singularmente a la población más pobre (“sin jabón, con sólo una muda de ropa y que vivían en cuevas”), fue de tal calibre que “preocupó a los aliados”, según refleja la documentación diplomática consultada por el investigador.

Por otro lado, el coste de la vida aumentó exponencialmente y el mercado negro potenció el acaparamiento, que supuso una subida de los precios, especialmente de la alimentación. Además, recuerda Miguel Ángel del Arco, el fin de los sindicatos también provocó la congelación de los salarios.

El hambre “tuvo una función política”

La autarquía, la corrupción, la política exterior, o la reducción de la productividad agrícola fueron otros factores expuestos por el historiador para explicar el contexto de hambruna franquista. “La autarquía adoptada voluntariamente por Franco y el sueño de la autosuficiencia fueron un auténtico desastre, no llegaban fertilizantes por el bloqueo y las tierras españolas no llegaban a producir lo suficiente”, explica Del Arco.

El hambre consolidó la desmovilización política: “Tuvo una función política y hubo clases sociales a las que les vino especialmente bien”. Así, el régimen autárquico “enriqueció a mucha gente mientras mataba a otros”.

El historiador ha analizado también la memoria de la hambruna y el silencio en muchas familias: el hambre se convierte en “una vergüenza”. También la reducción de la talla de los españoles: “Empezaron a ser más bajitos en la década de 1940”. Miguel Ángel del Arco destaca cómo el fenómeno ha pasado desapercibido en la legislación sobre memoria histórica en España, especialmente en la definición de las víctimas, que no alude en ningún caso a la hambruna española.

El investigador citó como ejemplos de la memoria del hambre la recuperación de libros de recetas de la posguerra, obras literarias de María Beneyto, Dulce Chacón o Almudena Grandes, entre otras, así como las películas El laberinto del fauno o Pa negre. También cómics como Regreso al edén de Paco Roca. Y acabó su conferencia, con una afluencia masiva en el Aula Magna de La Nau a reventar de público, con la canción Panaderas del pan duro de El Naán, un colectivo musical que recupera coplas “que cantaban en la cocina las mujeres mientras amasaban pan”.

La memoria de la hambruna franquista ha pasado de generación en generación en las familias, “especialmente transmitida por las mujeres”. Una memoria, en definitiva, “encapsulada en la cocina y las despensas”.


sábado, 25 de marzo de 2023

 

10 palabras catalanas que el castellano ha tomado prestadas





Meritxell R. Lavall
Barcelona. Jueves, 23 de marzo de 2023


Que el catalán se está castellanizando cada día más es una realidad que todos conocemos de sobra; pero lo que quizás no sabíais es que el castellano ha tomado prestadas muchas palabras catalanas a lo largo de la historia. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Tranquilos, sé que esta afirmación rompe todos los esquemas y pilares de vuestra existencia, pero todo tiene (al menos) una explicación. El cómo es muy sencillo: un día, algún castellanohablante oyó estas palabras catalanas tan hermosas y, como era de esperar, quedó encantado por su sonoridad casi celestial, acto seguido vino un período de boca a boca que desembocó en un grupo de académicos que decidieron hacer oficial todo el amor que sentían hacia la lengua catalana introduciendo todas estas palabras en el diccionario de la Real Academia Española.

El cuándo es mucho más ambiguo: un día tomaron prestada una palabra; otro día, otra, e ir tirando. Y el porqué tiene más de una respuesta (me centraré en la que parece más probable): principalmente, por la proximidad (tanto geográfica como lingüística) entre las dos lenguas; pero sobre todo por envidia, porque el catalán tiene unas palabras preciosas que todo el mundo ansía poseer.

