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jueves, 23 de septiembre de 2021

 

Hemeroteca

07/12/2018

Seis formas de recuperar la mecha sexual, según parejas reales

Un matrimonio sin sexo solo puede salvarse si ambos miembros se comprometen a cambiar.




Por Brittany Wong, HuffPost US

Cualquier persona que haya vivido meses (o incluso años) de sequía sexual en una relación habrá estado de los nervios y con miedo de que la única solución sea la separación.

No tiene por qué ser así, según la terapeuta sexual Shannon Chavez, pero un matrimonio sin sexo solo puede salvarse si ambos miembros se comprometen a cambiar.

"La persona con más libido tiene que mostrar una actitud positiva y tener paciencia. No te tomes de forma personal lo que le pasa a tu pareja. Ábrete a prestar atención a lo que tiene que decirte y no reacciones de forma negativa. Muestra empatía y comprensión como primer paso para solucionar el problema", explica.

La persona con menos libido también tiene que mostrar empatía, sostiene Chavez, así como "probar nuevas actividades que busquen tanto la conexión como el placer".

Hay foros en internet llenos de gente que no logró devolverle la vidilla a su dormitorio, pero también hay historias de superación. Descubre cómo recuperaron la mecha sexual seis parejas gracias a una actitud más positiva.

1. Asistir a clases de sexo

"Cuando mi marido y yo teníamos problemas, fuimos a clases de sexo y aprendimos a practicarlo. Resulta que, como le pasa a la mayoría, no habíamos recibido educación sexual y no conocíamos suficientes técnicas. Hay muchos motivos que impiden a la gente practicar buen sexo. Nosotros tuvimos que aprender que las parejas que juegan juntas, permanecen juntas, sobre todo en el dormitorio. También aprendimos nuevas técnicas que no se aprenden del porno, sino de profesores que saben lo que hacen". ―Susan Bratton, educadora sexual y autora de 'Sexual Soulmates: The 6 Essentials for Connected Sex'.

2. Explorar las fantasías del miembro con menos libido de la pareja

"Mi esposa es muy pasiva y tímida con el sexo. Es heterosexual, pero ha confesado tener la fantasía de hacerlo con otras mujeres. Sin embargo, también es muy celosa y las pocas veces que hemos hablado de incluir un tercer miembro, lo descartamos por los celos. Al final, exploramos la fantasía durante el sexo, fingiendo que había una tercera persona en la cama. Mi esposa me decía lo que podía hacer y lo que no podía hacer con la otra mujer. Parece que así le di una ligera sensación de dominio al ser la jefa en la cama.

Esto me hizo ponerme en marcha y encontrar porno para encontrar la clase de tríos que más me describía ella. Yo daba por hecho que mi mujer era bastante antiporno o que no le iba mucho, pero encontré unos vídeos en páginas porno para mujeres y le picó la curiosidad. Era diferente del porno que yo había visto siempre y descubrimos juntos que nos gustan las escenas que empiezan con un argumento y se desarrollan hasta convertirse en una buena escena. Lo llamamos "noche de cine" y ahora ella tiene una forma de pedir porno y verlo, algo que antes le daba vergüenza o le parecía raro". ― Neil

3. Defender tus necesidades sexuales

"Es complicado pensar en la solución que tomamos nosotros para acabar con la sequía. Para nosotros, la solución fue más bien un cambio de sistema en la forma de hablar de sexo. Si llevamos un tiempo sin sexo, puedo decir: 'Anda, vamos a acostarnos esta noche', algo que antes no funcionaba y ahora sí.

Para llegar hasta ese punto, lo más complicado que tuve que hacer fue aprender a defender mis necesidades. Estar en una relación en la que no practicas tanto sexo como te gustaría es complicado, ya que parece que no tienes derecho a sentirte mal por ello. En cuanto dejé de reprimirme eso y dejé de fingir que no me importaba, ella empezó a tomarse el problema más en serio y pudimos trabajar en los mecanismos que necesitábamos para mejorar la situación". ― Matt

4. Hablar sobre los sentimientos implicados en el sexo de forma sincera y abierta

"Mi esposa y yo hacemos muchas cosas de manera distinta ahora. Algunas son pequeñas y sencillas: un beso por la mañana antes de salir de casa y seguir en contacto durante el día. Otras son más complejas, como eliminar las culpas y fomentar de forma intencionada nuestra autonomía. Hemos aprendido que la intimidad requiere que tu pareja vea facetas tuyas de las que te avergüences y confiar en que te querrá igual, aunque su primera reacción sea hostil. Aprender a aceptar esa hostilidad inicial es necesario para uniros, y resolver vuestras diferencias requiere aprender a permanecer en calma ante la reacción de tu pareja. Es muy complicado hacerlo, pero merece mucho la pena. Las conversaciones sinceras construyen la intimidad, y la intimidad crea el deseo para practicar sexo". ― Pete

En cuanto entendí que el sexo era tan importante para él como la interacción verbal para mí, empecé a dedicar tiempo y esfuerzo a quererle como necesitaba.

5. Comprender la importancia que tiene el sexo para tu pareja

"Lo más importante que tuve que hacer como miembro de la relación con menos libido fue comprender lo importante que es para él el sexo en la pareja. Habíamos hecho el test de Los cinco lenguajes del amor. El suyo era 'contacto físico' y el mío, 'palabras de afirmación'. Me puse en su lugar para ver cómo me sentiría si él dejara de mantener conversaciones conmigo o si dejara de escucharme cuando necesito abrir mi corazón y tranquilizarme. Me lo imaginé sentado, mirando a la nada sin establecer contacto visual conmigo y sin reaccionar, esperando a que yo terminara pronto de hablar, del mismo modo que yo no le había dedicado ningún esfuerzo al sexo durante meses. Estaría desesperada y me sentiría poco querida, despreciada. En cuanto entendí que el sexo era tan importante para él como la interacción verbal para mí, pude empezar a dedicar tiempo y esfuerzo a quererle como necesitaba.

A cambio, él también tuvo que esforzarse. Hizo falta mucho valor para confiar en que yo no iba a intentarlo durante unos pocos días y luego volver a dejarlo. Él tuvo que ser muy sincero conmigo en cuanto a sus sentimientos y al impacto que tenían sobre él mis frecuentes rechazos, mientras que yo tuve que prestar atención sin ponerme a la defensiva. Tuvo que dejar salir muchos años de recelo y resentimiento. Para devolverle la vida a un dormitorio se necesitan dos personas comprometidas dispuestas a esforzarse. Hace falta ser un equipo para superar el problema sexual, médico o de la propia relación que esté causando esta dinámica. Es imposible solucionarlo si lucháis el uno contra el otro. Pero merece muchísimo la pena". ― Christina

6. Planificar el sexo

"Teníamos poca actividad en el dormitorio, sexo por obligación tres veces al mes. Mi meta personal era tener más y mejor sexo. Para comprender los problemas, leí muchos libros y artículos, así como foros como DeadBedrooms en Reddit. Mi esposa decidió embarcarse también en esta aventura y diseñamos un plan con muchos pasos. La comunicación fue fundamental, así que hablamos mucho. La intimidad facilita las buenas relaciones sexuales, de modo que nos acurrucábamos y nos besábamos diariamente. Planificamos dos o tres sesiones de sexo por semana. Cuanto más lo hacíamos, más deseados y amados nos sentíamos. Aprendimos a compartir y a preocuparnos más por el otro. Han pasado dos años y medio y nuestra receta sigue evolucionando. Tengo 70 años y mi esposa tiene 66. Esta aventura ha requerido mucho trabajo, pero ahora estamos muy felices". ― John

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

 

Hay un atentado y crecen las ventas de los fabricantes de armas.

