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jueves, 30 de noviembre de 2017
Manuel Fraga y José Botella dos fascistas de pura sangre
Cuando el fundador del PP y el
tío de Ana Botella pedían la libertad del lugarteniente de Hitler
Manuel Fraga y José Botella firmaron
excarcelar al genocida Rudolf Hess
ElPlural
Juan
Luis Valenzuela
Mié, 29 Nov
2017
A estas
alturas de la historia nadie se sorprendería de los "agujeros negros"
y las simpatías e inclinaciones ultras del ex ministro de Franco, fundador de
AP e impulsor del actual Partido Popular, Manuel Fraga. El gallego llegó
a la democracia habiendo hecho toda su carrera política desde el interior del
franquismo. Su conversión a la democracia y la fuerza de su figura política
hizo que en ocasiones se olvidara que Fraga fue consejero de las Cortes
franquistas y que estuvo afiliado a la Falange. Ostentó también los cargos de
secretario general del Instituto de Cultura Hispánica en 1951 o secretario
general técnico del Ministerio de Educación en 1953 y Consejero Nacional del
Gobierno de Franco. Finalmente, fue recompensado por el dictador Franco con
el Ministerio de Información (1962) -ordenó la publicación de la
extremadamente represiva Ley de Prensa-. En el primer gobierno de la
monarquía, Juan Carlos lo designó Ministro de Gobernación y desde ese
cargo fue el responsable de los incidentes de Montejurra, donde tres personas
fueron asesinadas por cuerpos paramilitares.
Un Fraga, en
sus inicios, admirador de los fascismos europeos
Con otros seis ex-ministros de Franco funda en 1977 Alianza Popular, para luchar efizcamente contra "los más peligrosos enemigos de España: el comunismo y el separatismo". La auténtica biografía del gallego de Villalba ha escondido, o no ha destacado lo suficiente, que fue un fiel admirador de las ideas del fascismo internacional, negacionista del Holocausto judío y de los crímenes de la Inquisición española. Manifestó que los intentos de persecución judicial al asesino Pinochet tan solo fueron "una anécdota personal".
Con otros seis ex-ministros de Franco funda en 1977 Alianza Popular, para luchar efizcamente contra "los más peligrosos enemigos de España: el comunismo y el separatismo". La auténtica biografía del gallego de Villalba ha escondido, o no ha destacado lo suficiente, que fue un fiel admirador de las ideas del fascismo internacional, negacionista del Holocausto judío y de los crímenes de la Inquisición española. Manifestó que los intentos de persecución judicial al asesino Pinochet tan solo fueron "una anécdota personal".
De entre esos aspectos que diseñaron el
"corpus" ideológico del ex presidente de la Xunta hay uno que, por su
especial significación extremista, ha permanecido oculto en su biografía como
fueron sus simpatías y veleidades con protagonistas claves de nazismo y de la
propia represión que desembocó en el mayor genocidio de la historia de la
Humanidad. Las redes sociales han rescatado en estos días de la hemereoteca
-esa que es "maldita" para unos y fuente de información veraz para
otros- una noticia que apareció publicada el 16 de abril de 1971 en el Diario
Informaciones en la que un Comité español para la liberación de
Rudolf Hess, solicita la liberación del número dos de Adolf
Hitler encarcelado en la prisión alemana de Spandau, cercana a Berlín.
Las firmas serían remitidas a la Hermandad
para la Liberación de Rudolf Hess presididida por su hijo Wof
R. Hess. Después de la II Guerra Mundial este centro penitenciario fue
el destino de siete condenados del régimen nacionalsocialista sentenciados en
los Juicios de Núrenmberg. El lugarteniente de
Hitler fallecería 16 años después, en 1987 y a la edad de 92 años, tras la
negativa rotunda de soviéticos y británicos ante las presiones de países y
gobiernos y de quienes, como en este caso Manuel Fraga y otro grupo amplio de
firmas, pedían su excarcelación. Tras la muerte de Hess, la prisión fue
demolida y sustituida por un centro comercial. Con Hess,
responsable del asesinato de miles y miles de judíos y que nació en Alejandría
-Egipto-, murió el último dirigente de la cúpula del nazismo alemán.
Su cautiverio se había convertido en todo un símbolo de la expiación de los
crímenes nazis contra la humanidad.
A Manuel Fraga se le
unió en la firma el tío de Ana Botella, José Botella Llusiá,
el cuñado de Franco y germanófilo confeso, Serrano Súñer, el
hombre de confianza en el Ejército, Capitán General Camilo Alonso Vega,
militares, obispos y otros destacados miembros del franquismo de la época. En
ese momento se habían recogido unas dos mil firmas.
¿Suicidio o asesinato?
La muerte del genocida Rudolf Walter Richard Heß, está rodeada de polémica e interrogantes ¿fue suicidio o provocada? Las versiones oficiales dijeron que Hess había fallecido estrangulado con un cable eléctrico basadas en la tesis del suicidio. Por contra la familia discrepó con esta teoría y encargó una segunda autopsia. Esta última determinó que el fallecimiento había sido por por asfixia y no por suspensión de dicho cable. Las dudas persisten hoy. Pero de lo que no cabe duda es de la volátil capacidad para la evolución ideológica del gran fundador de la derecha española que hoy representa el PP. De las entrañas más profundas del franquismo a la creación de una formación ultraconservadora, pero ya en democracia, como fue Alianza Popular. Poco después incia el camino de montaje de la gran derecha española, el Partido Popular, para terminar presidiendo la Xunta de Galicia. De Hess y los desfiles de las tropas nazis en la puerta del Brandeburgo a la Plaza del Obradoiro ante los "mil gaiteros". Un largo viaje para una sola persona.
