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lunes, 8 de julio de 2024


Estampas urinarias



 



Felipe, ¿Quién te ha visto y quién te ve?



 


La carne de Cristo



 

Qué significa el Guernica, la obra maestra de Pablo Picasso

Guernica








 Adiós Enric Sopena, maestro y amigo

El periodista y fundador de ElPlural

 dedicó su vida a denunciar las injusticias,

 luchar por la igualdad y defender los valores democráticos

ElPlural

7-7-24

Marisu Moreno




Soy un señor de pelo blanco”. Fue el santo y seña que me dio para que le reconociera cuando quedamos por primera vez para concretar lo que después sería ElPlural. Nunca habíamos trabajado juntos y tampoco nos conocíamos personalmente, pero al minuto de conocernos conectamos. Como persona y profesionalmente. Fue un señor de los pies a la cabeza, con letras mayúsculas, no siempre fácil, porque defendía con vehemencia todo aquello en lo que creía. Era muy disfrutón y nunca supo (ni quiso) ocultar la emoción que le proporcionaban sus grandes pasiones, el fútbol (ese Barça de Guardiola ¡cuántas alegrías le dio!), la política y el periodismo, además de su familia. Se emocionaba como un niño pequeño con cualquier historia y, por horas y horas [muchas], que le dedicara al trabajo, para él todo era un placer. La puerta de su despacho siempre estaba abierta para los demás y le encantaba compartir sus experiencias con los becarios y los redactores más jóvenes de ElPlural. Cercano y amable, sus batallitas eran, en realidad, grandes lecciones de vida y de periodismo.

Siendo apenas un niño montó un periódico de fútbol en su colegio de Barcelona, su ciudad natal. Empezó su carrera profesional en Radio Barcelona y después dio el salto a la prensa escrita, incorporándose como redactor a ‘La Vanguardia’. Ha trabajado también en el mítico ‘Diario Madrid’, ha sido jefe de los Servicios Informativos de TVE, director de Radio Nacional de España, del centro territorial de RTVE en Cataluña  y de Com Ràdio, entre otras cosas.

Quienes tuvieron la suerte de conocerle saben que era un gran amigo de sus amigos, una persona bondadosa a la que nunca le faltaba una moneda en el bolsillo para compartirla con todo aquel con el que se encontrara pidiendo en la calle.

Era un perspicaz observador de la realidad que dedicó su vida a denunciar las injusticias, además de luchar por la igualdad y los valores democráticos. Lo hizo incluso cuando no se podía, en plena dictadura franquista. Él fue uno de los periodistas que encabezaron una manifestación en defensa de la libertad de expresión en Barcelona el 18 de marzo de 1976, la primera que se concedía a la oposición franquista desde 1939.

Cuando Enric Sopena se puso al frente de ElPlural, en 2005, estaba al frente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Aquella primera legislatura de ZP situó a España en un referente internacional en derechos sociales. Entre otros hitos destaca la aprobación de la ley de los matrimonios homosexuales, la ley de igualdad, la ley integral contra la violencia de género y el inicio de un proceso de diálogo con ETA para hacer efectivo el abandono de las armas y la desaparición del terrorismo. Enric disfrutó enormemente contando cada una de estas noticias. Al mismo tiempo, sintió como una obligación irrenunciable denunciar cómo la derecha reaccionaria trataba de dinamitar esos avances. Él siempre separó la “derecha civilizada” de la “derecha ultra”, pero la utilización política por parte del sector conservador de asuntos como el terrorismo, la violencia machista, la inmigración o la igualdad para dinamitar al adversario fue difuminando cada vez más la frontera entre ambas. Fue uno de los primeros periodistas en alertar del ascenso de la ultraderecha en Europa en general y en España en particular. Nunca lo vio como algo anecdótico.

Todo ello le trajo muchos sin sabores y vio cómo, en esta última etapa de su amplia trayectoria periodística, había personas que le insultaban por la calle. Fue duro para él, pero lo compensaba el cariño que recibía de otros muchos, que le animaban a seguir reivindicando derechos y valores democráticos de forma alta y clara, sin pelos en la lengua.

Tenía una memoria prodigiosa y sabía bucear como nadie entre los libros de política, ensayos e historia que acumulaba como tesoros en su casa o el despacho. En esas páginas, encontraba siempre una vuelta de tuerca que daba profundidad a su análisis. Le gustaba poner en contexto las cosas, aunque tuviera que remontarse al pasado y, sobre todo, el pasado de los personajes o instituciones. “De aquellos polvos vienen estos lodos”, decía con frecuencia.

