La tele y la Casa Real: Cómo ha cambiado el cuento en 25 años (primera
parte)
Las primeras
censuras y los toques de atención.
MARIOLA cUBELLS (Periodista)
16-8-18
ElHuffPost
Ahora todo nos parece normal: las
mofas, las coberturas exhaustivas sobre los movimientos de todo tipo de la Casa
Real, los juicios de valor, las noticias abriendo informativos, los reportajes
de investigación, los programas específicos sobre el asunto, Jaime Peñafiel
hablando mal de Letizia y citando a su abuelo taxista... Pero hubo un tiempo en
que todo eso era un rotundo tabú, pese a que en las sobremesas de todos los
españoles se hablaba con soltura de Bárbara Rey y su amante real, al que se
citaba por el nombre. En la tele, si se tenía que hablar del asunto se recurría
a esa manida fórmula de "alta personalidad del Estado".
De aquel momento de censura,
opacidad y silencio total pasamos poco a poco a hablar de la Sannum y sus
escotes, de los pantalones de Marichalar y sus cosas, de Urdangarin y las
suyas, de los elefantes que mueren abatidos a tiros... Y ahora, cuando ya todo
es posible, la tele puede contar que Bárbara Rey le regalaba corbatas al rey,
que luego él lucía en actos públicos y que la colonia que llevaba Juan Carlos I
se llamaba Bogart, y también se la compraba Bárbara.
Pero para llegar hasta aquí el
camino ha sido largo, torticero, mezquino incluso y, todo hay que decirlo, la
Casa Real nos lo ha puesto en bandeja. Vamos con la primera entrega.
TV3 y las disculpas que nadie
solicitó
La primera,
sin duda, fue TV3, esa cadena pública pionera para bien en tantas cosas (aunque
ahora no pase por su mejor momento en cuanto a independencia informativa. Lo
digo yo antes de que se me llene Twitter de nacionalistas españoles
insultándome). El programa se llamaba Persones humanes,
era enero de 1994 (algunos de los lectores de El HuffPost no habíais
nacido, o acababais de hacerlo, razón por la que os detesto, dicho sea de paso
también). Lo dirigía y presentaba un icono televisivo catalán, Mikimoto. Uno de
sus colaboradores, el escritor Quim Monzó, ironizó en su sección (una especie
de monólogo que él siempre hacía sentado) sobre la Casa Real y sus funciones.
En la pantalla que el presentador
tenía al lado, aparecía una imagen de la infanta Elena. Jordi Pujol, que
entonces era un prócer, el padre de la patria catalana, tuvo que disculparse
ante la Casa Real en nombre de la cadena, aunque a día de hoy nadie recuerda
queja alguna del rey emérito (que entonces también era un padre de la patria
española) ni de su séquito. Voy a repetir la fecha: 1994. Ni Dios osaba
entonces en la tele ni en ningún medio de comunicación a hablar mal, o
cotillear siquiera, de la Casa Real.
TVE y su bienquedismo
Eran otros
tiempos, había que ser muy valiente, muy osado, muy kamikaze para permitir
críticas a la monarquía. Así que llegó El peor programa de la semana,
con el Gran Wyoming como conductor. Invitaron a Quim Monzó, la dirección de la cadena pública
le dijo que ni hablar, y el equipo entero, en lugar de plegarse a las órdenes,
dijo que si no había entrevista no había programa. Y así fue. El espacio no se emitió ese día y cuando acabó la temporada no fue
renovado. Aquí la explicación resumida y perfecta del propio Wyoming.
Hoy, David Trueba, que era uno de
los responsables del espacio, y el propio Wyoming están donde están. Los
directivos de aquella casa ignoro dónde paran.
Más asuntos. En los cajones de esa cadena duerme el
documental francés Yo Juan Carlos, rey de
España, que RTVE coprodujo junto a Cinétevé y que se emitió en
Francia en la cadena France 3. Era el fruto de cinco horas de entrevista con el
rey emérito, pocos días antes de abdicar. Hablaba también Felipe VI. TVE quiso
modificar cosas, puso pegas, pidió que se entrevistara también a Mariano Rajoy,
etc etc.
La
pieza se puede ver íntegra aquí y yo la recomiendo vivamente.
