Me
ganaba la vida como trabajadora sexual. Luego empecé a cuestionarme
mi género
A
medida que me hago mayor, la idea de fingir ser otra persona que no
soy para ganarme el pan me desagrada más y más.
Por
Hayley
Jade, Redactor invitado
08/12/2021
ElHuffPost
Nunca
he encajado en una categoría. Antes me definía como bisexual,
poliamorosa, discapacitada y trabajadora del sexo. Hace poco salí
del armario también como persona no binaria, tras darme cuenta de
que los sentimientos negativos que había tenido hacia mi cuerpo eran
síntomas de disforia de género.
Durante
la mayor parte de mi vida he sido una persona delgada, lo que encaja
con el estilo andrógino que expresaba de forma inconsciente.
Conforme me acercaba a los 30 años, empecé a ganar peso, y desde
hace dos años mis nuevas curvas me han provocado una incomodidad
increíble con mi cuerpo. Ya no sabía qué ponerme para disimular
mis grandes pechos.
Cuando
estaba sin ropa me parecían dos objetos extraños de los que tenía
que deshacerme, no una parte que me gustara de mi cuerpo. En cambio,
como trabajadora del sexo, me resultaba fácil utilizar mis pechos
como parte de un uniforme que los hombres encontraban atractivo. Los
cubría con lencería igual que las demás trabajadoras del sexo que
veía.
Llevaba
años utilizando mi feminidad como reclamo para mis clientes. Antes
de eso, la había utilizado para atraer a mis parejas.
“Me
hice trabajadora del sexo porque era mi mejor baza con la
discapacidad que tengo”
De
niña y adolescente, era una marimacho que intentaba jugar al fútbol
con los chicos, pero ellos se negaban a jugar conmigo. Cuando la
sociedad me presionó para que me vistiera y me comportara “como
una mujer”, lo hice. Cada vez que tenía una cita con un hombre o
conocía a la madre de mi pareja, me ponía un vestido y hablaba en
un tono más agudo.
Son
estereotipos, por supuesto. No tienes que hacer nada para ser una
mujer. Supongo que desde muy joven ya me sentía diferente y para
sobrevivir me convencí de que no debía llamar la atención.
Sin
embargo, no poder ser uno mismo pasa factura. Poco a poco, a lo largo
de los años, he ido probando cosas que me hacían sentirme más yo.
En todas mis relaciones, he tomado prestadas las camisetas de mis
novios. Con mi último novio, empecé a tomar prestados también sus
calzoncillos. Él me decía que le gustaba más cómo me quedaba la
ropa interior de mujeres y que tal vez yo era trans o no binaria.
Aunque acabó teniendo razón, es una experiencia que demuestra lo
sexista que es nuestra sociedad cuando una mujer no puede ni siquiera
llevar ropa interior cómoda sin que cuestionen su decisión.
Cuando
me di cuenta de que era una persona no binaria, estábamos todos
aislados en casa por la pandemia. Me tomé un descanso del trabajo
sexual, mantenía una relación a distancia y estaba empezando a
cuestionarme todo lo que había hecho en mi vida bajo una lente
masculina.
¿Cómo
quería expresar mi género ahora que estaba en la intimidad de mi
habitación? Dejé de maquillarme y empecé a comprar ropa en la
sección de hombres. Y entonces me enfadé por haber pasado toda la
vida sin haber disfrutado de los bolsillos que tiene la ropa para
hombres.
Veía
a hombres como Machine Gun Kelly en YouTube y sentía envidia de
género; deseaba poder verme y comportarme como él.
Cuando
llegó el momento de vacunarme y de preparar mi vuelta al trabajo
sexual, empecé a tener miedo. Ahora era una persona diferente. No
podía volver a los vestidos, los tacones y la lencería.
Cuando
me reuní con mi pareja, me costaba practicar sexo con él. No era
porque ya no me sintiera atraída, era que ya no sabía practicar
sexo fingiendo mi feminidad. No quería fingir feminidad para nadie,
nunca más, aunque eso implicara dejar el trabajo sexual y caer en
bancarrota.
Recientemente
me he tomado un tiempo para explorar mi género. Me dejé el pelo
corto e inmediatamente sentí que podía volver a respirar. Fui a una
peluquería unisex y pedí específicamente un “corte de pelo para
hombres”. Cuando fui al baño y me miré en el espejo, por fin
entendí lo que era la euforia de género.
“No
quería fingir feminidad para nadie, nunca más, aunque eso implicara
dejar el trabajo sexual y caer en bancarrota”
Ese
mismo día me compré jerséis anchos para ocultar mis pechos y
pantalones de chándal de hombre para ocultar mis caderas. Dejé de
depilarme las piernas por primera vez desde que era niña y, para mi
sorpresa, me encanta. Todos los días, cuando me visto y me paso las
manos por el vello, suelto un suspiro de alivio porque por fin me
estoy convirtiendo en la persona que ya sabía que era desde niña.
La
autenticidad es lo más importante. A medida que me hago mayor, la
idea de fingir ser otra persona que no soy para ganarme el pan me
desagrada más y más. Sé que hay muchas personas trans y no
binarias que no pueden salir del armario, así que es un privilegio
poder ser como de verdad eres, sobre todo si no encajas en las
clasificaciones binarias tradicionales.
A
comienzos de este año, me daba pavor ponerme gorra por si los demás
pensaban que estaba siendo muy masculina. Aunque suena irracional,
ese es el miedo que tenía de ser como realmente soy. Ahora, estoy en
pleno proceso de descubrimiento personal, experimentando con mi
aspecto físico y buscando algún psicólogo especializado en
identidad de género.
Aunque
ya no hago ningún trabajo sexual, sigo utilizando mi cuenta de
Twitter de entonces para explorar mi identidad. Incluso me he
cambiado el nombre de perfil: Forrest.
De
vez en cuando, cuando paso el rato en Twitter, me topo con
trabajadores sexuales no binarios y trans cuya existencia antes
ignoraba. Me hice trabajadora del sexo porque era mi mejor baza con
la discapacidad que tengo. Me gustaba sentirme atractiva pese a mi
discapacidad. Fue un alivio ver que si algún día decidía retomar
el trabajo sexual, seguiría habiendo demanda.
Aunque
no me interesa volver al trabajo sexual ahora mismo, tengo la
esperanza de que, si en el futuro lo retomo, quizás ya sepa ser
realmente yo y pueda disfrutar de nuevo de este trabajo.
Este
artículo fue
publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido
traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.