TIEMPO DE CANALLAS
Ser amable con los canallas constituye una ofensa a la virtud. A propósito de la polémica desatada por El odio de Luigse Martín, Juan del Val afirmó que la literatura está por encima del dolor de una madre. Nada, absolutamente nada, está por encima del dolor de una madre. Val se ha burlado de los animalistas y ha exaltado las corridas de toros. Solo por eso merece ser vituperado. Su comentario sobre el dolor de las madres corrobora su indignidad moral. Es un mierda y lo que escribe no merece otro calificativo.
El Premio Planeta no es fruto de la deliberación de un jurado. Se trata de una decisión empresarial. Lo sé porque me lo han contado varias personas que lo han recibido. Me sorprende que alguien lo ignore. El mundo editorial es una ciénaga. La corrupción es la norma, no la excepción. Juan del Val no es un escritor. Escritores son figuras como Juan Marsé o Vargas Llosa, nos caigan mejor o peor. A Vargas Llosa tuvieron que pagarle un dinero extra bajo mesa para que aceptara el premio (querían aprovechar el prestigio asociado a su nombre) y el resultado fue la peor novela del escritor peruano. En cambio, Miguel Delibes, un hombre bueno, lo rechazó, pues consideraba que los premios debían utilizarse para promocionar a los autores nóveles.
La literatura se está muriendo. Grandes escritores como Miguel Sánchez-Ostiz o Juan Gracia Armendáriz apenas venden libros, mientras auténticas nulidades no cesan de hacer caja con sus bodrios. Al igual que en la tele, la basura es lo que vende. Vivimos en una época de masas. El porcentaje de ciudadanos con criterio y espíritu crítico es ínfimo. No es algo casual, sino el efecto de la agresiva manipulación ejercida desde los medios.
Cabrearse con las injusticas es sano. Y cuando arpías como Ayuso cuestionan que se haya producido un genocidio en Gaza, las reacciones no pueden ser tibias. Hay que indignarse y decir claramente que solo un miserable puede afirmar algo así. Los niños de la Cañada Real llevan cinco años sin luz. Casi todo el mundo lo ha olvidado. Es motivo suficiente para perder la paciencia y expresarse con rabia. Ayuso es una rata y una corrupta. Probablemente, Valle-Inclán habría empleado esos adjetivos. Y el escritor gallego, era un maestro de la lengua. La moderación no es una virtud cuando se producen injusticias que claman al cielo.
Por cierto, ¿quién paga a ese legión de bots y cuentas falsas que atacan a las voces progresistas en ultraderecha y los empresarios que la financian. Los insultos de hoy mañana serán agresiones. Un nuevo fascismo ya se pasea impunemente por las redes y a veces por las calles. Y frente al fascismo, la tibieza y la moderación solo son estupidez o complicidad.
Rafael Narbona Monteagudo
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