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lunes, 8 de noviembre de 2021

 

El uxoricidio

Las leyes de Franco ampararon el derecho del marido a asesinar a su mujer por infidelidad

Franco restableció el delito de adulterio -solo contra la mujer- y  defendió el 

"uxoricidio por honor"

JUAN LUIS VALENZUELA 

Domingo, 7 de noviembre de 2021

ElPlural


El hombre que matara a su esposa sorprendida en adulterio sufrirá pena de destierro y será eximido de castigo si sólo le ocasiona lesiones”. Así recogía el Código Penal español franquista el derecho del esposo a matar a su mujer si era sorprendida en acto de adulterio, solo, y a lo sumo, una pena de destierro. Lo que se denominó como “privilegio de la venganza de la sangre” lo reintrodujo a la legislación vigente la dictadura de Franco estando vigente hasta el año 1963.

La actualidad informativa de los sucesos nos recuerda a diario el caso del asesinato de Javier Ardines, concejal de Izquierda Unida en Llanes. El supuesto autor según la acusación sería un amigo con cuya esposa el edil presuntamente mantenía relaciones desde hacía tiempo. En este caso la Fiscalía pide 25 años de prisión para el acusado. De confirmarse la autoría, este caso de asesinato se saldaría con la mínima pena de destierro de la localidad  del condenado si se hubiera producido durante el franquismo, en concreto hasta 1963.

El uxoricidio es el asesinato de la esposa por parte del marido. La II República al eliminar el adulterio como un elemento tipificado como delito, también abolió la posibilidad de que los asesinos quedaran impunes al contemplarse como un crimen similar a otros, independientemente de que su origen estuviera en la infidelidad de la esposa.

El restablecimiento del delito de adulterio y del “uxoricidio por causa de honor” (así es como se denominaba) se recoge en el Código Penal franquista de 1944. En concreto en su artículo  428. “El marido que, sorprendiendo en adulterio a su mujer matare en el acto a los adúlteros o a alguno de ellos, o les causare cualquiera de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si les produjere lesiones de otra clase, quedará, exento de pena”.

El uxoricidio, una “prerrogativa” del hombre

El uxoricidio -del latín uxor (esposa), cida-caedere (matar-asesino)- en realidad en esa España negra era un delito que suponía un claro privilegio para el hombre en supuesta defensa de su honor. Por ello el hombre tenía la “prerrogativa” de matar, lesionar a su esposa si la hallaba en “flagrante” adulterio o a “la hija menor de veintitrés años mientras viviera en casa paterna y fuera sorprendida en análogas circunstancias”. La ley de divorcio de la II República consideraba la infidelidad como uno de los motivos de disolución del matrimonio, por lo que no era necesario aplicar ninguna pena. Estuvo en vigor hasta la aprobación de la Ley 79/1961 de 23 de diciembre.

Mayor gravedad la infidelidad de la esposa

El franquismo aprobó en mayo de 1942 la Ley que restablecía el delito de adulterio que antes fue abolido por el legislativo de la II República en 1932. En este cambio normativo de las Cortes franquistas también se modificó en el Código Penal franquista otros aspectos. Un ejemplo es este apartado: «Identificar en su esencia, sin perjuicio de distinguir en sus sanciones el adulterio de ambos cónyuges, idéntico en su esencia aunque diverso por la gravedad del daño mucho mayor en la infidelidad de la esposa; sin descuidar tampoco la categoría social de este delito que, sobrepasando la esfera del honor privado, llega a herir las más sagradas exigencias sociales»

El amancebamiento para el hombre, el adulterio para la mujer

En la práctica significaba una ley contra la mujer infiel pues para el hombre el delito era el amancebamiento.  La remisión de la condena también era un privilegio reservado para el marido: “El marido que tuviese manceba dentro de la casa conyugal, o notoriamente fuera de ella, será castigado con prisión menor. La manceba será castigada con la misma pena o con la de destierro”. El Código Penal de 1944 retoma las disposiciones del de 1942 y de nuevo señala como punible el adulterio y el amancebamiento: «Comete adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que está casada, aunque después se declare nulo el matrimonio». Es evidente como para el hombre no se contempla el adulterio conservándose la de amancebamiento que será delito cuando «El marido tuviera manceba dentro de la casa conyugal o notoriamente fuera de ella”. O lo que es lo mismo. La mujer con tener relaciones sexuales en una sola ocasión  con un hombre era suficiente para ser castigada, incluso existiendo separación de hecho del esposo. En cambio para el cónyuge varón similar situación no es punible pues tendría que reunir las condiciones de permanencia y habitualidad.  Además el hombre sólo cometía delito si era conocedor que la mujer estaba casada, en cambio la mujer protagonista de la denominada mancebía si cometía delito que le podía llevar a la cárcel.