Su apuesta por la libertad le trajo no pocos enemigos, sobre todo entre lo que él llamaba “caverna mediática”. Cuando todavía no se había puesto de moda el fact checking y desmontar las fake news, él lo incorporó al día a día de ElPlural, pesara a quien pesara. Le costó caro. Si haces una búsqueda en internet, verás cómo reducen su brillante trayectoria a su vínculo con el Opus Dei, el gol de Butragueño y,  más reciente, la condena por intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen y al honor del antiguo presidente de la AVT José Francisco Alcaraz. Todo cierto, pero con matices. Sí, él perteneció en su juventud a la citada organización religiosa, nunca lo negó, ¿dónde está el problema? Lo del ‘Vota PSOE’ en pleno Mundial México 86 mientras Butragueño celebraba uno de los cinco goles que marcó a Dinamarca, apunta a un error, por ser bien pensados, o a un boicot. Y lo de la condena sería más largo de explicar, solo un apunte, mientras que el tribunal de Jaén dio la razón, de forma parcial, por cierto, al presidente de la AVT por la denuncia presentada, un tribunal de Madrid, decidió archivar la denuncia que puso la propia AVT por los mismos hechos.

Pocos sabrán que el equipo de Cuéntame cómo pasó’ quiso que se interpretase a sí mismo en un capítulo. Llegaron a convocarle para la grabación, que fue cancelada a última hora sin ningún tipo de explicación. Fue en 2017, bajo el gobierno de Mariano Rajoy y, al parecer, a petición expresa del equipo de dirección de RTVE. Fuera por censura o por necesidades del guion, la anécdota es un reconocimiento a su contribución al periodismo en España.

Tuvo que retirarse demasiado pronto, cuando empezó a fallarle esa prodigiosa memoria suya. Prefirió dar un paso atrás, aunque siguió escribiendo mientras pudo su habitual Cabos Sueltos’ para ElPlural. Él se fue apagando poco a poco, pero nunca perdió el brillo amable y curioso de su mirada. Adiós, maestro, amigo, familia… Dejas un hueco enorme. D.E.P.

 Fallece Enric Sopena, fundador de ElPlural.com y referente periodístico

Enric hizo un periodismo combativo y valiente, alejado de la equidistancia, pero siempre honesto

ElPlural.com

7-7-24

José María Garrido


Enric Sopena, figura destacada del periodismo español, ha fallecido este domingo a los 79 años en Madrid. Fundador de ElPlural.com y director del medio hasta 2017, Sopena ha dejado una marca indeleble en el panorama mediático de España. Su carrera periodística comenzó en los 60 y abarcó más de cinco décadas, durante las cuales ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto en prensa escrita como en radio y televisión. Conocido por su compromiso con los valores progresistas y su estilo crítico, Sopena ha destacado por su capacidad de análisis y su firme defensa de la democracia y los derechos sociales.

A lo largo de su carrera, Enric Sopena ha pasado por redacciones de renombre como las de La Vanguardia y Radio Televisión Española . En el ente público, desempeñó roles clave como editor y director de informativos, contribuyendo a la modernización y profesionalización del periodismo televisivo en el país. Su legado incluye también una prolífica labor como columnista y analista político, donde sus opiniones y reflexiones se convirtieron en referecia para muchos. En 2005, fundó ElPlural.com, medio digital que dirigió hasta 2017, cuando Angélica Rubio asumió la dirección de este medio.

Recordando a Enric Sopena

La primera sede de ElPlural.com estaba ubicada en la calle José Abascal, una de las principales arterias de Madrid donde empresarios, dirigentes del Partido Popular, y actores sociales que con el tiempo acabarían fundando Vox y otros colectivos de extrema derecha, se movían como pez en el agua. Era la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y sin duda, Enric Sopena, por aquel entonces director del periódico que él mismo fundó, era uno de los rostros progresistas más mediáticos e influyentes del país.

En televisión defendía con vehemencia la ampliación de derechos sociales que estaba protagonizando el primer gobierno de Zapatero en programas con tanto impacto y audiencia como ’59 Segundos’, ‘La Noria’ o ‘Los Desayunos de Televisión Española’. Esa defensa valiente y contundente que realizaba a favor del matrimonio entre personas homosexuales, de la ley de igualdad o de la negociación con ETA en el proceso de paz, le acarrearon no pocos enemigos.

