27-10-23
HuffPost
El
Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo,ha
entregado este viernes al Congreso de ls Diputados un informe
sobre los abusos sexualescometidos
en el seno de la Iglesia española a lo largo de las últimas
décadas. Un documento, que recibe el nombre de "Una respuesta
necesaria", y que se nutre del testimonio de 487 víctimas (87%
de ellas, hombres) que han sufrido "sentimientos de soledad"
cuando han dado "el paso de denunciar" y que, a día de
hoy, arrastran problemas emocionales y de conducta como
consecuencia de los abusos sufridos. Un tercio de ellas afirma haber
tenido síntomas de estrés postraumático y algunas han
experimentado síntomas depresivos, sentimientos de vergüenza y
estigmatización y de acción suicida.
El
informe también destaca que la pederastia en la Iglesia española ha
sido "ocultada y negada" por su jerarquía eclesiástica
durante décadas. Por ello, no puede darse una cifra concreta sobre
el número de víctimas aunque sí publica una estudio de Gad3 que
señala que el 1,13% de la población adulta actual, unas 440.000
personas de 38,9 millones de adultos, denuncian haber sufrido abusos
en el ámbito religioso. En concreto, un 0,6% habría señalado como
culpable de esos abusos a algún sacerdote o religioso.
En
todo caso, el estudio deja claro que en la Iglesia ha habido
"voluntad de negación u ocultamiento" de estos abusos.
"Los testimonios recogidos muestran que la respuesta (de la
jerarquía eclesiástica) ha sido insuficiente, dilatoria... y que
las víctimas pocas veces han sido atendidas", ha señalado
Gabilondo en la presentación. Como ejemplo ha puesto la decisión de
trasladar a algunos de los "abusadores" a otras parroquias
o a otros países o la poca efectividad de los procedimientos del
derecho canónico a la hora de impartir justicia y castigar a los
pederastas.
En
las 770 páginas del informe se pueden leer testimonios de las
víctimas a las que se les ha entrevistado, plasmando escalofriantes
experiencias y traumas fruto de esos abusos. En El
HuffPost hemos recopilado algunos de ellos:
"Recuerdo
que, después de catequesis, estábamos jugando los niños delante de
la portería y, desde el primer día, no sé cómo, se acercó a mí
y me tenía apoyada en sus rodillas y me levantaba las faldas, y yo
me las bajaba», Testimonio 109
"Les
metía la mano por las camisetas, el culo, el pene, tocaba todo a los
niños, a las niñas no nos tocaba nada. Solamente tocaba a niños y
solamente a algunos. Delante de nosotros, estábamos sentados de
forma individual en nuestros pupitres, y él iba pasando por las
mesas y, al que le apetecía, pues se paraba y hacía sus cosas»,
Testimonio 232
"[nombre
del agresor] hacía conferencias en la misma facultad y estuvo
hablando de Sigmund Freud y de los traumas, y que los traumas, al ser
verbalizados, catárticamente, podía llegar a sanarlos. Y digo:
“esta es la mía, porque todo esto lo he llevado oculto y aún
tengo homofobia interna” [...]. Empecé la terapia con él, para
curarme. Y la terapia la hacía en su casa, en su habitación. Al
poco tiempo de empezar, me decía que iba a hacer “asunciones
fálicas”, asumir tu propio pene convertido en falo. Te contaba
cosas de Osiris, la última palabra de Ka, que era el pene… Era muy
culto, pero muy raro. Las asunciones eran decir “soy macho, soy
macho”, y las asunciones acabaron convirtiéndose en felaciones»,
Testimonio 264
"Nunca
he sido capaz de defenderme o expresar verbalmente mi malestar y
sentir que me estaba abusando. Era el mismo patrón con el que me
habían educado: te puedo tocar lo que quiera, si no, puedes recibir
y harás silencio", Testimonio 384
"Romper
reglas de madera, meter a patadas a un niño bajo la pizarra, a
patadas, después de darle hasta que se cayó al suelo, le empezaron
a dar patadas. Los peores recuerdos que tengo son los domingos por la
tarde, sobre las dieciocho o diecinueve horas de la tarde, porque
sabía que el lunes, a las nueve, tenía que ir y sabía lo que
había. Era terrorífico para mí", Testimonio 67
"Un
día sí y uno no, según cuando venía, porque venía casi todos los
días, me tiraba en la cama y morreo, morreo. Yo, lo que pensaba era
que esto es el precio que tengo que pagar para que este tipo te ponga
en una escuela de niños pijos. Lo pensé desde el primer día: “yo
estoy en una escuela de pijos, algo tendrás que pagar”»,
Testimonio 343
"El
agresor decidió mantener relaciones conmigo a partir de que yo me
confesara y le dijera que me había besado con una niña. Al poco
tiempo, se metió en mi cama por la noche. La primera noche que se
introdujo, yo digo “¿quién eres?”, y me tapa un poco la boca y
me dice "soy el padre". Yo, la primera imagen que me vino a
la cabeza fue mi padre. Mis padres estaban separados, y por
diferentes motivos había estado en el psiquiátrico de [ciudad].