Y de paso recomiendo a la nueva cúpula directiva (voy
a obviar a Eladio Jareño, que
contra todo pronóstico, ahí sigue como director de la cadena) que la emitan,
pese a todo.
No
se emitió ese documental, pero a cambio la cadena pública nos dejó para la
historia la entrevista más empalagosa, más estomagante, más vergonzosa que yo
recuerdo haber visto en televisión, si obviamos la que Alfredo Urdaci le hizo
en 2004 a José María Aznar, justo antes de que dejara la presidencia del
Gobierno.
Jesús
Hermida, que en paz descanse,
podría haber pasado a los anaqueles televisivos como el gran periodista
precursor que fue, como ese profesional singular con un estilo definido que
marcó tendencia, pero no. En enero de 2013, TVE le pidió que entrevistara al
rey Juan Carlos. Y el resultado nos dio pavor a todos. No hubo, por ejemplo,
ninguna pregunta sobre Urdangarin, o sobre la cacería en Botsuana.
Apenas unos minutos son
suficientes para sonrojarte.
Julio Somoano,
entonces director de los servicios informativos de RTVE, dio paso a la
entrevista (era su primera aparición en pantalla) y dijo que pasaría a formar
parte "de la historia de España". El espacio tuvo una audiencia del
14,7%, con 2.726.000 espectadores. Y a juzgar por las redes de ese día, buena
parte pensaba lo mismo: ¿esto era necesario?
Ha llamado la Casa Real
Hay
que aclarar que la Casa Real ha llamado siempre a las altas instancias (que
siempre están por encima de las direcciones de las cadenas) para pedir
expresamente que no se dé un audio, o que se impida la emisión de una imagen, o
que se hagan oídos sordos a una noticia que circula. A veces, dependiendo de la
fortaleza de los que mandan para resistir a las presiones, sean del tipo que
sean, el asunto espinoso sale o no sale. Y aquí seamos sinceros: hasta ahora si
estabas en un cargo en un medio de comunicación y te llamaba la Casa Real,
empezabas a hiperventilar sin más. Todos los colegas que tengo en las teles,
ocupando cargos, han vivido alguna vez un toque de atención en ese sentido. Y,
en general, tras esa llamadita todo el mundo se cuadra.
Hasta
ahora si estabas en un cargo en un medio de comunicación y te llamaba la Casa
Real, empezabas a hiperventilar sin más
Pero
en centenares de ocasiones en las teles de este país no ha hecho falta la
llamada real porque los responsables de la cadena han aplicado la autocensura
para evitar males mayores. Quizá si hubieran seguido todos a una el glorioso
lema de Los Javis —"Lo
hacemos y ya vemos"— otro gallo nos habría cantado. Quizá Urdangarin, por
ejemplo, no se habría venido tan arriba, quizá Corinna y el comisario Villarejo
no habrían coincidido, por ejemplo. Quizá la reina Sofía y Bárbara Rey habrían
terminado haciéndose amigas, yo qué sé.
En
todo caso, me cuentan que cada vez llaman menos, sabedores de que es ponerle
puertas al campo, de que se ha abierto definitivamente la ventana que daba al
mundo real, que no Real. Digamos que han abandonado ya toda esperanza. Así que
contraatacan con vídeos edulcorados de niñas que
comen sopa de acelgas o de familias felices con sonrisas congeladas comprando en pescaderías de
Mallorca.
En
este recorrido televisivo hay un día clave, que cómo no, tiene lugar en esa
tele que también fue pionera en tantas cosas (malas): la desaparecida Canal 9,
ahora reabierta con el nombre de À punt (sí, sí, tengo que escribir sobre ella,
pero es que apenas llevan dos meses y me da pena dar cera tan pronto). Tómbola y Bárbara
Rey. Ese día todo empezó a cambiar. Yo trabajaba entonces en la misma
productora que realizaba el programa. He llamado a los colegas, incluido el
presentador Ximo Rovira, que
estaban ese día al pie del cañón. Y con todo eso, he escrito la segunda parte
de esta crónica real que publicamos mañana. Eso si la Casa Real no llama al
director de El HuffPost, Guillermo Rodríguez, para darle un
toque...
La tele y la Casa Real: Cómo ha cambiado el cuento en 25 años (segunda
parte)
El día que todo
pudo cambiar.
