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martes, 25 de febrero de 2025

 




La querida de tres papas, uno santo y dos beatos (Matías Borrego)

El papa beato éste, Odón de Chatillón, alias Urbano II, modelo de cristiano, iluminado por el Espíritu Santo y máxima autoridad moral según los secuaces de los Estados Pontificios, toma la decisión de que él sólo debía responder ante su Dios, ése de los Estados Pontificios. Y qué Dios que le trae mucha riqueza y más capacidad de intervenir en todos y cada uno de los condados y reinos europeos, además de expoliar los Santos Lugares que no eran ni de él ni de los europeos.

Este beato de papa tuvo de amante a Matilde de Canossa. No se sabe si follaba muy bien, si la chupaba que era un primor, si era fetichista por gustarle mucho las coloridas faldas de los papas, o si una lucecita divina le había dicho que se fuera al picadero del papa, para mantener sus tierras a salvo de los buitres; de esos en general que siempre están al acecho buscando la debilidad ajena para robar dineros y propiedades, contando con amigos que aseguran ser los más leales habidos y por haber.

Tres fueron los papas que pasaron entre las piernas de esta señora. Y papas de categoría. Uno santo y dos beatos. Hildebrando Aldobrasdinechi, alias san Gregorio VII, Dauferio de Fausi, alias beato Víctor III y este Odeón de Chatillón, alias beato Urbano II. Y digo yo que tener la polla de un papa santo o beato en la vagina, en el trasero o en la boca debe ser algo así como un anticipo del cielo aquí en la Tierra. Esta Matilde ayudó mucho a su Odón a llegar al papado. Del papa santo ya he hablado, de Hildebrando Aldobrandinischi. A Dauferio ya le ajustaré las cuentas, pues tener el título de beato significa poseer el mérito de haber hecho canallada por aquí y por allá como vamos viendo.

No sabemos si con sus artes seductoras o moviendo su influencia política o de poder, la cosa es que Matilde encumbró al que sería beato Urbano II. Y para comprender mejor los logros que le llevarían a la beatificación, “cursum honoris” de Odón debemos fijarnos en sus méritos. Prohibió a los curas que tuvieran esposa, y a las esposas de estos las mandó que las vendieran como esclavas. ¡Otra con las mujeres, de otro cerdo asqueroso, es que lo llevan en la sangre! ¿Decidiría esto mientras él estaba dándole por la vagina a la Matilde? Pero eso sí, todo sea por el bien de la santa madre Iglesia, no por su bolsillo, como ese bolsillo de los curas para pagar el “cullagium”, un dinero anual para que los ensotanados pudieran tener concubinas, o esclavas sexuales.

En éstas estaba el papa Urbano II, el chuloputas con enjundia, o proxeneta, dicho sin vulgaridad, beato, represor del sexo, modelo de cristiano, mujeriego y asesino de masas. Digo esto último por ser el ocurrente de las Cruzadas. Una gracia de Su Santidad.

Los ejércitos europeos llevaban una temporada demasiado larga tranquilos y el papa se dio cuenta que tenían ganas de guerra, como tenían ganas de más medios materiales la mayoría de las gentes de tantas comarcas, reinos y repúblicas. Así que los mandó a las tierras de los infieles a asesinarlos, esquilmarlos y de paso a que se abrieran nuevas rutas comerciales; como los poderosos por darle salida a sus excedentes de no catar las riquezas los mandan a conquistar las tierras de otros. Así tenemos el colonialismo y ahora ese capitalismo depredador por demasiadas partes de nuestro Planeta. Y por el camino a los Santos Lugares, esta gentuza de los cruzados, en su santa misión, iban saqueando a las poblaciones que encontraban; pues carecían de logística y marchaban con lo puesto; dedicándose de paso a asesinar judíos para mantener indemnes sus ganas de manejar la espada en pro del Dios de los Estados Pontificios. ¿Quién duda ya de que no tenga bien merecido el título de beato Odón de Chatillón, alias Urbano II? Lo mismo consideraron que no fue un asesino con suficiencia y por eso no llegó a santo.

Pero no debemos dejarnos llevar sólo por sus actos. Este buen papa en el fondo era un sentimental y ayudaba a las mujeres. Y así, a las infelices esposas de los curas, para seguir los designios divinos, capturadas por las tropas, el santo padre les ofrecía la oportunidad de ser vendidas como esclavas o servir como desahogo sexual a las tropas cristianas embrutecidas, animalescas y bestiales, con esa sensibilidad que tanto distingue a los clérigos ensotanados travestidos, gozosos de revolcarse en la basura de la fe, superstición, divinidad y patraña. “La fe no te da las respuestas, sólo detiene las preguntas”. (Frater Ravus). Pobre palabra la de “fe” proveniente del latín, “Fides-fidei” de la quinta declinación, queriendo significar confianza, dejándolas los curas en confiar en sus patrañas celestiales sin ninguna base.

-LOS PAPAS Y EL SEXO. ERIC FRATTINI

-HISTORIA SEXUAL DEL CRISTIANISMO. KARLHEINZ DESCHNER

-LA PAPESSA OLIMPIA. ALFIO CAVOLI

-THE LOVE AFFAIRS OF THE VATICAN. ANGELO RAPPAPORT


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