Vicente Talon Ortiz
La semana pasada, o tal vez la anterior, José María Aznar habló en la Universidad Francisco de Vitoria. No repitió lo de que "quien pueda hacer que haga", pues esa consigna ya ha calado en ambientes judiciales y de alguna fuerza especializada de la Guardia Civil. Lo que repitió, pues parece ser su mantra, es que el actual gobierno de España es ilegítimo, anticonstitucional, está formado por comunistas y separatistas (¡él que habló del "Movimiento Nacional de Liberación Vasco" y se arrastró como un gusano diciendo que hablaba el catalán "en la intimidad" para conseguir el respaldo del patriota español Jordi Pujol!), etc., etc. Yo, desde hace muchos años, al salir de Pozuelo de Alarcón en busca de Mercadona pasaba por delante un edificio, grande pero modesto, en cuya fachada podía leerse: "Universidad Francisco de Vitoria". Un día, de pronto, aquello se llenó de camiones, de tractores, de poderosas maquinarias, de obreros y surgió de la nada una ciudad universitaria de aquí te espero. Por lo que se ve habían comprando un disparate de terrenos alrededor de aquel modesto edificio al que he hecho referencia. Ahora cursan sus estudios ahí miles de alumnos y se ganan el sueldo cientos de profesores y de empleados. ¿Cómo fue posible tan asombroso milagro? Pues muy sencillo: con la Iglesia, y sus intocables regalías, hemos topado. Y es que la Universidad Francisco de Vitoria pertenece a los Legionarios de Cristo, una rama del movimiento mundialista Regnum Christi. Por cierto, no busquen en la Red los escándalos de los Legionarios de Cristo ya que fueron borrados minuciosamente.
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