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Paz
Velasco: "Hay padres que tras leer un cuento a sus hijas se van
a consumir porno de menores"
La
experta analiza los diferentes perfiles criminales, la exposición de
los menores en la red, qué es lo que atrae del 'true crime' y acaba
con una leyenda urbana, las 'snuff movies'.
Por
Paula
M. Gonzálvez
19/06/2021
Las
últimas semanas han teñido de negro el país, conmovido por
el caso de las pequeñas Anna y Olivia de Tenerife,
el asesinato de
la joven de 17 años Rocío Caíz o
la sentencia condenatoria a
los parricidas de Godella.
Y con todo ello, las redes sociales no sólo se han llenado de
condolencias, sino de una cuestión que cada vez se plantea más
gente: ¿Qué tipo de ser humano es capaz de acabar con la vida de
sus propios hijos?
Por
otro lado, los menores están cada vez más expuestos en la red
al ciberbullying,
a los pederestas —el
material pedófilo se ha disparado durante la pandemia—
e incluso a a las sectas.
Son
asuntos que preocupan cada vez más a la sociedad, al tiempo que el
número documentales del género true
crime no
deja de crecer desde hace tres años.
Hay algo en ellos que fascina al espectador, según la propia
ciencia.
Todo
ello lo explica detalladamente Paz
Velasco de la Fuente,
autora de Homo
criminalis (Ariel).
La criminóloga y jurista especializada en personalidad psicopática
y delitos violentos habla también de por qué “todos tenemos la
capacidad de matar, aunque eso no implique que nos podamos convertir
en asesinos”, de los diferentes perfiles que copan las peores
noticias de las últimas semanas o de qué lleva a un criminal a
convertirse en un asesino confeso. Y acaba con una leyenda urbana:
las snuff
movies.
Queda
claro que a la gente le fascina los crímenes, y no hablo de casos
que son noticia en la actualidad por desgracia... Sólo hay que ver
el auge del true
crime.
¿Por qué hechiza tanto?
A
unos les mueve el morbo y a otros el punto de vista académico, y
el true
crime ofrece
todas las aristas posibles: el punto de vista de la víctima, del
delincuente, la narrativa judicial... queremos saberlo todo. Nos
sentimos protegidos viéndolo desde el sofá, con la seguridad de
saber que esa maldad que existe no nos va a tocar. Consumimos tanto
por la curiosidad, por entender cómo es capaz el ser humano de pasar
este límite. Nos permite saber qué pasa por la mente de otras
personas desde la seguridad del hogar.
¿Tenemos
comportamientos psicopáticos que no sabemos identificar en nuestro
día a día? Dices que “pensar que hay monstruos sueltos es mucho
más sencillo que aceptar que los verdaderos monstruos habitan entre
nosotros”.
Estamos
acostumbrados a que los malos sean los demás y subestimamos nuestra
propia maldad. Todos tenemos la capacidad de matar, pero esa
capacidad de matar no implica que nos podamos convertir en asesinos.
Nos frena nuestra moral o el miedo al castigo, pero ni todos somos
100% buenos ni 100% malos. Hay padres de familia que tras leer un
cuento a sus hijas se van al ordenador a consumir porno de menores.
Los monstruos tienen una fachada compensatoria. Lo que hay detrás se
conoce demasiado tarde, convivimos con ellos y somos incapaces de
verlo.
¿Hay
forma de identificarlo?
Cuando
es tarde. Tony King [asesino
de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes]
llevaba una vida totalmente ordenada, era un buen padre de familia,
era buen compañero en el trabajo, nadie sospechaba que estaban
buscando durante dos años al estrangulador de Holloway. Vino a
España habiendo cumplido dos condenas y se adaptó perfectamente a
su entorno, creó una red de amigos, se volvió a casar, tuvo dos
hijas... Nadie sabía que detrás de esa imagen había un depredador
sexual y un necrófilo.
Hay
que acabar con esa frase de “hay que estar enfermo para...”.