La muerte del genocida Rudolf Walter Richard Heß, está rodeada de polémica e interrogantes ¿fue suicidio o provocada? Las versiones oficiales dijeron que Hess había fallecido estrangulado con un cable eléctrico basadas en la tesis del suicidio. Por contra la familia discrepó con esta teoría y encargó una segunda autopsia. Esta última determinó que el fallecimiento había sido por por asfixia y no por suspensión de dicho cable. Las dudas persisten hoy. Pero de lo que no cabe duda es de la volátil capacidad para la evolución ideológica del gran fundador de la derecha española que hoy representa el PP. De las entrañas más profundas del franquismo a la creación de una formación ultraconservadora, pero ya en democracia, como fue Alianza Popular. Poco después incia el camino de montaje de la gran derecha española, el Partido Popular, para terminar presidiendo la Xunta de Galicia. De Hess y los desfiles de las tropas nazis en la puerta del Brandeburgo a la Plaza del Obradoiro ante los "mil gaiteros". Un largo viaje para una sola persona.
miércoles, 29 de noviembre de 2017
Un macarra en la República de las Letras
Por Rafael Narbona
Arturo Pérez-Reverte es muy español. Bravucón,
fullero, malhablado, presuntuoso, fulero, procaz. Hay miles de españoles así.
Solo hace falta acercarse a la barra de un bar para encontrar a un individuo
con esas características. Se les reconoce de inmediato por sus fanfarronadas.
Con un palillo entre los dientes y escupiendo por un colmillo, presumen de
haber encontrado la piedra filosofal. No entienden por qué el mundo no les hace
caso, pues tienen soluciones para todo. Si les dejaran, arreglarían todos los
problemas con dos patadas y unos cuantos mamporros. Sus baladronadas explotan
como bombas fétidas, contaminando el aire que respiran. Su verborrea es
irrefrenable, pues nace de una vanidad incombustible. Pérez-Reverte presume de
sus ventas, pero eso no le convierte en un buen escritor. En nuestra historia
reciente, los autores más vendidos se llaman José María Gironella, Fernando
Vizcaíno Casas, Luis Romero, Boris Izaguirre, Lucía Etxebarria o Belén Esteban.
Es indiscutible que el porvenir le reserva un lugar de honor en este parnaso,
donde prospera el plagio, la prosa deleznable, el premio fraudulento y el
tráfico de influencias. Roma no paga a traidores, pero el fondo de reptiles
sigue fluyendo con el hedor inconfundible de una cloaca. Por desgracia, la política,
la mafia y la literatura se confunden en la misma maleza de imposturas,
infamias y mentiras.
Plagiario
El plagio es un pecado capital en el arte y Arturo
Pérez-Reverte, amante de los excesos, no podía pasar de largo esa tentación. La
Audiencia Provincial de Madrid le condenó en 2010 por plagiar el guión de la
película Gitano, imponiéndole una indemnización de 200.000 euros a favor de
González-Vigil, director y guionista de la película. El agraviado manifestó que
Pérez-Reverte debería perder su sillón de académico, si existiera un ápice de
“decencia” en una institución que presume de fijar, limpiar y proporcionar
esplendor a nuestro idioma. Por supuesto, Pérez-Reverte no movió su trasero y
la RAE añadió un nuevo capítulo de miseria a su bochornosa historia. No es
extraño que “académico” se haya convertido en sinónimo de mediocre, petulante y
engreído. Pérez-Reverte insultó hasta el aburrimiento a González-Vigil,
acusándole de obrar por envidia y afán de lucro. Está claro. Todos quieren ser
Pérez-Reverte, español universal y genio de la talla de Cervantes y Quevedo. La
SGAE y la prensa del régimen del 78 excusaron al plagiario y proclamaron que
España era un país cainita, incapaz de soportar el éxito ajeno. Apenas
mencionaron que la indemnización no cubría las costas y, por tanto, era
insuficiente para compensar los gastos de González-Vigil en un proceso que
había durado doce incomprensibles años. Pérez-Reverte no pidió perdón ni se
avergonzó en ningún momento. ¿Por qué hacerlo? ¿Acaso Camilo José Cela no había
plagiado y recurrido a negros para alimentar su carrera hacia el Nobel? En
Desmontando a Cela, Tomás García Yebra demuestra con evidencias incontestables
que Cela utilizó negros desde los años 50. Los más conocidos son Mariano Tudela
y Marcial Suárez. Si el Nobel plagió y contrató a negros para escribir sus
novelas, ¿por qué desviarse de una tradición muy española?
Machista
Cuando Miguel Ángel Moratinos, Ministro de Asuntos
Exteriores, abandonó su cargo y no pudo contener sus lágrimas, Pérez-Reverte
escribió en Twitter: “Ni para irse tuvo huevos”. Después añadió que era una
“nenaza”. Algunos le acusaron de machismo, pero el plumífero se ofendió, pues
ya había demostrado en su artículo “Mujeres como las de antes” (El Semanal,
27-07-07) su profundo respeto al género femenino: “Muchas veces he dicho que
apenas quedan mujeres como las de antes. Ni en el cine, ni fuera de él. Y me
refiero a mujeres de esas que pisaban fuerte y sentías temblar el suelo a su
paso. Mujeres de bandera”. Después de estas palabras dignas de un falangista
nostálgico, Pérez-Reverte evocaba su encuentro con “una torda espectacular” en
el vestíbulo del Hotel Palace, mientras departía con Javier Marías, triste
imitador de James Joyce y Laurence Sterne. Es evidente que Pérez-Reverte
contempla a las mujeres con la perspectiva de un jinete, hambriento de una
buena cabalgada. A fin de cuentas, “las mujeres de antes” sabían cuál era su
papel: ocuparse de las labores domésticas y ser el descanso del guerrero.
