¡Que viene Queipo del Llano! Antonio Soler revive la 'Desbandá' de Málaga, el mayor éxodo de la Guerra Civil
El autor narra en 'El día del lobo', a través de la historia de su propia familia, una de las páginas más oscuras de nuestra historia, la Desbandá, de la que ahora se cumplen 88 años
ElPlural
Marisu Moreno
26-1-25
Uno de los episodios más sangrientos y crueles de la Guerra Civil fue la 'Desbandá', que ha pasado a la historia como la mayor matanza de civiles de toda la contienda. Ocurrió entre el 6 y el 8 de febrero de 1937, hace justo ahora 88 años, pero su memoria sigue viva. Ante la inminente entrada del teniente general Queipo del Llano en Málaga, tras vencer al ejército republicano entre 100.000 y 150.000 personas huyeron aterrorizadas de la ciudad por la carretera que comunica con Almería. Cayeron en una trampa mortal, bombardeados simultáneamente por aviones franquistas y varios buques desde el mar. Hubo entre 3.000 y 5.000 muertos y el prestigioso reportero de guerra Robert Capa dejó testimonio gráfico de esta terrible masacre. Entre los que huyeron está la familia de Antonio Soler, (Málaga, 1956), que ha escrito 'El día del lobo' (Espasa), una novela autobiográfica en la que recoge este "viaje al infierno".
Más que una novela, es un gran crónica de todo lo que ocurrió en aquella carretera que el médico canadiense Norman Bethune, que se sumó a los sanitarios de los combatientes para salvar vidas, describió como "doscientos kilómetros de miseria". Cuenta la huida de los suyos, liderados por su abuela materna, Josefa Díaz Frías, una mujer dispuesta a cualquier cosa con tal de salvar a sus cinco hijos de entre 18 y 4 años y a su marido, un socialista que "había bebido de unos cuantos libros la fe en un Tiempo Nuevo y confundía la política con la mística", relata Antonio Soler. Es la historia de su familia y la de las miles de personas que que huyeron del terror despavoridos y hambrientos. "Venía Franco, venían los moros. El Tercio, los Regulares. Los violadores, los torturadores, los asesinos. Lo había anunciado Queipo del Llano desde su radio sevillana y lo habían confirmado los refugiados que habían llegado a la ciudad en vísperas del éxodo", explica en el libro.
"Quien dice que la España actual es paralela a la de 1936, o ignora cómo era aquel momento o tiene un intento de manipulación muy evidente"
Fue el cuento de su infancia, curioso desde niño pedía a su abuela que se lo contara una y otra vez. Ya de mayor se dio cuenta de que esos días se convirtieron en una pesadilla recurrente para todos los supervivientes. "Nunca dejaron de caminar entre cadáveres, milicianos en retirada, niños extraviados, aullidos y sombras". Todo lo que se cuenta en la novela es real, aunque está escrita en un tono fabulesco. "Quien dice que la España actual es paralela a la de 1936, o ignora cómo era aquel momento o tiene un intento de manipulación muy evidente", nos cuenta en una entrevista a ElPlural, en la que ha querido subrayar la necesidad de conocer el pasado para entender el presente. "Tengo la sensación de que hay ya una generación que ha olvidado el pasado inmediato", alerta.
Entrevista con Antonio Soler: "La novela recupera la memoria de gente humilde que no tuvo oportunidad de dejar constancia de lo que le ocurrió"
PREGUNTA.- ¿Qué vamos a
encontrar en 'El día del lobo'?
RESPUESTA.- Un
hecho histórico que ocurrió en la guerra civil y que es muy
desconocido y sobre ese paisaje de fondo, la historia de una familia,
la mía, que vivió de primera mano ese hecho. Lo que vivieron tiene
ls componentes de lo que ocurrió también a otras muchas familias
durante la guerra civil, diseñados por otras personas. A todos ellos
les tocó padecerlos.
En concreto, lo que cuento, es el éxodo que se produjo en la ciudad de Málaga en febrero de 1937 ante la amenaza de la llegada del ejército de Franco, encabezado por Queipo de Llano y sus bravatas radiadas. Miles de malagueños, asustados, salieron de la ciudad por el único camino posible, que es la carretera de Almería. De la noche a la mañana se ponen en marcha, caminando la mayor parte, pero cuando inician esa huida del terror, se encuentran con un terror todavía mayor, porque son ametrallados por la aviación alemana e italiana y también desde el mar por varios buques de guerra.
