Soy
madre y hago porno para llegar a fin de mes durante esta crisis
Llevo
11 años siendo stripper,
y no sentía demasiado interés por los espectáculos por webcam y
el porno hasta que el coronavirus y el cierre de los clubes de Oregon
el 16 de marzo acabaron con la mayor parte de mis ingresos.
La
pandemia cogió al mundo entero por sorpresa. Muchos lugares de
trabajo cerraron de forma indefinida y yo, como muchos padres
trabajadores, me vi obligada a explicarle a mi hija que algunas cosas
iban a ser distintas durante una temporada. No iba a poder jugar con
sus amigas, mamá no iba a poder comprarle tantos libros y juguetes y
nuestros horarios serían inusuales.
En
la era del coronavirus, tengo que depender completamente del trabajo
digital:
hago espectáculos yo sola y en pareja por webcam,
vendo vídeos de fetichismo y envío mensajes sexuales a cambio de
propinas. Al tener la custodia compartida de mi hija, tengo tiempo
para grabar porno cuando está en casa de su padre, pero sí que
tengo que hacer malabares para responder correos sexuales a altas
horas de la noche después de arropar a mi hija en la cama. A veces
puedo mandar fotos y hablar con mis clientes desde la bañera
mientras ella lee en su cuarto.
“¿Tu
familia sabe lo que haces?”. Mi hija conoce una versión de mi
trabajo adaptada a sus ocho años: sabe que mamá trabaja en un club
de striptease,
que baila para que otras personas la vean, les hace reír, les da
abrazos y recibe dinero a cambio, porque los cuerpos son bonitos e
interesantes y la gente paga dinero para poder apreciarlos, y también
porque tener compañía es importante”.
“Ayúdame
a normalizar la pornografía, porque para muchos es la única forma
de ganarnos la vida”
Cuando
crezca, le explicaré que he trabajado con los cuerpos y los
genitales de otras personas, que me han pagado a cambio de practicar
sexo y también por mantener conversaciones y por grabarme a mí
misma masturbándome o incluso aplastando cigarrillos con el pie. Le
explicaré que una parte de ese trabajo era legal y que otra parte,
no.
Ver
porno ayuda a la creatividad, a la percepción corporal, a validar la
identidad sexual y a normalizar actividades que todo el mundo
disfruta. Entretanto, los educadores sexuales profesionales y las
mayores plataformas pornográficas del mundo no dejan de animar a la
gente a practicar sexo digital para ayudar a frenar la curva.
Millones
de estadounidenses se han quedado sin trabajo y ahora, atrapados
entre pantallas, se devanan los sesos para encontrar la forma de
pagar la hipoteca o el alquiler. Algunas de esas personas están
probando suerte haciendo porno mientras reflexionan sobre qué otras
cosas pueden hacer para ganar dinero durante la cuarentena.
Pero el porno no es un camino sencillo. Quien lo recorra debe considerar
si sus familias les repudiarán cuando se enteren de que se han
masturbado enfrente de una webcam a
cambio de dinero o de que han vendido fotos sin ropa. Muchos padres
igual no pueden volver a sus “trabajos normales” si les
despiden por haber hecho porno para
sobrevivir en estos tiempos. Al mismo tiempo que a los trabajadores
sexuales se les alienta a “encontrar un trabajo real”, muchas de
estas personas son despedidas cuando descubren su pasado en el mundo
del porno.
La
tecnología es otro obstáculo para gente como yo, que hemos tenido
que recurrir al trabajo sexual por internet para llegar a fin de mes.
Cada vez es más difícil compartir contenido sexual por privado sin
que intervenga un gobierno o una plataforma. Skype espía las
llamadas de sus usuarios, y Zoom,
también,
para evitar “desnudos” y “obscenidades”, algo que está en
marcha desde que en abril de 2018 aprobaron las leyes
FOSTA y SESTA.
Además,
plataformas de pago como Paypal, CashApp y Venmo no permiten procesar
pagos por actividades comerciales para adultos y revisan los
conceptos por si tienen que ver con pornografía o desnudos. Es muy
difícil cobrar por tu trabajo sexual de forma legal y digital.
“El
porno es una de las pocas industrias en las que las mujeres cobran
más que sus compañeros hombres”
Otro
obstáculo muy duro para cualquier trabajador sexual es descubrir la
forma de gestionar una red social y una cuenta para fans a cambio de
dinero y no solo de más “Me gusta”. Instagram, Facebook yTumblr
tienen cada vez más censura desde que se aprobaron las leyes FOSTA y
SESTA. Los pequeños creadores de contenido para adultos
probablemente son desactivados o sufren baneos en la sombra, lo que
hace casi imposible que los clientes lleguen a ti.