Pérez-Reverte reconoce que aulló con Javier Marías cuando surgió el nombre de
Sophia Loren. Desgraciadamente, se dieron por aludidas “una focas desechos de
tienta que pasaban junto a nosotros vestidas con pantalón pirata, lorzas al
aire y camiseta sudada; creyendo, las infelices, que nuestro por allí resopla
va por ellas”. Animados por la charla, Marías y Pérez-Reverte acabaron
lamentando que las mujeres ya no se parecieran a sus “madres, tías, primas
mayores, vecinas”. Escribe Pérez-Reverte: “Hasta las niñas, en el recreo, se
recogían con una mano la falda del babi y procuraban caminar como las mujeres
mayores, con suave contoneo condicionado por la sabia combinación de tacones,
falda que obligaba a moverse de un modo determinado, caderas en las que nunca
se ponía el sol y garbo propio de hembras de gloriosa casta. En aquel tiempo,
las mujeres se movían como en el cine y como señoras porque iban al cine y
porque, además, eran señoras”. Es evidente que las mujeres de hoy en día no son
señoras. Javier Marías y Pérez-Reverte coinciden con José María Aznar, al que
le gusta que “la mujer sea mujer, mujer”. Envalentonado, Pérez-Reverte sigue
exponiendo su interpretación de lo femenino: “Se nos cruza una rubia de buena
cara y mejor figura, vestida de negro y con zapatos de tacón, que camina arqueando
las piernas, toc, toc, con tan poca gracia que es como para, piadosamente
-¿acaso no se mata a los caballos?-, abatirla de un escopetazo. Nos paramos a
mirarla mientras se aleja, moviendo desolados la
cabeza. Quoderatdemostrandum, le digo al de Redonda para probarle que
yo también tengo mis clásicos. Mírala, chaval: belleza, cuerpo perfecto, pero
cuando decide ponerse elegante parece una marmota dominguera”. Por último,
Pérez-Reverte no desperdicia la ocasión de insultar a la jovencita de hoy en día,
aficionada a “sentarse despatarrada, el tatuaje en la teta y el piercing en el
ombligo”. Yo he sido profesor de enseñanza media durante quince años y he
tenido a cientos de alumnas así. Ya no estamos en los años del franquismo
–bueno, al menos en teoría- y me parece perfecto que se vistan cómo les dé la
gana. Las reflexiones de Pérez-Reverte parecen inspiradas por José Antonio
Primo de Rivera. Advierto en ambos personajes el mismo desprecio por los
derechos de la mujer y el insoportable machismo del que sale a la calle
buscando culos y tetas. Es difícil leer el artículo de Pérez-Reverte y no
sentir pasmo e indignación. Indignación por su visión de la mujer y pasmo por
su desvergüenza para exteriorizar sus prejuicios, empleando un estilo chabacano
y tabernario.
Clasista
Cuando hace unos años, Pérez-Reverte cruzó espadas con
Francisco Umbral, otro putrefacto con eco mediático, finalizó su artículo con
las amenazas de un macarra en toda la regla, acusando a su adversario de “una
proverbial cobardía física, que siempre le impidió sostener con hechos lo que
desliza desde el cobijo de la tecla. Pero al detalle iremos otro día. Cuando me
responda, si tiene huevos”. Lo de los huevos es un reflejo automático en
Pérez-Reverte, machista irredento y rufián de cuidado que arregla sus querellas
con navajazos verbales. Por eso, cuando Rodríguez Zapatero dejó la Presidencia
de Gobierno le espetó: “la mayoría de los españoles no somos tan gilipollas
como usted” y le invitó a dar la cara: “…si tiene los santos huevos de entrar
en un bar a tomar ese café que, estoy seguro, sigue sin tener ni puta idea de
lo que vale”. Está claro que todo es una cuestión de huevos. Pérez-Reverte fue
corresponsal de guerra y los tiene bien puestos, si bien las malas lenguas
sostienen que pagaba a soldados y milicianos para que dispararan ráfagas cuando
las cámaras empezaban a grabar, creando la impresión de que se hallaba en el
centro de una peligrosa escaramuza. Solo es un rumor, pero otros que han batido
el cobre de la guerra no desmienten esa poco épica versión de su trabajo.
A Pérez-Reverte no le gustan los pordioseros que afean el centro de Madrid y compadece a los policías municipales que se abstienen de intervenir por no correr el riesgo de ser llamados “esbirros fascistas”. En un artículo rebosante de esnobismo y odio de clase, Pérez-Reverte retrata con repulsivo desdén a un indigente que aparece en su camino: “Plaza del Callao, Madrid. Doce y media de la mañana. Tirado en el suelo sobre una manta y cartones, junto a un cochecito de niño cargado de paquetes y chismes, entorpeciendo el paso de la gente, un fulano barbudo, sucio, corpulento, está quitándose pelotillas de entre los dedos de los pies descalzos. La postura es de lo más relaxing cup de café con leche in Madrid, que diría la alcaldesa Ana Botella: tiene una pierna cruzada sobre otra -y quizá porque está tumbado al sol y hace calor- los pantalones bajados hasta las ingles, mostrando unas carnes mugrientas e hirsutas y unos calzoncillos de sospechosos tonos pardos. Al llegar a su altura, la peña se aparta con precaución, creándole en torno una pequeña tierra de nadie, un glacis en el que se ve un reguero de algo líquido que proviene del vivac callejero del fulano, ignoro si vino de un tetrabrik que figura entre sus posesiones o alguna clase de líquido de origen más personal y orgánico que, con tal de no levantarse, el individuo ha excretado directamente desde su cómodo apostadero” (“Relaxing cup in Madrid”, Semanal 21-10-13). Afortunadamente, la verdad es obstinada y surge por cualquier esquina. En el blog Photo-Thinking: Photo (no) News, el fotógrafo y periodista Czuko Williams pone las cosas en su sitio, desmontando el libelo de Pérez-Reverte: “Es una pena que el Sr. Reverte […] no haya tenido las santas gónadas de bajar a la arena, rememorando sus años de callejeo junto a la Policía de Madrid y de tiroteos en el Territorio Comanche, para preguntarle un par de cosas a este mendigo que tiene un nombre. Se llama Juan, Juan Mascuñano Torres. Un día tuvo un trabajo y hasta un coche que quedó abandonado, tras una crisis de pareja, en una calle de Pozuelo. Tuvo una vida que no estaba tan alejada de los dones de los que disfrutamos, con mayor o menor fortuna cada uno de nosotros; dones que por error, el Sr. Pérez Reverte considera que son eternos, que no terminan…obviando que un golpe del destino, un traspiés, una guerra o una simple enfermedad puede ponerle a él, como a mí, como a Juan o como a usted que lee estas líneas, en el mismo plácido colchón enlosado de la Calle Gran Vía. Porque Sr. Pérez Reverte, usted si no miente es que no se entera. Juan Mascuñano Torres habita desde hace años junto a Lourdes en la Calle Gran Vía, a las puertas de un cine –que no en la Plaza de Callao, como usted rubrica- Vive allí porque como él me ha dicho muchas veces, la vida en los albergues es una tortura. Está tumbado porque después de una paliza y la pérdida de un pulmón, no tiene movilidad en las piernas. Está en ese punto concreto porque es un lugar en el que existe una rejilla de ventilación que hace menos incómodas las noches al raso. Tiene una silla de ruedas –que no un cochecito de niño lleno de cachivaches- porque la necesita para moverse. Orina en una botella de plástico y jamás le ha visto nadie excretar en la calle, y menos usted, que no sabe, sin duda, de lo que está escribiendo si no es de oídas”.