Mi familia hizo ese camino y básicamente es lo que cuento, con todos los componentes que podemos suponer de emoción, de miedo, de esperanza, que llevan a las personas a dejar sus casas y tratar de salvarse.
P.- Es historia terrible que.
como tú dices, vivieron muchas personas. En el caso de tu familia,
tuvieron la suerte de sobrevivir.
R.- Durante la
Guerra Civil mi familia vivió de todo, pero tuvo la suerte de salvar
la vida. Nadie murió, pero sí hubo huidos, topos, exiliados,
combatientes..., un poco de todo. La familia dio para todo, aunque
estuvo siempre en el mismo bando.
P.- ¿Se podría decir que es
mucho más que una autobiografía?
R.- Sí, creo
que es el reflejo de lo que le ocurrió a muchos miles de personas y
tiene ese componente de recuperar memoria, la memoria de gente
humilde que no tuvo oportunidad de dejar constancia de lo que le
ocurrió. En parte rinde homenaje a a esa gente humilde que padeció
la historia.
P.- A través de tu relato,
conocemos a una familia extraordinaria.
R.- Sí,
tuve una familia un tanto peculiar. Además, cuento la historia de
las dos ramas, con abuelos muy diferentes, dos personas muy sensatas,
pero uno un poco despegado del suelo, con la cabeza en las nubes, y
el otro con los pies muy en la tierra. En cierto modo encarnaban esa
inocencia y en el caso de mi abuelo paterno, desde luego, esa ilusión
casi evangélica en que los ideales políticos traerían un mundo
mejor y casi la felicidad universal a la tierra.
P.- ¿Cuándo pudo regresar su
familia a Málaga?
R.- Como llevaban niños
marchaban lentos por la carretera y fueron alcanzadas en la
retaguardia de la marcha por las tropas italianas, que iban en
vanguardia del ejército de Queipo del Llano, en algún punto de la
costa de Granada, antes de llegar a Motril. Les obligaron a volver a
Málaga.
Mi familia huía porque mi abuelo era del PSOE y, por tanto, se sentía muy amenazado. Al llegar a Málaga tuvo que vivir como un topo, escondido durante años. La Guardia Civil se presentó varias veces por la casa familiar buscándole. Era un militante de base, muy conocido en el pueblo donde había vivido porque era muy proclive a difundir el evangelio socialista, porque era casi un evangelio para él. Al principio se sentía muy seguro, porque pensaba que nadie iba a reparar en él, pero estaban buscándole. Salvó su vida, pero a costa de dejar el trabajo y esconderse durante años.
El grado de violencia que había en las calles, con asesinatos políticos que ocurrían un día sí y otro no, el analfabetismo, el aislamiento del resto del mundo... Eso no lo vemos hoy día en España, por suerte
P.- ¿Qué crees que pensarían
ahora si estuvieran viendo todo lo que nos rodea?
R.-
Sinceramente, yo creo que estarían bastante satisfechos, a pesar de
que en el día a día nos parece que estamos tremendamente
radicalizados y que se está llegando a cotas insostenibles. Eso es
cierto y, a veces, el ambiente político es bastante desagradable,
pero si lo comparamos con lo que ocurría en 1935-1936 la diferencia
es abismal. Quien dice que la España actual es paralela a la de
1936, o ignora cómo era aquel momento o tiene un intento de
manipulación muy evidente.
El grado de violencia que había en las calles, con asesinatos políticos que ocurrían un día sí y otro no, el analfabetismo, el aislamiento de España del resto del mundo, con las influencias que llegaban por un lado de papá Stalin y por otro de papá Mussolini... Eso no lo vemos hoy día en España, por suerte. A quien lo diga, habría que preguntarle dónde están los muertos de ayer a consecuencia de su ideología. Por desgracia, eso es lo que ocurría en el 35 y en el 36.