Hay una crisis y los bancos incrementa brutalmente sus beneficios.

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El Vaticano lo consideraba una línea roja y dio orden a todos sus sacerdotes en España para que criticaran a Zapatero en sus sermones

La Iglesia católica pactó con el PP la presentación del recurso contra el matrimonio homosexual

ANA RODRÍGUEZ | 07/noviembre/2012

La Conferencia Episcopal y su jefe, Rouco Varela, guardan un sorprendente silencio ante la sentencia del Constitucional. Llamativo porque para el Vaticano el matrimonio homosexual en la católica España era una línea que no se debía traspasar y por eso pactaron con el PP una movilización total con manifestaciones en la calle y el recurso ante el Alto Tribunal.

El Vaticano tiene una experiencia milenaria en política internacional y sabían que la legalización del matrimonio homosexual en la ‘católica España’ suponía la caída del principal muro defensivo de su doctrina con repercusiones en todo el mundo. La actual curia vaticana no hará un debate en profundidad sobre si es sostenible su discurso o doctrina en la sociedad actual (se mantiene la prohibición sobre los anticonceptivos, la investigación con células madre, la reproducción asistida, se margina a la mujer del ejercicio eclesiástico, se mantiene el celibato en el sacerdocio, etc…) Es más, el debate se ha cerrado con posiciones aún más extremas dado el poder y la influencia que ha conseguido el Opus Dei en la Iglesia católica. El atrevimiento de Zapatero desató todos sus temores y también provocó que tocaran a arrebato en una movilización sin precedentes contra un presidente democráticamente elegido por los españoles.

España y Polonia países estratégicos para el Vaticano

Ante el empuje de nuevas religiones más tolerantes con la vida privada, para el Vaticano hay dos países estratégicos donde era necesario frenar el avance laico y mucho más el progresista: España y Polonia. No olvidemos que el otro gran país europeo católico, Francia, es un Estado Laico en toda su dimensión en el que además la influencia de la religión en la política es mucho menor. Si España legalizaba el matrimonio gay caía un símbolo estratégico para el Vaticano, especialmente por su repercusión en Latinoamérica.

Los temores del Vaticano se confirman

Para la curia vaticana la intención de Zapatero era muy peligrosa, era necesario pararla a toda costa. Suponía acabar con la imagen internacional de una España católica, conservadora y machista. Y si esa España se atrevía ¿por qué no iban a hacerlo otros países? Era también un atrevimiento porque, cuando Zapatero aprobó la Ley del matrimonio homosexual sólo estaba reconocido en dos países.

La Ley de Zapatero fue la más avanzada del mundo, y detrás de él se atrevieron otros gobiernos y sí, también en Latinoamérica, como ocurrió en la capital de México o en el distrito de Buenos Aires. Estados norteamericanos, países europeos y hoy mismo Francia, a la que por primera vez en la historia adelantamos, y con mucho, en derechos civiles.

La Iglesia católica y Rajoy han perdido la batalla, aunque Zapatero pagó un precio: la virulenta campaña mediática que toda la derecha dirigió contra él, en lo político, lo personal y lo familiar.

Estrategia conjunta con el PP
Por afinidad ideológica y de creencias, la Iglesia contaba con un aliado político poderoso, el principal partido de la oposición, el Partido Popular. Aunque algunas voces como el alcalde de Vitoria o Alberto Ruiz-Gallardón defendían el matrimonio homosexual, eran muy minoritarias y Rajoy apostó plenamente por la línea dura. Se movilizó como nunca al ultracatólico “Foro de la Familia” y se presentó el recurso ante el Tribunal Constitucional.

Por primera vez se vieron sotanas, nada más y nada menos que de obispos y cardenales, sujetando pancartas.

A cambio, sermones contra Zapatero
La Conferencia Episcopal española, con el visto bueno del Vaticano,

dio orden a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas de toda España de que en todos sus actos, especialmente en todos los sermones, se arremetiera contra el presidente del Gobierno.

Le calificaban de radical, de anticlerical, de perseguir la libertad religiosa, de atacar la libertad de educación. Zapatero, con la Ley del matrimonio homosexual, Educación para la Ciudadanía y la Ley de la memoria histórica removió lo más profundo de la Iglesia católica, cuyos curas llegaron a recoger firmas en todos los pueblos de España contra él. Jamás en la historia de este país se vio nada igual: sotanas sujetando pancartas y curas enviando a voluntarias y voluntarios casa por casa a recoger firmas contra Zapatero. Ha triunfado la igualdad de derechos y Rouco y el Vaticano guardan silencio.




 


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Iñaki Gabilondo se retira.

Un gran profesional, un maestro y una excelente persona.

 

La triste vida de la persona más inteligente de la historia: socialista, ateo y 320 puntos de coeficiente intelectual

Con 7 carreras universitarias y hablando 40 idiomas, fue un infeliz que no conoció el amor ni la vida

JUAN LUIS VALENZUELA

 Domingo, 19 de septiembre de 2021

ElPlural







James William Sidis se convirtió en una leyenda por poseer uno de los coeficientes más elevados jamás tasados: 320. El dato es mucho más increíble si tenemos en cuenta que el científico mundialmente más conocido, Albert Einstein, tenía 160. Según el ranking de la Emory University  de Coeficientes/Cocientes Intelectuales (IQ) sólidamente establecidos el campeón mundial de ajedrez, Bobby Fischer poseía 187 puntos, Galileo Galilei, 185 y Mozart o Charles Darwin, 165.  El coeficiente de una persona adulta con una inteligencia media es de 90 a 110. Una persona por encima de la media mide de 111 a 120. Una persona dotada (el 6 por ciento de la población mundial) oscila entre 121 y 130.

Familia judía americana de Ucrania

Pero ¿quién era el hombre más inteligente de la historia y cómo fue su vida? William James Sidis era hijo de padres inmigrantes ucranianos y judíos. Nació el 1 de abril de 1898 en Nueva York. Su padre, Boris Sidis, médico psiquiatra y filósofo, emigró en 1887 para huir de la persecución política de su país de origen. La familia de su madre, Sarah Mandelbaun, (licenciada en medicina), había huido en 1889 de los pogromos rusos contra los judíos. Su madre, Sarah se graduó en Medicina en la Universidad de Boston y fue allí donde conoció a Boris Sidis, médico psiquiatra y filósofo. El padre de Siris publicó numerosos libros y artículos destacando en la especialidad en psicología anormal. Años antes en su tierra natal, Ucrania, estuvo en prisión acusado de “enseñar a los campesinos a leer”. La policía zarista lo interrogó y lo torturó por lo que decidió emigrar después a los Estados Unidos huyendo de esa persecución política.

