Franco
Caudillo del Cielo por la Gracia de Dios
Francisco
Franco, el Generalísimo, está en el cielo, aupado por toda la corte celestial compuesta por
ángeles, arcángeles, querubines, etc… Lo sorprendente es que, al día de hoy,
todavía no haya subido a los altares. (Parece ser que están en ello)
Su manoseada efigie por el roce en
millones de monedas, debería haber figurado en la “Gloria de Bernini” y
posteriormente ser venerado. Presentó un excelente “curriculum vitae” alegando que
había sido el autor intelectual, el cerebro, de convertir una traición,
una sublevación, una Guerra Civil en Alzamiento Nacional, luego en Movimiento
Nacional para terminar firmando con la Santa Sede el Concordato, aun vigente,
que ha proporcionado a la Iglesia Católica Apostólica y Romana beneficios
multimillonarios, convirtiendo la felonía en una Cruzada de Liberación.
No obstante, de fuentes fidedignas,
nos ha llegado cierta información que nos podría aclarar esta
circunstancia.
Parece ser que nada más llegar al cielo, con su
proverbial carisma, se granjeó la amistad de los ministros del Jefe que pronto
le nombraron responsable de su ejército. Lo primero que hizo fue implantar sus
leyes (ya experimentadas en otra ocasión con excelentes resultados) que se
reducían a tres prohibiciones: Ni alcohol, ni misas, ni mujeres. La tropa
quedó sobradamente preparada.
Lo cierto es que al poco tiempo
tuvo que rectificar y lo dejó solamente en dos: Ni alcohol, ni mujeres. Por
tratarse del único Generalísimo que existía en el firmamento fue ascendido a la
diestra de J.C. (el Jefe) en calidad de “asesor personal”. Craso error porque
una vez más el nombramiento no colmó su desatada ambición personal haciendo
florecer de nuevo su felonía volviendo a las andadas dando otro golpe de
estado. Otra traición.
Volvió a crucificar al Jefe,
encarceló a sus ministros los Apóstoles y repitió la persecución y la ejecución
de todos los “judeo masónicos rojos y republicanos” que fuesen señalados. Las
tapias de los cementerios, las cunetas de todos los caminos del Edén se vieron
inundados de tumbas anónimas improvisadas.
En los billetes y monedas del
Paraíso se ha inscrito la leyenda: Franco, Caudillo del Cielo por la Gracia de
Dios y en un paradisíaco rincón del Edén ha vuelto a construir otro Valle de
los Caídos que se ha dejado para él solo, cuando le llegue su hora en la
eternidad y los turistas puedan leer un cartelito que diga: Aquí yace Dios.
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