Un día tomaron prestada una palabra; otro día, otra, e ir tirando, […] principalmente, por la proximidad (tanto geográfica como lingüística) entre las dos lenguas; pero sobre todo por envidia, porque el catalán tiene unas palabras preciosas que todo el mundo ansía poseer

Bien, basta de paja y centrémonos en el tema que nos interesa, que por eso estáis aquí: las palabras que el castellano ha tomado prestadas. Hoy os pondré diez ejemplos, pero que sepáis que hay muchos más (cientos). Son los siguientes:

conrear (del catalán conrear),

clavel (del catalán clavell),

burdel (del catalán bordell),

manjar (del catalán antiguo manjar),

añorar (del catalán enyorar),

faena (del catalán antiguo faena),

papel (del catalán paper),

reloj (del catalán antiguo relotge),

viaje (del catalán viatge),

forastero (del catalán foraster).

Como podéis ver, no os he engañado, son palabras preciosas; se entiende perfectamente que nos las hayan querido copiar. Por cierto, podéis comprobar todo lo que digo visitando la web del diccionario de la Real Academia Española.

No me pondré a hacer un análisis semántico de las palabras que el castellano ha tomado prestadas del catalán, ni me preguntaré por qué han elegido palabras de estas áreas temáticas y no de otras, podríamos entrar en una espiral conspiranoica innecesaria. Lo que sí considero importante y, por lo tanto, necesario de puntualizar es que, si continúan el hurto lingüístico a este ritmo, pronto se hablará más catalán que castellano en España. Hecho, tengo que decir, que no me preocupa lo más mínimo, porque significaría que todos nuestros problemas con la lengua catalana se habrían acabado. Me atrevería, incluso, a afirmar que este es el camino más fiable y rápido para conseguir nuestra tan codiciada independencia. El plan es este: se empieza alargándoles los dientes con la belleza sonora de nuestra lengua y se acaba hablando catalán en toda España; y de ahí a la independencia, solo hay una declaración.


viernes, 24 de marzo de 2023

 



Tamames y el comisario de la Gestapo


JUAN MORENO PRECIADO

22 DE MARZO DE 2023

njuevatribuna.es



Ramón Tamames ha dicho en la moción de censura que de Blas Piñar no se acuerda nadie pero que de Largo Caballero sí.

Yo sí me acuerdo de Blas Piñar y no solo porque era el titular de la notaria a la que siendo botones de una oficina acudía a llevar papeles para legalizar en los primeros años sesenta; pero la imagen que no se me olvidará jamás de él es la de su fotografía en los años setenta megáfono en mano, teniendo al lado, con uniforme y bandera falangista en ristre, a su correligionario García Juliá uno de los asesinos de los abogados de Atocha.

Es penoso que Tamames no se acuerde de sus jóvenes camaradas del despacho de Atocha nº 55 pero si de Largo Caballero para señalarle como uno de los culpables de la Guerra Civil. Falsedad y calumnia.



Ante la inminente entrada de los alemanes en Paris, Largo Caballero con dos de sus hijas y una concuñada huyen hacia el sur de Francia el 12 de junio de 1940. La jauría enviada por el gobierno de Franco en busca de exiliados españoles, dirigida por el embajador ante el régimen colaboracionista de Vichy, José Félix de Lequerica, (premiado por Franco con la cartera de Asuntos Exteriores: consiguió la extradición y ejecución de Companys, Zugazagoitia, Peiró y otros) daría con él y sería llevado de vuelta a París, con largas estancias en distintas ciudades. Un calvario, comenzado en junio de 1941, de pasajes por cárceles, residencias vigiladas, comisarías hasta ser ingresado en el cuartel de la Gestapo de Neuillyen febrero de 1943 y de allí trasladado a Berlín el último día de julio.




Yo sí me acuerdo de Blas Piñar en los setenta, megáfono en mano, teniendo al lado a su correligionario García Juliá, uno de los asesinos de los abogados de Atocha

En los sótanos del cuartel central de la Gestapo, un comisario le interrogó durante varios días y le culpó de ser el responsable de la Guerra Civil española. Largo Caballero en sus memorias lo contaría así: «Daba escalofríos oír tantas sandeces, reveladoras de una gran ignorancia o de una supina mala fe, a un hombre que tenía en sus manos la libertad de millares de ciudadanos alemanes o extranjeros. ¡Este comisario estuvo en España organizando la policía al servicio de Franco!».




