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viernes, 26 de diciembre de 2025

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Antón Losada va más allá en lo que esconden los mensajes de Feijóo con Mazón: "Algo está mal cuando..."

El líder del PP solo ha puesto en manos de la jueza los mensajes del expresident de Valencia Carlos Mazón

C.T.

26-12-25

ElPlural



Alberto Núñez Feijóo se esperaba a la tarde de Navidad para remitir al Juzgado de Instrucción de Catarroja, los mensajes que Carlos Mazón le envió el 29 de octubre de 2024, el trágico día de la DANA. Sin embargo, el acta no incluye sus propios mensajes, por lo que la oposición, así comos los familiares de las víctimas, ya han instado al gallego a que entregue la conversación íntegra. Desde Mañaneros 360Antón Losada ha ido más allá en lo que esconden estos WhatsApps. 

El colaborador subrayaba el hecho de que Feijóo haya esperado a última hora, en concreto a una fecha tan concreta como la Navidad, para poner la información a disposición de la jueza de la DANA: "A Feijóo se le ha aparecido el fantasma de los WhatsApps pasados para fastidiarle y amargarle la Nochebuena, a pesar de su intento de colarnos esto en mitad de la Nochebuena".

El analista político apuntaba a que este movimiento de Feijóo, "este intento de colar estos mensajes esperando que estuviéramos todos distraídos con el turrón, con la carne asada y el cava", "te pone en contra del PP": "Resulta que, como hemos aprendido hace mucho tiempo, los españoles somos capaces de hacer dos cosas: cenar con la familia y no desconectarnos de la actualidad política".

Losada recordaba que, por el momento, solo se han podido conocer los mensajes de Carlos Mazón, ya que el gallego no ha aportado los suyos junto al acta: "Mira, Alberto, en lugar de haber mandado a la jueza contexto, haber mandado los mensajes. Algo está mal cuando en lugar de trasladar la conversación lo que haces es trasladar el contexto de la conversación. Algo hay en los textos de Feijóo que cuando los conozcamos nos llamará la atención o nos generará preguntas".

El colaborador explicaba que con el contenido que se acaba de conocer, en el que se demuestra que Mazón estaba al tanto de lo que esta sucediendo, "ya no es que Feijóo haya encubierto sus mentiras, es que se ha convertido en cómplice". "Si habláramos en términos de responsabilidad penal sería un salto de grado, pasaría de encubridor de las mentiras, de la incompetencia a cómplice de todo ello", sentenciaba.

Losada insistía en que estos mensajes constatan "la mentira y recordemos que no es una estrategia legítima en democracia y en política": "Los mensajes ponen de manifiesto no la estrategia del PP, sino la mentira del PP", defendía, tajante. 

Por último, respondía a las palabras de Feijóo, con las que afirmó que "los españoles no le iban a perdonar a Pedro Sánchez que no ejerciera sus responsabilidades": "Pero es que el líder de la oposición tampoco la ejerció. Ni una sola llamada en todo el día del líder de la oposición a su presidente en Valencia. Valencia ahogándose, la gente tratando de salir como podía y qué tiene mejor que hacer el líder de la oposición que llamar al presidente de Valencia para conocer la situación. No solo hubo dejación de funciones por parte del expresident, es que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, también hizo dejación de sus funciones".


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Javier Moure

Dos parejas, dos justicias: de Oltra a Ayuso

👉 Cuando el apellido decide si la justicia investiga, archiva o mira hacia otro lado

Hay comparaciones que incomodan porque desnudan el sistema. La diferencia entre cómo actuó la justicia con la pareja de Mónica Oltra y cómo lo hace con la pareja de Isabel Díaz Ayuso no es un matiz técnico. Es una grieta democrática. En ambos casos hay hechos, responsabilidades indirectas y consecuencias políticas posibles. Solo en uno de ellos hubo imputación, dimisión forzada y seis años de castigo judicial.

La pregunta es simple: ¿qué hace la justicia cuando el delito toca el entorno íntimo del poder? La respuesta depende de quién gobierne.

UNA PAREJA CONDENADA, UNA POLÍTICA CASTIGADA

El exmarido de Mónica Oltra, educador social, fue denunciado en 2017 por abusos sexuales a una menor tutelada de 14 años. Fue condenado a cinco años de prisión, sentencia confirmada por el Tribunal Supremo en 2023. El delito existió. La responsabilidad penal quedó probada. El agresor está en prisión.

