El Papa que murió follando
El Papa que murió follando (Matías Borrego)
Nos toca hablar del papa Octaviano para completar la parte de la Iglesia conocida como la “pornocracia”, el gobierno de las putas, Algunos autores alargan este periodo hasta este papa. Octaviano, el que será papa a los diecisiete años con el alias de Juan XII. Era hijo bastardo de Alberico II y éste era hijo de Mazoria, la meretriz, quien, tras la muerte de su marido, Guido de Toscana, decide casarse con Hugo de Arlés, rey de Provenza.
La pareja tiene el problema de que Hugo estaba casado, pero Marozia se mete entre las piernas a su papá, el papa Juan XI, y así entre vuelta y vuelta de incesto, la hija le saca a Su Santidad la dispensa para que Hugo de Arlés se pueda casar con ella. Y a todo esto, el niño que va a ser futuro papa, aprendiendo del entorno familiar tan encantador centrado en Marozia y su mamá, Teodora la Mayor.
Estas dos mujeres entronizaron a nueve papas en ocho años. De los cuales dos fueron estrangulados, uno asfixiado, cuatro destituidos y de estos cuatro dos o tres envenenados. Así Octaviano ya estaba fortalecido en su tierna edad viendo las lindezas que se gastaban sus familiares entre sí.
Marozia contrae matrimonio y eso sería su ruina. Alberico II se enfada con su mamá por haberse casado con su cuñado, y porque su abuelo el papa había autorizado tal matrimonio, aunque queda saber si ésta es la verdad, o Alberico lo que en verdad deseaba era quitar de papa a su abuelo, y de electora de papas a su madre y quedarse él con tal poder.
Alberico consigue tropas suficientes, destrona a su abuelo y encierra en una mazmorra a su madre. Allí permanece veintiún años. Al final es llevada a un convento, donde muere en menos de un año con noventa y dos años, habiendo sobrevivido a su hijo. Para que luego digan que las mujeres son el sexo débil. Lo que aguantó en prisión y las que había liado antes con los papas.
Por cierto, los autores de los que yo saco los datos, para componer este artículo y otros sobre el comportamiento de la Iglesia, no dan validez a hechos históricos que prueben la existencia de la papisa Juana. La imaginación sí que puede haber formado el mito de la papisa con Marozia. Pues seguro que esta mujer, aparte de por los anales en la historia, antes pasaba de boca en boca a través de generaciones. ¡Pero ya vamos a ver a su nieto cómo asesina, tortura y castra! Bien que aprendió el muchacho de parientes tan vehementes a la hora de llevar sus ansias a la práctica.
El Espíritu Santo, que ilumina a los electores de papas, guio a Alberico, que se quitó al abuelo Juan XI de en medio y entronizó a los que él creía convenientes para sus granjerías: León VII, Esteban VIII, Marino II y Agapito II, que fueron papas obedientes a excepción de Esteban VIII, que parece ser que murió asesinado por Alberico; al andar conspirando contra su trono siguiendo los consejos de Marozia. ¡Cómo para dejarla libre! pensaría el hijo y se libraba de la muerte por ser la madre de Alberico. Ser asesino en aquel caso no significaba andar matando madres.
Alberico estuvo inspirado a la hora de colocar papas obedientes y de conducta normal, según los designios del Dios de los Estados Pontificios, pero la mala bestia que resultaría su hijo sería muy difícil de explicar incluso para el Espíritu Santo.