Los padres de William se pusieron el arriesgado objetivo de tener un hijo y estimularlo para que fuera una especie de genio fundamentando las prácticas para lograrlo en determinadas teorías pedagógicas que el padre había desarrollado anteriormente. Base no les faltaba con el nivel de coeficiente intelectual de su hijo. El padre mantenía que la inteligencia y su desarrollo eran consecuencia de una estimulación temprana. “Conducimos la mente del niño por canales estrechos atrofiando y deformando su mente hacia la mediocridad. Si el niño se desenvuelve en los rígidos moldes del hogar y la escuela el resultado será una permanente mutilación de su originalidad y genio”. Lo que tal vez desconocía el progenitor del hombre más inteligente de la historia, es que a la vez estaba labrando el camino hacia una desgraciada y triste vida de su hijo.




Sidis, desde su más precoz infancia, mostró enormes habilidades intelectuales en cuanto a memoria destacando especialmente en matemáticas y en el dominio de diversas lenguas. Hay un consenso amplio en que puede ser considerado la persona más inteligente de la historia.

Con 8 años leía el periódico

Unos datos lo avalarían pues comenzó a andar con tan solo 8 meses. Con 2 años ya estudiaba latín y con 8 años y medio leía el New York Times. Su facilidad para los idiomas hizo que a los ocho años manejase con facilidad ocho idiomas, francés, alemán, ruso, griego, latín, hebreo, armenio y turco. A los 8 años ingresó en Harvard tras previa aprobación de un examen. Al final de su vida dominaba perfectamente más de 40 idiomas. De él se cuenta que con un año y seis meses, de manera súbita, le pidió a su madre una hoja de The New York Times y, en voz alta, comenzó a leerla.







Entre los 4 y 8 años escribe dos libros de anatomía y otros dos de astronomía

Para el objetivo de “fabricar” un genio infantil, se adaptó una de las habitaciones de la casa, la que mayor iluminación recibía y se la dotó de despacho y una biblioteca. Su carrera desde niño es vertiginosa. Aprueba el tercer curso de primaria en solo tres días. Entre los cuatro a ocho años de edad escribe dos libros de anatomía y otros dos de astronomía y ya maneja ocho idiomas. Se trataba de las lenguas que le habían enseñado y los del entorno de comunidad rusa neoyorquina (latín, griego, francés, ruso, alemán, hebreo, turco, armenio e inglés.

Crea su propio idioma, el vendergood

Fue aceptado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts con menos de 8 años y con 11 ingresa la Universidad de Harvard como experto en Matemática. Con 16 se graduó en Medicina. Un dato que revela su alta inteligencia es el hecho de que con 7 años creó su propio idioma denominado el vendergood, con raíces latinas y griegas complementadas con vocablos del alemán, el francés y otras lenguas romances.

Su vida y educación generó un amplio debate en la sociedad americana y en los periódicos con partidarios y detractores. Sus contrarios mantenían que William tenía una tendencia a no centrarse en algo en concreto sino que deambulaba de una disciplina a otra sin orden ni concierto. La prensa lo mostraba como un crack aunque los científicos los tuvo en contra. Tampoco le ayudó su compromiso político de izquierda. Sus convicciones, que hizo públicas, de ser ateo y socialista, le causaron problemas y actitudes despreciativas que terminaron marginándole.

Comprometido con la izquierda y ateo, es detenido

Pero una vida así pasa factura. Poco a poco William se siente solo y sufre sus consecuencias soledad. Abandonado por la comunidad científica, mal visto por su ideología de izquierda y atea, su rechazo a alistarse para la Segunda Guerra Mundial y su detención por manifestarse el Primero de Mayo, lo sume en la tristeza. A ello hay que unirle su enfermedad y las dolorosas migrañas diarias que le acarrean. Una dolencia que años después culminaría con su fallecimiento.

Encarcelado en la vida

En realidad la vida de este talento mental fue una continua tortura generada por unos padres ambiciosos que lo sometían permanentemente a duras y prolijas pruebas al objeto de medir su inteligencia, una dura vida sin infancia y tratado como una especie de conejillo de ideas. Ello lo llevó a hacer de su vida una especie de cárcel en la que se encontraba aprisionado. Cansado de esta situación, tomó la decisión de irse  una noche huyó. Se alejó de sus padres, malvivió con trabajos precarios. Más tarde, tras un tiempo aislado, visitaba esporádicamente el hogar familiar.

Pero el ambiente asfixiante prosiguió sumando más carreras universitarias a su currículum, Se conoce que llegó a finalizar hasta siete carreras. Su popularidad no contribuía a hallar la paz y salir a la calle ya se había convertido en un problema para William.

Se instaló en un diminuto apartamento de Boston del que solo salía para visitar a sus padres o para practicar su activismo político acudiendo a actos y reuniones de la izquierda. Una mente tan inteligente, un hombre con tanta formación y tan erudito, en cambio no estaba preparado para lo cotidiano pues no sabía cocinar, lavarse su ropa ni cualquier tipo de actividad doméstica.

Conoce a una joven activista irlandesa

En una de las manifestaciones políticas a las que solía acudir conoció a joven activista irlandesa que no buscaba la popularidad y notoriedad de William. Era Martha Foley. A la joven le atrajo precisamente de él su aspecto solitario. Rompiendo la timidez de Sidis se le acercó y entabló conversación a pesar de que este, ante la presencia de una mujer, no sabía pronunciar ni una palabra. Sidis halló en Martha todo lo que le había sido negado por la rígida y excéntrica educación que recibió en su casa. Encontró en Foley la vida. A partir de ahí se citaron en varias ocasiones y en William fu feliz durante esas semanas con Martha

Informó a su padre de esos pequeños escarceos con la joven irlandesa y la respuesta fue la incomprensión y la recomendación de que la volviera a ver. El miedo del padre a que se “malograra” su gran logro científico hizo que un egoísta padre le recomendase que se alejase de la joven y dejara de verla para siempre. William acató la orden de su progenitor, cortó con Martha y dejó de verla. Al mismo tiempo dejó también de ir a ver a su padre, de dar entrevistas a los periódicos y de acudir a las actividades y manifestaciones políticas. Como una planta enferma se fue secando y marchitando. Se encerró en su apartamento. Su cabeza no pudo más la presión y el 17 de julio de 1944 sufrió una embolia cerebral. Una semana después su cuerpo fue hallado en el suelo de la casa. Entre sus pertenencias de carácter personal hallaron una foto deteriorada de Martha Foley. Tenía 46 años… y 320 de coeficiente intelectual.


martes, 21 de septiembre de 2021

 

Siete cosas que debes hacer después de tener sexo

Después de la diversión, toca fortalecer la relación con pequeños gestos.

  • Jenna Birch

  • 29/11/2018

ElHuffPost

Probablemente sepas lo que debes hacer antes de la intimidad física, desde planear hasta tener un buen ánimo en ese momento, pero es posible que tengas menos certeza sobre lo que se debe hacer después del sexo.

Algunas personas optan por dormirse, a otros les gusta acurrucarse en silencio, a otros les gusta reír o hablar. Sin embargo, también deben hacer algunos trucos para su salud física y mental.