Ahora,
amenazando la privacidad de todos los estadounidenses, hay un
nuevo proyecto
de ley que
les concedería a las autoridades un
acceso ilimitado a
todas nuestras comunicaciones con la premisa de que así se reducirá
el tráfico de menores, igual que decían que lograrían con las
leyes FOSTA y SESTA. Si aprueban esa ley, criminalizarán a los
trabajadores sexuales, a los periodistas, activistas y artistas que
pillen por la censura de estas “obscenidades”.
Estas
leyes y actitudes sociales nos complican la forma de ganarnos la
vida, de recibir y de solicitar cobros, de realizar nuestros propios
anuncios y de quedarnos un mayor porcentaje de lo que generamos en
las plataformas. Nos complican las cosas a las personas como yo, para
quienes hacer porno durante la cuarentena es la única opción real
que tenemos de ganar dinero para nuestras familias.
Como
mínimo, hay que pensar en los niños. Cuando pones trabas a la
capacidad de los padres de ganar dinero, estás haciendo daño a sus
hijos.
“¿Quién
te ha comprado esos zapatos, mami?”. Me los ha comprado un cliente
para cuando pueda volver al club. “Uno de mis clientes, para darme
las gracias”, le dije, y es la verdad. Mi hija está sentada al
otro lado de la mesa de la cocina con sus deberes, aprendiendo a
multiplicar, y se vuelve a poner los cascos mientras yo sigo
redactando este post.
Se me da bien el cálculo mental y le gusta cotejar sus respuestas
con las mías. ”¿Seis por ocho?”. Estoy acostumbrada porque,
como stripper,
tengo que hacer cálculos mentales rápidos todos los días para
llevar la cuenta de mis ingresos, mis gastos y mis tarifas. Lo que he
aprendido en el club me está ayudando con las clases de mi hija,
pero no me sorprende.
El
porno es importante. Ver tetas anima a la gente, y puede ser una
actividad de ocio o educativa si la ve un público acostumbrado al
porno. Me encanta leer comentarios como “Tus vídeos me han ayudado
a enseñarle a mi marido a ir más lento durante el sexo”, “Gracias
por normalizar el uso de una palabra de seguridad” o “No me suele
gustar el porno lésbico, pero el tuyo me ha parecido muy real”.
Muchos de mis espectadores son mujeres, y muchos también son padres
y madres.
“Hay
muchísimo porno gratis disponible, pero buena parte de ese porno es
robado de creadores como yo”
Si
quieres ayudar a las mujeres trabajadoras, a las familias, a las
personas queer y
a las personas que trabajan pese a sus enfermedades (mentales y
físicas) crónicas, si quieres apoyar a los creadores de contenido
negros y trans, ayúdame a normalizar la pornografía, porque para
muchos es la única forma de ganarnos la vida. Las personas que están
contra la pornografía, conocidos como “abolicionistas del porno”,
odian cuando oyen que el porno es una de las pocas industrias en las
que las mujeres cobran más que sus compañeros hombres, tanto por
internet como fuera de él.
Hay
muchísimo porno gratis disponible, pero buena parte de ese porno es
robado de creadores como yo, y ahora es el mejor momento para empezar
a pagar directamente al creador o para que este cobre su comisión.
Eso, literalmente, mantiene arriba nuestro ánimo y da de comer a
nuestras familias.
Paga
por lo que consumas o deja una propina si es posible. La
escritora Tina
Horn señaló
hace poco: “Comprar porno directamente a los trabajadores del sexo
es el equivalente al mercado agrícola de la industria del cine
adulto”.
Esta
cuarentena me ha enseñado lo que ya sabía como trabajadora sexual y
como madre: no hay que depender del Gobierno para obtener protección
ni recursos. Hay que tener muchos planes alternativos para ganar
dinero en situaciones críticas. Debo ser tenaz. Es de esperar que la
gente trate de forzar mis límites y yo tendré que imponerme. Debo
ser un buen modelo de conducta y ser amable con los demás. Tengo que
aprender y enseñar sobre el consentimiento y mejorar mis habilidades
comunicativas.
El
porno está salvando la vida a muchas personas durante esta
cuarentena (y siempre), literalmente. Los derechos sexuales son
derechos civiles y tenemos que poner todo de nuestra parte para
protegerlos y respetarlos, por nosotros y por nuestros hijos.
Este
post fue
publicado en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del
inglés por Daniel Templeman Sauco.