Hasta que ya me di cuenta por la voz que era él [nombre del
agresor]. Habló conmigo y me dijo que, al estar separados mis
padres, yo tenía falta de cariño y que él se había fijado en mí
porque lo necesitaba y lo que hacíamos era amor, que no me
preocupase", Testimonio 380
"Abusó
una vez. Cuando me besó, yo subí y me tocaba. Tenía un muñeco y
me decía: “¿dónde está el pito?”, “¿dónde está el
culo?”, y me tocaba", Testimonio 363
"Un
día me hizo sentarme en su falda, después de comer, y empezó a
besarme en la mejilla, y me abrazaba muy fuerte, de una forma
que no lo habían hecho mis padres, y empecé a notar un olor muy
fuerte a alcohol, brutal. Y de repente me mira y se pone a llorar, y
me escabullí violentamente, escaleras abajo", Testimonio 272
"Yo
hacía lo que él me decía, porque para mí era como Dios. Él tenía
que protegerme, era como mi caja de seguridad. Él decía que rezaba
a Dios por mí y que Dios me daría todo lo que yo necesitara.
Chuparle el pene no era nada comparado con obtener de Dios aquello
que yo necesitaba", Testimonio 384
"No
había nadie en la iglesia, absolutamente nadie, vacío todo. Él
[estaba] sentado, yo estaba delante sin nada, me puse de rodillas. Me
cogió una mano por aquí para hablar así como a la oreja, empezó a
besuquearme, a meterme la lengua, a meterme la otra mano en los
huevos. Yo estaba acojonado, asustado, no sabía ni lo que era, me
pude zafar como pude" (Testimonio 335)
"Se
apagaban las luces y me abrazaba. Íbamos con pantalón corto.
Empezaba por la rodilla y llegaba a tus partes, a tu pene. Una de las
veces, él me cogió las manos y las llevó hacia sus muslos y hacia
su pene. Y mis manos no eran las únicas que estaban allí, había
otro niño", Testimonio 182
"Yo
era muy pequeña, debía tener 5 o 6 años, me cogía, me ponía
plana y ponía su mano buscando mi sexo. En horizontal. Ponía la
mano por dentro de las bragas y me tocaba, y después me daba unos
piñones garrapiñados que estaban en un Cristo de cerámica. “Ven
aquí, que te daré unos piñones”", Testimonio 33
"Recuerdo
que sentía asco cuando acercaba su boca a la mía y notaba su
aliento de animal descontrolado. A veces nos quedábamos en pie, y
otras me volcaba en el sofá [...]. Casi siempre, mientras me
mantenía asido y atrapado, se restregaba contra mí como mucho más
tarde vi hacer a algunos perros con las piernas de sus dueños. Era
cuando notaba su pene duro contra mi cuerpo y su respiración
acelerada de éxtasis", Testimonio 75 (tenía unos 9 o 10 años)
"Siempre
hacía lo mismo: tenía una apariencia paramilitar, con una boina
negra con la flor de lis y una vara como los militares, marrón, con
la que me penetraba. Cuando todos estábamos borrachos, siempre hacía
lo mismo: hablaba de exorcismos, hablaba en latín, explicaba cosas
de miedo y después venía el gran momento: "¿quién va a ser
el elegido para dormir conmigo?”. El 80 % de las veces me tocó a
mí», Testimonio 142
"Cada
noche pasaba un [religioso] a todos los dormitorios de alumnos [cada
uno con seis camas] para apagar las luces. Una noche me desperté con
[nombre del agresor] acostado en mi cama, a mi derecha, tocándome.