Taurino y fascista
Si has llegado hasta aquí, comprenderás que
Pérez-Reverte no podía desperdiciar la ocasión de elogiar la lidia, el
repugnante espectáculo que algunos identifican –quizás con razón- con la
quintaesencia de lo español. Elegido para pronunciar el pregón de la Real
Maestranza de Sevilla, afirmó que el toro “nace para pelear con la fuerza de su
casta y su bravura, dando a todos, incluso a aquel que lo mata, una lección de
vida y coraje. […] Me gustan los toros bravos hasta la muerte y los toreros
tranquilos, lentos, callados y valientes que se les arriman”. Con esa
sobredosis de testosterona, es imposible que Pérez-Reverte no despachara sus
compatriotas con cajas destempladas: “El español es históricamente un hijo de
puta. […] Aquí todos hemos sido igual de hijos de puta, TODOS”. Esa aparente
equidad se desvanece cuando se plantea la necesidad de reparar el dolor de las
víctimas del franquismo, exhumando los restos de las incontables fosas
clandestinas: “El problema es que España es un país inculto, España es un país
gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo
inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, y con gente así,
esa Ley de Memoria Histórica es ponerle una pistola en la mano. No estamos
preparados para leyes como ésas”. Iñaki Anasagasti –tan desatinado otras veces-
no se equivocaba cuando escribió: “Se nota a la legua que eres un fascista y no
te interesa la democracia”.
El inspector José María Pérez Reverte
Sin pizca de rubor, Pérez-Reverte ha declarado: “Antes
de tener éxito con mis libros, yo era igual de chulo”. Es curioso que en un
país tan inculto se vendan tan bien sus novelas o… ¿tal vez esa es la causa de
su éxito? Por último, una cuestión personal. Hace unas semanas, escribí un
artículo titulado: “Me cago en Pérez-Reverte: ¡Vivan las Brigadas
Internacionales!”. Mi texto defendía a los voluntarios difamados por el
escritor con su habitual despliegue de mala baba, que acababa su artículo con
un rotundo: “Me cago en Hemingway”. No sé si él o los que administran su cuenta
en Twitter, bucearon en mi blog y encontraron varios textos humorísticos donde
aparezco con una pistola de plástico, fingiendo cara de malo. Pérez-Reverte -o
su lacayo- escribió: “¿Ese es el tal Narbona? No querrá que lo tome en serio”.
Días más tarde, rescató otra foto donde aparezco con una carabina de
perdigones, pregonando que era la prueba inequívoca de mi mediocridad como ser
humano y escritor. Solo quiero aclararle que nunca he ocultado mi verdadera
identidad: soy un profesor de filosofía jubilado anticipadamente por
enfermedad. Escribo crítica literaria en El Cultural desde 2000. Soy bipolar y
me han reconocido una discapacidad superior al 65%. No quiero dejar pasar esto
por alto, pues quiero brindarle la oportunidad de insultarme por mis problemas
de salud. Muy pocos se resisten a esa tentación. Le recuerdo, eso sí, que la
sabiduría popular atribuye a los locos el don de decir la verdad. Dado que
Pérez-Reverte juega sucio, me permito imitarlo. Esas fotos son pura coña y no
demuestran nada. Los verdaderos criminales se ocultan porque matan de verdad.
