Si
Fraga pudo, un etarra puede
La
decisión de Bildu de incluir en sus listas a siete
candidatos con
delitos de sangre no es respetuosa
con las víctimas. Pero la
derecha no tiene
legitimidad para marcar las líneas rojas morales
-
ElDiario.es
Antonio
Maestre
13
mayo 2023
Respetar
a las víctimas no puede ser discrecional y hemipléjico. Es un error
y una falta de respeto a los que sufrieron la violencia política que
Bildu haya decidido llevar a siete terroristas con delitos de sangre.
Bildu tenía mucho más donde elegir y escoger a estas siete personas
es un mensaje político que sabían que sería interpretado de la
manera en la que se ha hecho. No es aceptable que los vecinos, amigos
o familiares de las víctimas de estas siete personas tengan que
convivir viendo a los ejecutores de sus seres queridos en los órganos
de representación política de sus municipios. Pero es algo que
lleva ocurriendo en democracia desde que se implantó. El desprecio
sistemático a las víctimas de la dictadura, de la violencia
política del Estado y de la represión y la tortura han sido las
marcas fundamentales con las que se ha constituido nuestra
democracia. Nadie ha tenido en consideración que a esas personas
también les duele que
asciendan a un guardia civil implicado en la desaparición de Mikel
Zabalza,
que
Billy el Niño haya muerto con sus medallas o que Manuel Fraga haya
sido un padre de la Constitución habiendo sido el máximo
responsable de la ejecución de Julián Grimau.
Las líneas morales de la participación política estaban escritas
en nuestra democracia con la sangre de republicanos.
Que
la decisión de Bildu no es respetuosa con las víctimas lo podemos
decir bien alto quienes denunciamos de la misma manera la presencia
de Carlos García Juliá, asesino de los abogados de Atocha, en las
listas de Falange en Bilbao. Tenemos la legitimidad de haber
denunciado desde siempre la pervivencia, permisividad y ensalzamiento
por parte de la derecha y de las instituciones del Estado a quienes
participaron en la violencia política contra quienes pensaban
diferente siendo herederos, y en muchas ocasiones ejecutores, del
plan genocida franquista para acabar con la mitad de la población
que les molestaba. Aniquilar la mitad roja.
La
derecha no tiene ningún atisbo de legitimidad para marcar las líneas
rojas morales aceptables en democracia ni para la participación
política puesto que las traspasaron con su misma existencia tras la
dictadura de Francisco Franco. España es un país maravilloso en el
que se atreven a dar lecciones de moralidad aquellos que propician
que un señor que se paseaba en barco con un narcotraficante gallego
acabe como líder de la oposición y un guardia civil condenado por
torturas sea ascendido hasta ocupar el cargo de coronel-jefe de la
Unidad Central Operativa. La izquierda no puede dejarse llevar por el
cinismo y la hipocresía de la derecha, sino demostrar que es
diferente a ellos, mejor y más empática y, por encima de todo, no
puede ser tonta y centrarse en los marcos que le interesan a la
reacción para jugar en los debates que interesan a su agenda. Es un
error presentar a terroristas con delitos de sangre en las listas,
tendría que nacer de la decisión meditada y razonada por parte de
Bildu de que no debieran haberlos incluido porque no facilita una
convivencia sana y efectiva. Pero si Fraga pudo, un etarra puede. Los
etarras, al menos y al contrario que Fraga, fueron juzgados y
cumplieron íntegra su condena.
Nunca
hubo en Manuel Fraga ningún arrepentimiento sobre su campaña feroz,
falsa y violenta contra
Julián Grimau.
Porque hay que recordar que Manuel Fraga fabricó pruebas falsas
contra Julián Grimau difundiendo un dossier con mentiras y
difamaciones que fueron defendidas en el proceso sumarísimo para
facilitar que fuera ejecutado. Fraga fue la mano que sostuvo el rifle
al ejecutor y jamás rectificó cuando fue un insigne padre de la
Constitución y máximo responsable de la derecha de este país en
democracia. En una entrevista en 2012 para El
País decía
lo siguiente al ser preguntado sobre su participación en la
ejecución del dirigente comunista Julián Grimau:
¿Era
preciso aquel fusilamiento?
Ésa
es una pregunta que no estoy dispuesto a contestar. Le repito que si
yo hice aquello fue porque lo consideré necesario para poder hacer
otras cosas. Y, desde luego, Grimau no era un personaje precisamente
simpático, ni mucho menos. Yo lamenté muchísimo aquello y que
aquel hombre hubiera decidido venirse a España, pero no precisamente
a colaborar en una transición pacífica sino a la lucha comunista, a
todo lo que los comunistas habían hecho en España hasta el 36.
Pero
¿no se arrepiente de haber colaborado en aquella ejecución?
No.
Yo me arrepiento de muchas cosas, pero sólo se las cuento a mi
confesor, y usted, evidentemente, no lo es.
