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lunes, 13 de septiembre de 2021

 

¡Maldita hemeroteca!




19/02/2020

Un sacerdote de EEUU: "La

 pedofilia no mata y el aborto

 sí"

El reverendo Richard Bucci, de la Iglesia del Sagrado

 Corazón de Rhode Island (EEUU), ha asegurado que

 sus palabras se sacaron de contexto.



Redacción El HuffPost

La pedofilia no mata y el aborto sí”. Un sacerdote Richard Bucci de la Iglesia del Sagrado Corazón de Rhode Island (EEUU) ha querido “justificar” con estas palabras que el aborto es peor que la pedofilia.

Lo ha hecho en una entrevista a la cadena estadounidense NBC WJAR, en la que, eso sí, ha señalado que “eso no quiere decir que el abuso no sea algo horrible”, aunque ha vuelto a cargar contra el aborto; para él, “la matanza de niños inocentes”.

Según recoge La Sexta, no es su primera polémica. En enero prohibió comulgar en su iglesia a un grupo de legisladores por haber apoyado un proyecto de ley sobre el derecho al aborto. También anunció que no se les permitiría participar como padrinos en bodas.

Según recoge NBC News, el centro religioso al que pertenece Bucci se ha negado a hacer ninguna valoración a sus palabras. El propio sacerdote sí ha reconocido que sus comentarios se sacaron de contexto.



19/02/2020

"No hay ninguna institución

 que haya protegido a tantos

 delincuentes durante tantos

 años como la Iglesia católica"

Miguel Hurtado, víctima de abusos sexuales

 por parte de un fraile, denuncia en 'El

 manual del silencio' las prácticas de los

 depredadores sexuales que encubre la

 Iglesia.




Por Marina Velasco


Miguel Hurtado

Miguel Hurtado nunca se imaginó que su vida cambiaría el día en que se animó a formar parte de un grupo de scouts de la Abadía de Montserrat, uno de los lugares más sagrados y emblemáticos de Cataluña.

Lo que empezó como una vía de escape para un chaval de 16 años sumido en un mar de dudas en plena crisis personal y familiar acabaría arrastrándolo a un agujero mucho, mucho más profundo y oscuro. Cuando el monje Andreu Soler se ganó la confianza de Miguel, comenzó a abusar sexualmente de él, y el joven, paralizado de miedo, fue incapaz de reaccionar. Al cabo de un tiempo, Miguel se hartó de guardar silencio, pero nadie se atrevió a respaldarlo. Ni sus padres quisieron denunciar, ni la Abadía vio motivos para llevar al depredador ante la justicia. 

Más de veinte años después, Miguel Hurtado publica El manual del silencio. La historia de pederastia en la Iglesia que nadie quiso escuchar (Planeta), una obra en la que une los puntos de una trama que se resiste a desaparecer por su afán de encubrimiento y su poder. 


 

¿Es la jerarquía católica una de las organizaciones criminales más opacas y poderosas del planeta, como dices en el libro?

Es importante mirar los hechos. ¿Qué otra organización ha encubierto delitos durante décadas en docenas de países de los cinco continentes? La Iglesia católica. No hay ninguna institución que haya protegido a tantos delincuentes en tantos países durante tantos años. Y, a pesar de eso, solamente en los últimos años nos hemos enterado como sociedad de que esto estaba sucediendo. ¿Por qué? Porque ha sido muy opaca y muy secreta en cómo ha gestionado los casos. 

A un pederasta se le juzga y va a prisión, pero a un

 cura pederasta se lo traslada de parroquia y lo

 ponen a rezar 20 padres nuestros y 50 avemarías

Por lo que explicas en El manual del silencio, dentro de la Iglesia tienen su propio modus operandi y además no se rigen por las mismas normas que se aplican al resto de la ciudadanía. 

Básicamente, lo que ha hecho el Vaticano durante los últimos cien años, es decir: ‘Hay unas normas para el resto de ciudadanos, basadas en la Constitución; pero para el clero queremos un trato de privilegio’. A un pederasta, en la familia, en la escuela, en el deporte, se le juzga y va a prisión, pero a un cura pederasta se lo traslada de parroquia y lo ponen a rezar 20 padres nuestros y 50 avemarías. Han conseguido un trato de favor, pero como no lo pueden decir abiertamente, lo han hecho de forma opaca y secreta, estableciendo el secreto pontificio, esto es: ‘Cuando nos enteremos de que tenemos un pederasta, lo vamos a gestionar internamente, con unos procedimientos canónicos clasificados como top secret, de manera que si hay algún obispo al que se le ocurra ir a la Policía, que sepa que se le va a excomulgar y a cesar de su puesto’.

¿Se han dado casos de esto último que cuentas?

En Irlanda, a finales de los 90, los obispos querían denunciar todos los casos a la Policía, porque veían la que se les venía encima. Y en el Vaticano les dijeron que no, porque según el Derecho Canónico y el secreto Pontificio eso no se podía hacer. En las conferencias católicas de países anglosajones —Australia, EEUU, Irlanda, Canadá— veían que les venía un tsunami y querían actuar de forma más proactiva y encauzar el problema, pero se encontraron con un muro del Vaticano: es un secreto que se tiene que guardar y no se puede informar a la justicia.

A día de hoy la Conferencia Episcopal Española no incluye en su protocolo de actuación la denuncia automática de los casos de pederastia a la justicia. Dicen que, si quiere denunciar alguien, que sean las víctimas o sus familiares, que los obispos no tienen que denunciar la pederastia a la Policía.

O sea, que pueden seguir encubriendo.

Exactamente. Y estamos hablando de 202



Hurtado, autor de 'El manual del silencio'.

Leyendo el libro, da la impresión de que para denunciar hay que superar una serie de barreras tremendas, empezando por tu propia familia.

Las barreras psicológicas y las barreras culturales son muy, muy, muy potentes. Por ejemplo, mi madre es de la generación de posguerra; culturalmente, lo que se le había enseñado era a no enfrentarse a los poderosos, porque ‘si denuncias, no vas a conseguir nada y te van a machacar’. Para sobrevivir, lo mejor es intentar olvidar lo que ha pasado y tirar hacia adelante, pensaba ella. Yo, en cambio, soy hijo de la democracia, nací en el año 82. Y cuando hubo el caso de abuso, noté mucho el choque de cultura del nacionalcatolicismo de mi madre —secretismo, opacidad, sumisión ante los poderosos— frente a mi mentalidad de ‘todos somos iguales ante la ley, no se puede proteger a los delincuentes, no se puede silenciar los delitos’. Ese choque refleja las mentalidades de dos épocas.