Me quedé paralizado, pero luego reaccioné empujándole hasta que le
tiré de la cama y se marchó intentando no hacer ruido, para no
despertar al resto. Le dio tiempo a cogerme la mano y ponerla sobre
su "aparato". No sé cómo se atrevió, con cinco más en
el cuarto", Testimonio 53 (tenía 14 años)
"Un
día que caí enfermo fui donde él. Era un sábado por la noche
[...]. En vez de llevarme a la enfermería, me llevó a su habitación
[...]. Estás enfermo con un montón de fiebre y tú no sabes. El
hombre me metió en su cama, se desnudó, empezó a toquetearme»,
Testimonio 173 (tenía 12 años)
"Me
ponía una inyección, primero ponía la aguja y no sé por qué se
escondía detrás de la mampara, mientras yo me quejaba del dolor al
tener la aguja metida. Al momento me di cuenta de que estaba
masturbándose. Al ratito me ponía la inyección y empezaba a
tocarme el culo y los genitales, y así durante varios largos días»,
Testimonio 251 (tenía entre 10 y 16 años)
"Su
discurso era siempre: “esto lo hago por ti, porque a estas edades
el sexo no está claro y se ha de definir un poco tu postura sexual”.
Yo no tenía ni idea de qué me hablaba: “a ver si tienes fimosis”.
Él lo vendía como que era por tu bien, para que te desarrollases
adecuadamente, el cuerpo... Y siempre era lo mismo, masturbación,
“uy, has sacado muy poco semen, tendrías que crecer más para
sacar más, mira lo que saco yo”», Testimonio 243 (tenía entre 12
y 15 años)
"Yo
estaba durmiendo, en la cama, por la noche. Vino y me llamó, me
levantó de la cama. Ya estaba todo el mundo durmiendo. Estaba todo a
oscuras [...]. Me sentó en su despacho e intentó darme como una
clase de educación sexual, cuando nadie le veía, a las 12 de la
noche, en su despacho. Empezó a explicarme cómo eran las relaciones
sexuales entre hombres y mujeres, cómo ocurrían, qué se hacía y
qué no se hacía. Después de un rato, largo, pues me estuvo
contando con todo lujo de detalles cómo era el tema, me pidió que
me levantara, me bajó el pantalón, me estuvo tocando, me sacó el
glande, estuvo mirando y me dio consejos [...]. Y estuvo tocando
todo lo que le pareció bien, hasta que me hizo poner el
pantalón y me volvió otra vez por aquella oscuridad, a la cama»,
Testimonio 30 (tenía 10 años)
"Me
desperté mientras el citado religioso me practicaba una felación.
No fui capaz de reaccionar, me hice el dormido, y nunca conté nada a
nadie», Testimonio 51
"Fue
para hacer unas pruebas psicotécnicas. Apagó la luz y me dijo: “haz
lo que tú consideres”. Él me tocó el pene, metiendo la mano en
el pantalón. Y me besó [...]. Pensé que formaba parte de la prueba
que estaba haciendo, una prueba que tenía que hacer este hombre para
saber si somos válidos para ser religioso de [nombre de la
congregación]", Testimonio 147 (tenía 16 años)
"Sin
ni siquiera saludar, me dijo: “desnúdate”. Me dijo que me
acercara para hacer una primera valoración física, o algo así, a
la vez que ponía la silla con los reposabrazos hacia mí. Se levantó
y se puso detrás. Mi mente se puso en blanco. Era pánico, estaba
más que aterrado, no sé si hacía calor o no, pero yo estaba
helado, al borde de tiritar. Cuando sentí que me empezaba a
acariciar, ya todas mis dudas cayeron y mis peores temores empezaron
a tomar realidad. Se levantó y recuerdo sus manos sobándome [...].
Entonces sentí un terrible dolor y quemazón en la entrada del
ano. Intentaba introducir su dedo y me hacía un daño terrible. Me
revolví como pude y me giré para mirarle. En aquel momento seguía
sin entender nada y me toqué la zona del culo. Estaba húmeda, era
pringoso y olía muy mal, yo no sabía qué era eso, qué pasaba y de
qué iba todo eso, pero me quería ir de allí. Entré en pánico
total, pero un pánico reprimido, en silencio. Me dijo que me
vistiera. No le miré a la cara, yo me vestí en silencio, aterrado.
Él disimulaba, haciendo como que rellenaba algún papel, o yo qué
sé. Yo estaba muerto, no entendía nada de nada, yo no sabía qué
es lo que había ocurrido", Testimonio 17 (tenía 12 años)