Algo de eso tiene que saber el escritor, pues su hermano era el ex inspector de
la Brigada Regional de Policía Judicial de Madrid José María Pérez-Reverte,
apodado “Cartago”, jefe de “la mafia policial de los joyeros” que hizo
desaparecer a Santiago Corella, el Nani, el primer –pero no único- desaparecido
de la democracia. Invito a cualquiera a rastrear la red y hallar una foto del
antiguo inspector, con un historial criminal sobrecogedor. El 6 de octubre de
1983 Antonio Vilariño, delincuente habitual, viajaba en un taxi por el Paseo
del Prado. Un vehículo le cortó el paso y el inspector Pérez-Reverte abrió la
puerta del taxi, disparando a Vilariño tres tiros a bocajarro. Según el informe
de los forenses, “el primero a una distancia entre 50 y 100 centímetros; otro,
entre 25 y 50 centímetros, y el tercero, que afectó al hígado y el pulmón, fue
realizado a una distancia entre 3 y 10 centímetros, lo que supone que se
efectuó a cañón tocante, apoyando la pistola sobre la víctima”. El 18 de junio
de 1984 Feliciano Martín de Paredes, Pablo Pardo Ruiz y José Luis Fernández
salían del taller de joyería situado en la calle Atocha nº 16, 4º piso. Los dos
primeros fueron asesinados por el inspector Pérez-Reverte y otros tres
policías. El 30 de junio José Luis Fernández, de solo 18 años, fue asesinado
por la espalda por la espalda en un polígono de Móstoles. Durante el juicio
contra los policías, el fiscal y las acusaciones particulares sostuvieron que
“los agentes juzgados se pusieron de acuerdo para apoderarse de las joyas que
iban a robar tres atracadores en el taller de joyería Viuda de Tornero, en la
calle Atocha de Madrid. También acordaron disparar a quemarropa contra los
atracadores y dejar escapar a Corroto para justificar la desaparición del
botín”. El inspector Pérez-Reverte afirmó durante el juicio ante la Audiencia
Provincial de Madrid que él nunca había disparado a quemarropa –pese a lo que señalaba
la autopsia de los forenses-, pues había ganado varias competiciones de tiro y
no necesitaba aproximarse tanto: “Si le hubiera puesto la pistola en la cabeza
[a Martín de Paredes] lo reviento como a un melón”. El letrado Jaime Sanz de
Bremond apuntó que el inspector pretendía “enmascarar su verdadera identidad,
ya que su nombre completo es José María Pérez-Reverte Gutiérrez”. Absuelto en
el caso del Nani, el inspector Pérez-Reverte fue condenado en diciembre de 1991
a 100 años de prisión por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de
Madrid, que consideró probada su responsabilidad en los delitos de robo con
muerte dolosa, asesinato múltiple con los agravantes de premeditación y
prevalimiento, y delito continuado de falsedad en documento público. Han
transcurrido 23 años y las joyas nunca fueron recuperadas. ¿Dónde está José
María Pérez, que ya no es inspector y que se ha desprendido del incómodo
Reverte? ¿Cuántos años pasó realmente entre rejas? ¿Se le aplicó el mismo rigor
que a otros condenados? ¿Pasó por el régimen FIES? Es suficiente escribir mi
nombre en Google y aparecen mis fotos con las pistolas. Yo no me escondo, pues
es puro teatro. Los asesinos, en cambio, son meticulosos y viven en la sombra.
La sombra del asesino
Sé que Arturo no es responsable de los crímenes de su
hermano José María, pero es curioso que presuma de chulo y rete a sus
adversarios –un Umbral ya viejo y enfermo- a resolver sus diferencias a
puñetazos. ¿Es la violencia un sello de familia? ¿Por qué el intrépido Arturo no
utiliza su pluma para aliviar y reparar el dolor de las víctimas de su hermano?
Algunos hijos y nietos de destacados nazis han repudiado a sus padres y
abuelos. Martin Bormman Jr., ahijado de Hitler e hijo de Martin Bormman, el
hombre de confianza del Führer, viajó a Israel para conocer a los
supervivientes de la Shoah y pedir perdón por los crímenes de su padre. Imagino
que para hacer eso hay que tener huevos. ¿Los tiene Arturo Pérez-Reverte, salvo
para amenazar a escritores decrépitos, burlarse de las mujeres, elogiar los
toros o echar pestes de los indigentes? No sé si me contestará esta vez, pero
no menosprecio su capacidad de hacer daño. Consiguió que El País despidiera al
renombrado crítico y profesor de literatura Miguel García-Posada cuando escribió
una reseña poco favorable sobre una de sus novelas. Puede que todo lo que yo he
escrito –poco- sea una porquería condenada a desparecer por un desagüe, pero no
me cabe duda alguna de que Arturo Pérez-Reverte ya se ha ganado un lugar de
honor entre el nutrido panteón de impostores y energúmenos de la literatura
española contemporánea. Se le recordará por su malicia y sus rebuznos, no por
su talento. Y –claro está- por sus santos huevos.
Por Rafael Narbona
Fuente: LO QUE SOMOS
Los abusos sexuales como arma represiva en el franquismo
Los abusos sexuales como arma
represiva en el franquismo: "A presos como la Rampona la llegaron a violar
ocho veces al día"
Las jornadas abiertas de la Modelo
de Barcelona descubren capítulos silenciados como la violación sistemática de
los presos del colectivo LGTB
Público
Manifestación del colectivo LGTB en Barcelona en
1977
SEVILLA
MARÍA
SERRANO
En la
cárcel Modelo de Barcelona aún existen historias inéditas. En su jornadas
de puertas abiertas, a través del proyecto ‘La Model ens parla’ iniciado tras
su cierre definitivo el pasado verano, se han descubierto capítulos
silenciados. Uno de los más fuertes, la represión vivida a finales del
franquismo por el colectivo LGTBI. La impunidad de los funcionarios del
régimen unido a las violaciones a la que los presos más jóvenes y afeminados
eran sometidos es hoy un tema oculto para muchos conocedores de la Modelo.
“Se vivía
este negocio sexual en los pabellones y celdas de los que muchos
quedaron con secuelas para toda la vida, tanto físicas como psíquicas”,
recuerda a Público el investigador catalán Leopold Estapé. Unos
cien presos fueron trasladados entre 1968 y 1975 a la Modelo por su condición
de homosexual o transexual. “El resto de los detenidos, aproximadamente
270, serían acusados por otros delitos de vagancia, escándalo público o
peligrosidad social”, aclara.
Cuando
entraban a las celdas de la Modelo, a los presos “afeminados” le asignaban
directamente un nombre de mujer
Cuando
entraban a las celdas de la Modelo, a los presos “afeminados” le
asignaban directamente un nombre de mujer. Algunos trans ya lo traían. La
Gilda, la Candela, la Rampona o la Katy. “Así era menos duro para los presos
heterosexuales y sobradamente masculinos violarlos sin tener remordimiento”
apunta este investigador. Más tarde les pegaban una paliza. Y desparecía todo
el estigma que aquellos delincuentes sentían cuando pagaban a los funcionarios
por encuentros sexuales obligados. “Ahí estaban las principales víctimas, las
que tenían menos recursos y eran obligados a entrar en esa red de tráfico
durante el tiempo que estaban en la cárcel”. Estapé habla de una represión
“clasista” en la dictadura hacia el colectivo LGTBI, en función de los
ingresos y el origen familiar de las víctimas.