Ayer empecé esta serie
(que acaba mañana, de momento) sobre cómo la televisión española, en plena
democracia, ha ido cubriendo los asuntos de la monarquía. Para escribir esta
crónica he vuelto a consultar un libro que me leí el verano pasado, y que me
dejó fuera de juego: Juan Carlos I. La
biografía sin silencios, de la periodista Rebeca Quintáns,
"la biografía del rey Juan Carlos I que ni la Casa Real ni los grandes
medios de comunicación quieren que leas".
Las
cosas que se cuentan en ese libro, muchas de ellas sabidas, otras menos,
deberían poder contarse en la televisión de un país con una buena salud
democrática. Una vez pasados los famosos años de plomo en los que había que
consolidar la monarquía y bla, bla, bla, las cadenas, las públicas sobre todo,
deberían poder desvelarlo TODO. Ni secretos de Estado ni gaitas. El derecho a
la información incluye los asuntos de la realeza, por escabrosos, turbios o
delictivos que sean.
Hubo
un día en el que todo habría podido saltar por los aires. Pero no saltó. Y
perdimos un tiempo precioso. Canal 9 podría haber hecho historia de verdad
aquel 23 de julio de 1997. Veamos qué pasó.
Canal 9: Tómbola y Bárbara Rey
Julio
de 1997. Tómbola, ese programa con el que empezó una nueva
manera de hacer televisión, invita a Bárbara Rey. Semanas antes se había
producido un robo extraño en su casa: habían desaparecido documentos y cintas
con audios comprometedores para el Estado que Bárbara guardaba en una caja
fuerte. Ella denunció el robo, acusó a Colón de Carvajal, se le dio voz en
algunos programas más desenfadados... La noticia se cubrió también en los
informativos de algunas cadenas, sobre todo en Telecinco (nunca en TVE), aunque
en ningún momento se citó al rey. Recuerdo a Juan Pedro Valentín hablando de
una "alta personalidad del estado".
Hubo
un día en el que todo habría podido saltar por los aires. Pero no saltó. Y
perdimos un tiempo precioso
El
caso es que uno de esos jueves de Tómbola, Jesús Mariñas habló del robo, de la denuncia, de
Colón de Carvajal y entonces Bárbara Rey llamó al teléfono de aludidos (que es
una cosa que me encanta, por cierto) y bla bla bla.
-
Bueno Bárbara, pues a ver cuándo vienes aquí y nos lo cuentas todo con detalle,
le vino a decir en directo el presentador Ximo Rovira.
-
Pues cuando vosotros queráis, le vino a contestar la vedette, calculando mientras tanto cuánto le quedaría
neto después de impuestos.
Al
acabar, en la reunión de contenidos, la directora del programa, Carmen Ro, y su
equipo decidieron invitar a Bárbara para el programa de la semana siguiente.
Pactaron el caché, 12.000 euros (dos millones de pesetas entonces. Hace 21 años
era DINERO, queridos) y producción se dispuso a organizar el viaje.
Durante la semana, en las promos del programa se anunció la presencia de la vedette y se vendió como el bombazo. Nadie en la dirección de la tele pareció alterarse. Y tampoco en el Palau de la Generalitat. Mandaba entonces Eduardo Zaplana y nada hacía pensar que un día podría leer este post desde la prisión de Picassent (Valencia). A su gabinete llegaba TODO lo que sucedía en la cadena, en la que él también mandaba mucho: no en vano la directora de la tele, en aquel momento Genoveva Reig, había sido su directora general de medios, su asistente de prensa, su mano derecha, su mujer de confianza. De este tema lo conté todo aquí, en este post que me dejó exhausta.
Durante la semana, en las promos del programa se anunció la presencia de la vedette y se vendió como el bombazo. Nadie en la dirección de la tele pareció alterarse. Y tampoco en el Palau de la Generalitat. Mandaba entonces Eduardo Zaplana y nada hacía pensar que un día podría leer este post desde la prisión de Picassent (Valencia). A su gabinete llegaba TODO lo que sucedía en la cadena, en la que él también mandaba mucho: no en vano la directora de la tele, en aquel momento Genoveva Reig, había sido su directora general de medios, su asistente de prensa, su mano derecha, su mujer de confianza. De este tema lo conté todo aquí, en este post que me dejó exhausta.