Hasta aquí, el funcionamiento normal del Estado de derecho.

El problema empezó cuando la acusación —impulsada por la ultraderecha— decidió estirar el caso hasta la conselleria que dirigía Oltra. No porque existieran pruebas nuevas, sino porque la acusada era ella. El foco dejó de estar en el delito y pasó a estar en la política.

El 1 de abril de 2022, Oltra fue imputada por un presunto encubrimiento. Dos meses después dimitió como vicepresidenta de la Generalitat Valenciana. No hubo juicio, no hubo condena, no hubo pruebas concluyentes. Hubo imputación. Y eso bastó.

Durante tres años, dos jueces de instrucción y la Fiscalía revisaron correos, documentos y testimonios. Conclusión unánime: no hay indicios de delito. Las decisiones administrativas fueron “desacertadas” o “mejorables”, pero no delictivas. Tres archivos judiciales lo confirman.

Y, aun así, la causa sigue viva por la insistencia de la Audiencia Provincial de Valencia. El castigo ya está cumplido: Oltra fuera de la primera línea política, su carrera truncada y su nombre asociado durante años a una acusación falsa.

Una pareja condenada, una política destruida.

UNA PAREJA INVESTIGADA, UNA PRESIDENTA PROTEGIDA

En el otro extremo está el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Aquí no hablamos de un delito sexual juzgado y condenado. Hablamos de fraude fiscal, facturas falsas y uso de empresas pantalla, según la investigación abierta por la Fiscalía.

La pareja de Ayuso está imputada. Hay documentación. Hay indicios económicos. Hay un procedimiento en marcha.

¿Consecuencias políticas para Ayuso? Ninguna.

¿Dimisión? No.

¿Imputación por encubrimiento, colaboración o beneficio indirecto? Tampoco.

La reacción institucional fue la contraria a la de Oltra. Cierre de filas, ataque a la jueza, acusaciones de “operación de Estado”, victimismo desde el poder y una campaña mediática de descrédito contra la Fiscalía. La justicia avanzó con extrema cautela. Sin prisas. Sin presión política. Sin exigir responsabilidades.

A Ayuso no se le aplicó la doctrina Oltra.

No se consideró que la imputación de su pareja afectara a su cargo.

No se entendió que existiera responsabilidad política alguna.

No se activó el mecanismo del desgaste.

Una pareja investigada, una presidenta blindada.

LA DIFERENCIA NO ES JURÍDICA, ES POLÍTICA

La comparación es devastadora porque rompe el relato de neutralidad. En un caso, la justicia actuó como ariete político. En el otro, como muro de contención. Y no es casualidad.

Oltra representaba un proyecto que revirtió privatizaciones, tocó intereses empresariales y cuestionó redes de poder en la Comunitat Valenciana. Ayuso encarna esos intereses. Eso cambia el umbral de tolerancia.

En el caso de Oltra, la imputación fue suficiente para forzar la dimisión, pese a que el delito no existía.

En el caso de Ayuso, la imputación de su pareja no genera ni siquiera una exigencia de explicaciones, pese a existir una investigación sólida.

La justicia fue implacable con una mujer de izquierdas e indulgente con una dirigente conservadora en ejercicio de poder.

Esto no va de relaciones personales. Va de cómo se usa la justicia para ajustar cuentas o para proteger al poder. Va de quién paga un precio político por hechos ajenos y quién no paga ninguno por hechos cercanos.

Oltra probablemente será absuelta de todo. Para entonces ya dará igual.

Ayuso seguirá gobernando mientras su pareja es investigada. Y nadie le pedirá responsabilidades.

Dos parejas. Dos respuestas judiciales.

No es un fallo del sistema.

Es el sistema decidiendo a quién sacrificar y a quién preservar.

Apoya nuestro proyecto: donorbox.org/aliadas




 

Mazón mintió a les Corts y al Congreso: presentó una lista de llamadas cercenada pues sí habló con Sánchez, Marlaska y Robles

Mazón le dijo a Feijóo: "sí que he hablado con (Pedro) Sánchez, (Maria Jesús) Montero y los de Defensa e Interior para que tengan en prealerta posibles efectivos para mañana”

Loreto Ochando

26-12-25

ElPlural




Los mensajes de WhatsApp presentados por el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, podrían parecer baladíes pero no lo son, pues demuestran que desde el Partido Popular han estado mintiendo sistemáticamente durante más de un año, pero también un hecho gravísimo, que Mazón le ha mmentido a les Corts y al Congreso de los Diputados. Esos mensajes confirman que, al contrario de lo que dijo Carlos Mazón en la comisión de investigación del Congreso donde aseveró que las llamadas que no había recibido eran las del Gobierno, el Gobierno sí estuvo desde el minuto cero, y que se puso a disposición de la Generalitat con todos sus efectivos.