P.- Esa comparativa se desmonta
rápidamente con los hechos y el conocimiento, pero es un mensaje que
está calando en ciertos sectores de la sociedad.
R.-
Sí, por ese ambiente radicalizado de intentar dividir la sociedad en
dos: los que piensan como yo y los que no están enfrente, de un lado
y de otro. Yo creo que las culpas en este sentido están bastante
repartidas. ¿Eso tiene una rentabilidad política? Pues quizá la
tenga, pero a costa de un deterioro general y desde luego a costa de
manipular. Quien lo hace está envenenando a la sociedad para obtener
un rédito inmediato y no es nada agradable ser testigo de eso.
El nivel de vida de un ciudadano medio en 1936 no tiene absolutamente nada que ver con el actual
P.- Ese mensaje, especialmente a
través de las redes sociales, está llegando y resulta
sorprendente que personas con cultura e incluso estudios
universitarios, se lo creen al pie de la letra.
R.-
Les interesará creérselo, es muy fácil dejarse llevar por la
corriente, sea la que sea, pero si tuvieran poco de interés en
conocer la realidad, con ir a una librería, leer dos o tres libros y
contrastarlos se darían cuenta de cuál era la situación.
Hay cuestiones que son muy subjetivas, donde lo relativo se mezcla y dan lugar a muchas interpretaciones diferentes, pero en esto que hablamos hay datos, sobre el analfabetismo, la renta que podía tener una familia en 1935, los asesinatos..., todo eso está registrado. El nivel de vida de un ciudadano medio en 1936 no tiene absolutamente nada que ver con el actual. Tampoco es que estemos en el paraíso, pero ni en el mejor de los sueños se podía pensar en ese país de tanta miseria, que llegaríamos a lo que hoy somos.
P.- Dice que escribe para
recordar lo que otros recordaron.
R.- Es muy
importante la memoria y el recuerdo.
Entiendo ya que la Guerra Civil hay que verla como un hecho
histórico, del que nos separa casi un siglo pero que tampoco queda
tan lejos como nos quedan las guerras napoleónicas. Gente de mi
generación ha convivido con combatientes de esa guerra y gente que
la ha padecido por lo que me parece muy necesario conocer ese pasado
inmediato. Los periodos se van uniendo unos a otros. Por ejemplo,
aquellos que cuestionan la Transición es
porque no la vivieron o porque les interesa socavarla. Viene de la
muerte del franco y de la dictadura que arranca con la Guerra Civil.
Si no conoces de dónde viene todo eso puedes pensar que la
Transición fue una chapuza, pero es necesario verla en profundidad,
saber el pasado inmediato. Hay como un flujo subterráneo que sigue
fluyendo y que nos pone en contacto con ese pasado que no es tan
remoto.
Si en 1978 o 1979 se hace una rigurosa revisión de responsabilidades, no creo que la democracia hubiera salido adelante como salió
P.- Está costando mucho superar
digamos, las heridas de la guerra, hacer justicia y reparación con
todas las víctimas. Se habla de vencedores y vencidos, de rojos y
azules, y nos olvidamos de las personas.
R.- Con
la Transición se llegó a un pacto para mirar al futuro,
pensando que si se removía el pasado no saldríamos de esa
confrontación, de ese enfrentamiento. Pasan tres, cuatro décadas y
eso se empieza a cuestionar y a intentar reparar lo que en su
momento no se hizo, porque además era inviable. Si en 1978 o 1979 se
hace una rigurosa revisión de responsabilidades, no creo que la
democracia hubiera salido adelante como salió. Ante eso hay como
un revisionismo a posteriori que desde el
punto de vista histórico a mí me parece perfecto, que se quiten
todos los velos y que se sepa exactamente qué ocurrió. Pero lo que
tenemos que tener en cuenta es que los responsables de todo lo que
ocurrió en un lugar y en otro, en un bando y en otro, están muertos
todos. Nadie tiene ahora responsabilidad de eso más que
quien reivindica a los verdugos. Ahí sí que hay un
problema, que por desgracia es un problema que estamos viendo.