En
aquel momento yo trabajaba para la misma productora que hacía Tómbola,
Producciones 52, la misma que produjo De tú a tú, aquel programa que Nieves Herrero perpetró
en Antena 3 sobre el asesinato de las niñas de Alcàsser. Su marido entonces,
Ángel Moreno, era el dueño de la productora. Trabajábamos codo con codo, ellos
en Tómbola con personajes VIP como Bienvenida Pérez, Sonia
Monroy o Máximo Valverde y yo en un programa infame que se llamaba Parle vosté, calle vosté
(Hable usted, calle usted) con famosos de cuarta y quinta fila como el Padre
Apeles. Hay que decir que fuimos nosotros quienes lo descubrimos. Sí, eso está
en mi currículo, ¿vale?
Pero
vamos al tema, que me pierdo en lo trash.
¿En
realidad a qué venía Bárbara Rey? ¿Qué iba a contar? ¿Se lo preguntaba de
verdad alguien? La verdad es que no. A Bárbara se la invita porque está en ese
momento de plena actualidad. Había salido en la tele durante las ultimas
semanas (tras el robo) diciendo sin decir algunas cosas, y la idea de ponerla
allí en el sofá al lado de Ximo Rovira, cual Chabeli, y someterse a las
preguntas de fieras periodísticas como Lidia Lozano, era un plato de primera, a
qué negarlo. Pero en ningún momento se tenía claro que fuera a verbalizar lo
que el país entero sabía desde siempre. Era un salto al vacío, sin red. Un,
bueno, a ver qué pasa. Que venga y a ver qué pasa.
"Ella era el sofá"
Llamé
a Ximo Rovira para preguntarle qué recordaba. Y con la amabilidad de siempre,
me lo contó. "Ella era el sofá (expresión que se usa en la tele para
definir al personaje principal invitado). Era un pelotazo traerla, teníamos
claro que el tema estaba controlado, que los límites estaban claros. Cuando
hablé con ella por teléfono, para la previa, me pareció una mujer con miedo, y
creo que con la entrevista que quería darnos se sentía protegida. El mismo día,
por la mañana, la directora Genoveva Reig nos citó en su despacho a la
dirección del programa y a mí. Allí nos trasladó la consigna inquebrantable de
que esta señora no podía venir al programa. Una llamada, una instancia de
muuuuuuuuy arriba, nos dijo, había dado la orden".
Se
quedaron estupefactos, claro. Los responsables del programa insistieron,
intentaron dejarle claro a Reig que no entrarían en detalles, que no habría
ninguna bomba, y que si patatín y que si patatán. Pero ellos no sabían aún que
Genoveva obedecía a la primera una orden de su jefe (querría saber si ha ido a
visitarlo a la cárcel, por cierto), sin rechistar y sin replicar. Su jefe era
Zaplana, efectivamente.
Así
que salen del despacho de dirección con dos cosas: con el rabo entre las
piernas y con un marronazo, el de tener que llamar a Bárbara y decirle, mira
guapa que no, que no subas al avión, que nadie te va a dar vela en este
entierro ahora.
Salen del despacho de dirección con dos cosas: con el
rabo entre las piernas y con un marronazo, el de tener que llamar a Bárbara y
decirle, mira guapa que no, que no subas al avión
Producción
la llama. La vedette está a punto de salir hacia el aeropuerto de
Barajas. Por supuesto los billetes los tenía desde hacía días. Eran tiempos sin
AVE, sin internet, sin móviles. Se pone como loca y le dice a la compañera de producción
que la llama que le da igual todo, que ella va a coger el avión sí o sí. En el
mismo aeropuerto, un par de periodistas la abordan y ella les cuenta,
visiblemente contrariada: "No me dejan salir esta noche en Tómbola,
pero yo voy a ir a Valencia de todos modos, porque soy una profesional".
Minutos después atraviesa la puerta de embarque.
Cuando Bárbara llega a Valencia va
directa a Canal 9. La están esperando los compañeros de producción, incluido el
máximo jefazo, el productor ejecutivo Ángel Moreno. La llevan a la zona de
camerinos por la puerta de atrás, para evitar fotógrafos. Una vez dentro la
dirigen a una sala donde le vuelven a explicar la nueva situación.