 

"Prefiero tener un hijo muerto o drogadicto": Prisión para cuatro guardias civiles por acoso hómofobo

Hostigaron a otro compañero desde 2010 y hasta que se apartó del servicio: "Arriba

 España. Muerte a los maricones"

RUBÉN ROZAS 

Lunes, 8 de noviembre de 2021

ElPlural


Cuatro guardias civiles destinados en Noia (A Coruña) han sido condenados por propiciar insultos homófobos a otro agente. Entre las manifestaciones por parte de los miembros de seguridad que recoge la sentencia se encuentran algunas como "Muerte a los maricones", "Prefiero tener un hijo muerto o drogadicto que maricón", "Los maricones no deberían de estar en la Guardia Civil" o "Arriba España".

La condena consta de diez meses de prisión y diez mil euros de indemnización por los daños tanto psicológicos como morales provocados en la víctima. El tribunal expone que los cuatro agentes actuaron de manera “concurrente, conjunta y persistente”.

El hostigamiento comenzó en 2010 y duró hasta el momento en que el perjudicado dejó el cuerpo. Según recoge eldiario.es, el agente, cuya identidad se preserva, llegó a acudió al centro de salud con “por una crisis de ansiedad”, para ser derivado después al a la Unidad de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago por el incidente con un compañero. Desde aquel momento -en 2014- el guardia civil se encuentra de baja con un trastorno mental severo.

Los hechos se remontan, incluso antes de su llegada al cuerpo, cuando se empezaron a  difundir rumores de que iba a llegar al cuartel “un maricón” y le etiquetaron como “perla”“prima” o “la mujer del puesto”. Solo por su condición sexual se le empezó también a tachar de “vago” e “incompetente”. Todo esto lo recoge la sentencia de un fallo que aún no es firme y que ha sido recurrido al Tribunal Supremo.

Los insultos no se dieron solo en el cuartel

Los insultos y menosprecios de los agentes hacia su compañero no solo tuvieron lugar en el cuartel, también a lo largo de la localidad gallega. Algunos conocidos de los condenados llegaron también a burlarse de la víctima "llamándolo 'maricón’ y diciéndole que les habían dicho que si lo engatusaba les dejaría salir para fumar". Otro día, el agente increpado entró en un bar con uno de los condenados y el camarero le dijo, según la sentencia: “Si ese era el Guardia Civil homosexual" y que "si se lo quería follar", le "arreglasen una cita" con él.

Pasividad de su superior

La condena se detiene también en el papel de los superiores de la víctima, en este caso del sargento, a quien el agente hostigado se habría dirigido en varias ocasiones para contarle lo que le estaba pasando, ante la pasividad de este.

Además de decirle que “no hiciera caso”, su superior llegó a decir que la baja médica presentada por la víctima “no estaba justificada”. Estos comentarios de deberían a que el sargento “estaba siendo influenciado” por los guardias civiles.

Aunque el testimonio del sargento niega haber oído insultos o percibido conductas despectivas por parte de los agentes, el tribunal ha acordado remitir el presunto comportamiento de este a “la autoridad con potestad disciplinaria”, ya que podría tratarse de una falta “grave o muy grave”, ya que en situaciones de este tipo, el superior siempre está obligado a actuar.

 Siempre hay algo o alguien que estropea la foto



domingo, 7 de noviembre de 2021

Hay que hacer algo...


 

 Políticos


 Ladrones




 

Play-Boy de nuestros ancestros


 

 

A la mujer, menos arroz: así funcionaba la cartilla de racionamiento de la posguerra

Tras la Guerra Civil, España era un país sumido en la miseria, donde la falta de recursos llevó al régimen franquista a fijar un sistema que controlara el abastecimiento de manera exhaustiva


Cartilla de racionamiento de la posguerra española, año 1945.


CONCHA GARCÍA

5-11-21



España pasó hambre. Bastante. Ocurrió, como ha solido acontecer en otras situaciones históricas de este tipo, tras la Guerra Civil y durante el inicio de una dictadura, en un país sumido en la miseria y la pobreza. En aquel 1939, la sociedad se enfrentaba a más de 500.000 vidas perdidas en combate, así como a una represión franquista donde solo valía ser aliado. Llegó la posguerra y, con ella, la falta de suministros, provocada por la cantidad de campos de cultivo arrasados durante la contienda, así como la crisis económica y el aislamiento comercial que se instauró en España. Pero el franquismo no podía permitirse una imagen devastadora, por lo que de puertas hacia afuera todo era esplendor, mientras que hacia afuera todo eran normas y dificultades. Algo que tampoco es novedoso si atendemos a otros capítulos de la historia.

En este contexto nació una solución que veían como rápida y eficaz, casi atropellada, que no respondía al “vísteme despacio, que tengo prisa”: se creó la cartilla de racionamiento. Se trataba de un sistema que, ante la escasez de alimentos de la época, instauraba una exhaustiva vigilancia sobre la producción agrícola. “Tenemos la necesidad de asegurar el normal abastecimiento de la población e impedir que prospere cierta tendencia al acaparamiento de algunas mercancías. Por eso se aconseja la adopción, con carácter temporal, de un sistema de racionamiento para determinados productos alimenticios”, rezaba un informe emitido cuatro días antes de establecer las cartillas “para 26 millones de españoles o extranjeros residentes”.

Eran unas tarjetas con cupones, inicialmente familiares, pero en 1943 se convirtieron en individuales, lo que permitía al poder de un mayor control. Con esto, a cada persona se le asignaría una tienda concreta para comprar artículos racionados, cantidad que solía variar según la semana o el mes. La Prensa era la encargada de publicar la ración diaria de cada producto, así como los lugares para conseguirlo.

Así, Franco no solo controlaba lo que se decía, sino también lo que se comía. De hecho, la limitación era tan detallada que incluso había desigualdad en la escasez: había cartillas de primera, segunda y tercera categoría, según el nivel social del consumidor, su estado de salud o su posición familiar. Los hombres adultos podían acceder al 100% de los alimentos -variando según el trabajo-, mientras que las mujeres adultas y los mayores de 60 años recibían el 80% de la ración anterior. Los menores de 14 años, un 60%.

El pan blanco era un artículo de lujo, por lo que no se incluía en el alimento que cada persona tenía el derecho de recibir semanalmente. Aunque sí el pan negro, junto con carne, patatas, arroz, aceite y leche. Y aquí entró un concepto que tanto hemos escuchado durante estos últimos meses de pandemia: el producto de primera necesidad. En este caso eran, por ejemplo, y más allá del alimento, el jabón y el tabaco, que también se incluían en los lotes de cada semana.

Un riesgo que había que tomar

Sin embargo, no todo funcionó a rajatabla, sino que, por supuesto, la sociedad necesitaba sobrevivir, y por ello triunfó el estraperlo o mercado negro. Al considerar que las cartillas de racionamiento estaban destinadas al fracaso, algo que los poderosos no atendían ya que contaban con privilegios a la hora de acceder a bienes alimenticios, en las clases menos pudientes se optó por el método más peligroso. Un riesgo que había que tomar, si el objetivo era poder alimentarse de algo más de lo impuesto por el Estado, así como huir de algunas intoxicaciones o productos en mal estado que se difundían con la cartilla.


Los productores agrícolas comenzaron a reservar parte de sus recursos para después venderlos de manera clandestina, lo que supuso el inicio del estraperlo en el franquismo. Así los define el historiador Miguel Ángel del Arco: “Eran mercados negros de supervivencia, el ‘estraperlo de los pobres’, en el que participaban las clases sociales más bajas y que no enriquecieron a sus protagonistas, sino más bien le permitieron salir adelante a ellos y a sus familias”. Al difundirse este mercado negro, que llegó a acaparar hasta a las altas esferas, acabó convirtiéndose en una especie de mercado paralelo, donde se encontraban alimentos como el pan blanco, los incluidos en la cartilla, y hasta la carne, también considerada como un lujo.