En su comparecencia, Mazón dijo: “¿Saben ustedes qué llamadas no recibí? Ni la de Pedro Sánchez, ni la de nadie de Seguridad Nacional, ni de ADIF, ni del ministro del Interior, ni de la ministra de Defensa, ni de la UME, ni de Protección Civil, ni de la Delegada del Gobierno, ni de AEMET, ni del secretario de Estado de Seguridad, ni de la Dirección General de la Policía”.

Sin embargo, los mensajes aportados por Feijóo demuestran que lo dicho en el Congreso es absolutamente falso, al igual que lo es el acta de llamadas presentó a les Corts. Y es que Mazón le dijo en un WhatsApp a Feijóo a las 23.23: "sí que he hablado con (Pedro) Sánchez, (Maria Jesús) Montero y los de Defensa e Interior para que tengan en prealerta posibles efectivos para mañana”. Y justo un minuto después asevera: "Hace una hora. Pero a través de delegación de momento tenemos lo que necesitamos que ahora mismo es la UME". Sin embargo, tanto desde el PP nacional como desde el autonómico se han pasado un año asegurando que el Gobierno no hizo nada, que los dejaron abandonados.

Mazón le mintió a les Corts para perjudicar a Sánchez

Otra de las mentiras más evidentes es que Mazón envió un registro de llamadas que si no falso, desde luego sí que está cercenado, a les Corts. El motivo parece evidente, esconder que sí que había mantenido contacto con todos los ministerios que podían ofrecer ayuda. En ese listado, el entonces presidente no menciona que sí habló con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y la ministra de Defensa, Margarita Robles, de la que dependía el despliegue de la UME una vez solicitado por el Ejecutivo valenciano. Tres personas de las que luego aseguró en el Congreso que no se habían puesto en contacto con él, cuando sí lo habían hecho.

En el registro de llamadas que hizo público, y que se entregó en les Corts, las únicas llamadas con alguien del Gobierno de Sánchez que aparecen reflejadas son las tres que supuestamente mantuvo con la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, y dos con la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, pero ni una palabra de Sánchez, Robles o Marlaska.


 


 


 


 


 


 


 



En el sur de Argelia existió durante siglos una comunidad que rompía muchas de las ideas que solemos tener sobre el papel de la mujer en las sociedades tradicionales: los Ouled Naïl, un grupo amazigh (imazighen) cuya cultura otorgó a sus mujeres un grado inusual de autonomía económica.

No se conoce con certeza el origen remoto de los Ouled Naïl, aunque formaban parte del mundo bereber del norte de África y se islamizaron progresivamente a partir del siglo VII. Pero su organización social conservó rasgos propios, especialmente en lo que respecta a las mujeres, conocidas como Nailiyat.

En esa cultura, muchas jóvenes pasaban una etapa de su vida trabajando fuera de su comunidad, generalmente en pueblos o ciudades, como bailarinas, artistas o acompañantes en contextos festivos y sociales. No se trataba de una obligación impuesta, sino de una práctica culturalmente aceptada que tenía un objetivo claro: reunir una dote propia.

Durante años, esas mujeres ahorraban el dinero que ganaban para poder regresar después a su comunidad con independencia económica, comprar tierras, una casa o ganado, y elegir entonces si querían casarse, y con quién.

Era una forma singular de invertir primero en autonomía antes que en dependencia.

Las fotografías tomadas a principios del siglo XX muestran a estas mujeres con una presencia poderosa: túnicas de múltiples capas, grandes brazaletes de plata, collares hechos con monedas ganadas por ellas mismas, ojos delineados con kohl, manos y pies decorados con henna. No eran solo adornos: eran signos visibles de estatus, trabajo, experiencia y propiedad.

A diferencia de muchos modelos sociales de su época, las Nailiyat no estaban definidas primero como esposas o hijas, sino como personas que construían un patrimonio propio antes de entrar en una relación estable. Su valor no dependía únicamente del matrimonio, sino también de su capacidad para sostenerse por sí mismas.