El hijo bastardo de Alberico llegó al papado con el alias de Juan XII por expresos deseos de su papá, quien no le daría importancia a que el niño era un homosexual desfogado, un sodomita según la Biblia al que hay que matar a pedradas, la lapidación. A quien le encantaba tener alrededor a jóvenes de ambos sexos y que mantuvieran relaciones sexuales viéndolo todo un público. A estos mismos jóvenes también los obligaba y las obligaba a que animales traídos para tal propósito los penetraran y las penetraran. Llevó a cabo una inversión original con el dinero de la caja papal, pues invirtió en crear una casa de putas allí en los palacios pontificios. Nombraba a niños de diez años obispos y luego los violaba. También violaba a su hermanastra de catorce años. Le gustaba coleccionar mujeres pías y violarlas, según Benedicto de Sócrates, y entonces las mujeres crédulas dejaron de frecuentar los lugares de la santa madre Iglesia. Cuando un obispo le recrimina que nombrara obispo a alguien en un establo lo castra. A este Juanito XII la Iglesia no lo hizo modelo de cristiano, al no santificarle ni beatificarle, a pesar de haber defendido la ortodoxia de los Estados Pontificios mediante el crimen; porque pensarían que no lo podían santificar al no haber masacrado lo suficiente, ni haber aportado algún beneficio económico amplio a la pía Santa madre Iglesia; seguramente, porque los dineros que le caían se los pulía en sus juergas y bacanales.
Con lo contado, a las ansias de poder, bien les viene una conducta como la de este papa, evitándose así tener que estar buscando excusas para deponerlo y colocar a alguien de interés propio. Y así, enemigos muy poderosos por voluntad del Espíritu Santo andaban a la zaga de nombrar un papa de los suyos. Estos enemigos eran los duques de Capua y Benevento, Berenguer de Ivrea, rey de Italia y Otón I, duque de Sajonia y rey de Germania, el más poderoso, quien depuso a Octaviano y le montó un proceso.
Condenaron a Su Santidad, aunque en ausencia y habiendo excomulgado él a todos los que le montaron el proceso, a ser depuesto por asesino, adúltero e incestuoso. Había testigos que afirmaban que lo habían visto dándole por el culo a su mamá y otros afirmaban que tenía un pacto con el diablo para ser papa. Aquí el Espíritu Santo andaba un tanto despistado. De todas maneras, darle por el culo a su madre, si ella se dejaba, que parece ser que sí, no era tanto como haber castrado a un obispo, haber hecho violar a personas por animales y haber asesinado a otras muchas. Se supone que la madre le había puesto el trasero en línea para ser penetrada por el proyectil de Su Santidad; es decir el rabo, entrando dentro también del concepto de Santidad; el que le metía a la hembra receptora del don divino, al ser parte de la persona nada más y nada menos elegida por ese Espíritu Santo; que da sabiduría a quienes, con sus divinos alientos, penetra, aunque no como penetró a la Virgen María, para que naciera el Bicho. ¡Milagro, milagrito!
Pero, puesto en esta tesitura de Juan XII, los italianos prefirieron un papa degenerado, colocado por el Espíritu Santo de marras, que no uno impuesto por un rey extranjero. Y Otón decidió entrar a sangre y fuego en Roma. ¡Otra guerra civil más entre los curas! Pero el alemán no podía mantener mucho tiempo a la ciudad dominada y volvió Octaviano a ocupar el Trono de san Pedro e hizo descargar la cólera divina contra sus oponentes. Excomulgó a León VIII, papa que le nombraron sustitutorio y éste pasó a antipapa. Cuando murió Octaviano por culpa de su inquieto pene, es decir Su Santidad Juan XII, León VIII pasó a papa después y dejó de ser antipapa. Y los crédulos tienen una trifulca, pues unos consideraban a este representante de Dios aquí en la Tierra siempre como papa y no como antipapa y después papa. A veces el Espíritu Santo no habla claro, o mal les llegan sus ondas a los hombres de la Iglesia. Bueno, los curas tienen errores, y más desde el momento en que no se comportan como hombres, debiéndose tal cualidad por ser ellos el canal de comunicación entre la Divinidad y los humanos. Los ensotanados ricos de buenos dineros, travestidos con púrpuras y cruces de oro, son los enviados de Dios, mientras que los pobres por ser hijos de Dios, tienen que obedecer a esos enviados de Dios. ¡Mensaje al proletariado de la Tierra, más claro y cristalino que las aguas hechizadas del bautismo!
Y bien, para no perdernos las represalias de Su Santidad sobre sus oponentes, añado que castigó a los clérigos opositores. