Buscar este blog

jueves, 16 de diciembre de 2021

 


Alberto Pascual estrena 'Estos muros': "Muchos piensan que Franco fue un asesino en serie"

  •  Los presos republicanos podían reducir su pena donando sangre: "Ahí estaba Vallejo Nájera pidiendo extirpar el gen rojo y, mira por donde, ellos mismos se lo volvieron a inocular"

  •  "A los guardianes de esta historia no les voy a negar que crean lo que sea, pero que miren también a las sombras. Conseguirlo con este documental sería magnífico"

InfoLibre

David Gallardo

10 de diciembre de 2021




La palabra da vida a la piedra en la que está escrita. El olvido no existe y la memoria mantiene vivas a las palabras. Así nace Estos muros, un documental de Alberto Pascual que cuenta la historia de los trabajos forzosos durante el franquismo a partir del poema escrito en roca que encontraron unos niños de principios de los años setenta en unas ruinas de Soto del Real (Madrid).

Ahora, aquellos niños se reencuentran como adultos para reconstruir su propia historia desde la perspectiva del paso del tiempo. Conocedores, ya sí, de que aquel lugar fue un destacamento penal que dio cobijo durante los primeros años del franquismo a más de 2.000 presos políticos y comunes condenados por un delito inexistente pero una misión obligatoria: construir la línea ferroviaria Madrid-Burgos, iniciada por Miguel Primo de Rivera y retomada por Franco. Desde hace lustros en desuso, en cualquier caso.

"En Estos muros confluyen dos cuestiones. Por un lado, mis ganas de contar algo que viví, que se había quedado ahí en el subconsciente. Bueno, en el consciente, porque lo de 'estos muros hoy ruinosos' es una frase que me venía desde principios de los setenta", explica a infoLibre Alberto Pascual en referencia a aquel poema que leía en pandilla siendo crío escrito sobre piedra. Y añade: "Me sorprende el desconocimiento generalizado que tiene la gente en torno a este tipo de historias que pasaron hace no tanto tiempo".

Las ruinas de la sierra madrileña cobran vida ahora en los fotogramas de Estos muros y traen al presente la historia del Patronato Central para la redención de las penas por el trabajo. Trabajos forzosos en la España del siglo XX, en definitiva, ideados por el padre jesuita José Agustín Pérez del Pulgar y desarrollados con amplitud dictatorial por Franco. 

"En todo el país hay miles de obras que se hicieron de esta manera. Es cierto que ellos tienen la justificación intelectual, política y filosófica de que los otros eran pecadores, pero todo eso era una construcción a posteriori. Básicamente, como siempre, hay que seguir la pista del dinero, y ahí lo que hubo fue un negocio enorme para las empresas amigas del régimen, porque no se podía acceder libremente a esas obras públicas", remarca Pascual.

En esta línea, explica que toda esta idea "perversa" del Patronato de Redención de Penas se basa en el Concilio de Trento (1545 y 1563) de la Iglesia católica, que "había sido casi cuatrocientos años antes". "Sobre eso sientan las bases que justifican que puedan utilizar a unos prisioneros que han sido pecadores como mano de obra esclava", subraya Pascual, quien concede: "Que dirán que no es esclava, porque les pagaban algo, pero cuando ves cuanto les han pagado, ves que se están pagando ellos su propia cárcel, su carcelero, su ropa y sus piojos".

En la película asistimos a la investigación del cineasta indagando en archivos y bibliotecas, escuchando a hijos de represaliados, reuniéndose con amigos de infancia con quienes había jugado en esas ruinas, sin ser conscientes de su origen y significado, y entrevistando a expertos que han estudiado el sistema de Redención de penas desde sus diversas disciplinas. Igualmente, encontramos testimonios, publicaciones y fotografías que explican cómo la Redención de penas se utilizó prácticamente en todos los sectores de la economía, a lo largo de todo el país.

"Hay que ir a la base y preguntarse qué estaba haciendo toda esa gente encarcelada por sus ideas", plantea Pascual. "A partir de eso -prosigue-, recordemos que en el franquismo hubo un genocidio ideológico, se fue a por una parte de la población de manera planificada y sistemática, justificándose a sí mismos".



Es por eso que reconoce que el leitmotiv que le ha llevado a sacar adelante este trabajo de tres años es "recuperar nuestras historias y narraciones". "Poder reconstruir nuestra memoria con lo que ocurrió y no con propaganda. A los guardianes de esa historia no les voy a negar que crean lo que sea, pero que miren también a la sombra que tiene todo esto. Conseguirlo con este documental sería magnífico", plantea.

Una sociedad adulta tiene que mirar a la cara a un pasado tan feo y, en la medida que podamos hacer eso, podremos mirar hacia delante

Eso sí, lanza una idea que quiere dejar bien clara: "Que todos los que piensan que Franco era un santo varón sepan que hay muchos ciudadanos que piensan que es un asesino en serie". Por eso, le encantaría que todos pudiéramos conocer "las historias de la gente que las pasó muy canutas en aquellos años" porque así, al menos, podríamos, quizás, "dejar de dar vueltas a la farola".

"Luego te vienen con que si las 286 monjas violadas pero, vamos a ser serios, ¿los 120.000 de las cunetas estuvieron violando monjas? No. Vamos a ser adultos. Es muy incómodo y desagradable. Es un pasado muy feo pero hay que mirarle a la cara. Una sociedad adulta tiene que mirar a la cara a un pasado tan feo, y en la medida que podamos hacer eso, podremos mirar hacia delante", argumenta.

Y aún pone el foco en un detalle en absoluto baladí, pues descubrió que los presos republicanos podían reducir su pena si donaban sangre. "Me quedé muy impactado", reconoce Pascual, pues no casa en absoluto el desprecio con la necesidad de esa, nunca mejor dicho, sangre roja: "Ahí estaba Antonio Vallejo Nájera pidiendo extirpar el gen rojo y, mira por donde, ellos mismos se lo volvieron a inocular".


https://youtu.be/QkizWounsbM

 


Soy la trabajadora sexual mejor pagada de Estados Unidos y así es mi vida

No soy víctima de ninguna experiencia trágica. Tuve elección y escogí ser trabajadora sexual legal. Sí, porque quise.

Alice Little

30-05-19

EdlHuffPost


Me describo a mí misma como la trabajadora mejor pagada de Estados Unidos en el oficio más antiguo del mundo, lo que significa que gano más dinero que cualquier trabajador sexual de cualquier burdel legal de Estados Unidos.

Insertar aquí cejas alzadas, miradas despectivas y otras críticas no tan sutiles. También suscito una gran curiosidad, porque soy una novedad. Todo el mundo tiene ideas preconcebidas sobre el aspecto, la forma de hablar y la forma de actuar de un trabajador sexual, pero yo no encajo en esos estereotipos. Soy una mujer irlandesa pequeña de solo 1,42 metros. Me educaron bien y hablo correctamente. No soy víctima de ninguna experiencia trágica. Tuve elección y escogí ser trabajadora sexual legal. Sí, porque quise. Pese a que es un trabajo muy estigmatizado, a mí me encanta porque ayudo a la gente a redescubrir sus vínculos personales y su intimidad.

No crecí deseando ser una señora de la noche. Probé muchos otros oficios, incluso jinete de caballos, pero no encontraba nada que combinara mi querencia por la interacción humana y algo que me hiciera sentir pasión. Nunca me he sentido tan realizada como me siento trabajando en un burdel legal. Encajo perfectamente. 

Probé muchos otros oficios, pero no encontraba nada que combinara mi querencia por la interacción humana y algo que me hiciera sentir pasión.

Como sapiosexual que soy, no tardé en descubrir que me atrae la mente de la gente independientemente de su físico. No me avergüenza ni lo más mínimo mi sexualidad, probar cosas nuevas o sentirme atraída por más de una persona al mismo tiempo. También ayuda el hecho de que soy capaz de disfrutar de múltiples relaciones sexuales al mismo tiempo. Hace tres años, entré a trabajar en el mundialmente famoso burdel legal Moonlite Bunny Ranch (¿alguien recuerda el documental Cathouse de HBO?) cerca de Carson City, en Nevada. Al principio solo pretendía quedarme un par de meses, pero aquí sigo.

Los burdeles legales de Nevada tienen su propia jerga. Los clientes vienen, ven una alineación y eligen el tipo de experiencia que quieren vivir. Algunas trabajadoras, como es mi caso, solo estamos disponibles con cita previa. Todas las mujeres que estamos allí trabajamos como autónomas, de modo que somos nosotras las que elegimos qué servicios ofrecemos, establecemos nuestras tarifas y rechazamos cuando queremos por el motivo que sea. Según la legislación de Nevada, solamente es legal decidir las actividades que vamos a realizar y las tarifas en persona. Después, el burdel gestiona los pagos y se lleva el 50% de lo que hayamos pactado.

Debido a la cantidad de solicitudes que recibo, mis reservas no suelen bajar de los 2000 dólares. Quizás te sorprenda saber que trabajo entre 60 y 80 horas semanales, ya que también soy educadora sexual. Escribo artículos de educación sexual, publico reseñas de juguetes sexuales en mi canal de YouTube, tengo un podcast sobre asuntos de la intimidad y mucho más.

Aunque nuestro mundo digitalizado nos permite estar conectados con un simple clic, nuestro cuerpo y nuestra mente siguen deseando el contacto humano.

¿Por qué me gusta estar tan ocupada? Basándome en mis tres años de experiencia en este trabajo, pienso que los estadounidenses están pasando por una crisis de intimidad y creo que la soledad es la epidemia que más está creciendo en Estados Unidos. Las investigaciones demuestran que la soledad es tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día. La soledad está desgarrando nuestro tejido social. La gente apenas pasa tiempo fomentando la intimidad de sus relaciones. Aunque nuestro mundo digitalizado nos permite estar conectados con un simple clic, nuestro cuerpo y nuestra mente siguen deseando el contacto humano. Es tan importante que si nos falta, restringe nuestro crecimiento emocional, mental y espiritual.

Imagínate que eres un adulto que carga con la vergüenza social de ser virgen o estás recuperándote de la pérdida de un cónyuge. O que estás aprendiendo a lidiar con un problema médico como disfunción eréctil, cáncer de mama o pérdida de un miembro. Estoy especializada en servicios sexuales terapéuticos para ayudar a mis clientes a recuperar la confianza; les doy la oportunidad de aprender a establecer vínculos y les enseño técnicas sexuales para superar las limitaciones físicas. Si eres hombre y te aterra hablar con mujeres, quizás te aterrorice salir por ahí. ¿No sería genial salir a cenar con una chica con la que no solo puedes ser romántico, sino también pedir consejos para aumentar tu confianza? Tener a alguien a tu lado animándote puede marcar la diferencia.

Aunque ofrezco estos servicios individuales, me consideran también una experta en parejas.

Estoy especializada en servicios sexuales terapéuticos para ayudar a mis clientes a recuperar la confianza.

En mi adolescencia, presencié cómo se desmoronaba el matrimonio de mis padres. Mientras se enredaban en el proceso de divorcio, mi familia acabó destruida y yo me sentí impotente. Me costaba entenderlo, pero a medida que fui creciendo, me di cuenta de que su divorcio se debía, en gran medida, a su falta de intimidad y romanticismo.

Las parejas estadounidenses trabajan entre ocho y nueve horas diarias. Se despiertan cuando suena la alarma y salen de la cama para ir al trabajo. Acaban enterrados detrás de las pantallas en vez de mantener conversaciones cara a cara. Este fue uno de los problemas que deterioraron el matrimonio de mis padres: la simple falta de comunicación y conexión. Desde entonces, he utilizado su ejemplo como fuente de empoderamiento para otras parejas que están pasando por problemas similares.

A menudo buscan mis servicios parejas para redescubrir su intimidad, mejorar la comunicación en el dormitorio, explorar de forma segura y cumplir sus fantasías. Pienso que acudir a una trabajadora sexual legal cuando tu relación necesita unos ajustes es como llevar el coche al taller cuando necesita unas reparaciones. Me encanta trabajar con parejas por la química especial que existe entre ellos. Es un desafío para mí pensar cómo puedo encajar en su ecuación y ayudarles a mejorarla. Me encanta que me den su confianza y me concedan el privilegio de ayudarles a mejorar su relación.

Acudir a una trabajadora sexual legal cuando tu relación necesita unos ajustes es como llevar el coche al taller cuando necesita unas reparaciones.

 

Sin embargo, el consentimiento entre ambos miembros debe quedar claro antes de hacer nada. Eso implica que ambos accedan de mutuo acuerdo y se impliquen de igual manera en el proceso. Esto me ofrece un espacio de trabajo seguro para tratar sus problemas íntimos sin que sientan celos y otras emociones negativas. Muchas personas se sienten más tranquilas al saber que una trabajadora del sexo no tiene intención de “robarles” a su cónyuge. (Así como los canguros te devuelven a tu hijo al acabar la jornada, los trabajadores sexuales no tienen ninguna intención de “quedarse” con tu cónyuge). Las clases de interacciones que tendrán lugar se negocian de antemano y hay una transparencia total con los límites establecidos. Así, los clientes tienen la libertad de explorar en un ambiente cómodo, seguro y controlado.

Cuando trabajo con parejas, hablo sobre sexo de formas que quizás no han probado. Tratamos temas incómodos y nos hacemos preguntas complejas. ¿Están todos los miembros cumpliendo sus necesidades sexuales? En el caso de que no sea así, ¿qué podemos hacer para cumplirlas? ¿Cuáles son sus fantasías más íntimas? ¿Qué posturas les gustan más? Se trata de ayudar a las parejas a encontrar lo que les falta. El objetivo es proporcionarles nuevas destrezas comunicativas para que mejoren la calidad de sus relaciones.

También les enseño técnicas para mejorar el sexo. Muchas parejas recurren a mis servicios para descubrir nuevas posturas y juguetes, aprender a manejarse cuando entre sus cuerpos hay mucha diferencia de altura o de otro tipo y más cosas. Uno de mis objetivos fundamentales es enseñar a mis clientes a complacerse a sí mismos y a su pareja.

Una fantasía común entre las parejas casadas es hacer un trío, pero pocas veces la realizan, a menudo por miedo. Del mismo modo, a muchas parejas les intrigan algunas perversiones y el BDSM, pero no prueban nada porque les faltan conocimientos, herramientas y experiencia. Este tipo de experimentación presenta grandes desafíos, ya que una mala experiencia puede reducir las ganas que tenga una persona de volver a intentarlo. Los trabajadores del sexo legales son capaces de quitarte los miedos a probar nuevas experiencias. Acudiendo a una experta como yo aprenderás mucho sobre azotes, ataduras, juego de roles o dominación para incorporar algo de emoción a tu vida sexual.

También te puedo enseñar la mejor manera de evitar la transmisión de enfermedades y a dominar los aspectos técnicos básicos para que te concentres en lo verdaderamente importante. Al igual que los profesionales en muchos otros sectores, los trabajadores del sexo seguimos unos protocolos para garantizar la seguridad y la higiene. Nos hacen pruebas de ETS con frecuencia para que no pongamos a nadie en peligro.

Mi objetivo es proporcionarte las herramientas adecuadas y la educación que necesitas para mejorar tu intimidad.

Algunas parejas solamente buscan un servicio educativo sin nada de sexo porque, sinceramente, el sistema educativo de Estados Unidos deja mucho que desear. Más de la mitad de los estados del país imparten una educación sexual basada en la abstinencia o simplemente no la imparten en las escuelas públicas. Ahí es donde encajamos los trabajadores del sexo.

Como profesional, tu comodidad es siempre mi máxima prioridad. Mi objetivo es proporcionarte las herramientas adecuadas y la educación que necesitas para mejorar tu intimidad. Puedo estar en la misma habitación facilitando el placer mutuo entre parejas o puedo salir de la habitación y volver cuando acabéis para analizar cómo ha ido. Elijáis lo que elijáis, recurrir a la ayuda de un profesional ayuda a las parejas a conseguir una nueva perspectiva de los problemas que sufren.

El meollo de mi trabajo es favorecer la comunicación abierta entre las parejas. Es un aspecto en el que la mayoría tienen problemas, independientemente del tiempo que lleven juntos. En mi experiencia, las parejas que no son capaces de comunicarse abiertamente son las que más riesgo tienen de acabar cortando. Si un matrimonio está naufragando, ambos miembros tienen que estar dispuestos a pedir ayuda y ponerse manos a la obra. Simplemente plantear la idea de visitar a un trabajador del sexo puede ayudar a una pareja a embarcarse en ese nuevo trayecto de comunicación para recuperar la intimidad y satisfacer las necesidades sexuales mutuas.

A algunas personas les cuesta o les da miedo acudir a un trabajador del sexo, mientras que otras arden en deseos de hacerlo. Sea cual sea el caso, mi trabajo es apoyarles y fomentar una comunicación sana y abierta. Es la base para lograr el cambio positivo que puede salvar un matrimonio en peligro o mejorar uno que ya funciona bien. Elegí esta profesión porque quería ayudar a la gente a conectar entre sí en profundidad. Seguí en esta profesión porque me encanta cambiar los hábitos de la intimidad de las personas, una a una.

 

Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.


 


¿Por qué Yolanda Díaz no debió visitar a Francisco?

La derecha no tolera que se haya introducido en un territorio que considera suyo

ENRIC SOPENA

 Sábado, 11 de diciembre de 2021

ElPlural

¿Por qué la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no debió visitar al Papa Francisco en el Vaticano? ¿Por qué la derecha y la ultraderecha de este país reprueban que los políticos de izquierdas dialoguen en con el Pontífice? ¿Les molesta que Francisco sea un punto de referencia en cuestiones de justicia social?

Pues sí, les molesta mucho que la visita de Yolanda Díaz no haya sido a título personal sino como vicepresidenta de un Gobierno de coalición que, insisten, debería haber abandonado la Moncloa a las 24 horas de instalarse. Pues sí, les ha enfadado que con ese encuentro la vicepresidenta haya sido aplaudida por miles de votantes que, acaso sin reconocerse cristianos, comparten posiciones del Pontífice. Pues sí, les ha cabreado mucho que Díaz utilice el encuentro para reforzar sus proyectos políticos de futuro, pisando un territorio que no le corresponde.

Menudo rebote tiene la derechona y su caverna mediática con esta visita. Por ejemplo, una popular que se ha lucido con el viaje a Roma de la vicepresidenta ha sido la secretaria de Comunicación del PP madrileño, Macarena Puentes que, horas antes, calificó el encuentro de “cumbre comunista” en un tuit que se apresuró a borrar.

Así que, ahora, la presencia en El Vaticano de una veterana militante del PCE ha ofendido tanto al Partido Popular y a sus próximos de Vox que tildan de oportunista a Díaz, argumentando que ha buscado reforzar su popularidad con vistas a un futuro asalto a la Moncloa.  

Sobre esa visita se han sugerido desde distintas áreas más cosas. Que como la líder de Podemos intenta captar el voto del católico no practicante o la visión de que la visita supone teñir más de rojo al Papa Francisco, destiñendo a Yolanda. Acaso tengan parte de razón pero eso no justifica esta desproporcionada campaña de reprobación.

Desde el entorno de Yolanda Díaz han explicado que a lo que iba era a conversar con el Papa de “desafíos comunes de la humanidad, la crisis sanitaria y social del Covid 19, el trabajo digno, la precariedad y desigualdad social creciente, la crisis climática o las amenazas contra la democracia y los derechos humanos”. Son temas que interesan a ambos y en lo que pueden tener o no puntos de acuerdo. 

A ver si no fueron al Vaticano María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaria como representantes del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Claro que en aquella ocasión se trataba de Benedicto XVI, un pontífice de orden, no como el de ahora. Y es que lo que parece que irrita en exceso a los conservadores y ultraconservadores es que puede aproximarse a un tema que siempre han querido monopolizar - la Iglesia, la religión, el Vaticano, el Papa- personas ajenas a sus posiciones políticas. Les inquieta tanto como el hecho de que Bergoglio no sea un meapilas


martes, 14 de diciembre de 2021

 


Comunistas en el Vaticano

Javier Gallego

elDiario.es


13-12-21


El Papa es el Anticristo para la derecha española. "El Antipapa, el representante del diablo en la Tierra", ni más ni menos, en palabras del reconocido exégeta Eduardo Inda. Su último pecado, pecado mortal, ha sido reunirse en el Vaticano con la peligrosa comunista, Yolanda Díaz. Porque el Papa también es rojo rojísimo, en opinión de esta misma derecha. "Cumbre comunista", escribió la jefa de Comunicación del PP de Madrid en un tuit que luego borró. "Dios los cría... ", ha titulado un articulista en OK Diario. Comunistas en el Vaticano. ¡Herejía! ¡Anatema! ¡Excomunión! Fieles a nuestra tradición inquisitorial, los conservadores patrios han sacado las antorchas y llevan a la hoguera al mismísimo Papa.