Por aquel entonces yo empezaba mis prácticas como periodista en ElPlural.com. Dicho de otro modo, no era nadie en la profesión. Por contra, Sopena lo era todo: Enric había sido un excelente profesional en Radio Barcelona, un redactor que dejó huella en ‘La Vanguardia’ o el mítico ‘Diario Madrid’, jefe de los Servicios Informativos de TVE, director de Radio Nacional de España, del centro territorial de RTVE en Cataluña  o de Com Ràdio.

Pese a ello, Enric me proporcionó un trato inmejorable y confió en mí (y como me consta, en otros muchos compañeros de profesión) de una forma que siempre le agradeceré (agradeceremos) de por vida. Sopena no solo nos enseñó a ser periodistas, sino que nos regaló comidas que siempre recordaremos, anécdotas que nos acompañarán de por vida y consejos que guardamos a fuego.

En esa misma calle José Abascal en la que Enric recibía improperios de los más energúmenos de Madrid, también acumulaba numerosas muestras de apoyo. Recuerdo especialmente con cariño aquel día que, entre tanta manifestación de la Asociación de Víctimas del Terorrismo (AVT) contra el proceso de paz y tanta marcha de obispos reaccionarios contra el matrimonio igualitario que promovía José Luis Rodríguez Zapatero, un barrendero le gritó:

¡Sopena, dales caña. Tienes que defendernos!


Y eso es lo que Enric Sopena siempre hizo: defender a los más débiles frente a los más poderosos.

Desde su fundación, Enric Sopena, como director, pretendió (y consiguió) que ElPlural.com, con sus errores y aciertos, se convertiera en la voz de los homosexuales a los que la derecha les impedía contraer matrimonio, de las mujeres que abortaban entre acosadores ultras que las perseguían en las clínicas médicas a las que acudían, de los trabajadores a los que la patronal y la derecha no querían subir el salario mínimo interprofesional, de las feministas, de los inmigrantes a los que sectores de la sociedad querían dejar en eterna situación de irregularidad, de los enfermos que exigían una muerte digna, de los colectivos que pedían cuidar del medio ambiente o ampliar derechos sociales, de las minorías y de las personas que reclamábamos diálogo para poner fin a la violencia de ETA.

Defensas nobles que le situaron en el frente de la diana de derecha y ultraderecha una y otra vez. Aún hoy, pese a llevar años retirado de la profesión debido a la enfermedad de Alzheimer que padecía y que él mismo, en un artículo emotivo y honesto -y que nos llenó de orgullo a sus personas más allegadas-, explicó en marzo de 2017, seguía recibiendo insultos por parte de los más radicales.

Pero Sopena nunca tuvo miedo a los reaccionarios y ultraconservadores. Siempre plantó cara a la derecha que flirteaba (ya entonces) con la extrema derecha y que amenazaba con recortar los derechos sociales.

Enric hizo un periodismo combativo y valiente. Alejado de la equidistancia, pero siempre honesto.

Con su muerte, España pierde un gran periodista. Las personas progresistas, un claro referente. Y muchos otros perdemos, además, a 
una increíble persona que fue un magnífico jefe y un genial maestro que, con el paso de los años, se convirtió también en gran amigo.

Gracias por todo, querido Enric. Que la tierra te sea leve. D.E.P. 


Entrevista a Enric Sopena, periodista -11 abril 2012-


El VIDEO que NO quiere ver Núñez Feijóo y Abascal - ¡ZASCA de la IZQUIER...

Silvia Intxaurrondo "SE VENGA" de Feijóo, Tellado y Gamarra por el Caso ...

Óscar Puente le "TUMBA el BULO" a Núñez Feijóo​ y Eduardo Inda sobre Beg...

VERÓNICA FUMANAL y ALÁN BARROSO dejan en RIDÍCULO a ANA SAMBOAL por BLAN...

DESTROZO A FEIJÓO POR HIPÓCRITA CON FRANCIA ❌​ "¡Tú has pactado con Vox!"

NO PASARON. FRENO A LA EXTREMA DERECHA EN FRANCIA. ¿GOBERNARÁ LA IZQUIER...