La jerarquía católica ha dicho a los padres que en el

 nombre de Dios tenían que traicionar a sus hijos

¿La reacción que tuvo tu familia cambió para

 siempre vuestra relación? 

Para mí lo más grave es que la jerarquía católica ha dicho a los padres que en el nombre de Dios tenían que traicionar a sus hijos. Estaban diciendo a los padres: ‘Guardad el secreto, mantenedlo en silencio, que este caso no trascienda por el bien de la Iglesia’; cuando se ha demostrado que uno de los elementos más dañinos de los abusos es el secretismo y el encubrimiento. Este año, cuando he denunciado públicamente y ya no existe el secreto, mi salud mental ha mejorado mucho. Pero yo no decidí guardar el secreto durante 20 años, sino que me coaccionaron, me presionaron y me forzaron para que me callara, y eso genera un dolor importante cuando quienes han mantenido en parte el secreto han sido tus familiares, y quienes te han aconsejado y te han presionado para callar han sido tus familiares.

Si cuando mi madre se quejó al abad [un año después de los abusos], el abad le hubiera dicho que los padres tienen que apoyar a sus hijos y no lo contrario, no hubieran contribuido a esa brecha, a esa tensión y a esa herida en la familia. La institución que dice que defiende la infancia, la familia y la vida en sus prácticas está destrozando familias, robando infancias y acabando con vidas, porque hay muchas víctimas que se han suicidado. Su comportamiento está contradiciendo su doctrina y su discurso. 

Si a día de hoy un niño sufre abusos, ¿crees que se encontraría con la misma falta de apoyo, no solamente institucional, sino también familiar y del sistema? 

Aún estamos muy verdes, sobre todo en comparación con otros países de nuestro entorno. Creo que encontraría más apoyo, pero aún soy muy escéptico sobre si las instituciones sabrían cómo gestionarlo, si tendrían recursos terapéuticos apropiados. No lo sé, no lo sé.

La institución que dice que defiende la infancia, la

 familia y la vida en la práctica está destrozando

 familias, robando infancias y acabando con vidas

¿Qué deberían responder esos padres, si su hijo les

 cuenta que ha sufrido abusos? 

Lo más importante es que el niño perciba que sus padres le apoyan, independientemente del resultado. Aunque denuncies en los tribunales y al final pierdas, no es lo mismo que el niño perciba que su padre le ha apoyado desde el minuto uno que si su padre es cómplice del encubrimiento.

Hace un año pusiste una denuncia colectiva con otras víctimas. ¿En este año se ha avanzado algo?

Llevamos años exigiendo la reforma de la ley de prescripción. Hemos recogido medio millón de firmas en Change, las hemos presentado ante el Congreso y al Gobierno no le quedó más remedio que incluir una reforma de los plazos de prescripción. El problema es que han puesto un parche; han hecho una reforma totalmente descafeinada e insuficiente, por la cual el plazo de prescripción comenzará a contar a partir de que la víctima cumpla 30 años. La mayoría de casos prescribirá cuando la víctima tenga entre 35 y 40 años. Ya sabemos que la Iglesia y el Estado español no quieren investigar los casos de pederastia, pero a la hora de establecer el plazo de prescripción, pedimos al Ministerio de Justicia y a los diputados que se basen en evidencias científicas, no en prejuicios ideológicos. Y los estudios científicos dicen que la edad media a la que las víctimas denuncian públicamente es a los 44 años. Así que están haciendo una reforma para acabar con la impunidad que sigue dejando la mayoría de los casos impunes.

Desgraciadamente, no hemos conseguido nada. El Gobierno sigue muy enrocado y muy cerrado en banda, y nos están intentando engañar. Porque nos dicen que quieren solucionarlo y lo que hacen es ponerle un parche. Y cuando salga el próximo depredador sexual, se verá que la ley es insuficiente. Que se pueda juzgar a estos señores es imprescindible para que entren en el registro de delincuentes sexuales y no puedan trabajar con niños.

Esta reforma ni siquiera está en vigor, todavía…

No, no, está proponiéndose aún. Nosotros en 2016 protestamos por primera vez, y entonces nos trasladaron su solidaridad, su afecto, su cariño… Dijeron que lo iban a priorizar, que estaban muy sensibilizados con el tema. Cuatro años después, no han hecho nada.


¿Tenéis más esperanzas con el nuevo Gobierno?

Personalmente, creo que este Gobierno está más preocupado del marketing y de las relaciones públicas. Les interesa más llamarla la ‘ley Rhodes’, porque les da más likes en redes sociales, que hablar con los activistas y colectivos para ver si esta ley va a funcionar en la práctica o no: si va a proteger a las víctimas y a los niños, cosa que en este momento, no. A mí las campañas de marketing no me interesan mucho. Si aprueban la ley, vamos a seguir protestando y criticando, y no nos quedará más remedio que pedir amparo a Naciones Unidas, pedirle que le dé un tirón de orejas al Gobierno para que reformen el plazo de prescripción, para que empiece a contar a partir de los 40 o 50 años de la víctima.

Al Gobierno le interesa más llamarla 'ley Rhodes'

, porque da más 'likes' en redes sociales, que hablar

 con los activistas y colectivos para ver si esta ley va a

 funcionar

Tú, en cambio, denunciaste antes de los 40. Y, aun

 así, el delito ya había prescrito. 

Sí, y el mío es un caso fuera de lo común. De las víctimas que están dando la cara, hay muy pocas que tengan 20 o 30 años. La mayoría son mayores, porque necesitan mucho tiempo para asimilar la experiencia. En mi caso, denuncié pronto, pero tardé 20 años. La primera vez que me quejé en Montserrat era 1999, y denuncié en 2019. 

Los abusos se produjeron en 1998…

Este señor era un depredador sexual que abusó al menos de 12 menores, como mínimo, durante 30 años, y no lo digo yo esto, lo dice la Abadía de Montserrat. Ya tuvo víctimas en los 70, hubo víctimas que en esa época se quejaron, y Montserrat no hizo nada. Yo fui la última víctima que se quejó en 1999, y me quejé hasta cuatro veces en los siguientes 20 años, con dos abades distintos. Pues no le denunciaron ante la justicia, no le abrieron proceso disciplinario católico para expulsarlo de la vida religiosa, no intentaron encontrar otras víctimas, no informaron al Vaticano. Solamente reaccionaron cuando varios activistas nos plantamos con una pancarta el día de la misa en Montserrat e invitamos a los medios. Si el primer caso de pederastia en Montserrat fue a finales de los años 60 y mi denuncia fue en 2019, estamos hablando de 50 años de encubrimiento.