Francesc
Oliver, La
Rampona, fue una de aquel centenar de jóvenes salvajemente sometidas a esta
prostitución. Nunca ha podido superar aquellas palizas y violaciones que
soportó durante meses tras ser acusada por la Ley de Peligrosidad Social
y acabar como presa en la Modelo a principios de los 70. Leopold afirma que fue
detenida con tan solo catorce años de edad. Una vez en la Modelo fue a parar al
pabellón de invertidos para menores. Explica que dentro de la celda los
delincuentes comunes pagaban a los vigilantes para colarse y violar a los
jóvenes recluidos.
La Rampona
habla con mucha dificultad de aquel episodio. "He tenido más
violaciones que relaciones consentidas por los traumas que viví allí”. Otro
de los peores castigos dentro de la Modelo fue cuando decidió contar en
confesión las condiciones en las que se encontraba. Le costaría muy caro
hablar. Fue sometida a fuertes castigos y a una celda de aislamiento. Leopold
aclara que este es uno de los casos más llamativos. "A presos como la
Rampona la llegaron a violar ocho veces al día en las celdas”.
Francesc
Oliver alias La Rampona
La Candela
fue otro de los presos que vivió en primera persona las vejaciones de la
Modelo. Ingresó en 1966 para quince días pero permaneció casi tres meses. La
Candela quería huir de España, ir a Francia donde decían que había más
libertad. Venía de Sevilla donde ya había tenido sido fichada por la policía.
Esta
sevillana no se caracterizaba por ir vestida de mujer. Solo se maquillaba un
poco cara. Tras su llegada a Barcelona, fue detenida y trasladada a la
famosa comisaría de Conde Asalto. Después en los sótanos de Via Laietana donde
era insultada. "Te vamos a matar maricón”, le repetían
continuamente.
El juez que
firmó la orden de la Candela la acusó de escándalo público y vagancia. Su
delito, llevar la “cara pintada y no tener contrato laboral”, algo que
ocurría con frecuencia en aquellos años. “Yo no había hecho nada, solo trabajar
en muchos lugares sin contrato ".
"He
tenido más violaciones que relaciones consentidas por los traumas que viví
allí”
En la Modelo
trabajó haciendo cunas de mimbre y como esclava para uno de los funcionarios.
Leopold relata que la Candela llegó a tener “un novio en prisión”, algo
que era muy peligroso. “Si te cogían, te metían cuarenta días en la celda de
castigo”. Los funcionarios solo permitían a determinadas parejas de hombres
dentro de los pabellones para darles protección. Y es que en aquel
espacio pudieron hacinarse casi una docena de presos a principios de los 70.
De la
historia de la Gilda no se conoce su nombre de pila. Este camarero ingresaría
en la Modelo con 22 años de edad, acusado por la Ley de Vagos y Maleantes.
Otro de los reclusos fue Juan Soto, alias la Katy. Su historia es traumática.
Con quince años, huyó de su pueblo, Haro en la Rioja tras la violación por
parte de un grupo de soldados italianos durante la guerra. Sería acusado de prófugo,
vagancia y prostitución. Pasa por la Modelo de Barcelona y un sinfín de
cárceles hasta finales de los 70.
Muchos de
estos transexuales y homosexuales vinieron hasta Barcelona para llegar al
barrio del Raval donde podían vivir con una mínima libertad y trabajar de
camareros, peluqueros o dependientes. Sin embargo, aquel céntrico barrio
barcelonés también fue una red de detenciones para la policía franquista
que arrestaban a muchos de ellos para trasladarlos hasta la Modelo.
Ser homosexual no fue delito en España hasta 1954
Estapé
recuerda que a “Franco no le interesaría en los primeros años de dictadura
perseguir al colectivo LGTBI. Todas las leyes se centraban en acabar con
las condiciones de los presos políticos”. Por ello, la homosexualidad no estuvo
penalizada en España hasta 1954, aunque no era una conducta permitida. “Todo el
país era una cárcel, un gesto, una insinuación o un comentario bastaba para ser
detenido y encerrado sin tener una sentencia condenatoria”, afirma el
historiador.
La Candela
fue otro de los presos que vivió en primera persona las vejaciones de la Modelo
En Barcelona
desarrollaron su vida profesional jueces como Antonio Sabaté que redactaría la
conocida Ley de Peligrosidad Social de 1970. Esta ley junto al artículo
del Código Penal por escándalo público fue usada, de forma sistemática, para la
represión de la homosexualidad y la transexualidad a finales del
franquismo.
Estapé
aclara “cómo este colectivo tuvo antecedentes penales hasta el año
2002”. La Ley de Peligrosidad Social “fue solamente desactivada” tras la
aprobación de la Constitución, sacando solo la palabra “homosexual de su
articulado”. Una despenalización “por la puerta de atrás” afirma el
investigador, por parte del nuevo gobierno democrático.
Sin denuncias ni nombre de aquellos policías
En pleno
siglo XXI ninguno de aquellos presos ha podido denunciar a los funcionarios que
realizaban esta prostitución obligada en esta prisión. “No me consta ninguna
denuncia ni un nombre que haya salido a la luz, a pesar de que son historias de
hace solo cincuenta años”.
Investigadores
de la Transición declaran que los principales torturadores de aquellos años sí
tenían nombres en la Barcelona de los 70. Atilano del Valle sería uno de
los inspectores de la BPS que propinaba palizas en los interrogatorios a los
detenidos de Via Laietana. Los hermanos Creix, Antonio y Vicente, también
sembraron el pánico en aquella Barcelona. Su sadismo no tenía límites. Eran
implacables. Sin embargo, ninguno de los detenidos del colectivo LGTBI ha
declarado en contra de ninguno de aquellos miembros del Cuerpo de Seguridad del
régimen.