Eso no significa que vivieran fuera de toda norma, ni que fueran “libres” en un sentido moderno. Vivían dentro de un sistema cultural concreto, con límites, expectativas y roles. Pero dentro de ese sistema, habían encontrado una manera de ampliar su margen de decisión.

La historia de las Ouled Naïl no es un cuento romántico ni una provocación moral. Es una prueba de algo más simple y más profundo: que las formas de vivir, de amar, de trabajar y de ser mujer han sido siempre más diversas de lo que solemos imaginar cuando miramos el pasado desde una sola cultura.

Y que incluso en sociedades que hoy llamaríamos “tradicionales”, existieron espacios de autonomía que no encajan en nuestras categorías fáciles.

A veces, la historia no nos enseña cómo deberíamos vivir.

Solo nos recuerda que nunca hemos vivido todos de la misma manera.





En 1647, mientras se realizaban trabajos en una catedral de Venzone, al norte de Italia, unos obreros abrieron una tumba antigua en el cementerio.

Dentro no encontraron huesos.

Encontraron un cuerpo.

Estaba completamente desecado, reducido, ligero como madera vieja. La piel tenía la textura del pergamino. No había rastro de descomposición. La momia pesaba alrededor de 17 kilos.

No era un caso aislado.

Con el tiempo aparecieron 41 cuerpos más en el mismo estado. Personas comunes. Sin rituales egipcios. Sin embalsamamiento. Sin intervención humana conocida.

Nadie entendía por qué.

A comienzos del siglo XX, algunos científicos propusieron una explicación posible: un hongo microscópico presente en el suelo y en los ataúdes de la zona podría haber deshidratado los

cuerpos antes de que comenzara la putrefacción, creando una momificación natural.

Pero sigue siendo solo una hipótesis.

No hay consenso. No hay certeza.

Sabemos algo más: después del terremoto de 1976, solo 21 momias permanecen hoy.

Las demás… simplemente no están.

Nadie sabe exactamente qué ocurrió con ellas. Si se perdieron, se trasladaron, se destruyeron o algo más.

Venzone conserva lo que queda como un recordatorio extraño de que, incluso en la historia, hay procesos que no comprendemos del todo. Que hay cuerpos que no se disuelven como deberían. Y preguntas que sobreviven más que las personas.

La ciencia ofrece hipótesis.

El tiempo guarda el resto.



 

'Bienvenido, Mister Marshall': el clásico del cine español que se rió del franquismo a plena luz del día

Berlanga, censura y sátira política en una comedia que retrató la sumisión y la pobreza moral del régimen

Amanda Ramos

26-12-25

ElPlural



En 1953, en plena dictadura franquista, el cine español logró algo que hoy parece imposible: reírse del poder sin que el poder se diera cuenta. Lo hizo a través de una comedia aparentemente inofensiva, costumbrista y folclórica que, en realidad, escondía una de las sátiras más demoledoras contra el régimen y su ideología. Su título: Bienvenido, Mister Marshall.

Dirigida por Luis García Berlanga, la película se convirtió en un clásico del cine español, pero también en un ejemplo perfecto de cómo la censura franquista podía ser burlada con inteligencia, ironía y mala leche.

Un pueblo español y la sumisión al “salvador extranjero”

La premisa es sencilla: el pequeño pueblo de Villar del Río se prepara para la inminente visita de unos delegados estadounidenses del Plan Marshall, convencido de que su llegada traerá prosperidad, dinero y futuro. Para agradarles, el municipio decide disfrazarse de una España folclórica, atrasada y caricaturesca, justo la imagen que el franquismo vendía al exterior.

Nada es casual. Berlanga retrata una sociedad que se arrodilla ante el poder, que cambia su identidad según quién mande y que confunde dignidad con obediencia. Una España que espera milagros desde fuera mientras acepta la miseria dentro.

Nacionalcatolicismo: caridad, obediencia y resignación

Bajo la comedia coral se esconde una crítica feroz al nacionalcatolicismo, pilar ideológico del franquismo. En Villar del Río nadie cuestiona el sistema, nadie protesta por la pobreza estructural, nadie habla de derechos. Solo hay resignación, jerarquía y fe en una salvación que nunca llega.