Por lo que comentas, la misma Abadía reconoció que era un depredador sexual, pero no cuestionaron su propio encubrimiento como institución.

Claro. ¿Y cómo es posible que tuvieran a un depredador sexual en nómina durante 40 años y no se enteraran?

¿Para eso no tienen respuesta?

No. Montaron una Comisión cuyos miembros fueron elegidos a dedo por el abad. A dedo. La Comisión no tiene independencia, hay conflicto de intereses. Y, por lo que hemos visto en otros países, esas comisiones no sirven de nada. Lo que hacen es reconocer el abuso, pero nunca, nunca investigan el encubrimiento. Lo único que hicieron en Montserrat fue pedir perdón. Pero no establecieron mecanismos para compensar a las víctimas. Y no es por un tema económico, porque tienen un patrimonio importante y cada año reciben dos millones de euros de la Generalitat de Catalunya. Si quisieran, podrían pagarlo. ¿Por qué no lo hacen? Porque si crean un sistema de compensación económica va a aflorar el abuso oculto, y quizás en vez de tener que indemnizar a doce víctimas, tienen que indemnizar a cincuenta, o a cien.

¿Cómo es posible que tuvieran a un depredador

 sexual en nómina durante 40 años y no se

 enteraran?

A ti te pagaron de mala manera 7.200 euros...

Sí. Yo les pedí reparación económica porque necesitaba terapia para superar los abusos y, para mi gran sorpresa, me dijeron que estaban dispuestos a indemnizarme, pero que no lo iban a hacer por transferencia bancaria, sino en un sobre en billetes de 500 para que no quedara rastro ni constancia del pago. Acepté el dinero porque necesitaba la terapia, pero años después me enteré de que un año antes de morir, la Abadía de Montserrat le había publicado [a su agresor, Andreu Soler] un libro de memorias en el que el pederasta alardeaba de la gran labor que había hecho durante cuarenta años educando a críos, y el prólogo lo había escrito Jordi Pujol. 

Para más inri, en el libro había fotos, y en una de esas estaba yo, a la edad en la que fui abusado. Al verme ahí con otros chavales, pensé ¿cuántos de los chavales de estas fotos han sido víctimas de este depredador? Y en vez de tratar de encontrar a otras víctimas, lo que hacen es homenajear públicamente al pederasta. Ante esa situación, devolví el dinero al abad y le dije que a partir de entonces no tenía por qué guardar silencio. 

Si su nombre hubiera estado incluido en un registro público, ninguna editorial le habría publicado un libro. Pero debido al secretismo, no sabemos cuántos pederastas hay en España, quiénes son, dónde están y qué han hecho. No hay un registro público de sacerdotes pederastas en España, así que no podemos saber la magnitud del problema. ¿Cuántos ‘germà Andreu’ [padre Andreu] hay? Si yo no hubiera luchado durante 20 años, si yo no hubiera denunciado en 2019, la sociedad catalana y la sociedad española jamás se hubieran enterado de que en Montserrat se practicaba la pederastia.


¿Había un perfil determinado de víctimas?

Es interesante… Yo en un primer momento pensé que mi caso era representativo. A mí me pilló en un mal momento, en una situación de vulnerabilidad por una serie de problemas personales y familiares, y se ganó mi confianza, se aproximó de forma progresiva, y solamente cuando había un vínculo de afecto y cariño fue cuando comenzaron los abusos. Pero luego, cuando el caso salió a la luz y salieron más víctimas, se vio que había hecho de todo. Había abusado de menores muy vulnerables, como una víctima que había tenido cáncer de hueso, le habían amputado la pierna y había tenido un intento de suicidio. Los padres le habían llevado a Montserrat pensando que ahí tendría consuelo y apoyo espiritual y el germà Andreu aprovechó para abusar de él. Había ese perfil de víctima muy vulnerable, pero también había menores de los que abusó el primer día que los conoció.

La mierda acumulada durante décadas está

 supurando por los cuatro continentes

¿Crees que en la Iglesia han cambiado algo las cosas

 con el papa Francisco?

No. El papa Francisco ha hecho una campaña de marketing y de relaciones públicas. Al año de ser papa, Naciones Unidas hizo una investigación sobre cómo había gestionado la Iglesia los casos de pederastia y su informe fue demoledor. Hizo recomendaciones específicas: denuncien los casos a la Policía, entreguen los archivos canónicos, cesen a los abusadores y a los encubridores, compensen a las víctimas… Cosas muy básicas. El papa Francisco no sólo se negó a aceptar el informe, sino que se negó a implementar las recomendaciones. El papa Francisco y el Vaticano se negaron a rendir cuentas ante la ONU y se han negado a presentar un informe de seguimiento, como hacen todos los Estados ante una situación así.

Como intentaron maquillar el problema, al final el problema les estalló en la cara. En 2019, en vez de comparecer ante Naciones Unidas, tuvieron que hacer una cumbre antipederastia deprisa y corriendo porque les están estallando escándalos en medio mundo: en Australia estaban juzgando al cardenal Pell por pederasta, en Francia estaban juzgando al cardenal Barbarin por encubridor, en Chile estaba el caso del obispo Barros, que había protegido a uno de los mayores pederastas del país… La mierda acumulada durante décadas estaba supurando por los cuatro continentes. Si hubieran hecho las cosas bien cuando en 2014 Naciones Unidas les dio un toque de atención, no hubieran tenido que lidiar con esa crisis. Y saben lo que tienen que hacer, pero no quieren, porque eso significaría perder poder.

La Iglesia sabe y no quiere hacer, pero, ¿qué hay del Estado?  

Eso es. Hay una vulneración gravísima de derechos constitucionales básicos, una vulneración de los derechos fundamentales del niño, y las víctimas estamos desamparadas por el Estado, dejadas de la mano de Dios. Que los obispos pasen de las víctimas, bueno… tampoco le vas a pedir peras al olmo, todos sabemos cómo son. Pero que mi Gobierno me considere un problema e intente hacer esfuerzos denodados por ignorar mi denuncia me parece mucho más preocupante.