Eso de dar gato por liebre viene de este periodo, porque el gato cocinado sabe casi igual que la liebre. En Extremadura incluso hubo gente que comió cigüeñas, perros o burros pequeños. Muchos tuvieron que traspasar ciertos límites y tomar alimentos que hasta entonces eran tabú”, explica a “El Comidista” David Conde, doctor en Antropología.

La cartilla dejó de estar en funcionamiento en abril de 1952, cuando el Gobierno consideró que dejaba de ser necesaria. Fueron, por tanto, 13 años de carencias alimenticias, que no solo se reflejó en el estraperlo, sino también en las pérdidas humanas. Se calcula que entre 1939 y 1942 se produjeron entre 200.000 y 600.000 muertes como consecuencia de la mala alimentación o de las enfermedades que derivaban de ella. Una época difícil, trágica, que es mejor para aprender que para repetirla.

sábado, 6 de noviembre de 2021

 

Un diputado de Podemos mira directamente a la bancada de Vox y lo que dice trae cola en Twitter

"Se lo voy a decir con toda la calma".

  • El HuffPost

5-11-21


Antón Gómez-Reino, diputado de Unidas Podemos en el Congreso, ha protagonizado desde la tribuna de oradores una intervención que está siendo muy compartida en Twitter.

Ha ocurrido cuando se ha dirigido de forma directa y mirando a los diputados de Vox: “Empiezo por el final después de lo vivido ayer por la bancada de la extrema derecha en esta Cámara. Creo que somos muchos los que, desde diferentes perfiles ideológicos, estamos ya hartos, cansados, ya no de los bulos y de las mentiras de la extrema derecha, sino de sus groserías y de sus insultos”.

Y se lo voy a decir con toda la calma: las ministras a las que ustedes llaman gilipollas, las diputadas a las que llaman brujas, los diputados a los que les dicen: ‘sal ahí y eso no te atreves a decírmelo’, los diputados a los que llaman ustedes terroristas y golpistas, tenemos exactamente la misma legitimidad para estar aquí que ustedes, pero lo que tenemos es muchísima más calidad democrática y muchísima más educación, señores de la extrema derecha”, ha asegurado.

El discurso de Gómez-Reino ha tenido lugar el día después de que un diputado de Vox llamase supuestamente “gilipollas” a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Montero, tras escuchar el insulto, pidió a Iván Espinosa de los Monteros que “amonestara” a su compañero, pero reprodujo el exabrupto ni identificó a su autor.

Cuando Montero terminó su intervención, la vicepresidenta segunda del Congreso, la ‘popular’ Ana Pastor, que en ese momento presidía la sesión, pidió la retirada del insulto, pero prefirió no verbalizarlo “por respeto a la Cámara”. Como nadie contestó a su petición, optó por ordenar ella misma su retirada del Diario de Sesiones.

Minutos después, durante la intervención del diputado de Compromís Joan Baldoví otro diputado de Vox se dirigió a gritos al orador desde su escaño

En esta ocasión fue el portavoz de Sanidad, Juan Luis Steegmann, quien le dijo “eso no se lo dices a la cara” cuando el diputado valenciano mencionó al líder del partido, Santiago Abascal, y al vicepresidente cuarto del Congreso, Ignacio Gil Lázaro.

El mensaje de Gómez-Reino está dando mucho de qué habla en Twitter, con reacciones como estas:

viernes, 5 de noviembre de 2021

Estampas callejeras


 

 Última hora



 Siempre hay algo o alguien que te estropea la foto




 

Redundancia


 

 


El obispo de Brujas, Roger Vangheluwe,


Bélgica, el país que persigue a los curas pederastas y repara a las víctimas

Como acaba de ocurrir en Francia, la Iglesia ha investigado a su propia gente, se ha creado una comisión, hay criterios para dar indemnizaciones y hasta actos de perdón.

Carmen Rengel

ElHuffPost

10-10-21

El vestidito de cristianar se sostiene casi en el aire. Está hecho de cristal, pero más parece de espuma o de coral. Blanco inmaculado, puro, limpio, pero también inquietante, paño rígido sin niño, solitario y mudo. Es una escultura y con ella se recuerda en iglesias y catedrales de Bruselas, Amberes, Brujas y Buizingen, en Bélgica, a los niños abusados sexualmente por religiosos en el país. 