LA IZQUIERDA ARRASA EN FRANCIA 🔴​ "¡NO PASARÁN!"

EL PP CARGA CONTRA INTXAURRONDO Y RTVE (les sale FATAL)😂

Carmen Martíenez Aguayo

domingo, 7 de julio de 2024


 






 


Los secretos de la gran ladrona de niños




La investigación más completa sobre

 sor María, la monja que anotaba su

 comercio cruel en una libreta

Escribe la autora de un libro sobre el

 caso, que descubrió que a su propia

 madre le robaron otro bebé, una niña

 EL MUNDO  
21-12-2013

Soledad Arroyo

El cielo de Madrid estaba encapotado y llovía suavemente mientras el doctor Enrique Berrocal certificaba la defunción de María Florencia Gómez Valbuena a las 8 de la mañana del pasado 22 de enero. La vida de sor María concluía en su cama del convento de las hijas de la Caridad, en la calle de Martínez Campos de Madrid. Con casi 88 años sus pulmones habían dejado de funcionar por un empiema que, incluso, le supuraba por un costado. Cuando adelanté en exclusiva la noticia de su defunción, el jueves 24, su cuerpo ya había sido inhumado en el cementerio de San Justo. El último acto de su existencia fue tan subterráneo y secreto que no faltaron teorías conspiratorias sobre una posible falsa muerte de la monja para tratar de escapar a la acción de la Justicia.

Pero sor María murió. Y con ella han desaparecido también sus ya famosos cuadernos de tapas azules, su magnífica memoria y su soberbia. «Siempre llevaba encima un cuaderno de pastas azules de tamaño cuartilla. Era una lista de padres que habían solicitado la adopción de un hijo, con la información esencial: nombres, teléfono, dirección y anotaciones sobre dinero. Todo estaba allí apuntado, incluido a qué familia le adjudicaba qué niño. Un día sor María se tenía que ausentar y me explicó que iba a venir un matrimonio y había que atenderlo. La orden estaba clara: les tenía que incluir como los primeros de la lista. Cuando llegó la familia comprendí que les ponía los primeros por su cuenta corriente... A mí aquella treta de la monja me pareció fatal. Me sentí utilizada».

No sólo lo dice Mayte, la mujer que retrata a la monja nacida en abril de 1925 y con la que hizo su servicio social en la maternidad madrileña de Santa Cristina. Quienes coincidieron con la religiosa la definen como autoritaria, rígida, arrogante, estricta e incluso inmisericorde. Un perfil poco adecuado para una asistente social.

Pero sor María era más que eso. «Mandaba mucho», dice Montse, una auxiliar que trabajó en la maternidad. «Y sobre todo es que era capaz de enfrentarse a cualquiera para conseguir sus objetivos». Se levantaba temprano y se recorría la maternidad de cabo a rabo. «A otras monjas y enfermeras las veías siempre por los mismos sitios, pero a ella te la podías encontrar en cualquier parte -asegura Mari, que fue limpiadora en Santa Cristina-.

Uno de los sitios donde era frecuente encontrarla era mirando los carros que había en la oficina de cada planta. Quienes trabajábamos allí sabíamos que consultaba el estado civil de las mujeres, porque cuando había una soltera, sor María se iba a por ella». Esa parecía su obsesión: las mujeres solteras jóvenes, con circunstancias personales y económicas complicadas. Mila, veterana comadrona que estudió en Santa Cristina, recuerda que «sor María no se andaba con bobadas y nos empezaba a aleccionar a todas desde el principio. Debíamos avisarla si ingresaba una madre soltera... "Qué van a hacer esas mujeres con esos niños. Lo mejor es que den a sus hijos en adopción", repetía».

Después de identificar a las posibles donantes de bebés, comenzaba su cruzada con argumentos muy estudiados: «¿Has pensado que esta criatura podría tener un futuro si permitieras que se fuera con una familia buena, con posibles?». «Como una araña, iba tejiendo su tela», explica Mila. «Les lavaban el cerebro de tal manera -añade Mari-, que muchas accedían y firmaban el consentimiento para dar a sus hijos».