- Mira Bárbara, es que no puedes
participar. Las órdenes son tajantes. Si apareces un solo segundo en pantalla
se acaba la emisión, le dice Moreno.
Ella entra en combustión. Alaridos. Amenazas de irrumpir en el plató.
"Estaba fuera de sí cuando el
programa arrancó. Nos temíamos cualquier cosa. Tuvimos que llamar a seguridad y
decirles que acudieran a la puerta del plató por si acaso. No habíamos vivido
una situación tan tensa jamás", recuerdan en producción.
Estaba fuera de sí cuando el programa arrancó. Nos
temíamos cualquier cosa. Tuvimos que llamar a seguridad
Tuvieron que improvisar para llenar
de contenidos el programa, con un batiburrillo de temas, alargando historias
menores, etcétera. El sofá ese día se quedó vacío.
"Por el pinganillo me dicen que
Bárbara está allí, en la tele, y que había problemas, que ella había ido allí
con un contrato y que quería entrar en el plató", recuerda Rovira.
La dirección
del programa no lograba apaciguarla, ellos argumentaban y ella que no y que no.
Le aseguraron que cobrar iba a cobrar igual. Cuando Moreno le puso el talón
encima de la mesa, la vedette se calmó un poco. "Ella ha contado
que no teníamos intención de pagarle pero no es verdad: si el contrato lo
hubiera incumplido ella, quizá podríamos haberlo evitado, pero como la culpa
era nuestra, los dos millones se le pagaron sin problemas", cuentan desde
la productora. Voy a recordar aquí, por si de pronto lo habéis olvidado, que
esos dos millones de pesetas tirados a la basura salieron de los impuestos de
todos los valencianos. Canal 9, queridos míos, era una cadena PÚBLICA.
A la puerta
de aquella sala donde se atrincheró la vedette, y en la que había una
tele encendida con el programa en emisión, llegaron dos tipos, dos pesos
pesados de las altas instancias. Altos cargos de la Generalitat. Ninguno de mis
colegas ha podido recordar quiénes fueron exactamente. De hecho, cuando he
insistido para ver si hacían memoria, me han venido a decir: qué pesada eres,
cómo me voy a acordar de eso que pasó hace 21 años... Además, estoy de
vacaciones en playa, no me molestes con tus putas preguntas inoportunas. Todo
desde el cariño, que nos lo tenemos.
Dos años después de este altercado, Bárbara Rey, que
no sabía diferenciar un consomé de la confitura de cerezas, se puso al frente
del programa de cocina
Y fueron
esos dos desconocidos, que la invitaron a abandonar la casa, los que
consiguieron que la vedette, al cabo de unas horas, cuando acabó el
programa (tengamos en cuenta que Tómbola duraba cuatro horas, también
fuimos pioneros en eso) saliera, se subiera a un taxi y se fuera al hotel. En
la puerta contó la historia de su veto en Canal 9 a los periodistas a los que
ella misma había convocado. Y anunció: esto no va a quedar así.
Un programa de cocina para Bárbara
Dos años
después de este altercado, Barbara Rey, que no sabía diferenciar un consomé de
la confitura de cerezas, se puso al frente del programa de cocina, En casa de Bárbara, también en Canal 9. Dato: pese a
que los colaboradores del programa me cuentan que, efectivamente, no sabía
cocinar, en algún sitio he leído que la actriz murciana le cocinaba paellas al
rey emérito en su casa de Boadilla del Monte primero y de la Moraleja después.
Nadie me ha especificado nunca si eran de verdad PAELLAS o era simplemente
arroz con cosas, que es lo que soléis hacer todos cuando decís que habéis hecho
paella.
Cuando Bárbara
se enfadaba por algo, porque faltaba sal, o por lo que sea, gritaba: "¡Que
venga el director general!". Las estrellas son así.
Pero sigamos con
el tema. En su conjunto, la cadena PÚBLICA desembolsó cinco millones de euros
en aquel espacio que estuvo cinco años en antena. Se ha especulado mucho sobre
si ese programa fue un favor que la Casa Real le pidió a Eduardo Zaplana para
mantener contenta a Bárbara y sobre todo para callarle la boca. En cualquier
caso, el programa se inició en 2000, con Zaplana en el poder, y siguió hasta el
2005, tiempo durante el cual hubo dos presidentes de la Generalitat más: José
Luis Olivas y Francisco Camps, así que... Sí, los tres están inmersos en
procesos judiciales y condenados en algún caso que ya conocemos. También hemos
sido pioneros en eso.