Otros países sí están actuando. Vivo en Inglaterra y allí los delitos de pederastia son imprescriptibles, han hecho una comisión de investigación sobre abuso institucional… ¿Por qué en España no se hace algo así?

Que mi Gobierno me considere un problema e

 intente ignorar mi denuncia me parece mucho más

 preocupante

¿A día de hoy, puedes decir que has superado el

 trauma?

Creo que la herida ha cicatrizado; la cicatriz está ahí y no duele tanto. Después de escribir el libro, estoy más en paz con el pasado y más centrado en mi presente y mi futuro. Pero cuando superas el trauma, cuando estás mejor y eres capaz de disfrutar, te das cuenta de lo difícil que era todo antes. Antes me costaba horrores independizarme, hacer amigos… y ahora todo me parece tan sencillo en comparación. Es como si te hacen correr una maratón con una mochila llena de piedras. 

Y luego hay otra cosa: aunque ya estés bien, tienes que hacer un duelo, porque durante la juventud, en los años más bonitos de tu vida, cuando mis amigos estaban haciendo Erasmus, de mochileros o de fiesta, yo estaba en casa traumatizado, amargado, triste, angustiado. Eso ya no te lo devuelve nadie y tienes que hacer un duelo por la parte de tu vida que te han robado.



INTERNACIONAL

19/08/2018

Las estremecedoras historias

 de abusos encubiertos por la

 iglesia católica

Un gran jurado de Pensilvania ha

 identificado a más de 300 presuntos

 "sacerdotes depredadores". Estas son solo

 algunas de las historias.



Por Carol Kuruvilla, HuffPost US

Durante décadas, todas las historias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos de Pensilvania (EE UU) permanecieron guardadas bajo llave en los archivos secretos de la iglesia.

Estos viejos secretos salieron a la luz este martes con la publicación del informe de un gran jurado en seis de las ocho diócesis católicas romanas de Pensilvania.

El informe de 884 páginas del jurado permitió a los católicos de Pensilvania comprender la magnitud del abuso y el encubrimiento en seis diócesis: Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Pittsburgh y Scranton. Durante dos años, los jurados identificaron a 301 "sacerdotes depredadores" y a más de 1.000 víctimas.

Los miembros del jurado oyeron historias de niños y niñas que afirmaban que les habían manoseado, casos de niños víctimas de pornografía infantil, obligados a masturbarse con sus agresores y violados por vía oral, vaginal y anal.

Para respaldar los presuntos terribles crímenes del informe, hay cientos de páginas de documentos de los archivos secretos de la iglesia que, según el jurado, demuestran que los altos cargos de la iglesia sabían que había abusos y no actuaron correctamente. Según afirman los miembros del jurado, los líderes católicos, incluidos antiguos obispos, trabajaron activamente para proteger a los abusadores y la reputación pública de la iglesia, ignorando las declaraciones de las víctimas.

Las seis diócesis y los sacerdotes acusados pudieron incluir sus propias respuestas a estas afirmaciones al final del informe del gran jurado. Algunos sacerdotes adjuntaron refutaciones, que decían que el informe incluía inexactitudes. Alrededor de 24 personas nombradas en el informe solicitaron que se omitieran sus nombres, alegando que, si fueran identificados, se violaría su derecho a la justicia. La Corte Suprema del estado va a analizar la solicitud de estas personas en septiembre para determinar si esos nombres deberían o no omitirse.

La mayoría de los presuntos autores nunca podrán comparecer ante la justicia. Muchos están muertos, mientras que, en algunos casos, los delitos han prescrito. Por eso los miembros del jurado insistieron en nombrar a los sacerdotes acusados y a sus obispos, y describen con detalle los abusos.

"Vamos a sacar a la luz su comportamiento, porque es lo que las víctimas se merecen", dice el informe.

Para resaltar la magnitud del problema y la necesidad de cambio, a continuación se describen algunos de los estremecedores casos de abuso y presunto encubrimiento documentados en la histórica investigación publicada este martes.


gregorydean via Getty Images

El sacerdote que presuntamente programó un aborto para su víctima

El gran jurado denuncia que Thomas Skotek, un sacerdote de la Diócesis de Scranton, agredió a una joven desde 1980 hasta 1985. Presuntamente, el sacerdote la violó, la dejó embarazada y ayudó a programarle un aborto.

Los documentos en los archivos de la iglesia indican que en 1986 el obispo de la diócesis ya era "plenamente consciente" de las acciones del sacerdote. Skotek renunció a su puesto y fue enviado a un centro de tratamiento católico para el clero.

En una carta de 1986 que recuperó el gran jurado, el obispo de Scranton expresó sus condolencias al sacerdote acusado.

"Este es un momento muy difícil en tu vida y me doy cuenta de lo afectado que estás. Yo también comparto tu dolor. Cómo desearía que no fuera necesario dar este paso", escribió el antiguo obispo James Timlin en la carta a Skotek. "Con la ayuda de Dios, que nunca nos abandona y que siempre está cerca cuando lo necesitamos, esto también pasará, y todos podrán seguir viviendo".

Un año después, en 1987, Skotek fue reasignado a otra iglesia de Pensilvania.

En 1989 le pidieron a la mujer que firmara un contrato de confidencialidad a cambio de un acuerdo financiero.

Ese mismo año, Timlin envió una carta al Vaticano reconociendo que el sacerdote había ayudado a organizar un aborto. La ley canónica católica considera que aquellos que cooperan en un aborto son "irregulares", lo que significa que podrían verse impedidos para llevar a cabo tareas sacerdotales. Este obispo pidió a Roma que concediera una dispensa para el sacerdote, que es una exención de una ley canónica existente.

"El Gran Jurado observa que la carta de Timlin parece centrarse exclusivamente en el tema del aborto sin dar apenas importancia a que Skotek había dejado embarazada a una niña", indica el informe.

El sacerdote continuó activo en el sacerdocio hasta 2002.

Timlin, que ahora tiene 91 años y es obispo emérito, respondió al informe del gran jurado a través de su abogado. Si bien reconoció que sus esfuerzos para responder al abuso sexual infantil en la diócesis eran "imperfectos", dijo haber actuado con su mejor juicio, de acuerdo con los estándares médicos de la época. En 1993, según afirma el obispo, estableció una junta de revisión interna en la diócesis para examinar los casos de abuso infantil.

"Aunque no fuera perfecta, la Diócesis de Scranton estuvo a la vanguardia de muchas organizaciones religiosas que atienden las serias preocupaciones relacionadas con el abuso sexual infantil por parte de miembros del clero", señala la declaración del obispo.