Queda mucho por hacer, pero tanto la Iglesia católica belga como los sucesivos Gobiernos han abordado el problema de la pederastia ejercida por obispos, sacerdotes, seminaristas, catequistas, monjes y monjas, un caso realmente insólito que toca recordar en estos días en que Francia comienza a hacer aflorar su propio drama, con la confirmación de al menos 216.000 víctimas de abusos registradas en 50 años.La jerarquía católica ha investigado y ha abierto oficinas de asistencia, se ha creado una comisión parlamentaria y se ha establecido un protocolo de compensaciones económicas a las víctimas, que ya ha entregado casi cinco millones de euros. Hay hasta un día al año que las recuerda. El contraste con lo que hace -o, mejor, no hace- la Conferencia Episcopal española clama al cielo.

 Hasta aquí hemos llegado

Fue en abril de 2010 cuando Bélgica abordó el caso que lo cambiaría todo: el entonces obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, fue obligado a dimitir después de haber reconocido que había abusado de uno de sus sobrinos desde que tenía cinco años y hasta los 13. No quería irse del cargo, pero se destapó el abuso sobre otro sobrino más, del que no trascendieron detalles, y tuvo que colgar los hábitos. Era tan poderoso, tan influyente, tan reconocido por los católicos del país, que su caso causó un vendaval.

Las apostasías pasaron de 66 a 1.700 en un año y la Iglesia local decidió emprender un camino sin retorno que incluía una petición de perdón público, una investigación auspiciada por ellos y llevada a cabo por la Universidad Católica de Lovaina y la colaboración plena con las autoridades para dar con los abusadores y ayudar a sus víctimas. 

Lo que empezó con un caso concreto se convirtió en sólo cinco meses en un dossier con 476 testimonios de abusos, acoso, persecución y encubrimiento en centros católicos de todo el país. 50 años de horror. La mayoría habían tenido lugar en los años 50 del pasado siglo, con un repunte importante en los 60, para ir descendiendo y prácticamente desaparecer en los 80. Los trabajos, liderados por el profesor Peter Adriaenssens, daban con 320 autores de agresiones. El problema es que la mitad de ellos ya habían fallecido y no podrían afrontar con la justicia de los hombres. Se calcula que apenas una quincena han sido condenados. También había algunas víctimas a las que no se iba a poder resarcir: 13 de ellas se habían suicidado; seis más lo habían intentado. 

Toca actuar

En 2011, el Parlamento belga puso en marcha una investigación, a cargo de una comisión cuyo fin era, dicen sus documentos, “transformar la injusticia del pasado en el derecho por un futuro”. También creó un centro de arbitraje, independiente, para recabar denuncias de pederastia. Podían llegar no sólo por esta vía civil, sino por la decena de puntos de contacto, como los llamó la Iglesia, situados en centros religiosos, a los que los afectados podían acudir a contar su caso. Estábamos ya en 2012. 

Desde entonces, las personas víctimas de abusos de religiosos podían iniciar dos caminos: el policial y legal, con una denuncia, y el de la compensación, en el caso de abusadores muertos o casos prescritos. En ambos casos, se les provee en estos puntos de asesoramiento legal gratuito. Existe hasta un protocolo establecido por la Administración belga, tras negociaciones con la Iglesia, por el que se establecen distintos niveles de ayudas, que van desde los 5.000 euros para los casos de “atentados al pudor” pero sin violencia hasta los 25.000 euros para los casos de abusos más graves. Es un arbitraje único en Europa. 

Tras la puesta en marcha de estas actuaciones, se han contabilizado 1.054 denuncias, 628 ante el centro de arbitraje y 426 ante la Iglesia, según datos del parlamento belga. De las primeras, fueron admitidas y se entregó indemnización en el 80,5% de los casos; en las segundas, el porcentaje llegó al 81,9. En total, 855 víctimas fueron indemnizadas con 4,6 millones de euros, lo que viene a ser unos 5.300 por cabeza, un dinero pagado por una fundación que adelanta los pagos mientras trata de que los culpables hagan el desembolso.

En el proceso también ha habido lugar para el escándalo, de denunciados huidos a tumbas de cardenales abiertas para tomar muestras, pasando por un ordenador particular de otro purpurado tomado por un juez, lo que no gustó nada a Rima y acabó en queja diplomática formal.  