Pese
a que el dueño de Trivisión, la productora que se hizo cargo del programa es
muy colega mío y siempre nos hemos hecho confidencias televisivas, en esta
ocasión no he conseguido sacarle una frase rotunda, "sí me llamó Zaplana
en persona para pedirme ese favor", solo emoticonos e ironías. Pero yo,
que soy muy lista interpretando sarcasmos y frases a medias puedo tirarme a la
piscina (que es justo lo que pienso hacer, literalmente, en cuanto acabe esta
crónica) y decir que SÍ, que efectivamente fue un favor que el ínclito Zaplana
le hizo a la Casa Real, atendiendo a una velada petición. No sé si me explico...
Jesús
Mariñas, que estaba aquel día en aquel plató, dijo en 2013, cuando ya la tele
autonómica estaba cerrada: "A Mar Flores la deportaron a Canal 9 como a Bárbara Rey. Y desde aquí
mando un abrazo a todos los valencianos".
Y,
queridos, si lo dice Mariñas...
Dato: en 2012, cuando
Canal 9 estaba en estado terminal y las reposiciones eran la única alternativa,
la cadena sacó del cajón, 12 años después de su primera emisión, el programa de
cocina de Bárbara Rey. La manera de cocinar había cambiado radicalmente, y la
manera en que la tele abordaba la cocina, también. Además Bárbara Rey hacía
menciones a asuntos de actualidad, futbolística, social, que en 2012 estaban
completamente demodé. Pero eso daba igual: Canal 9 tenía que rellenar y aquello
era una buena opción. Quedaba tan patético todo...
Mañana, la
tercera y última parte de esta serie. Y la Casa Real sin llamar. Qué poca
capacidad para incomodar la mía.
La tele y la Casa Real: Cómo ha cambiado el cuento en 25 años (tercera y
última parte)
Tele 5, que
abrió la veda (afortunadamente).
18/08/2018
Pasaron casi diez años desde aquel veto en Tómbola que conté ayer aquí.
Durante ese tiempo la tele siguió rindiendo pleitesía a a familia real.
Llegó
Letizia Ortiz con su pasado normal y
televisivo, pero, salvo los comentarios maledicentes del inveterado
clasista Jaime Peñafiel, hubo poca crítica con enjundia. Todavía no sabíamos
nada del caso Nóos y Urdangarin era aún el yerno
ideal. Las infantas parían con alegría, los reyes veraneaban en
Mallorca y eran campechanos. Tampoco estaba Corinna en nuestras vidas. Y
Bárbara, que el año anterior había ganado el reallity de televisión Esta cocina es un infierno, estaba tranquila con un
supuesto pago realizado con fondos reservados del Estado.
Cuando el 13 de noviembre del 2007 la Casa Real
anunció el "cese temporal de la
convivencia" de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar se
tambalearon los cimientos de los medios: nadie sabía bien cómo afrontar el
asunto, era la primera separación que se producía en la monarquía española. Fue
un bombazo.
Casi
todos se ciñeron estrictamente al escueto comunicado de la Casa Real. Bueno,
todos no. Yo estaba en un hotel aquel día cuando en Tele 5, contra todo
pronóstico, en un magacine de tarde, se contó con profusión de datos el asunto
real.
Me
sorprendió (por lo insólito que era en aquel momento, hace sólo once años), lo
descarnado de los comentarios, la franqueza, la transparencia... Es verdad, era
un formato rosa, amarillo, rojo, polémico, pero era una bocanada de aire: al
fin y al cabo era el tema que resquebrajaba por primera vez la supuesta solidez
monárquica y Tele 5 demostró aquel día, creo yo, que no le temía a nada ni a
nadie. Creo que durante aquellas tardes se hicieron republicanos cientos de
españoles. Antes se habían metido con Letizia, sí, pero nunca antes los medios
habían "tocado" a un miembro de la familia real: la mala, en todo
caso, había sido la Sannum. Pero Felipe era un santo. Y Letizia, como bien se
encargaba de recordar Peñafiel, era plebeya.