El grupo de sacerdotes depredadores que usaban cruces para acosar a sus víctimas

El gran jurado afirma que descubrió un "grupo de sacerdotes depredadores" que operaba dentro de la Diócesis de Pittsburgh. Los jurados afirman que el grupo hacía pornografía infantil en propiedades diocesanas y utilizó "látigos, violencia y sadismo" para violar a sus víctimas. Aparentemente, el grupo compartió información sobre las víctimas e incluso las intercambiaban entre ellos.

Un hombre testificó ante el gran jurado que el grupo de sacerdotes de Pittsburg una vez lo invitó a la vicaría de la parroquia y le pidieron que se subiera a la cama y se quitara la camisa, los pantalones y la ropa interior. Presuntamente, los sacerdotes hicieron fotos a la víctima, afirmando que estaban haciendo una "analogía con la imagen de Cristo en la cruz" y que las fotos se usarían para crear estatuas religiosas.

La misma víctima también testificó que el grupo de sacerdotes les daba regalos a sus víctimas. Marcaban a sus "niños favoritos" con collares de cruces de oro.

"(Las cruces) eran una señal para otros depredadores de que los niños estaban insensibilizados al abuso sexual y eran los objetivos perfectos para una seguir siendo víctimas", escribió el gran jurado en su informe.

El sacerdote que, presuntamente, lavó la boca de su víctima con agua bendita

El gran jurado señala que un sacerdote de la Diócesis de Allentown abusó sexualmente de un niño desde 1981 hasta 1983. La víctima denunció el abuso a la diócesis en 2011, y la diócesis alertó a la policía local.

La víctima le dijo a la policía que el sacerdote le obligó a practicarle sexo oral y también violó al niño oralmente. La víctima afirma que después, el sacerdote echó agua bendita de una botella en la boca de la víctima "para purificarlo", especifica el informe.

Dado que el caso había prescrito, no se presentaron cargos contra el sacerdote. Este, que ha negado las acusaciones, prestó servicio en iglesias hasta su jubilación. Todavía en 2009 seguía ayudando en una parroquia local en Florida.

El sacerdote que confesó pero continuó en su cargo

En 1982, la Diócesis de Allentown recibió una queja de un padre que denunciaba que el sacerdote Michael S. Lawrence había abusado sexualmente de su hijo de 12 años. Cuando los dignatarios de la iglesia se enfrentaron al sacerdote, este confirmó el relato del padre y dijo: "Por favor, ayudadme. He abusado sexualmente de un niño".

Los registros eclesiásticos que obtuvo el gran jurado indican que Lawrence fue enviado a un centro de tratamiento para clérigos católicos, donde un médico les dijo a los dignatarios de la iglesia que la familia de la víctima necesitaba tiempo para "hablar" y que "la experiencia no fuera necesariamente un terrible trauma" para el niño.

Dos años después, Lawrence empezó a dar clases de religión en un instituto. En 1987 le expulsaron del sacerdocio activo, pero continuó sirviendo en un Tribunal Diocesano hasta 2002, cuando los periodistas del Boston Globe llamaron la atención nacional sobre el tema del abuso infantil en la Iglesia Católica Romana. Lawrence se retiró ese año y murió en abril de 2015.

El cura al que respaldaron sus superiores

Los miembros del jurado afirman que algunos ex altos cargos de la iglesia en la Diócesis de Pittsburgh se esforzaron por defender y reubicar al reverendo Richard Zula, que fue condenado a prisión en 1990 por abuso de menores.

En 1987, un representante de la iglesia afirmó que una de las víctimas de Zula, una chica de 15 años, había "perseguido" al cura y lo había "seducido literalmente" para mantener una relación.

Zula fue detenido por acusaciones de abuso a menores en 1988. La diócesis entonces recibió más quejas contra el sacerdote.

Aunque el cura esperaba una condena, un médico procurado por la diócesis elaboró una evaluación psicológica de Zula en 1989 para el tribunal. En la evaluación, el médico afirmaba que Zula había admitido "masturbación y felación mutua con un chico de 16 años", pero solo porque "el chico inicialmente insinuó actitudes sexuales". El sacerdote admitió haber tenido comportamientos "ligeramente sadomasoquistas", escribe el doctor, pero "nunca ha exhibido síntomas psicóticos ni perturbación de pensamiento o razonamiento".

El gran jurado afirma que Zula recibió un cheque de más de 11.000 dólares (unos 9.700 euros) como pago de la Diócesis de Pittsburgh tras su pronta salida de la cárcel en 1992. Después de muchas idas y venidas sobre futuros pagos, en 1996, la Diócesis llegó a un acuerdo con el sacerdote que le garantizaba continuar con los pagos, pero le prohibía tratar de conseguir nuevos puestos dentro de la diócesis.

Zula murió el año pasado.

Como respuesta al informe del gran jurado, la Diócesis de Pittsburgh dijo que, por ley canónica, había que dar un cierto apoyo a todo el clero, incluso a los convictos por crímenes. La diócesis también declaró: "La Diócesis de Pittsburgh no solicitó en ningún momento una sentencia más leve para Zula, ni pidió que se preparara o se entregara un informe psiquiátrico en nombre de Zula para el tribunal".


wideonet via Getty Images

El cura que supuestamente pidió a su víctima que confesara el abuso

La investigación del gran jurado ha dado lugar a la detención de dos curas por acusaciones de abuso sexual a menores. Uno de ellos es el reverendo David Poulson, que se enfrenta a cargos por atentar al pudor y poner en peligro a un menor después de ser acusado de abusar de al menos dos chicos en casos que datan de 2002.

Poulson supuestamente abusó de una de sus víctimas, un ex monaguillo, más de 20 veces en la casa del párroco. El chico también tuvo que hacer una confesión formal ―a Poulson― para recibir la absolución del cura por el abuso.

"Esa fue la traición y manipulación definitiva de Poulson", escribe el fiscal general de Pensilvania Josh Shapiro en un comunicado que publicó a principios de este año. "Usó las herramientas del sacerdocio para continuar su abuso".

Shapiro afirma que la Diócesis de Erie sabía de las tendencias abusivas del cura al menos desde 2010, pero no hizo nada por denunciar a Poulson ante las autoridades hasta 2016, cuando respondió a una citación del gran jurado.

El obispo de Erie niega esta cronología de los hechos.