Tengo la sensación de que hay ya una generación que ha olvidado el pasado inmediato. Antes, los gobernantes y la sociedad eran muy conscientes de dónde veníamos y, por tanto, tenían encendida la señal de alarma, pero ahora está accediendo gente a puestos de responsabilidad que no es consciente de los grandes peligros que eso tenía, así como la propia ciudadanía. Y si a eso se le une que hay determinados sectores que intentan manipular e insuflar mensajes de odio o pedir responsabilidad a políticos de hoy en día, como si fueran ellos los causantes de la Guerra Civil, me parece un error. Cosas tan elementales como que los muertos estén donde tienen que estar, me parece que hay que ser muy salvaje para no estar de acuerdo con eso.
P.- Hay todavía familias que
siguen buscando a sus muertos, enterrados en fosas comunes, y algunas
administraciones gobernadas por el PP han puesto todo tipo de
obstáculos para que puedan identificarlos y recuperar sus restos, en
contra de lo que dice la Ley de Memoria Histórica.
R.-
Me parece un un error monumental, porque parece que están
reivindicando esa barbaridad que se hizo. Una derecha civilizada o de
centro derecha, como se quiere llamar el Partido Popular, debería
distanciarse y reivindicar que no tienen nada que ver con aquello.
Pero caen en la trampa de posicionarse y enfrentarse para defenderse.
Hay una parte de la derecha que está muy interesada en reivindicar
aquello y también una parte de la izquierda que está intentando
beneficiarse de ese juego.
Para conocer el presente es necesario conocer el pasado
P.- ¿Qué le diría a esas
nuevas generaciones de jóvenes que han olvidado todo aquello? ¿Les
recomendaría la lectura de su libro, por ejemplo?
R.-
Sí, la de mi libro y la lectura de unos cuantos más. Para conocer
el presente es necesario conocer el pasado. Esto no es una cuestión
de buenos y malos, aunque realmente los hubo, repartidos en todos los
bandos. Con esto no quiero ser equidistante, ni mucho menos, porque
está muy claro cuál fue el juego de poder. Hubo un golpe de Estado
contra un poder legal y, aunque hubo horrores en las dos partes, en
el bando nacional hubo un precepto que estableció el general
Mola desde el principio, que fue el organizador del
golpe, que dijo: 'Hay que sembrar el terror'. Era
una directriz que venía desde arriba, motivada, según su
interpretación, porque tenían que hacer ver que tenían fuerza, que
iban en serio y lo iban a hacer a través del terror.
El terror franquista venía desde arriba, mientras que en la República se intentó sofocar
En el ámbito de la de la República hubo descontrol, hubo terror en los primeros meses, hasta que el presidente Negrín, apoyado de un modo muy cercano por el ministro de Justicia, que era del PNV, desmontaron todas las checas y todos los grupúsculos violentos que había. Es decir, en un caso el terror venía desde arriba abajo, podemos decir, y en el otro, desde arriba se intentó sofocar, que son cosas bien diferentes.
¿Quién es Antonio Soler?
Antonio Soler (Málaga 1956) quiso ser atleta pero tuvo que renunciar a su carrera deportiva debido a un accidene de tráfico. Guionista y escritor, ha trabajado colaborado como articulista en diversos periódicos como Sur, ABC o El Mundo.
Ganó el Premio Nadal en 2004 con su novela 'El camino de los ingleses', que fue llevada al cine por Antonio Banderas en 2006. El autor ha sido reconocido también con el Premio Herralde por su novela 'Las bailarinas muertas' o el Premio Primavera por 'El nombre que ahora digo', considerado por especialistas en la guerra civil española de la talla de Paul Preston, como una de las más fieles narraciones sobre el ambiente prevalente durante el conflicto. Su obra 'Sur' obtuvo los premios Nacional de la Crítica, Francisco Umbral, Dulce Chacón y Andalucía de la Crítica.
Es miembro de la Orden Caballeros de Finnegans, cuyo único propósito es la veneración de la novela 'Ulises' de James Joyce. Los miembros de esta orden se obligan a venerar la obra y, si es posible, asistir a Dublín en una jornada de Bloomsday que acaba en la Torre Martello (donde se inicia la novela) en Sandycove, para leer unos fragmentos. Tras ese acto anual caminan hasta el pub Finnegans en la vecina población de Dalkey donde dan fin a su acto anual.
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