Vicente y Antonio Juan Creix
Leopold
apunta que la persecución y hacinamiento empezó a disiparse a finales del 78 en
la Modelo. “Con la aprobación de la Constitución y la lenta
modernización que ya empezaba a verse en España todo iba cambiado”. El Pabellón
de Invertidos desapareció y las celdas tenían a dos o tres presos, no la docena
que llegó a ocupar a principios de los 70.
La Justicia da la razón a dos profesors de la Pontificia
La Justicia da la razón a dos
profesores de la Pontificia que fueron expedientados por defender a una alumna
La estudiante había denunciado las
“humillaciones” de otro docente, “posiblemente por ser laica o por ser mujer”
ElPlural
Marisu Moreno
Mar, 28 Nov
2017
“Soy alumna
de un sacerdote de su diócesis, el Dr. Don Santiago García Jalón de la Lama.
Desde septiembre de 2014 he estado recibiendo un trato inesperadamente
vergonzoso y decepcionante”. Así describió su situación una estudiante de
Filología Bíblica Trilingüe en la Universidad Pontificia de Salamanca en una
carta dirigida a Juan José Omella, el actual arzobispo de Barcelona,
entonces obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño y superior jerárquico del
profesor.
"Humillada por ser mujer y
laica"
La
estudiante denunciaba en su misiva que el profesor la había “humillado y
menospreciado” y que, “posiblemente por ser laica y o por ser mujer”, no le
daba el mismo trato que a otros compañeros sacerdotes o seminaristas. Había
suspendido todas las asignaturas que impartía García Jalón, quien la llegó a
citar para revisión de exámenes el mismo día que sacó las notas.
En paralelo,
presentó un recurso de queja ante el entonces Decano de Filosofía, Francisco
Javier Herrero Hernández, quien, ante la gravedad de los hechos lo denunció
ante el entonces rector, Ángel Galindo. Siguiendo el reglamento previsto por la
universidad se abrió un proceso que se resolvió finalmente a favor de la
alumna, quien fue examinada de nuevo por otra profesora obteniendo muy buenas
calificaciones (todo notable y un sobresaliente). Francisco Javier Herrero
Hernández y el secretario general, Miguel Ángel Hernández Robledo, modificaron
las actas para incluir las nuevas calificaciones por orden del rector.
Un año
después, el profesor García Jalón denunció ante la nueva rectora, Miriam de las
Mercedes Cortés Diéguez, el cambio de notas de la alumna sin que se le
hubiera notificado. Los dos responsables de la modificación de las actas fueron
expedientados y castigados con un mes de empleo y sueldo.
Ambos demandaron
a la universidad Pontificia por considerar que se trataba de una sanción
injusta y ahora la Sala de lo social del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León les ha dado la razón. En el caso de Francisco Javier
Herrero, a quien un juzgado de Salamanca había dado la razón en primera
instancia, no sólo desestima el recurso de la Pontificia sino que acuerda la
pérdida de los depósitos que hizo para poder recurrir y la condena a costas
por un importe de 400 euros.
Ratifica de
esta manera la sentencia del juzgado de lo Social número dos de Salamanca que
destacaba que la actuación de los dos profesores expedientados estuvo avalada
por el rector Galindo, quien testificó en el juicio haber recibido quejas de
cuatro alumnos contra el profesor García Jalón.
La rectora cuestiona la versión de
la alumna
ELPLURAL.COM
se ha puesto en contacto con la rectora de la Pontificia para averiguar
si, ante los graves hechos denunciados por esta alumna, se abrió algún tipo de
investigación interna. Miriam de las Mercedes Cortés Diéguez ha
preferido no hacer ningún tipo de valoración sobre las sentencias.
En relación
a si abrió una investigación interna por el trato vejatorio y las humillaciones
denunciadas por la alumna, en su opinión, por ser mujer y laica, sí ha querido
aclarar que "el hecho de que figuren ciertas acusaciones en la
sentencia, no significa que ambas partes las reconozcan, es decir, que se
trata de la versión en este caso sólo de la alumna y no de las dos partes
vinculadas con los hechos". Una contestación que resulta sorprendente,
máxime viniendo de la primera mujer y laica que accede al rectorado de la
Universidad. Hemos insistido en nuestra pregunta pero, hasta el momento no ha
habido respuesta.
Marisu
Moreno es subdirectora de elplural.com
martes, 28 de noviembre de 2017
Franco Criminalísimo corrupto por la Gracia de Dios
Pazo de Meiras Así era la red
corrupta de Franco para engordar su patrimonio y enriquecerse
Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo
presentan el libro en el que analizan 'Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un
expolio', miles de documentos y decenas de testimonios que explican cómo diseñó
Franco la estructura corrupta con la que engordó su patrimonio robando bienes e
inmuebles como el histórico pazo, que sus herederos siguen disfrutando hoy
Público
A CORUÑA
JUAN OLIVER
Franco
diseñó una estructura corrupta para enriquecerse ilícitamente con fondos públicos y mediante el
expolio de inmuebles y bienes de las familias a las que robaba. Así engordó su
patrimonio y el de los suyos, que 42 años después de su muerte siguen
disfrutando impunemente de aquel latrocinio sin que las instituciones
democráticas hayan querido o podido hacer nada serio para impedirlo.
El ejemplo
más relevante es el Pazo de
Meirás, la residencia estival de los Franco desde que el tirano se
apropiara de él en 1939 mediante una falsa donación popular. Pero no es el
único.
El
historiador Manuel Pérez Lorenzo y el investigador Carlos Babío
Urkidi presentan este martes en A Coruña Meirás. Un pazo. Un caudillo.
Un expolio, un volumen de más de 400 páginas fruto de 21 años de
investigaciones en el que revelan cómo el dictador se apropió sin freno de
todo aquello que le apetecía a él o a su mujer. Daba igual si se trataba de
la vivienda de una familia de labradores próxima al pazo, de unas estatuas
medievales de la catedral de Santiago o de un palacete de propiedad municipal
en pleno casco histórico de A Coruña. Si Franco o Carmen Polo lo querían,
era suyo. Y quienes les ayudaban a conseguirlo sabían que podían desde
entonces gozar de su favor.