Durante su investigación, el gran jurado escuchó a otros nueve hombres que declararon que Poulson los bombardeó con "regalos, dinero, cenas y alcohol" y "bromeó" sobre su preferencia sexual por hombres jóvenes.

El cura acusado de violar a una niña en el hospital

La Diócesis de Harrisburg recibió una denuncia en 1991 de una chica que había sufrido abusos por parte de un cura en los 60 y los 70. La mujer afirma que cuando tenía 7 años, el sacerdote la violó en una sala de hospital cuando se recuperaba de una extracción de amígdalas. La mujer contó a la diócesis que el cura la violó dos veces más cuando era adolescente, según un documento eclesiástico desvelado por el gran jurado.

Los registros de la diócesis indican que el cura confesó haber abusado sexualmente de esta víctima en 1991. Desde entonces le retiraron sus funciones sacerdotales.

El cura que siguió en el cargo después de dejar embarazada a una adolescente

En los años 50, la Diócesis de Greensburg se enteró de que un sacerdote recién ordenado, Raymond Lukac, había tenido una relación con una chica de 17 años. El sacerdote se fugó con ella y se casaron cuando la chica tenía 18 años. Meses más tarde, después de asistir a un centro de tratamiento para curas católicos, se divorció de ella. Los documentos de la iglesia indican que la joven dio a luz al hijo de Lukac.

"Pese a practicar sexo con una menor, pese a ser padre de un hijo, pese a casarse y a divorciarse, el cura tuvo permiso para seguir siendo cura gracias a los esfuerzos de la diócesis por encontrar a un 'obispo benevolente' en otro estado dispuesto a aceptarlo en su parroquia", declara el gran jurado.

El cura que presuntamente convenció a niños para tener sexo oral

El gran jurado afirma que un sacerdote que estuvo en la Diócesis de Greensburg entre 1976 y 2002 recibió numerosas acusaciones de abuso sexual. Los miembros del jurado se enteraron de que varios niños de la escuela elemental contaron a la diócesis en 1986 que el sacerdote había hablado con ellos sobre masturbación en una clase de educación religiosa. El cura aparentemente explicó con detalle a los niños cómo María, la madre de Jesús, había tenido que "arrancarle a mordiscos el cordón umbilical" y "lamer" al niño cuando nació para limpiarlo. Los miembros del jurado consideraron que este comportamiento era un tipo de "acoso" a los estudiantes con el fin de prepararlos para el sexo oral.

En 1986, la diócesis recibió una notificación de la policía local para informarles de que estaban investigando a este cura por su contacto sexual con menores, aunque el gran jurado no encontró registros que indicaran que el sacerdote fue acusado como consecuencia de esta investigación.

Después de ser enviado a un centro de tratamiento, el cura fue reubicado en varias parroquias y cargos hasta 2002, cuando se le fue retirado el ministerio del sacerdocio. Los documentos internos de la diócesis indican que al menos otra víctima presentó una demanda de abuso antes de 2002.


El cura que abusó de cinco hermanas de la misma familia

El informe señala que un sacerdote de la Diócesis de Harrisburg, Augustine Giella, abusó sexualmente de cinco hermanas de la misma familia desde 1982. El cura también recogió presuntamente muestras de orina, de vello púbico y sangre menstrual de las niñas. Durante una redada policial, encontraron estas muestras en casa de Giella, junto con pornografía infantil. Giella fue detenido en 1992 y confesó sus delitos. Murió mientras esperaba ser juzgado.

El gran jurado atestigua que el abuso a las niñas podría haber parado mucho antes si la Diócesis de Harrisburg hubiera actuado ante una queja contra este sacerdote en 1987.

Como respuesta al informe, la Diócesis de Harrisburg pidió disculpas por los abusos cometidos por clérigos vinculados a la diócesis y afirmó que ya había implementado múltiples salvaguardas para proteger a los niños.

Las cinco hermanas testificaron ante el gran jurado en 2016 el daño "emocional, psicológico e interpersonal" que este abuso había causado en sus vidas. Meses después de haber ofrecido este testimonio, la menor de las hermanas intentó suicidarse. Mientras se recuperaba, la mujer se puso en contacto con el gran jurado.

"Desde la cama del hospital, pidió una cosa: que termináramos nuestro trabajo y contáramos al mundo lo que ocurrió realmente", relata el jurado.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón y Marina Velasco



23/01/2020

Muchas monjas sufren

 agotamiento laboral por la

 explotación y los abusos

 sexuales

Según el suplemento mensual femenino

 'Mujer, Iglesia y Mundo' del diario

 vaticano 'L'Osservatore Romano'


Redacción El HuffPost EFE


Eloy Alonso / Reuters

Muchas monjas sufren el síndrome de “burnout”, del trabajador quemado o agotado, sobre todo por las condiciones de explotación, los abusos de poder y abusos sexuales, denuncia en un artículo el suplemento mensual femenino del diario vaticano L’Osservatore Romano.

El suplemento vaticano
Mujer, Iglesia y Mundo vuelve a tratar las condiciones de las religiosas después de las pasadas acusaciones de explotación y esclavitud que viven muchas monjas, sobre todo las que se dedican a servir en estructuras de la Iglesia o de los altos prelados.

En el nuevo número que se publicará el 26 de febrero explica que el tema del agotamiento laboral y el estrés postraumático que sufren las religiosas fue abordado en la última reunión de la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) y se decidió establecer una comisión de cuidado personal en los próximos tres años.

“Nuestro objetivo es construir comunidades resilientes”, explica en la revista la monja australiana Maryanne Lounghry, psicóloga e investigadora del Boston College y la Universidad de Oxford.

Las monjas, explican en el artículo, esperan que al igual que en los casos de los abusos a menores se establezcan “líneas guías” para que se conozcan las obligaciones, pero también los derechos de las religiosas en sus lugares de trabajo, así como algo que se parezca a un contrato de trabajo.

Las religiosas quieren que se reconozcan sus

 derechos laborales, con algo que se parezca

 a un contrato de trabajo

Cada religiosa tiene que tener una especie de código de conducta, una carta de acuerdo con el obispo o el párroco para poder decirle: ‘Sabe, trabajé 38 horas esta semana o no puedo trabajar el domingo y vuelvo el lunes, necesito un día libre’. Un contrato de negociación te hace más fuerte”, añade Lounghry.

Lounghry agrega que sería necesario también “invertir en el bienestar de las monjas” y por ejemplo concederles “dos semanas de vacaciones, una paga, una situación de vivienda digna, acceso a internet” o “incluso un año sabático después de cinco años de trabajo”.