El perfil

Bélgica elaboró un informe resumiendo esta experiencia, con el que ha tratado de sistematizar los fríos datos que le llegaban. Abusos sexuales a menores en una relación pastoral en la Iglesia de Bélgica (más de 400 páginas de horror), vio la luz en febrero de 2019, como compilación para enviar al Vaticano de cara a la cumbre de obispos contra la pederastia que impulsó el papa Francisco. El dossier detalla que el 73% de las víctimas belgas tenían entre 10 y 18 años cuando fueron atacadas, y el 19% eran menores de 10 años. El momento en el que más agresiones se producían era hacia los 12 años, y bajaban cuando los menores llegaban a la adolescencia. El 71% de las víctimas eran varones y el 95% de los pedófilos, hombres.

Sobre el lugar de los abusos, el 43% se produjeron en escuelas, y el 28% en parroquias (sobre todo en grupos de catequesis, ensayos de coros, confesiones y hasta misas), pero también se da cuenta de casos en convivencias y retiros espirituales y excursiones. Hay referencias en el texto a la dolorosa cercanía que muchas familias de afectados tenían con los religiosos abusadores, como guía de fe y persona de buena referencia para comunidades enteras. 

Recuerdo permanente

Dura es la historia belga con los abusos, por eso no se debe olvidar. De ahí que el 8 de abril se haya declarado día nacional en memoria de las víctimas de abusos sexuales, con especial enfoque en los casos de religiosos, y se han instalado esculturas y placas de recuerdo en diferentes ciudades, como las obras Esse est percipi, “Ser es ser percibido”, las esculturas que lucen dentro de las propias iglesias.

Linda Opdebeeck, presidenta del grupo de Derechos Humanos en la Iglesia (De Werkgroep Mensenrechten en Kerk), agradece los gestos y el interés, aunque asume que no siempre se hace de buena gana, pero la “justicia está por encima”, como ha enfatizado en numerosas declaraciones públicas. Suyos han sido los discursos ante los jerarcas de la Iglesia belga cuando han acudido a los templos a inaugurar esas esculturas blancas que deberían significar esperanza aunque tengan aires de mortaja, y que recuerdan a los fieles que el infierno ha pasado por entre sus feligreses, y aún dura. 

Ha habido un desarrollo positivo en los líderes de la iglesia. Hemos notado una buena evolución. Sin embargo, el dolor permanece”, afirma una mujer que fue abusada a los 13 años por un cura marista que le daba francés en su colegio de Auderghem, y que la mantuvo sometida hasta los 17. “Sigo culpando a los obispos porque ninguno de ellos dio el primer paso y somos nosotros, como víctimas, las que hacemos el trabajo pesado. Al final, sólo reaccionaron en el momento en que tuvieron la espalda contra la pared”, denunció públicamente ante el Parlamento. 

Sigo culpando a los obispos porque ninguno de ellos dio el primer paso y somos nosotros, como víctimas, las que hacemos el trabajo pesado. Al final, solo reaccionaron en el momento en que tuvieron la espalda contra la pared

Al daño de cualquier acoso se suma el de que te lo infringía una persona que, además, te estaba traicionando, porque confiabas en su compromiso con la fe y con Dios y la Iglesia. Aún tenemos que gritar que nos duele y no renunciar a ese derecho hasta que los culpables paguen y los que sufrieron sean escuchados y compensados”, indica.

El cardenal Jozef de Kesel ha sido uno de los que han tenido que ver a Opdebeeck, firme, y decirle a los ojos: “Hubo silencio. Hubo encubrimiento. Pero el silencio se ha roto. Nos enfrentamos a hechos innegables. Las víctimas han hablado y por eso quiero darles las gracias a ellos y a quienes les ayudaron con esto, que estaban claramente más alerta que nosotros”. Eso afirmó en 2017, cuando el vestido de bautismo se instaló en la basílica de Koekelberg, en Bruselas

Un acto, como los previos, en los que se entonó una oración nueva, devastadora: “El que hiere a un niño lo carga con la carga más pesada que jamás haya existido / Nunca permitas que pisoteen a un niño en la tierra / que se apague la luz de su alma, que nunca se deshonre su cuerpo (...). Bendice, señor, la vida de aquellos que eran frágiles, insignificantes y fueron quebrantados / Si Tú no nos haces florecer nuevamente, ¿quién lo hará?”.

¿Se oirá algo así, alguna vez, en las iglesias españolas?