Su compañera en las labores de la limpieza, Ignacia Mármol, no ha podido sacar de su memoria el dolor de algunas madres: «He visto llorar a muchas mujeres. Y patalear, pegar puñetazos en las camas preguntando por sus hijos. Le decían a la madre que el niño había muerto, normalmente se ocupaba sor María. Y, claro, había mujeres que no se lo explicaban: habían tenido al bebé, se lo habían llevado al nido, y el bebé se había muerto... ¿Dónde estaban los bebés? Porque yo limpiaba el depósito, formaba parte de mi servicio. ¿Dónde estaban esos niños si, en los cinco años que estuve allí, habré visto una docena de cadáveres de niños? Yo no he visto más». Que las familias «tuvieran posibles» era un aspecto decisivo para que sor María pusiera un bebé en brazos de un matrimonio. Porque allí las adopciones no eran baratas. Los testimonios hablan de entre 50.000 y el millón de pesetas. Se pagaba, supuestamente, para hacerse cargo de los gastos generados por la madre donante.



Formularios y facturas

Mari explica que «a muchos se les veía con cierto nivel económico. Con ellos era suave como la seda, nada que ver con el trato habitual que nos daba a los demás. Educada, respetuosa, sonriente... La de su despacho no era mi zona, pero hubo un día que tuve que ir allí y la puerta del despacho de sor María estaba entreabierta. Pude ver a un matrimonio sentado delante de la mesa de la monja. La mujer sostenía un bebé. Me fijé que encima de la mesa había un montoncito de billetes. Calculé unas 250.000 pesetas».

Además de María Luisa Torres, hay otras dos mujeres, Conchi y Elvira, que han sido localizadas por las hijas que creyeron muertas durante el parto en Santa Cristina. Sus testimonios, inéditos hasta ahora, y su documentación, demuestran que había un modus operandi muy claro. Los formularios y facturas de los tres reencuentros que he documentado, forman parte de mi libro Los bebés robados de sor María. Un intenso recorrido por el rastro de profundo dolor y ausencia que dejó en la vida de muchas mujeres y de sus hijos la inflexible sor María. Una mujer que con 15 años salió del pueblecito leonés de Valderrueda para consagrarse a Dios como Hija de la Caridad.

Su puesto más relevante le llegó a principios de los 70, cuando se convirtió en asistente social en la maternidad Santa Cristina. Allí ordenó y mandó. Y lo hizo con especial dureza los últimos cinco años. Se fue a principios del 84 y cerró, con un mutis por el foro, la época de mayor furia, descaro y prepotencia en torno a las adopciones que pasaron por sus manos. A la Justicia terminó dándole eterno esquinazo. Cuatro días antes de su muerte no pudo acudir a su citación como imputada por la desaparición de las dos hijas gemelas de Purificación Betegón, nacidas en la noche del 23-F.

Falleció a las 8:00 de la mañana del 22 de enero. El último acto de su vida fue tan subterráneo que no faltaron teorías conspiratorias sobre una falsa muerte


Era su segunda cita con los tribunales. La primera, el 12 de abril de 2012, abandonó los juzgados de la Plaza de Castilla de Madrid entre un tumulto de periodistas, policías y víctimas. El mundo entero fijaba en el rostro de la monja una mirada horrorizada ante los crímenes que se le imputaban. Una imagen inédita que hablaba por sí sola de un escándalo sin precedentes. Salió sin declarar. Las preguntas del juez que investigaba el presunto robo de la hija de María Luisa, primera denunciante, se quedaron sin respuesta.

En Los bebés robados de sor María explico a través de sus víctimas lo que la monja nunca llegó a confesar: se dormía a las mujeres para quitarles a sus hijos. Se les practicaba el llamado «parto dirigido»: goteo con pentotal sódico que eliminaba los dolores y también la consciencia durante los alumbramientos.

Conchi supo que la estaban durmiendo: «Me pusieron el goteo y me pincharon algo. Pregunté que qué era lo que me estaban poniendo. Me dijeron que era para calmarme, para relajarme. "Pero si yo no estoy nerviosa, no necesito relajarme. Yo vengo a parir", repuse. Poco después comprobé que en realidad lo que estaban haciendo era dormirme. Luego escuché al médico en un tono muy enfadado, como recriminándoselo a alguien: "¡Va a dar a luz y todavía no se ha dormido!"».

Esas anestesias fueron pagadas después, entre otros gastos, por los padres adoptivos, como demuestra la documentación.