Todo por repetir simplemente lo que dicen los Evangelios y la Declaración Universal. Por reclamar que se proteja a los desfavorecidos, a los migrantes y al planeta. Por defender el trabajo y la vivienda dignos. Por pedir respeto a la libertad sexual. Qué locura, qué radical. Pero si esto también está en nuestra Carta Magna. Vaya por dios. Los muy católicos y mucho constitucionalistas españoles creen que las Escrituras, la Carta de los Derechos Humanos y la Constitución son versiones del manifiesto comunista. ¡Cristo es ETA! ¡El Papa es el Coletas! ¡El Vaticano es Venezuela! ¡Herejía! ¡Anatema! ¡Excomunión!

La derecha de este país es tan extrema que abraza la parodia del facha y llama comunismo a los principios básicos de la democracia y del cristianismo. A Francisco I le han dicho de todo y nada bueno. Losantos afirma que "tenemos un Papa tonto". Rosa Díez le llama "Sumo Pontífice", entre comillas. Abascal también le despoja de su autoridad y se refiere a él como "ciudadano Bergoglio". Marhuenda, de misa los domingos, dice que "el Espíritu Santo se confundió" en su elección. Ave María Purísima. Sólo le faltó decir que la paloma dio un golpe de Estado. ¡Es el Papa okupa! ¡El Papa ilegítimo! ¡El Pedro Sánchez del catolicismo! ¡Herejía! ¡Anatema! ¡Excomunión!

Y encima, antiespañol. Lo dicen el propio Marhuenda y Herman Tertsch, que lo ha mandado directamente "al carajo" en uno de sus moderados tuits. Ayuso y Espinosa de los Monteros le desautorizaron por pedir perdón por los abusos de la conquista de América. Aznar lo remató en un acto en el que Casado aplaudió sus críticas. Él es más de ir a misas por Franco. De hecho, tampoco le perdonan que aludiera a la falta de memoria democrática antifranquista en España. En la COPE, además, la radio de los obispos. ¡Herejía! ¡Anatema! ¡Excomunión! Les va más el franquismo que el cristianismo, de ahí que hayan resucitado la Cruzada por España del Caudillo.

Para más inri, nunca mejor dicho, el Papa se va a Lesbos a pedir por los migrantes y reclamar más humanidad en las políticas migratorias de la Unión Europea. Adivinen qué le soltó Espinosa de los Monteros al respecto hace unos meses: que se los lleve a su casa, o sea, al Vaticano. No se dejan un tópico facha por utilizar. Ay, Señor, Señor. Todo un diputado comportándose como un vulgar tuitero con el máximo representante de su propia religión. Ver para creer, que diría Santo Tomás. 

Nada nuevo. La Iglesia española ha estado tradicionalmente aliada con el conservadurismo más alejado del mensaje cristiano real. No hay que ser un lince para ver que la derecha clasista intolerante casa malamente con la defensa de los pobres, los marginados y los excluidos. En esa parte de la misa, desconectan. A dios rogando y con el mazo dando. Al Papa lo han crucificado por ir de cristiano. Por azotar a los mercaderes del templo como hizo en esa serie de tuits contra los abusos de las grandes corporaciones y potencias mundiales. ¡Herejía! ¡Anatema! ¡Excomunión! A Cristo hoy le llamarían comunista, por supuesto. Algo lo era, como vieron los teólogos de la liberación. Si naciera en España en 2021, volvería a terminar en la cruz. 


 Un segundo antes...



Tú teléfono móvil

 

Sanfermines

 

Rostros raros

 

 




Soy prostituta y no puedo dejarlo porque ninguna empresa me quiere contratar

Prefiero vivir en la pobreza mientras defiendo mi causa que esconderme y vivir una mentira más cómoda para los demás.

Por 

Laura LeMoon

08/06/2021

ElHuffPost


Como prostituta, la gente me suele decir que busque un “trabajo de verdad”.

Me dicen cosas como: “Por lo que escribes, veo que eres inteligente. ¿Por qué no te buscas un trabajo normal?”. Lo gracioso es que no consigo un “trabajo normal” porque he admitido abiertamente que soy una trabajadora del sexo. Al parecer, no soy válida para escribir artículos como este que estás leyendo.