Al hacer solo algunas cosas esenciales justo después de disfrutar a tu pareja, puedes extender la intimidad y tener un bienestar sexual óptimo. A continuación, te damos algunas actividades respaldadas por expertos que debes considerar inmediatamente después de cada momento de placer con tu pareja:

1. Ir al baño

Lo que todos escuchan acerca de orinar después de tener sexo es verdad, dijo Sunny Rodgers, entrenadora sexual certificada y embajadora de la Asociación Americana de Salud Sexual.

"Este es el primer paso que siempre sugiero para después de tener sexo", explicó Rodgers. "Puede ayudar a disipar cualquier bacteria o toxina". Luego, Rodgers dijo que es posible que desees lavarte brevemente, "con un paño limpio, jabón suave sin perfume y agua tibia".

Este paso de higiene esencial hará mucho para garantizar la comodidad y ayudarte a proteger contra infecciones, como las UTI dolorosas.

Por cierto: también recuerda limpiarte de adelante hacia atrás.

2. Elige ropa interior transpirable

La experta sugirió ponerte ropa interior transpirable. "El algodón es el mejor para permitir que los genitales respiren", explicó. "Al ser una fibra natural, el algodón también es hipoalergénico, altamente absorbente y no irrita las regiones más sensibles, que son propensas a una mayor sensibilidad y humedad después del sexo".

3. Abrazarse

Hay una razón por la que la plática en la cama es tan satisfactoria: fortalecer la unión. Cada vez que tienes relaciones sexuales con tu pareja, se libera "la hormona del amor", conocida científicamente como oxitocina.

"Esta hormona crea una sensación de cercanía", dijo Chamin Ajjan, psicoterapeuta y terapeuta sexual en Nueva York. "Hablar con tu pareja después del sexo es una excelente manera de conectarse y crear aún más intimidad. Puedes hablar sobre tus esperanzas, tus sueños, lo que te gustaría hacer con esa persona o cualquier cosa que sea importante para ti".

4. Hidratarse

Es bueno tener un vaso con agua en el dormitorio para tomar un poco después de tener relaciones sexuales. "Beber por lo menos un vaso con agua después del sexo puede ayudarte a hidratarte y mantener tus niveles de energía altos, ya que la estimulación sexual puedes agotar la fuerza", dijo Rodgers. "También puede ayudarte a eliminar las bacterias de las vías urinarias".

5. Comer un bocadillo

No es raro sentir hambre después de tener relaciones sexuales, ya que quemas calorías y aumentas tu ritmo cardíaco. Las semillas de chía o un té verde los repondrán, comentó Rodgers. También puedes considerar cocinar algo simple pero satisfactorio juntos, como unas quesadillas, dijo Ajjan.

Es una excelente manera de continuar la vinculación y fomentar más el trabajo en equipo y la buena comunicación.

6. Hacerse un cumplido

Para aprovechar al máximo los futuros encuentros sexuales, es importante verbalizar lo que te gustó con tu pareja. "Inmediatamente después de tener relaciones sexuales, la oxitocina sigue siendo alta", dijo Karla Ivankovich, terapeuta de parejas y consejera clínica de OnePatient Global Health.

"Compartir entre sí lo que realmente disfrutas en la intimidad, física o emocionalmente, es una excelente manera de mantener lazos". Incluso si no llegaste al orgasmo, conectarte en un nivel emocional y comunicarte permite "satisfacer las necesidades de todos", explicó Ivankovich.

7 Reírse

. Justo después del sexo, también puedes mantenerte en una mentalidad juguetona y conectarte con un poco de humor. "En el estado de euforia post-coital, todo parece mejor", dijo Ivankovich. "Cuéntense una broma cursi, sean tontos y extiendan el tiempo en la intimidad. Ese tiempo extra es importante.

"Si uno de los dos se va demasiado rápido, alguien se sentirá que solo fue momentáneo". En general, traten de no pensar en el sexo como una obra de un solo acto. También deben girar en torno a relajarse juntos, prolongar la intimidad y cuidar su salud.

Este artículo se publicó originalmente en HuffPost.



 



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El anillo de Saturno

Santo Prepucio
Sagrada Reliquia

viernes, 23 de octubre de 2015

Santo Prepucio (El anillo de Saturno) Una historia apasionante….

Santo Prepucio

Sanctum Praeputium

 El anillo de Saturno

Santa Catalina de Siena

Patrona de Italia, se casó místicamente con Jesús, tuvo una experiencia mística en la que Jesucristo le regalaba un anillo realizado con la piel de su prepucio. En una visión la Virgen María la presentó a su hijo Jesús y como señal del matrimonio, Jesús le entrega el anillo de casamiento confeccionado con piel de su prepucio diciéndole: “recibe este anillo como testimonio que eres mía  y serás mía para siempre”

Esta Santa, que gritaba rodando por el suelo y tenía visiones, afirmaba que llevaba en el dedo el prepucio del Señor, visible para ella, pero, lamentablemente, invisible para los demás. Y cuando su dedo, el de Catalina, también se convirtió en reliquia (como su cabeza), muchas beatas que lo adoraban llegaron a afirmar que allí veían el anillo de carne. Increíble visión salpicada de ciertas suspicacias.
Agnes Blannbekin

El éxtasis que despertaba tanta fe llevó a la monja capuchina austriaca Agnes Blannbekin, fallecida en 1715, a sentir milagrosos efectos. Precisamente ella vivió en la época en que se festejaba el Día de la Circuncisión (primero de enero de cada año). La hermanita Agnes lloraba por la sangre derramada a tan temprana edad por su Señor, y fue en una de esas fiestas litúrgicas  donde sintió el prepucio de Cristo en su lengua.

Su párroco, el benedictino austriaco Pez, contó: “¡Y ahí estaba! De repente sintió – la monja – un pellejito, como la cáscara de un huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas se lo había tragado de nuevo, sintió en su lengua el dulce pellejo, y una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces…Y le fue revelado que el prepucio había resucitado con el Señor el día de la resurrección. Tan Grande fue el dulzor cuando Agnes tragó el pellejo, que sintió una dulce transformación en todos sus miembros.

En busca del Santo Prepucio

Álvaro Corazón Rural
Las películas de Indiana Jones y su follamigo Tapón son magníficas. Eso no lo puede negar nadie. Steven Spielberg tiene un gran talento. Eso tampoco se puede discutir. Pero a la vista de la historia de la Santa Madre Iglesia, las reliquias que se eligieron para En busca del arca perdida y La última cruzada la verdad es que tienen muy poco interés. Son muy mainstream. Aunque hay que perdonar al director estadounidense: nuestra religión católica, con su Medievo y el grácil impulso de la Contrarreforma, le pilla muy lejos mental y geográficamente. No obstante, si se dejara recomendar y pudiéramos sugerirle un buen guion para su héroe —ese aburrido profesor de universidad que sufre una tormentosa relación con su padre, severo y castigador, y huye a la India con un adolescente asiático al que invita a meterse con él en una oscura cueva en el extrarradio de un poblacho donde vive otro señor que, vaya, roba niños— esa historia sería la de la búsqueda de la reliquia más apasionante de la caprichosa imaginería católica: el prepucio de Jesucristo. El Santo Prepucio.