Porque estos asesinos no son enfermos mentales. ¿Lo crees así?
Efectivamente.
Matan mucho más y delinquen mucho más ‘los cuerdos’ (por así
decirlo) que quienes padecen una enfermedad mental. Sólo hay que
comparar las sentencias de nuestro país. Por ejemplo, en uno de los
últimos casos, sí que se sabe que la madre de Godella padece una
esquizofrenia psicótica.
“No
podemos legitimar la conducta delictiva bajo el amparo de la
patología”
Pero
en el caso de los parricidas de Godella, el padre no tiene ninguna
enfermedad.
Exacto.
El padre cumplirá la sentencia de 50 años de cárcel. No podemos
legitimar la conducta delictiva bajo el amparo de la patología
[enfermedad mental], porque parece que se quiera justificar. Quien
tiene una patología ya tiene la inimputabilidad, entra en un centro
psiquiátrico y no en un penal. Pero ‘los cuerdos’ son los que
planifican, tienen un móvil, delinquen con libre albedrío. Saben lo
que hacen en todo momento.
Hay
una pregunta que cada vez se repite más, especialmente tras el caso
de las niñas de Tenerife. ¿Cómo un padre o madre es capaz de
acabar con la vida de sus hijos? ¿Hay alguna explicación, desde el
punto de vista de la Criminología, para esto?
El
filicidio es una conducta que ya se practicaba en Esparta, cuando se
quitaban de encima a los hijos que no cumplían con los requisitos
físicos, porque querían ser el pueblo más fuerte. A partir de ahí,
todas las sociedades han matado a hijos. Pero llegamos al siglo XXI:
las motivaciones femeninas y masculinas suelen ser diferentes, sólo
coinciden en una: la venganza hacia la pareja o expareja para hacer
daño, utilizando a los hijos como instrumento. En psicología se
conoce como el el Síndrome de Medea o el efecto Medea inverso, en el
caso del hombre.
¿Qué
otras razones existen, según la ciencia?
Hay
madres que han matado por sufrir depresión con tendencias suicidas
y, ante la posibilidad de pensar que dejan a sus hijos solos,
recurren al suicidio ampliado; existe también el homicidio por
compasión, cuando un hijo tiene una enfermedad y los padres ven como
un imposible que desarrolle una vida normal: lo matan y luego, muchas
veces, se suicidan. No se puede reducir sólo a la venganza, aunque
suele ser el móvil en la mayoría de los casos, especialmente por
parte de los hombres.
En
estos últimos días, ha salido a relucir de nuevo el nombre de José
Bretón, para compararlo con Tomás Gimeno. ¿Por qué no se les debe
comparar?
Vaya
por delante que estos son los crímenes más horrendos de explicar y
de entender. Cuando se utiliza a los hijos como instrumento de
venganza, pocos padres pueden sobrevivir a esto. En el caso de José
Bretón, estamos ante un caso de psicopatía de manual. Tomás Gimeno
no tiene las mismas pautas ni rasgos de personalidad, son dos
perfiles completamente diferentes. Sin embargo, en el caso de Tomás
Gimeno hay muchas cosas que aún no sabemos. La verdadera crueldad
(añadida) es estar desaparecido 45 días y dejar a la madre con la
esperanza. Y que ahora no aparezca su otra hija es lo más inhumano
que se le puede hacer.
“Esa
frase tan repetida de que el asesino en serie es el criminal menos
libre no es verdad”
Lo
cierto es que en ambos casos, han sido capaces de poner el odio hacia
la mujer por encima del bienestar de sus hijos.
La
venganza es una de las emociones mas radicales del ser humano. Somos
capaces de cualquier cosa para buscar justicia. Tomás Gimeno es una
persona con una baja tolerancia a la frustración, ha tenido una vida
más o menos fácil y cómoda y de repente alguien le dice “hasta
aquí”. Se le han visto rasgos de narcisismo y él ha decidido cómo
y cuándo termina la historia, o que la madre no se lleve a sus hijas
para que otro haga el rol de padre. Es demasiado pronto, aún no hay
periciales. Pero sí se puede decir que es un acto extremo de
violencia. Además: llevárselas, desaparecer, geolocalizar el móvil
para que se sepa dónde estuvo en el último momento es querer que la
madre sufra mucho. Estaba muy premeditado. Aún así, no es el perfil
de Bretón, que jamás se suicidaría. Se quieren tanto a sí mismos
que jamás se harían daño.