Creo
que durante aquellas tardes se hicieron republicanos cientos de españoles
Todo
lo demás, Nóos, los elefantes, corinnas, tensiones varias, desplantes, juicios
en Palma, llegó después.
Dónde estamos ahora
La
entrada de wikipedia sobre
Bárbara Rey dice al final: "En 2017 se conoce su relación
extramatrimonial con Juan Carlos I, rey emérito de España". En fin, un scoop no es, aunque
la propia Bárbara aún crea que es una mujer misteriosa, como dice mi buen amigo Bob Pop. El caso es
que el año pasado pidió dos millones de euros
por contar en diferentes entregas y de una vez por todas que se tiraba a Juan
Carlos I. Algo que todos sabemos, sí, pero que NUNCA hemos oído de su boca. Así
y todo a la cadena le pareció una cantidad excesiva y la cosa se quedó en
espera.
Hace
unas semanas, cuando acudió al Deluxe (como nadie me ha confirmado la cantidad
recibida no la puedo contar), se enfureció cuando comprobó
que la entrevista versaba única y exclusivamente sobresu relación sentimental
con el rey emérito: "Yo no he venido aquí a hablar de esto.
Esto no es lo que hemos hablado en la previa". (Recordadme que tengo que
escribir un día sobre eso, sobre las "previas"). Que digo yo que a
ver qué creía ella que le iban a preguntar, ¿su tesis sobre el Brexit? Hasta mi
madre, de 88 años, se partió de risa.
Su ex amiga (la de Bárbara, no la de mi madre, claro)
Chelo García Cortés, y la propia cadena, que no da puntada sin hilo, aprovecharon el paso de la
vedette por el programa para seguir con la historia. Chelo contó lo
que sabía, tras sus años de confidencias con Bárbara: que el rey era tacaño;
que las corbatas se las compraba Bárbara y que a veces las lucía en actos
públicos; que la colonia que usaba Juan Carlos I, que se llamaba Bogart (señor,
llévame pronto), también. Que el monarca se reía mucho con Bárbara, que le
contaba chistes, que hablaban mucho por teléfono, horas y horas (y eso tiene
mérito, porque eran tiempos sin tarifa plana, queridos).
Sobre
todo en los últimos años, las televisiones se han "ocupado" cada vez
más de poner en tela de juicio determinados comportamientos de la monarquía
Cuento
esto que pasó en Deluxe para cerrar el círculo y para hacer de la
anécdota, categoría. Sobre todo en los últimos años, las televisiones se han
"ocupado" cada vez más de poner en tela de juicio determinados
comportamientos de la monarquía. Han entrado en los salones de palacio y han
levantado las alfombras. Ahí está La Sexta, con sus coberturas sobre el asunto
Corinna, por ejemplo, cada vez más detalladas. TVE sigue con su asepsia, de
momento. Hay un programa específico sobre la Casa Real, Audiencia abierta
se llama. No se puede decir que sean cortesanos (fue el único espacio de la
cadena pública donde se emitió el famoso video que recogía el desplante de Letizia a la reina
Sofía), aunque tampoco veremos reportajes en profundidad sobre los
quehaceres monárquicos. Y yo querría un debate YA en la cadena pública que
afrontara con solvencia el tema ¿Monarquía o República? A ver si en esta nueva
etapa es posible.
En
fin, hay quien dice que los asuntos de cama del rey emérito no son importantes,
que pertenecen a la esfera privada y que lo que debería contarse con detalles
son los asuntos económicos, los supuestos negocios opacos, etcétera. Cierto.
Esto último es fundamental. Pero a mí, que la monarquía que ha entrado casi
bajo palio en las catedrales de España, que ha besado anillos de arzobispo y
que ha ido a ver al papa y que ha vendido una imagen incólume, estuviera por
dentro tan podrida, me parece digno de ser contado. Cosa que, insisto, le
agradezco de corazón a Tele 5, que abrió la veda.
BONUS TRACK. En breve habrá otro post de esta serie sobre Letizia.
No como reina, de la que ya lo sabéis todo, sino como compañera de informativos
de Alfredo Urdaci. Será corto, para que todos podamos seguir de vacaciones.