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jueves, 6 de marzo de 2025

 

El 2 de marzo de 1974 en la cárcel Modelo de Barcelona un funcionario apretó la tuerca del Garrote Vil que atravesó el cuello de Salvador Puig Antich, un militante del Movimiento Ibérico de Liberación.

Salvador no tuvo un juicio justo, ni defensa. Un tribunal Militar le condenó supuestamente por haber matado a un policía en una persecución. Se demostró que no fue así, que fue una bala perdida de un compañero policía, pero en esos días Franco necesitaba un escarmiento general a todos los opositores políticos pues en las calles aumentaban las reivindicaciones obreras y además seguía muy resentido por el asesinato de Carrero Blanco por parte de ETA.

Era tan evidente el despropósito de la pena de muerte que hubieron manifestaciones en toda Europa e incluso el Papa le pidió clemencia a Franco. Aun así, y ya enfermo, el Dictador firmó la sentencia.




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