La carne vera sacra, auténtica carne sagrada, puesto que durante mucho tiempo estuvo prohibido referirse a ella como «prepucio», era la punta del pene del niño Jesús, quien fue debidamente sometido a la ley judía. Este apéndice posiblemente fue venerado en su tiempo porque las autoridades eclesiásticas de la Edad Media lo asumieron como un sustituto del habitual pene erecto de otras religiones, símbolo de la fertilidad. Lo cierto es que Cristo fue circuncidado al octavo día, el que ahora llamamos Año Nuevo, que desde el 567 fue declarado día de la Fiesta por la Circuncisión de Cristo con el fin de alejar a los fieles de las mascaradas erótico-salvajes de herencia romana que tenían lugar la primera noche del año en la Galia y en Hispania. Y su circuncisión es un hecho. Al menos para la Iglesia, puesto que viene relatado en el Evangelio de San Lucas.

Si queremos profundizar, encontrar detalles, las fuentes ya son más dudosas, pero las hay. En el Evangelio de la infancia, apócrifo, se cuenta que la anciana que realizó la operación guardó el prepucio en una vasija de alabastro llena de aceite aromático de nardo, se lo entregó a su hijo y le dijo: «Guárdate de vender este vaso lleno de nardo, aunque te ofrezcan por él trescientos dineros». El chaval, como los adolescentes de todas las épocas, no hizo ni caso a su vieja y le vendió la vasija con el aceite y el prepucio a María Magdalena. Años después, coincidencias de la vida, cuando Jesús entró en casa de Simón el Fariseo, María estaba allí y le lavó los pies con ese aceite. ¿Y el prepucio que había dentro? Nadie lo sabe a ciencia cierta.

Pero como el recorrido de la vasija en este punto se le antojaba a este redactor más propio de un argumento de David Lynch, pregunté a un teólogo católico por las recurrentes coincidencias del «guion». Me recomendó que no me esforzase en hilar un relato porque no tiene sentido hacerlo: «Estás intentando armonizar un texto apócrifo con los canónicos, lo mismo que intentaron hacer los hagiógrafos, lo que fuerza el sentido de los canónicos. Estos por sí mismos no dan a entender nunca que María Magdalena le ungió los pies. Pero la iconografía y “caza” de reliquias del Medievo se sirven muchas veces de los textos apócrifos», explicó.

No obstante, aunque la historia sea incoherente vista ahora, desde el siglo XXI, en su día sí se discutió y muy seriamente dónde fue a parar el señalado trocito de piel. Hubo varias interpretaciones y discusiones. ¿Subió el prepucio allá donde se hallara al cielo con Jesús cuando este resucitó? Había quien decía que sí, porque subió el cuerpo completo; quien decía que no, que el prepucio, como los pelos, las uñas o las heces, eran partes del cuerpo de Cristo no esenciales, o sea, humanas, que se quedaron en tierra; y también hubo una escuela de pensadores que consideró que le creció otro nuevo al resucitar. Por no mencionar al teólogo griego renacentista Leo Allatius, que en su ensayo De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba (Discusiones sobre el Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo) propuso una cuarta vía en la que el prepucio subía al cielo por su cuenta, pero no iba al cuerpo de Jesús, sino que se acoplaba como uno de los anillos de Saturno. Galileo Galilei había observado por el telescopio en esas fechas, 1610, que Saturno contaba con «extraños apéndices», en 1655, el astrónomo holandés Christiaan Huygens, vio definitivamente que eran anillos y, poco después, el aludido teólogo les corrigió: «qué va, qué va, eso lo que va a ser es el prepucio de Dios».

Mucho antes de esta teoría saturniana, la que se impuso fue la de que Jesús subió al cielo dejando en la tierra las partes sobrantes de su forma humana, entre ellas obviamente el prepucio, que se convirtió en una preciada reliquia, si no la que más. Tal vez lo de las reliquias a día de hoy nos parece cosa de mofa, pero en la Edad Media no lo era ni mucho menos. No solo porque la gente creyese que tenían poderes, que obraban milagros, sino porque constituían un negocio de primer orden precisamente por ese motivo. Tras las reliquias iban los peregrinos, que dejaban limosnas, lo que se traducía en pingües beneficios, pasta, o sea, poder.

Por eso todas las iglesias, capillas y abadías pujaban y competían por las reliquias. El Santo Prepucio era la gallina de los huevos de oro y no pararon de aparecer por Europa. En Francia fueron célebres las de Chartre, Metz, Charroux, Conques, Langres, Fécamp, Puy-en-Velay y dos en Auvergne. En Alemania hubo en Hildesheim. En Bélgica en Amberes. El escritor renacentista Alfonso de Valdés aseguró haber visto la reliquia en Burgos y, por supuesto, había una en Roma. Puede que fueran hasta ochenta en total.

Aparte del negocio, también impulsó la fiebre por las reliquias la cristianización del norte de Europa. En 787, en el Concilio de Nicea, se hizo obligatorio que cada iglesia tuviera una. Se instituyeron varias categorías. De primera clase era un trozo del cuerpo. De segunda, algo del santo. De tercera, algo tocado por el santo. De modo que cuando Carlomagno viaja a Tierra Santa ese mismo siglo, se va al Santo Sepulcro y se vuelve cargado de los souvenirs de moda en el momento: reliquias. Se trajo por lo menos el Santo Prepucio y un trozo de la cruz en la que el Señor fue crucificado; como mínimo, porque también hubo iglesias que tuvieron el cordón umbilical de Jesús, o partes del pesebre, espinas de su corona en la cruz, etcétera, con la anotación de que, cuidado, lo había traído Carlomagno. Tener el prepucio o el cordón umbilical y algún fragmento de la cruz, cualquier cosa que certificara su nacimiento y defunción o incluso resurrección, estaba cargado de simbolismo, era el alfa y omega de Jesús. Y eso atraía a las gentes, al dinero… ya lo hemos explicado.

Años antes, la emperatriz Santa Elena también había llevado a Roma la piedra sobre la que fue circuncidado Cristo. Y cuchillos con los que se hizo la operación había dos, uno en Compiégne, Francia, y otro en Maastricht, Holanda. En la web christiantimelines.com tenemos un inventario de todas las reliquias registradas en el siglo XVI que da buena cuenta de la dimensión de este mercado. Llegó a haber circulando varios frascos de sangre de Jesús, la rama de árbol con la que Jesús le daba caña al burro con el que se movía por las calles de Jerusalén, pan de a última cena, la toalla con la que le secaron los pies los apóstoles después de que se los lavara, los clavos de la cruz… En fin, de todo. Pero de todas ellas, el prepucio era la única carne de Jesús que pudo quedar sobre la tierra, puesto que su cordón umbilical al fin y al cabo era carne de su madre, de María. Digamos que el prepucio era lo más.

Y como tal, se multiplicó. Esta vez sin milagro, por arte de la mercadotecnia humana. Se podían encontrar en todos los top-manta del Medievo y su abundancia trajo cola. En un momento era posible entender que la reliquia se hubiera fragmentado y varias iglesias tuvieran partes auténticas, pero definitivamente algunas tenían que ser falsas. Para saber cuál era buena y cuál no, se instituyó un test para comprobar la autenticidad de los prepucios. Había curas que llevándose el prepucio reseco a la boca podían determinar si por lo menos se trataba de carne humana. Parece una tontería, pero hay que hacerse a la idea de que el mercado de reliquias estaba realmente saturado. En su libro Art and MoneyMarc Shell, profesor de Harvard, señala que tras el saqueo de Constantinopla al final de la IV Cruzada, donde había tres mil seiscientas reliquias de cuatrocientos setenta y seis santos, hubo tal profusión en el mercado europeo de reliquias que los expertos que podían identificar las verdaderas fueron especialmente cotizados. En el libro los compara jocosamente con los periodistas de arte moderno, que con un artículo con las palabras «incalculable valor» consiguen que se paguen millones por cualquier mondongo como los que usted y yo sabemos que se exponen en ARCO.