Sobre los problemas de la vida religiosa de las mujeres, el nuevo número de “Mujeres, Mundo e Iglesia” publica una entrevista con el prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, el cardenal João Braz de Aviz, que afirma que el papa Francisco quiere “transparencia total” en los casos de violencia sexual sobre las monjas.

Cuando el suplemento femenino estaba dirigido por Lucetta Scaraffia se denunciaron los casos de abusos sexuales a las monjas por parte del clero y se pidió a la Iglesia no ignorar esta situación de opresión hacia la mujer. Algo que aún no ha sido abordado.

El cardenal admite que su dicasterio (ministerio) está recibiendo informes de casos de abusos a religiosas por parte de sacerdotes y que se están investigando, y agrega que lo sorprendente es que “comienzan a aparecer casos de abuso sexual entre monjas”.

“En una congregación nos han señalado hasta nueve casos. Este fenómeno que afecta a las mujeres se ha mantenido por más tiempo escondido. Pero sale a la luz. Tendrá que salir”, señala Braz de Aviz.


14/01/2020

El cura pedófilo juzgado en

 Francia confiesa que abusaba

 de "cuatro a cinco niños" por

 semana

En la época, a mi entender no cometía

 agresiones sexuales, sino que eran caricias,

 cariños", ha expresado el acusado este

 martes.


Redacción El HuffPost / Agencias

  • Bernard Preynat, sentado en el banquillo de los acusados. 

  • En la época, a mi entender no cometía agresiones sexuales, sino que eran caricias, cariños. Estaba equivocado. Son las acusaciones de las víctimas las que me lo han hecho comprender”, ha explicado el cura Bernard Preynat, de 74 años, que desde este martes se sienta en el banquillo de los acusados, en Francia, procesado por un abuso masivo a menores de edad.

  • Se trata de un caso que ha conmocionado al país vecino, que provocó un terremoto en el seno de la Iglesia católica local y que destapó décadas de oscurantismo, de falta de transparencia, a la hora de abordar estos escándalos sexuales. 

  • Las investigaciones apuntan a que agredió sexualmente a decenas de niños boy scouts entre los años 1970 y 1990 en la región de Lyon (este de Francia). Este caso, revelado en 2015, salpicó a la máxima autoridad de la Iglesia francesa, el cardenal Barbarin, quien fue condenado por no haber denunciado estos actos ocurridos en su diócesis.

  • Él mismo, de pie y rígido en el estrado, ha desgranado los hechos: “Yo sabía que estos gestos estaban prohibidos, que eran caricias que nunca debería haber hecho. Eran a escondidas”, ha admitido. “Y sí, es verdad, me aportaban placer sexual”.

  • Abusaba de cuatro o cinco niños por

  •  semana, a escondidas"

  • Barbarin ha reconocido que abusaba de “cuatro o cinco niños cada semana”. “Eso significa casi un niño por día”, ha espetado la magistrada, según relata la Agencia France-Presse.

  • El padre Bernard Preynat se ha convertido en el símbolo de los abusos sexuales y de la impunidad en la Iglesia francesa. De sus 35 víctimas que censó la investigación, solo diez pudieron sumarse a la acusación. Para las otras, los hechos han prescrito. Los querellantes, antiguos boy scouts de 7 a 15 años en aquella época, le reprochan manoseos, besos y caricias sexuales obligados cuando Preynat era vicario-capellán en una parroquia cerca de Lyon en los años 80. Ante la policía, el excura ha reconocido casi todas estas agresiones, incluidas tres violaciones hoy prescritas.

  • No hay duda de que será condenado”, reconoce el abogado del acusado en RFI. Preynat, quien hoy tiene 74 años, se expone a 10 años de cárcel y 150.000 euros de multa.


Para las víctimas, este juicio permitirá una última confrontación, esta vez pública, con su victimario y terminará de establecer los hechos. Los jueces también evocarán la responsabilidad de su jerarquía. La violencia sexual de Preynat tuvo lugar durante décadas, entre 1971 y 1991, y fue silenciada por la institución eclesiástica. A pesar de la gravedad de las denuncias, solo se lo cambió de parroquia, pero se lo mantuvo en la misma diócesis hasta 2015. Y recién en 2018 fue excluido de la Iglesia por sus pares.

El caso Preynat, que salió a la luz pública en 2015 cuando varias de sus víctimas crearon la asociación “La Palabra liberada”, ha sacudido a toda la Iglesia católica en Francia. En marzo pasado, después de un mediático juicio, su máxima autoridad, el cardenal Barbarin, también arzobispo de Lyon, fue condenado a seis meses de prisión en suspenso por no haber denunciado los abusos de Preynat ocurridos en su diócesis. La justicia debe pronunciarse a finales de enero sobre su apelación. 


22/01/2019

Albert Solé: "Muchos

 pederastas lavan su conciencia

 cada domingo con Dios"

El director estrena en Netflix 'Examen de

 conciencia', una serie documental que

 muestra la verdadera dimensión de los

 abusos sexuales a menores por parte de la

 Iglesia en España.


Por Paula M. Gonzálvez


Hay enfermos que van al médico y otros que recurren a Jesucristo. Esa es una de las frases que Joaquim Benítez, el exprofesor que confesó haber abusado sexualmente de varios alumnos cuando trabajaba en los Maristas de Sants-Les Corts (Barcelona), utiliza para justificarse. El pederasta habla de sí mismo como una víctima, al relatar que él pasó por algo similar durante su infancia, y a la vez como un hombre con "una debilidad" en Examen de conciencia, la serie documental sobre los abusos sexuales de la Iglesia en España que Netflix estrena este viernes 25 de enero.

A lo largo de tres capítulos, Examen de conciencia relaciona los casos, los reúne y demuestra cómo en todos se aplica el mismo manual de instrucciones por parte de los abusadores, cómo se utilizan las mismas técnicas de encubrimiento y cómo las víctimas viven el proceso traumático de una forma parecida. Eso es lo que no se ha hecho hasta ahora y que aporta este documental, según el director Albert Solé. De hecho, mientras que en otros países se ha apuntado mucho más alto, como hizo el equipo de investigación de Spotlight, en The Boston Globe (Estados Unidos), en España hemos dado la callada por respuesta. Aquí ni siquiera hemos empezado "a sacar la punta del iceberg", explica el director en una entrevista con El HuffPost.