La película ridiculiza esa moral cristiana basada en la apariencia, la caridad superficial y la sumisión al poder, una doble moral que el régimen defendía mientras mantenía a gran parte del país en la precariedad. Como en Plácido, la pobreza sirve para tranquilizar conciencias, no para cambiar la realidad.

Estados Unidos, Franco y la hipocresía internacional

El trasfondo político es clave. En los años 50, el franquismo buscaba desesperadamente el reconocimiento internacional, especialmente el de Estados Unidos. Plan Marshall simbolizaba esa esperanza de legitimación, aunque España quedó oficialmente fuera del programa.

Berlanga convierte esa aspiración en sátira: el pueblo se humilla, se disfraza y se endeuda para agradar a unos visitantes que ni siquiera se detienen. La escena final, con los coches americanos pasando de largo, es una de las metáforas más crueles del cine español: ni salvación exterior ni justicia interior.

¿Cómo pasó la censura franquista?

La gran paradoja de Bienvenido, Mister Marshall es que fue aprobada por la censura. ¿Por qué? Porque el régimen la leyó como una comedia amable, incluso como una exaltación del tipismo español. No entendieron -o no quisieron entender- que la película se reía precisamente de eso.

El humor, el tono coral y la ausencia de un mensaje explícito permitieron que la crítica pasara desapercibida. Berlanga demostró que, en una dictadura, la ironía puede ser más peligrosa que la denuncia directa.

Setenta años después, Bienvenido, Mister Marshall sigue siendo incómoda. No solo por lo que dice del franquismo, sino por lo que revela sobre una sociedad acostumbrada a esperar soluciones mágicas, a aceptar la desigualdad como destino y a confundir patriotismo con obediencia.

Berlanga no atacó al franquismo con discursos grandilocuentes, sino con algo mucho más efectivo: ridiculizando sus valores fundacionales. Y quizá por eso, todavía hoy, su película sigue diciendo más verdad que muchos relatos oficiales.


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José Migeul Villarroya

Esta semana se ha destapado que el yerno y el hijo de Aznar aparecen en la lista del pedófilo Epstein, y que el capellán del colegio de los Legionarios de Cristo, vinculados y financiados por Aznar, ha sido denunciado por agresión sexual a menores.


 


 


 


 


 


Venceréis, pero no convenceréis” 🟥

Miguel de Unamuno alzó su voz frente al fascismo cuando muchos callaban. No hablaba solo de una victoria militar, sino de algo más profundo: la derrota moral de quienes imponen el miedo, el odio y la fuerza.

Podrán vencer con violencia, con censura o con mentiras…

👉 pero jamás convencerán a un pueblo consciente, crítico y solidario.

Esta frase sigue viva hoy, porque la lucha continúa:

por la justicia social ✊

por la memoria histórica 🕊️

por la dignidad y la democracia real ❤️‍🔥

La razón, la cultura y la conciencia siempre serán armas del pueblo.

#Unamuno #VenceréisPeroNoConvenceréis #Antifascismo #Izquierda #MemoriaHistórica #ConcienciaDeClase 💬 ✊


 


 


 


 


 



Si crees que en todas partes la Navidad es en diciembre, estás equivocado... y si crees que en todas partes Jesús es blanco, también lo estás

Cada 25 de diciembre, buena parte del mundo occidental repite, con admirable obediencia cultural, la idea de que “hoy es el nacimiento de Jesús”. Las familias se reúnen, las iglesias se llenan, la publicidad se desborda, y los villancicos repiten la misma narrativa mil veces reciclada. Pero mientras millones de personas celebran esta fecha, en un pequeño rincón de Colombia —Quinamayó, un corregimiento afrodescendiente del Valle del Cauca— persiste una incómoda evidencia antropológica: la Navidad no es más que una convención humana, maleable, negociable y perfectamente intercambiable.

Porque resulta que en Quinamayó la Navidad no se celebra hoy, ni ayer, ni antier. Ni siquiera en diciembre. Allí celebran el “nacimiento de Jesús” hasta en febrero. Y no sólo eso: el “Niño Dios” tallado en madera que veneran no es blanco, sino de piel oscura y con rasgos africanos. Nada de mejillas rosaditas ni aureolas europeas. Un recordatorio visual del sincretismo, ese mecanismo humano que toma una creencia importada, la desmantela y la reacomoda, hasta que encaje con la identidad del pueblo que la recibe. Porque así es cómo funcionan las religiones: como una plastilina cultural.