El libro de
Babío y Pérez Lorenzo analiza más de mil documentos históricos y decenas de
testimonios orales, que desvelan el modo de proceder del tirano y de su
familia. Buena parte se centran en el expolio de Meirás, el palacete construido
por la aristócrata ilustrada Emilia Pardo Bazán en el municipio coruñés
de Sada y con el que los Franco se encapricharon poco después de que empezara
la Guerra.
Portada del
libro 'Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un expolio'
Antes de que
acabara, ya era suyo de facto, después de que esa red corrupta organizara
una colecta popular que obligó a miles de ciudadanos a donar dinero bajo
amenazas, o a ver cómo se les detraían cantidades de sus nóminas si eran funcionarios
o trabajaban para empresas públicas. Con eso, y con la derivación de fondos de
ayuntamientos de la provincia y de la Diputación de A Coruña se nutría la caja
de la Junta pro Pazo que entregó el inmueble al dictador, propiedad que fue
ampliando poniendo a su nombre tierras adquiridas con fondos públicos o robadas
a los vecinos y vecinas de Meirás.
Una de sus
víctimas fue la abuela de Carlos Babío, Josefa Portela Abel, quien vivía
en una casa próxima al pazo con tres de sus cinco hijos (los otros dos estaban
en el frente de guerra). Un día los echaron de la vivienda y les dijeron que no
volvieran. Lo mismo les sucedió a otros habitantes de Meirás, a quienes
expulsaron sin compensación alguna y mediante acciones violentas de las
tierras que les daban de comer.
Pero Franco
no se limitaba a robar. “Con esas posesiones hacía” negocio, cuenta
Babío. Entre las decenas de microhistorias relatadas en el libro figura la de
la empresa Pazo de Meirás. Productos de la Huerta, la compañía a través
de la que los Franco comercializaban la madera talada y las plantaciones de
maíz y lúpulo que se cultivaban en el pazo, y para cuya explotación se
empleaban recursos de una empresa estatal, Misión Biológica de Galicia.
Franco hacía
entonces negocio con Meirás, y su familia siguió haciéndolo tras su muerte con
un sonado pelotazo urbanístico: la venta de los terrenos de un acuartelamiento
militar próximo al pazo que se construyó en terrenos aledaños comprados de
nuevo con fondos del Estado y puestos a su nombre sin más explicación.
El modus operandi
El libro
está repleto de casos concretos documentados y explicados que indican cómo se
diseñaba y ejecutaba modus furari habitual mediante el que la familia se
hacía con todo lo que se antojaba. Como las estatuas medievales de la
Catedral de Santiago que hoy reclama el Ayuntamiento de la capital gallega, o las Torres
de Bendaña, un pazo en el municipio de Dodro que fue desmontado piedra a
piedra para construir con ellas la balaustrada de Meirás y para que Carmen Polo
pudiera adornar sus jardines con sus valiosas piezas interiores. También la
Casa Cornide de A Coruña, un palacete levantado a mediados del siglo XVIII
en pleno casco histórico de la ciudad y que Franco obtuvo tras una subasta
amañada por la Casa Civil del caudillo para lograr que el Ayuntamiento, su
legítimo propietario, se la adjudicara a quien era su testaferro.
Según los
autores de Meirás. Un pazo. Un dictador. Un expolio, en torno a ese
eficaz método habitual de robo se construyó una red corrupta integrada por
buena parte de las élites coruñesas que componían los círculos sociales
próximos a la familia Franco, que se retroalimentaban recibiendo y otorgando
favores que aún siguen cobrándose y devolviéndose hoy en día.
El libro
desvela la vinculación de aquellas familias con el expolio, e incluso la
participación activa y necesaria de muchas de ellas en aquellos robos. Aparecen
apellidos de banqueros, empresarios, industriales y propietarios de medios de
comunicación que se autoasignan hoy la medalla de ilustres defensores de la
Constitución, como protagonistas de rocambolescas historietas de corruptelas y
bajezas varias. Incluso los hay de personas cuyos herederos se sientan hoy al
frente de algunas de las más relevantes instituciones del Estado.
"Ha
sido el propio Estado español el que ha permitido a los Franco alardear de
impunidad"
Porque, como
recuerda Babío, ha sido el propio Estado español el que ha permitido a los
Franco alardear de impunidad ante cualquier exigencia de que se devuelva lo
robado y se reparen los daños causados. “En Meirás no hubo transición
democrática. El entonces jefe del Estado y hoy rey emérito aterrizó en
helicóptero en Meirás para rendir honores a Carmen Polo apenas un año después
de la muerte de Franco, y creó para ella el título del Señorío de Meirás a los
cuatro días de su coronación”, narra el investigador.
Babío
recuerda que el tema de la casa que los Franco robaron a su familia para
engordar Meirás era tabú entre los suyos. “Mi padre apenas lo mencionaba, y mis
tías siempre se negaban a hablar de ello. Era tal el dolor y el miedo que les
sembraron dentro que se echaban a llorar en cuanto les preguntabas”, cuenta.
Él no
cree que nadie vaya a devolverles lo suyo, y de hecho ni siquiera esa es su
intención. “La casa de mi abuela, como el pazo y todos los bienes que los
Franco expoliaron, deben pasar al patrimonio público. Y deben servir para que
se explique y se cuente cómo fue la historia de la dictadura”, concluye. Babío
y Pérez Lorenzo presentarán Meirás a las 20.00 horas de este martes 28 en el
salón de actos de la sede de la Fundación Once en la rúa Cantón Grande de A
Coruña. En el acto participarán Francisco Jorquera, de la asociación Galiza
Sempre; María Xosé Bravo, de la Asociación Cultural Alexandre Bóveda, y Goretti
Sanmartín, vicepresidenta de la Diputación de A Coruña.
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