Durante mi carrera profesional he pasado como una pelota de tenis de la pobreza y la prostitución a una estabilidad temporal en trabajos de redacción, pero mi pasado siempre se convierte en un arma arrojadiza contra mí como justificación para despedirme o no contratarme.

Entré en la prostitución como víctima del tráfico sexual en Nueva York con solo 18 años. Tras escapar de mi proxeneta, conseguí trabajo como trabajadora social en un refugio para víctimas de violencia de género. Estuve ahí tres años hasta que tuve que coger la baja para rehabilitarme de mi alcoholismo. Nada más regresar, me despidieron.

Después de aquello, volví por decisión propia al trabajo sexual. Necesitaba ingresos inmediatos y no podía confiar en la benevolencia de los empresarios y sus caprichos. A veces odiaba ser prostituta. Otras, en cambio, lo disfrutaba y lo encontraba empoderante. Sentía que tenía el control sobre cierta parte de mi destino.

Mi adicción a las sustancias y mi frágil salud mental también hacían que el trabajo sexual fuera una buena opción para mí en vez de un trabajo convencional de 8 horas al día. Con el trabajo sexual, por muy mal que me sintiera o los problemas que surgieran por mi alcoholismo y mi enfermedad mental, podía hacer lo que hiciera falta para cuidar de mí misma.

Una vez rehabilitada en 2015, empecé a buscar una razón para vivir más allá de las drogas y el alcohol. Desde niña me encantaba escribir y se me daba muy bien. Había conseguido empleo como trabajadora social cuando publiqué mi primer gran artículo. En ese artículo, criticaba la forma en que el movimiento contra el tráfico sexual trata a las víctimas de este mercado en Estados Unidos. Al leerlo, mi jefe me llamó al despacho, me acusó de apoyar la prostitución infantil y me despidió.

Si tú también vas a decirme que encuentre 'un trabajo de verdad', antes me tendrás que ayudar a cambiar el sistema”

Desde entonces, pese a mis años de experiencia como trabajadora social y redactora, nadie me ha querido contratar porque les preocupa que, al hacerlo, estén fomentando la prostitución o peor, el tráfico sexual.

Cuando escribo, toco sin pudor algunos tabús muy sensibles, como mis experiencias personales en el mundo de la prostitución, la drogadicción, las enfermedades mentales, el intento de suicidio, el tráfico sexual y la violencia de género. No escribo reseñas de libros ni artículos banales del tipo “10 consejos para conseguir un cuerpo de verano”. Escribo sobre experiencias personales que, para muchas personas, me invalidan como ser humano. Para esas personas, no merezco un trabajo corriente, ni estabilidad financiera, ni amor, y si me apuras, ni mi existencia.

Mi sola existencia es objeto de controversia, y cuando no, mi pasado y mi realidad incomodan a la gente.

Pese a las consecuencias, escribo sobre estos temas porque prefiero vivir en la pobreza mientras defiendo mi causa que esconderme y vivir una mentira más cómoda para los demás.

Incluso los trabajadores sexuales que no hablan de su trabajo tienen dificultades para encontrar empleos corrientes. Quizás no tengan muchos estudios y puede que sí tengan lagunas sospechosas o incluso delitos en sus currículos, pero eso también son obstáculos reales que les impiden encontrar “trabajos de verdad”.

Si alguien quiere salir de la industria del trabajo sexual, ya sea una víctima de explotación sexual o solo una trabajadora sexual que busca un cambio, nuestra cultura y nuestras políticas de empleo no favorecen esa transición.

Me aterroriza acabar otra vez sin hogar, como les ha pasado a tantas personas que han desvelado abiertamente su implicación en la industria del sexo.

Más allá de leyes y políticas, algo que puede hacer la sociedad para contrarrestar estos obstáculos que sufrimos es mostrar una mayor predisposición para contratar trabajadores del sexo, fomentar la contratación de personas con lagunas en sus currículos o antecedentes penales y comprender lo difícil que es para nosotros empezar de cero. La diversidad en el mundo laboral también implica contratar a más personas con perfiles y pasados no convencionales.

Tengo unas destrezas y una experiencia tan valiosas como las de cualquier otro candidato a un puesto de trabajo. Si tú también vas a decirme que encuentre “un trabajo de verdad”, antes me tendrás que ayudar a cambiar el sistema.

Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.