Al final, la sobreabundancia le restó credibilidad al fenómeno y las reliquias sirvieron más para inspirar el escepticismo que la fe. Veintinueve ciudades aseguraban poseer los clavos de Cristo. Las lágrimas de la Virgen circulaban en frasquitos. Hubo hasta sesenta y nueve reliquias registradas con viales que contenían leche de su teta. Al llegar la Reforma, Lutero puso el grito en el cielo con este mercadeo de guarrerías en sus Noventa y cinco tesis. Y Calvino, en su Tratado de las reliquias de 1543, se descojonó de todas ellas. Sobre un trozo de pez que le habría dado Pedro a Jesús, escribió que esperaba que lo hubieran salado bien. Ironizó también acerca de la capacidad lechera de la Virgen, se preguntó si no sería en realidad una vaca. Lo mismo que negó que el prepucio del Señor pudiera haberse podido dividir tantas veces como Santos Prepucios había por ahí. Y lo peor fue cuando, a consecuencia de este escepticismo, el que estaba promoviendo la Reforma, se revisaron algunas reliquias en terreno católico y, por ejemplo, en una iglesia de Génova, donde decían tener el cerebro de San Pedro, echaron un ojo a ver si era auténtico y resultó que era piedra pómez.

Al final del Renacimiento, inevitablemente, el gran mercadeo de reliquias se vino abajo. Podríamos hablar incluso de que hubo una burbuja. Seguro que corrió de boca en boca eso de que había que invertir en reliquias, que nunca bajaba el precio, que siempre habría peregrinos dejando limosnas, pero al final, nada. Como siempre, llegaron los alemanes a decir que eso era polvo. Y cuando pinchó la burbuja, por supuesto, en España nos pilló en bragas. Nuestro rey Felipe II tenía siete mil quinientas en El Escorial. Considérese si las posteriores bancarrotas de nuestro reino no tuvieron que ver con esto.

Pese a todo, la fascinación por el Santo Prepucio siguió ahí y son numerosos los autores que se han interesado por encontrar el auténtico. A veces solo con la imaginación. Hubo una monja austriaca, Agnes Blannbekin, del siglo XIV, que cuando rezaba podía sentir el prepucio de Cristo en su boca. Cuando esto ocurría, su cuerpo ardía «pero no de forma dolorosa, sino placentera», escribió en sus memorias, Vida y Revelaciones —obra censurada cuando se publicó en el siglo XVIII—, y se lo tragaba. Y entonces volvía a aparecer en su garganta, y se lo volvía a tragar. Así hasta cien veces; hasta que pudo ver cómo su cuerpo se iluminaba. Como un Gusiluz, añadimos, antes de explicar que, no de forma infundada, corría el rumor de que las monjas abusaban de esta reliquia para obtener placer sexual.

En cuanto a los prepucios palpables, los que estaban en un relicario, en un principio todos los que circulaban por Europa tenían el supuesto mismo origen, el viaje de Carlomagno a Tierra Santa. La versión oficial era que a la vuelta se lo había entregado al papa León III y allí se quedó, en Roma.

Pero en la actual Bélgica, la leyenda hablaba de un prepucio traído por el caballero Godofredo de Bouillón en el siglo XI tras la Primera Cruzada en el año 1100, al que se lo había vendido el rey Balduino de Jerusalén. Concretamente, vino cargándolo su capellán, Henry Noese, y lo llevó a Amberes a la iglesia de Santa María la Gloriosa. En el libro de 1907 Die Hochheilige vorghaut Christi (El Santísimo Prepucio de Cristo) su autor Victor Muller cuenta que cuando el capellán depositó el trozo de piel curtida en el altar, el obispo de Cambrai, que estaba dando misa, vio cómo soltó tres gotas de sangre, lo que demostraba que era el Santo Prepucio de verdad de la buena. Se introdujo entonces en un recipiente de oro y se depositó en la «Capilla del Prepucio» junto a la tela que manchó para que estuviera protegido. Aunque no hay prueba documental de este suceso hasta 1426, cuando se constituye la Congregación del Santo Prepucio de nuestro Adorado Jesús en la Iglesia de Nuestra Señora de Amberes; suceso que no importa en demasía puesto que en 1566, con las revueltas de la Reforma, la reliquia desapareció para siempre.

Otro sería el de Saint Coulomb, ya en Francia, que estuvo también por Inglaterra. Catalina de Valois, esposa de Enrique V de Inglaterra, lo pidió prestado porque decían que combatía la infertilidad. Le trajeron el que estaba en Coulomb y le funcionó. Y cuando lo devolvieron, por culpa de la guerra de los Cien Años, acabó en París, en Sainte-Chapelle. Los monjes de Coulomb, muy preocupados porque se quedaban sin prepucio, y sin la pasta de los peregrinos, lo reclamaron en repetidas ocasiones. Pero no fue hasta veinte años después, en 1447, con la región pacificada, cuando regresara por orden de Luis XI. Se supone que a este monarca, cuando iba allí a rezar, le abrían el relicario y se lo enseñaban, pero de este prepucio nunca más volvió a saberse nada.

En Conques, también en Francia, en la ruta del Camino de Santiago, está la Abadía de San Foy, que tuvo y tiene una de las más amplias colecciones de reliquias que se conocen, la cual sobrevivió incluso a los decretos de la Revolución francesa que ordenaban que todo el oro y la plata que hubiera en las iglesias se entregara para acuñar moneda. Aquí incluso hoy en día atesoran un pequeño cofre en el que pone «La auténtica carne de Cristo», lo cual solo podría ser el prepucio o, a lo sumo, el cordón umbilical. Un reciente reportaje del National Geographic grabó el relicario, que está expuesto al público, y al reportero le dijeron que en 1954 se comprobaron todas las reliquias y estaban en orden y buen estado de conservación. El papa Benedicto XIII siglos atrás había concedido la indulgencia plenaria a todos los que fueran a venerarlo, perdonaba todos los pecados de los peregrinos, pero este papa fue un antipapa, algo que ahora explicaremos.

Porque el prepucio más famoso de Francia fue sin duda el de Charroux. La leyenda en este caso cuenta que Irene, emperatriz de Bizancio, se lo dio a Carlomagno como regalo de compromiso y este lo llevó a Charroux, que entonces solo era un monasterio en Poitiers, al suroeste de Francia. En plena burbuja de las reliquias, estos monjes anunciaron que también tenían la cabeza de Juan el Bautista, las cuerdas con las que habían atado a Jesús y espinas de su corona. El problema es que el monasterio se quemó con todas las reliquias, o lo que fuera aquello, y para las gentes del momento, o potenciales clientes, aquello suponía un mal augurio.