Tenemos
predisposiciones, entonces, pero esas “no nos convierten en
asesinos”.
Efectivamente.
De hecho hay unas disposiciones genéticas que hacen que determinados
sujetos sean más agresivos, y a veces se refuerzan por elementos en
la infancia, el entorno, la socialización... y pueden acabar
convirtiéndose en asesinos. Pero, en última instancia, quienes
decidimos somos nosotros. Esa frase tan repetida de que el asesino en
serie es el criminal menos libre no es verdad. Un asesino en serie
sabe lo que quiere hacer, planifica, va a comprar objetos, sigue a
una víctima... Los humanos tenemos predisposiciones, pero también
inhibidores que nos impiden actuar así: la moral, el miedo al
castigo, evitar los antecedentes... quienes decidimos tener esa
conducta somos nosotros.
“Los
asesinos que suelen confesar no lo hacen por arrepentimiento, sino
por notoriedad”
¿Se
puede marcar algún tipo de diferencia entre un asesino confeso, como
el de Rocío Caíz, y otro que no lo es?
El
que no confiesa, como Bretón, se cree más listo que la Policía, y
el que confiesa lo hace porque quiere que quede constancia de ha sido
él. Son perfiles a los que no les basta con matar, sino que quieren
ser recordados, como el asesino de la Catana, que dio entrevistas y
quería ser famoso. Lo logró, hasta hasta el punto de que unas niñas
imitaron un crimen como el suyo, el de las brujas de San Fernando.
Son casos muy acordes a la personalidad. El asesino de la baraja era
un narcisista, y él mismo se entregó porque estaba harto de que no
lo encontraran. Los que suelen confesar no lo hacen por
arrepentimiento, sino por notoriedad.
Para
ir acabando... la sociedad tiene un problema grave con la
vulnerabilidad de los menores en la red. Están expuestos
al ciberbullying,
a pederestas e incluso a sectas. ¿Cómo se puede atajar eso?
El
problema es que regalamos a los menores móviles y tablets antes de
darles educación digital, y les estás regalando una herramienta con
muchas funciones. Los menores se creen superhéroes que lo controlan
todo y no se dan cuenta de lo vulnerables que son, porque en Internet
el producto son ellos. Hay miles de ojos buscando menores y
adolescentes, que son narcisistas, quieren salir guapos en Instagram
y tener likes.
Vamos tarde, porque les regalamos esta tecnología cuando no saben lo
que es el sexting,
o cuando creen estar hablando con Raquel, que resulta ser un señor
de 50 años.
Por
último, una curiosidad: abordas en el libro el tema de las snuff
movies, que tanto se han tratado en el cine o la literatura. Por
antiguo que suene, ¿de verdad son una leyenda urbana?
Es
mucho más antiguo, solo que Amenábar hizo una peli brillante
[Tesis],
luego se hizo Asesinato
en 8mm (1999)
e incluso hay una novela muy famosa de Carmen Mola en la que habla de
este tema [La
red púrpura].
Sí, es una leyenda urbana. Hubo años en este país en los que se
pasearon por los platós de televisión dos señores —el
padre de una víctima de Alcàsser y
un señor que decía ser criminólogo— vendiendo la historia de que
había snuff
movies del
asesinato de sus hijas. ¿En serio ninguna autoridad judicial
solicitó esas cintas? Yo lo desmitifico. Lo que se está vendiendo
en la web son películas, con una recreación de la violencia brutal,
pero películas. Tuve que acceder a ellas con un perito forense y en
muchas salía la misma actriz, así que está viva.