El iceberg, apunta Solé, es de "dimensiones muy considerables, y aún no se ha hecho nada. Algún caso puntual aquí y allá. En algunos se ha conseguido tirar de la manta, como el caso de Maristas en Barcelona". Sin embargo, el director tiene el convencimiento de que hay ejemplos así en cada ciudad española y de que en España se debería hacer lo mismo que hizo Spotlight, "mirarlo como un sistema y no como el problema de una escuela, de una ciudad o de una parroquia".

Aquí no podemos hablar de cifras, pero sí podemos hacer una comparativa. Tal y como revela el documental de Netflix, en países no católicos como Estados Unidos, Australia o Alemania en los que se han destapado casos de abuso sexual a menores por parte de la Iglesia, la cifra de casos de curas con prácticas pederastas asciende al 7%. "Nada indica que en España tenga que ser menor, al contrario. En países católicos la Iglesia tiene un poder muy superior y están protegidos por el concordato, como en España. Es más que presumible que estemos hablando de ese 7% como mínimo", analiza el periodista.

Si se sometiera a la justicia civil cualquiera de estos

 presuntos criminales estaría pagando más de 100 años

 de cárcel".

Vestir sotana hace "que se vayan de rositas", apunta Solé: "En España seguimos escondiendo todo debajo de la alfombra. Si se sometiera a la justicia civil cualquiera de estos presuntos criminales estaría pagando más de 100 años de cárcel". Prueba de que se sigue mirando hacia otro lado es que el 90% de los padres de las víctimas que aparecen en la serie decidieron taparlo cuando sus hijos se lo contaron.

Que la Iglesia no castigue a estos presuntos pederastas contrasta con el discurso del Papa, que ha declarado en varias ocasiones que hay que tener tolerancia cero con ellos. A pesar de ello, Solé pone de relieve en Examen de conciencia que, al menos, las víctimas que escriben ahora al Vaticano reciben contestación, algo que no ocurría antes. Esa respuesta "impersonal" del Papa Francisco que recibieron dos de las víctimas que aparecen en el documental hizo que por lo menos sintieran que había alguien al otro lado y que pensaran que por fin alguien les escucha, apunta.

"¿Qué pasa? Que el Vaticano manda un mensaje lleno de cariño y comprensión, envía la comisión rogatoria compuesta por miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe [el órgano de la Santa Sede que custodia la correcta doctrina católica en la Iglesia] y siempre llegan a la misma conclusión: llegan allí, investigan y vuelven a Madrid con un informe que dice 'no da lugar', 'el demandante no está en su sano juicio' o 'las pruebas no son concluyentes' y le dan carpetazo. Los mensajes llegan, pero lo que se devuelve es impunidad", explica el director. Por tanto, llega a la conclusión de que algo ha cambiado, pero es insuficiente.

Lo único que puede hacer el Papa es empezar a citar el

 nombre de la bestia, pero no tiene fuerzas para

 deshacerla".

El tamaño del problema es tan grande que lo único que puede hacer el Papa, de momento y como mínimo, según Solé, "es empezar a citar el nombre de la bestia, pero no tiene fuerzas para deshacerla". Por ello menciona también el fracaso del Comisión Antipederastia, al que se ha acusado de ser un paripé. "Cuatro personas de confianza del Papa han tenido que dimitir por estar involucradas en casos de pederastia", apunta. El problema es tan profundo que solo puede enfrentarlo una sociedad democrática en la que no haya concordato entre Iglesia y Estado, "como la americana o la australiana, en la que el poder civil puede enviarles a la cárcel. Aquí no pasa".

Examen de conciencia muestra las dos caras de la moneda: el sufrimiento de la víctima y el discurso del abusador, al que pone voz Joaquim Benítez. El título de la serie hace pensar inevitablemente en el arrepentimiento. Solé tiene claro cómo lo afrontamos: "En España hemos tenido siempre la posibilidad de redimir nuestros pecados pasando los domingos por misa. Muchos de estos criminales lavan su conciencia cada domingo con Dios. Una de las personas de la serie dice que era abusador porque se ponía semanalmente crecepelo. El nivel de cinismo es inimaginable. Por eso, Benítez es como mínimo un personaje que articula un discurso coherente, obviamente bastante dudoso, pero no deja de ser alguien justificándose con un discurso racional". Solé le ofreció la cámara para pedir perdón en público, como mínimo.

NetflixEl director Albert Solé.

Y por si fuera poco, el problema en España va más allá. Las víctimas sienten que no se logra entender la magnitud de que "profanen tu niñez", como dice uno de ellos en una imagen de archivo que esta serie rescata. El documental ha incomodado a muchos antes de su estreno. El Twitter de Solé se llenó de insultos de gente preguntándose por qué no ha hecho "lo mismo con los musulmanes" cuando Netflix publicó el tráiler. "La sociedad española y todas las que tienen este problema se tienen que mirar al espejo y cuestionarse qué están haciendo mal para que haya ese nivel de monstruosidad", relata el periodista.

25 de enero, estreno del documental #examendeconciencia Los abusos sexuales de la iglesia católica española al descubierto. Dará que hablar. pic.twitter.com/uo7sJw7F6j

Examen de Conciencia (@examen_netflix) 13 de enero de 2019

El peso de la Iglesia sigue siendo muy grande. La institución tiene en sus manos el 33% de la educación y la protección del concordato con el Estado, que regula la relación entre ambos y permite, por ejemplo, que no pague impuestos o que tenga un sistema de justicia propio, por lo que ellos juzgan sus propios casos y si lo consideran necesario trasladan el caso a la justicia civil. Pero "cuando lo hacen siempre ha prescrito", asegura el director.

Después de haber rodado estos tres capítulos de Examen de conciencia, Albert Solé ha llegado a sus propias conclusiones sobre qué hay que hacer con la Iglesia en España: "Lo mismo que con todos los problemas que nos afectan como sociedad. Mirarnos al espejo y decir 'esto existe, enfrentémonos a ello porque debajo hay mucho dolor'. Hay miles de víctimas, nosotros hemos sacado algunas, pero si cruzamos estas cifras y lo comparamos con otros países estamos hablando de muchas decenas de miles de víctimas, gente que está sufriendo en silencio. Hay que ayudarlas y luego preguntarnos qué hemos hecho mal y qué podemos hacer para que no vuelva a suceder". Por eso espera que esta serie tenga valor en España y en otros muchos países que también se enfrentan a "este monstruo".

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