Pero estos monjes eran tenaces, de modo que para restituir la credibilidad de su negocio redoblaron los esfuerzos, la inversión en marketing. Primero, reconstruyeron su abadía con una planta que recuerda a la del Santo Sepulcro. Luego falsificaron unos textos en los que se decía que Carlomagno había fundado el monasterio en 799, precisamente justo un año antes de que, según la versión romana, el papa León III recibiera su Santo Prepucio, el oficial. Y para rematar, se apoyaron en un best seller de la época, la Leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine, arzobispo de Génova, uno de los libros más copiados de la Edad Media, que recoge la vida de ciento ochenta santos y, entre estas historias, que Carlomagno se llevó el Santo Prepucio y la Santa Cruz a este monasterio.

El éxito de la jugada hizo prosperar la zona y a las casas que se fueron agrupando en torno a la abadía se las llamó precisamente Charroux —en la actualidad un municipio de mil doscientos habitantes—, que quiere decir «piel roja» en referencia ya saben ustedes a qué. Lo tenían todo, el plan de negocio era ejemplar. La equivalencia actual sería un parque temático del prepucio. Prepucioland. Pero, por desgracia, ese prepucio fue robado y no apareció hasta el siglo XIX, en 1856.

Y la pena para ellos, para los franceses, es que en esa fecha ya daba igual que lo hubieran encontrado. Las indulgencias otorgadas a los peregrinos que venerasen el prepucio de Charroux, como las de Benedicto XIII con el de Conques, las había otorgado el papa Clemente VII, otro antipapa del Gran Cisma Occidental, un periodo de años en el que existieron simultáneamente dos papas, uno en Roma y otro en Aviñón. En 1415 el papa Martín V puso orden en el Concilio de 1415 e ilegitimó todo lo que habían hecho los pontífices de Aviñón entre 1379 y 1414. Las canonizaciones, especialmente, pero también las indulgencias. Así que el único prepucio válido desde la fecha, según el riguroso derecho canónico, era el que había en Sancta Santorum de Roma. ¿Era el verdadero?

En el siglo XIII, Inocencio III no se había atrevido a decidir qué Santo Prepucio era el auténtico, pero la documentación vaticana posterior cuenta que la Virgen María se le apareció a Santa Brígida y le dijo: «Cuando mi hijo fue circunciso, guardé su prepucio como un gran honor y lo llevé conmigo a todas partes. ¿Cómo hubiera podido perder lo que yo había engendrado sin pecado? Pero cuando se acercó la hora de mi tránsito, confié la membrana a San Juan Evangelista, mi guardián, y, más adelante, la escondieron para hurtarla a la malicia de los hombres y así quedó mucho tiempo desconocida. Pero, finalmente, un ángel vino a revelarla a las almas de Dios. ¡Oh, Roma, Roma! ¡Si lo supieras, te alegrarías o, mejor dicho, si lo supieras, llorarías, porque tienes un tesoro que es para mí muy caro y que no lo honras!». Santa Brígida fue canonizada en 1390 y esta revelación suya sirvió para establecer definitivamente la autenticad del Santo Prepucio romano.

Claro que en Italia no contaban con que «Espanya ens roba» y en 1527 el ejército español, entonces los Tercios, formado también por mercenarios alemanes e italianos, saqueó Roma. Descuartizaron curas, violaron monjas y arrasaron con todas las reliquias. En el jaleo, un soldado alemán, afanó lo que pudo y tiró por su cuenta y riesgo hacia el norte, de vuelta a casa, pero fue apresado por unos granjeros y encarcelado en el pequeño pueblo de Calcata.

A este pueblo solo se podía acceder por un estrecho puente de piedra que pasaba, a través de un pasadizo, por debajo de la iglesia local. La comida tenía que traerse a lomos de animales. Y treinta años después del Saco de Roma, cuenta la leyenda que los animales, los caballos, los bueyes y demás, al meterse en el túnel, se paraban delante de una cueva sellada y golpeaban con las pezuñas en el empedrado. Esa cueva había servido para encarcelar criminales y es donde estuvo preso el soldado alemán. El cura del pueblo al final se decidió a entrar a ver si es que había algo que llamase la atención del ganado y se encontró, entre la paja y el estiércol que había en la cueva, una cajita de plata.

El sacerdote se la llevó a unas señoras distinguidas del lugar y la abrieron. Les ahorraré la serie de sucesos sobrenaturales que se produjeron. Lo importante es que dentro se encontraban el dedo del pie de San Valentino, un diente y un trozo de la mandíbula de Santa Marta y ni más ni menos que el Santo Prepucio de Jesús. Era color garbanzo, especificaron. Dos monseñores, Ceci y Pipinelli, llegaron a Calcata desde Roma para comprobar la autenticidad de la reliquia. Cuando Pipinelli estaba examinando su elasticidad, la carne se desgarró y cayó tal tormenta de repente, se cuenta, que los canónigos volvieron rápidamente a Roma y le dijeron al papa que sin duda alguna ese era el verdadero prepucio del Señor.

Hubo intentos de llevar la reliquia a Roma pero finalmente se quedó en Calcata. El papa Sixto V en 1584 dio una indulgencia de diez años al que acudiera a venerarla. Urbano XIII lo dejó en siete en 1640. Inocencio X la mantuvo, como Alejandro VII y Benedicto XIII, en 1724, la ofreció in perpetuo. Se reconstruyó la iglesia de Calcata, con una plaza enfrente como Dios manda y una escultura de la circuncisión de Jesús para el altar. Todo iba sobre ruedas.

Hasta 1856, cuando, casualmente, en Charroux, un obrero echó abajo un muro y se encontró un montón de reliquias escondidas. Debieron meterlas ahí en las revueltas de la Reforma, o en la Revolución francesa, quién sabe. En Poitiers dijeron que era el Santo Prepucio y que estaba obrando milagros a punta pala desde que lo habían desenterrado. El problema es que en 1864 el papa Pío IX tenía urgencias de otra índole y promulgó su encíclica Quanta cura contra el emergente pensamiento liberal y racional, la modernidad y la industrialización, y la prensa protestante del momento les puso a parir echando mano del recién hallado Santo Prepucio. Desde entonces, el prepucio de Charroux se pudo ver solo por las mujeres embarazadas hasta 1872. Y en 1900, el papa León XIII cortó por lo sano y prohibió hablar o escribir del Santo Prepucio so pena de excomunión reservada speciali modo. Solo el pueblo de Calcata podía sacar la reliquia en procesión el día de Año Nuevo. A partir de ahí, solo mentarla era considerado una «curiosidad irrespetuosa».

De modo que en Calcata siguieron a lo suyo, pero al Santo Prepucio, después de la burbuja medieval, todavía le quedaba sufrir otros males de nuestro tiempo: la especulación urbanística, la gentrificación y los lobbies. En 1908, tras el terremoto de Messina, en el que murieron ciento cincuenta mil personas, el Gobierno italiano diseñó un plan urbanístico para revisar todos los centros antiguos de las ciudades que pudieran ser peligrosos. Calcata entró en el plan en 1935 y a sus cuatrocientos veinte habitantes les dieron casas en una ciudad nueva, Nuova Calcata, que no estuvieron terminadas hasta 1969, fecha en la que se marcharon dejando atrás un pueblo de casas ruinosas solo ocupado por ancianos y sus gatos.