Las mujeres despertaban en dormitorios individuales en la planta de privados donde se recuperaban aisladas. Esas facturas también las pagaban los padres adoptivos, sin duda un buen negocio para la maternidad. Elvira lo recuerda: «Los días posteriores a mi ingreso estuve en una habitación como aislada, silenciosa. Nadie entraba, ni para preguntar, ni para oír mis quejas. También me di cuenta de que tenía el pecho vendado y que me oprimía».

Pecho vendado, aislamiento, pentotal... Pero además coincidía también la misma amenaza en el caso de las madres con hijos mayores: o se callaban o los perdían también a ellos. Margarita Pérez lo sufrió. «Cada día de los tres que estuve hospitalizada, sor María entró varias veces a amenazarme. Le pedía que me dejara ver al niño. Ella contestaba lo mismo: que me tenía que callar o la iba a obligar a ir a por mis hijos mayores y llevárselos».

Todo esto ya lo sabía cuando con Laly Carrasco, una madre adoptiva que trata de ayudar a su hija en su búsqueda de orígenes, visité a sor María. Demostró ser una gran estratega: planteó una defensa rígida de sus posiciones y una innegable agilidad mental para esquivar las cuestiones más incómodas, con el poso imborrable de la soberbia y la frialdad de la que tanto me habían hablado. Recordaba perfectamente la legislación de cuando ella fue asistente social. Le planteé, por ejemplo, qué podía pasar si una mujer que hubiera consentido la adopción de su bebé se arrepentía. «Tenían unos meses para poder reclamar, pero con abogados», explicó la monja. Yo insistí en que si las chicas solían reclamar. «Entonces era más difícil, añadió, «porque ya sería a través del notario o abogado».

Mujeres sin ayuda legal

Sor María sabía que la mayoría de aquellas mujeres no podría pagar esa ayuda legal. Aseguró que no guardaba ninguna clase de documentos sobre los niños. «Nada, nada. Yo no tengo nada».

Sólo se sintió incómoda cuando le pregunté por las pensiones en las que alojaba a las madres, a lo que no quiso responder, y cuando le planteé la posibilidad de ser citada por un juez: «No me llaman, no me llaman, para nada. ¿Qué voy a declarar? Lo mismo que te he dicho ahora. Pues no sé nada, no sé nada». Es lo que hizo meses más tarde. No dijo nada. Se acogió a su derecho a no declarar. Su muerte ha sido un corte en seco para miles de víctimas.

En la austera habitación que ocupaba no queda ni rastro de los cuadernos azules en los que apuntaba minuciosamente cada paso y en los que se decidió la suerte de tantas personas. En ellos figuraban las direcciones de miles de familias adoptivas a las que, puntualmente, felicitaba cada navidad con tarjetas cuyo texto provocan ahora escalofríos: «¡Feliz Navidad! Dejad que los niños se acerquen a mí...». Lo que no ha terminado con su muerte es el dolor. Decenas de mujeres se han quedado con la denuncia y las esperanzas de encontrar a sus hijos en la mano.

Pero lo más importante es que decenas de hombres y mujeres nacidos en los años 70 o principios de los 80, que fueron adoptados en Santa Cristina, están ahora buscando a sus familias biológicas devorados por la duda de si fueron robados. Muchos han iniciado ya el camino judicial para averiguarlo.

En febrero fui testigo del reencuentro entre una madre y su hijo de 30 años. El bebé salió de España con menos de un mes de vida para ser adoptado por un matrimonio extranjero. Hace sólo una semana una mujer de 34 años ha hablado por primera vez con su madre biológica. Poco a poco va descubriendo las presiones insoportables de las que fue objeto para que firmara el consentimiento de su adopción.

A algunos les ayudo personalmente con los trámites. Es, en realidad, una ayuda egoísta. En noviembre de 2010, casi por casualidad, descubrí que mi propia madre fue víctima del robo de su primer bebé nacido el 23 de febrero de 1964. Fue un auténtico shock para mí, pero un caso más entre los miles registrados y denunciados en España: mujer joven, primer embarazo, analfabeta y muy humilde, lejos de su familia, no pudo ver el cuerpo, no hubo entierro, causa falsa de la muerte y documentos manipulados.

La Fiscalía archivó la denuncia de mi madre «por falta de pruebas». He incluido su ADN en varios bancos de perfiles genéticos. Cinco veces he cruzado ese ADN con el de mujeres y hombres cuyas fechas de nacimiento se aproximan a la del parto de mi madre. De momento, las pruebas siempre han sido negativas.

No perdemos la esperanza.