Para
la derecha no era preceptivo mostrar arrepentimiento si se había
participado en la aniquilación física del adversario político,
tenían bula. En el año 2012 Manuel Fraga, como senador del PP, y
siendo uno de los lideres históricos del partido, seguía
manteniendo la difamación contra Julián Grimau que difundió
durante el franquismo para justificar la ejecución del comunista
represaliado. Nunca pasó nada, nadie se lo censuró, jamás le
impidió hacer política. Fraga, el que no se arrepiente por su
participación en la ejecución de un adversario político, sigue
siendo presidente de honor del PP en la actualidad. Nunca ha habido
líneas rojas morales para el PP en democracia y pretenden trazarlas
para sus adversarios.
Las
manos de Fraga, manchadas de la sangre de Julián Grimau
22-4-23
43
años después del asesinato de Grimau, 30 años después de la
muerte del dictador, quedaba bastante claro que este último había
dejado todo “atado y bien atado”, ya que el franquismo seguía
presente en las instituciones políticas y judiciales
Angelo
Nero
Una
leve tensión invadió ayer a los presentes en la Comisión
Constitucional del Senado cuando debatió y votó un texto para
rehabilitar la figura de Julián Grimau, fusilado por el régimen
franquista en 1963. Un miembro del Gobierno que llevó a cabo el
asesinato se sentaba entre los senadores.
En
la moción, presentada por IU, se pide al Gobierno «la
rehabilitación ciudadana y democrática de la figura de don Julián
Grimau, víctima de la represión franquista». Grimau era un líder
comunista detenido en 1962, torturado, condenado a muerte y
ejecutado. En el Consejo de Ministros que le negó el indulto se
sentaba Manuel Fraga, hoy senador del PP y miembro de la comisión.
Fraga y todo el Grupo Popular se opusieron a la moción, aprobada con
los votos de los demás.”
Así
comenzaba el artículo escrito por el periodista de El País, Pablo
Xímenez de Sandoval, publicado en ese diario el 15 de noviembre de
2006. El dirigente comunista había sido asesinado 20 de abril de
1963, por un pelotón de soldados que dispararon contra él 27 balas,
hicieron falta 3 tiros de gracia más para acabar con su vida,
después de un juicio farsa, en el que fue condenado a muerte por
“rebelión militar continuada”. Antes había sufrido terribles
torturas, e incluso había sido arrojado por una ventana, una
práctica policial en la que perdería la vida, seis años después,
Enrique Ruano.
A
pesar de la presión internacional, de los cientos de miles de
telegramas pidiendo que no se ejecutara la pena de muerte, entre los
que estaban los del dirigente soviético Nikita Jruschov, del papa
Juan XXIII, del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy,
del primer ministro italiano Aldo Moro, del alcalde de Berlín Willy
Brandt, o del líder laborista británico Harold Wilson, a pesar de
las manifestaciones en París, en Roma, y en otros lugares del mundo,
el consejo de ministros franquista, en el que estaba Manuel Fraga,
entonces ministro de Información y Turismo, negaron la petición de
indulto y ratificaron la sentencia que llevaría a Julián Grimau
delante de un pelotón de fusilamiento.
43
años después del asesinato de Grimau, 30 años después de la
muerte del dictador, quedaba bastante claro que este último había
dejado todo “atado y bien atado”, ya que el franquismo seguía
presente en las instituciones políticas y judiciales, también, hay
que señalar, en las militares, religiosas y en los poderes
económicos, gracias a una transición que había blanqueado las
camisas azules, y había regalado trajes de demócratas para todos.
Pero, como señala la crónica de Pablo Xímenez, nadie quería
renegar de su pasado:
“El
senador que proponía la moción, Eduardo Cuenca, hizo un relato
pormenorizado de los hechos que llevaron a Grimau al paredón. Tras
describir el truculento interrogatorio en la Dirección General de
Seguridad (Grimau fue suicidado por una ventana y sobrevivió) la
intervención tenía un momento calculadamente tenso: «Durante
aquellas fechas se llevó a cabo una campaña de propaganda falaz por
el responsable de información del régimen, que pretendía
identificar a Grimau como un criminal». El ministro de Información
era Manuel Fraga. Estaba sentado a dos metros del senador Cuenca,
quien añadió que debería pedir perdón. Fraga no intervino.”
Hasta
2019 no le retiraron el título de Hijo Adoptivo en Ferrol y A Coruña
-pero todavía es hijo adoptivo de Santiago, Ferrol, Cedeira,
Pontedeume, Verín, Tui y Cervo, y predilecto de Vilalba-, aunque el
líder de la oposición, el popular Alberto Núñez Feijóo, que
sería su vicepresidente en la Xunta de Galicia, sigue reivindicando
su legado, un legado manchado de sangre, como el de todos los que
participaron en la maquinaria represiva de la dictadura. El Partido
Popular, heredero de los postulados políticos de Manuel Fraga, es
por lo tanto heredero también de un pasado franquista que conviene
recordar cuando se invoca el recuerdo de luchadores antifascistas
como Julián Grimau. La crónica de El País, no podía ser más
clara: “Fraga vota en el Senado contra la rehabilitación de Julián
Grimau”. Terminaba con estos párrafos que no dejan lugar a
equívoco:
“El
portavoz del PP, Carlos Gutiérrez, aclaró su rechazo a la pena de
muerte y su «respeto» a Grimau como persona. Pero, tras invocar la
concordia de la transición democrática, justificó su voto en que
no es competencia del Legislativo, sino del Tribunal Supremo, revisar
un caso ya juzgado.”