Un bocado muy suculento para los hippies, que se mudaron de Roma a Calcata en masa y compraron las casas a los aldeanos. Estos, muy contentos, se las vendían pensando que las iban a derribar, como indicaba el plan, después de darles a ellos las nuevas, pero luego no fue así. El Gobierno italiano se retrasó, los hippies hicieron lobby para que se derogara esa ley tan antigua y finalmente lo consiguieron. Las casas pasaron a costar en poco tiempo cientos de miles de dólares, cuando las habían comprado por unos pocos miles. El pueblo se llenó de esnobs, artistas y demás élites culturales setenteras. Los aldeanos se cabrearon y mucho. Y no les quedaba nada.El 11 de enero de 1983 leímos en España la noticia en el diario El PaísDario Magnoni, párroco de Calcata, había anunciado que ese año su amada reliquia no sería sacada en procesión porque la habían robado. «Manos sacrílegas la han hecho desaparecer de mi habitación». Como nota curiosa, ese mismo día, el diario también anunciaba que el Vaticano y los Estados Unidos de Ronald Reagan habían restablecido sus relaciones interrumpidas desde 1868. Aquí puede usted empezar a conspirar.

Los ladrones habían entrado fácilmente en la casa del cura. Tenía la llave puesta por fuera en la cerradura. El religioso, don Darío, no entendía cómo la habían podido robar, puesto que la tenía mezclada con otros objetos para despistar, se justificó.

Los dos sacerdotes viven en la parte nueva —y horrible— de la ciudad, mientras en la antigua, una joya, quedan solo los viejos y un grupo de melenudos venidos del norte de Italia que ha comprado por dos perras gordas las derrocadas casitas medievales. Y allí consumen en paz, a la puerta de la iglesia, su ración cotidiana de droga. «¿Y ahora a quién pediremos las gracias?, ¿Quién nos hará los milagros?», dice una viejecita que no puede tener menos de cien años, pues es un auténtico pergamino. (El País).Unos lugareños de Nuova Calcata culpaban al cura de haberla vendido. Otros al Vaticano. Había de todo, pero nadie creía que se la hubieran llevado unos vulgares ladrones. Los carabineros tampoco hicieron mucho por encontrarla. Le dijeron al reportero de El País que como no existían fotos del prepucio, no tenían nada que hacer.
Solo en 2007, un periodista de Nueva York, David Farley, se atrevió a investigar el misterio con un mínimo de rigor. Viajó a Italia y publicó sus conclusiones en un libro, An irreverent curiosity. Entre los testimonios que recogió en Calcata, uno decía que el Santo Prepucio ya había desaparecido en los años setenta, desde que se llevó a una exposición a Roma, y que a partir de entonces Don Darío hacía la procesión, sospechaban, con el relicario vacío. Esta versión era la más presentable. Otros lugareños le dijeron que el robo lo habían perpetrado los nazis y otros que habían sido miembros de una secta satánica para llevarlo a Turín, ciudad mágica y de brujas, situada en unos triángulos esotéricos que la unen con Stonehenge en Inglaterra y La Meca en Arabia.

En 2013, este periodista rodó un documental emitido por National Geographic en el que dejaba caer la posibilidad de que el Vaticano, asustado ante los progresos del carbono 14, decidiera hacer desaparecer el único vestigio del cuerpo de Cristo que quedaba en la Tierra según sus papeles. Jaime Capmany, en el diario ABC, ya tiró por esta vía en su momento cuando, a propósito de la Sábana Santa, con su inconfundible estilo situaba en un mismo plano a los que creían en Dios y a los que creían en el carbono 14. Pero este ilustre señor de derechas con bigote y mujer enjoyada cogida del brazo no cayó en que veinte años después la ciencia iba a ser capaz de clonar a una oveja, lo que abría la puerta, según el documental, a que el Vaticano lo que pretendiera fuese ¡clonar a Cristo!

Esta simpática idea ya venía en un best seller italiano, La maledizione di Cristo, de Alessandro Scannella, donde se fantaseaba con que el Vaticano tenía una serie de sótanos con laboratorios secretos para clonar a Jesús y anunciar así su Segunda Venida. Si esto fuese cierto, y además alrededor del santo pontífice estuviesen los nazis, como decían los habitantes de Nuova Calcata —probablemente incluso nazis de una secta satánica, puede que hasta nazis de una secta satánica dirigidos por la CIA de Reagan—, imagínense en manos de qué clase de líder estaría la clonación del prepucio de Dios, ¿en las de Artur Mas?

En el libro rápidamente se desecha esta idea. La investigación alternativa de Farley llega hasta un tal Cybo, poseedor en 1723 de una de las mayores colecciones de reliquias del momento en la basílica de los Santos Apóstoles de Roma. El hombre tenía pelo y leche de la Virgen, huesos de los padres de la Virgen, la columna vertebral de San Pablo, un hueso de San Pedro, en fin, de todo. Y resulta que Cybo en su día acudió a Calcata a comprobar si es que allí estaba el Santo Prepucio. Al ver que era cierto, le ofreció al obispo de la diócesis en la que estaba integrado el pueblo pagarle un relicario de lujo a cambio de un trocito del prepucio. Francesco Tenderini, el prelado correspondiente, estuvo de acuerdo y así se hizo. En 1742, Cybo se llevó todas sus reliquias, junto a un pellizco del Santo Prepucio, a la iglesia de Santa María de los Ángeles en Roma y a su muerte donó toda la colección a la Iglesia a cambio de que permanecieran unidas. Eran ciento treinta y cuatro.

El periodista narra cómo, al descubrir la nueva pista, acudió a este templo al borde de la taquicardia, pero se llevó un chasco. El cura encargado de la capilla le dijo que ese tipo de reliquias las había retirado todas las Iglesia porque entendía que eran excesos del Medievo poco presentables hoy, que ahí ya no quedaba nada. Farney, desolado, volvió a Calcata. Y aquí decidió jugárselo todo a una carta antes de regresar a Nueva York. Se fue directo a la tienda de bebidas espirituosas.

Gracias a unos amigos, consiguió una entrevista con el cura don Darío, al que le robaron la reliquia. Tras unas botellas de vino, el sacerdote, que no hablaba del tema con nadie, ni mucho menos con la prensa, confiado, empezó a largar. Describió vagamente a la pareja que supuestamente la robó. Unos treintañeros, casi cuarentones. No se acordaba bien. Pero ante la insistencia del periodista, fue sincero. En realidad es que él no creía en la reliquia. La enseñaba, pero le daba igual. Había sido un cura moderno, del Vaticano II, y pasaba de chorradas. Aunque el periodista le metió más presión: «El relicario era identificable, se podría localizar». A lo que el anciano cura le espetó: «¿Pero tú sabes lo pequeño que era el prepucio? —cogió unas diminutas migas de pan que había sobre la mesa en la que habían cenado— Era como esto, como esto… nada, insignificante».

Y ahí, con un viejo cura medio borracho manoseando migas de pan y un joven periodista neoyorquino que se había comido seis mil ochocientos kilómetros para escuchar esa explicación, concluye la última pista conocida sobre el paradero del Santo Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo. Si han llegado hasta aquí, que Dios les guarde muchos años.