El caso es que los antepasados de los habitantes de Quinamayó llegaron a América encadenados, escl4vizados y obligados a adoptar el cristianismo. Y al llegar diciembre, a los escl4vizadores blancos se les ocurrió una idea muy práctica: evitar que aquellos escl4vos descansaran durante las festividades religiosas de sus amos. ¿Y cuál fue la solución perfecta? —prohibirles celebrar la Navidad el 25 de diciembre, permitiéndoles escoger otra fecha menos “inconveniente”.

De esta forma, una fecha que es supuestamente “sagrada” e inamovible, fue cambiada por conveniencia, no divina, sino administrativa, mediante un simple trámite del poder colonial. A los escl4vizados se les ofreció un menú de alternativas, y ellos escogieron el tercer sábado de febrero, entre otras razones porque coincidía simbólicamente con los 40-45 días posteriores al parto de María, según el calendario católico.

En otras palabras: la Navidad, ese acontecimiento que muchos consideran divinamente fijado, resultó ser negociable, regateable, y hasta movible según las necesidades laborales del amo. No muy teológico. Pero muy humano.

Sin embargo, al final no fue solamente eso. Resulta que el “Niño Dios” de estos afrodescendientes tampoco es blanco, sino del mismo color de su piel. Por eso en febrero las familias de Quinamayó realizan una romería para “buscar” al “Niño Dios n3gro”, casa por casa, hasta encontrar a la mujer que lo ha custodiado durante todo el año. Luego lo pasean en procesión entre música, cantos, disfraces de colores, pólvora, bebidas, y la danza llamada “la fuga”, cuyos pasos arrastrados evocan las cadenas de los esclavos.

O sea que tenemos aquí cristianismo, memoria de la escl4vitud, elementos africanos, fiesta popular, improvisación ritual y espíritu comunitario… todo mezclado en un solo evento.

Y mientras tanto, en otras regiones del planeta cada cultura adapta el mismo personaje, Jesús, según su propia conveniencia: rubio en Europa, mestizo en México, asiático en Japón, mulato en Brasil. Y cada quien considera que su versión es la verdadera. Porque las religiones, como siempre, son moldeadas al rostro del creyente, nunca al revés.

Para los ojos de un antropólogo un caso como el “Niño Dios” de Quinamayó es sin duda un recordatorio delicioso —y casi subversivo— de que:

a) No existe ninguna fecha “real” del nacimiento de Jesús.

b) No existe un “color correcto” para la piel del “Niño Dios”.

c) No existe una forma única legítima de celebrar su supuesto nacimiento.

d) No hay un centímetro de estas tradiciones que sea producto de algo sobrenatural: todo es obra humana.

Quinamayó demuestra que las creencias religiosas son como un rompecabezas armado con piezas de donde sea: un poco de dogma católico, un tanto de memoria africana, algo de resistencia cultural, unas gotas de imposición colonial, y un generoso toque de creatividad local.

Pero lo más curioso es que mientras muchos cristianos del mundo creen que celebrar el nacimiento de Jesús hoy —25 de diciembre— es un hecho inalienable, en un pueblo colombiano no muy grande, saben perfectamente que las fechas, los rituales y los dioses se ajustan según la conveniencia histórica, política y cultural de cada sociedad. Nada más, nada menos.

Efectivamente, hoy es Navidad… pero sólo para algunos. Y millones de personas recitan hoy el viejo relato del pesebre, creyendo que siguen una tradición celestial. Pero Quinamayó nos recuerda que la historia es, en realidad, un mapa de adaptaciones locales, donde cada pueblo reescribe su mito, acomoda su divinidad, pinta su propio “Niño Dios”, cambia su calendario, y reinventa su ritual.

Lo cierto es que la Navidad, como todas las tradiciones de connotación religiosa, no pertenece al cielo. Pertenece a la creatividad —y a la arbitrariedad— humana. Y tal vez ese sea el descubrimiento más liberador para quienes preferimos la verdad sin ornamentos: las religiones no revelan a ningún “Dios”, revelan únicamente la cultura que las inventa.

[Godless Freeman]

[Crédito de imagen: El País]

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59781706

https://www.elpais.com.co/.../esta-es-la-poblacion-del...

https://www.laprensagrafica.com/.../El-pueblo-de-Colombia...

https://www.eluniversal.com.co/.../quinamayo-el-pueblo.../

https://www.mincultura.gov.co/.../el-nino-dios-negro-una...