Por las palabras de Caballero sobre ese comisario pudiera tratarse, aunque no está acreditado, de Paul Winzer, agregado de la Gestapo en Madrid, nombrado tras la visita a España, en 1940, de Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la Policía alemana. El comisario acompañó a Largo Caballero hasta las puertas del campo de concentración de Sachsenhausen donde estuvo hasta su liberación por el ejército soviético. Con sorna Largo Caballero contaría que el comisario se despidió de él, como si fuera su mejor amigo.

Lo que sí es cierto es que los “argumentos” del alcalde Almeida para retirarle la placa a Largo Caballero y los de Tamames para relativizar al siniestro Blas Piñar, son los mismos que los de aquel comisario de la Gestapo.

Tamames no se acordaba de Blas Piñar y tampoco se acordó de Franco




La crispación del PP por las nuevas leyes de memoria histórica le ha llevado a despropósitos como oponerse a la exhumación de Franco o acusar a Largo Caballero de ser el gran culpable de la Guerra Civil como si no hubiera sido ésta fue fruto de errores de muchas partes. Claro que quien la desató fueron los generales que se sublevaron, no los que permanecieron del lado de la legalidad, ni el pueblo que, armado por éstos, trató de defenderla.




Es muy manido apoyarse en la Revolución de Octubre del 34 para justificar el 18 de julio de 1936. Hay que ponerse en aquel contexto europeo en el que se iban implantando dictaduras fascistas: Italia, Austria, Portugal, Hungría, Alemania. La amenaza de que las derechas reaccionarias españolas sumaran a nuestro país a la lista era cierta. Pero aunque Octubre fuera un grave error (opinión posterior de Indalecio Prieto que fue otro de sus dirigentes) lo cierto es que el gobierno de la derecha no cayó por la insurrección, que fracasó, sino después por los tremendos escándalos de corrupción de los políticos que lo formaban.




Las izquierdas y los republicanos ganaron limpiamente las elecciones de febrero de 1936 y ese mismo día las derechas pusieron en marcha una conspiración, que era descarada en los cuarteles. En vísperas del alzamiento de julio de 1936, cuando la implicación de Franco era ya evidente fue llamado por sus superiores y, con rostro de cemento, negó estar conspirando y reiteró su obediencia a las autoridades. Tamames no se acordaba de Blas Piñar y tampoco se acordó de Franco.





lunes, 20 de marzo de 2023

Los tres criminales del Trío de las Azores





Invasión de Irak

20 años de la invasión de Irak, la guerra creada a partir la mentira

El 'trío de las Azores', conformado por George Bush, Tony Blair y José María Aznar, fueron la cara de una guerra cimentada sobre una mentira. No había armas de destrucción masiva ni vínculos entre Sadam Hussein y Al Qaeda.

Víctor de Cea | María Campos

20-3-23

La Sexta



20 de marzo de 2003. La noche de Bagdad se llena de llamas con la caída de los primeros misiles sobre la ciudad. Fue el comienzo de una guerra que nació a partir de la mentira, una invasión de Irak que cumple 20 años.

Los tres principales propulsores de esta guerra, conocido como el 'trío de las Azores' (George Bush, Tony Blair y José María Aznar) pretendían liberar al pueblo iraquí de Sadam Hussein y de las supuestas armas de destrucción masiva que tenía, las cuales nunca aparecieron, así como los vínculos del dictador con Al Qaeda.

Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, habla de los motivos que llevaron a realizar una "guerra ilegal" que puede "dejar manchado a cualquiera que participe" en ella. "Todavía falta que algún participante del nefasto 'trío de las Azores' pida disculpas", reprocha.




La respuesta a las mentiras de Estados Unidos y sus aliados fue unánime por parte de los ciudadanos en las calles, que hacían retumbar el 'No a la guerra'. También hubo periodistas que fueron víctimas de guerra, entre ellos los españoles José Couso y Julio Anguita.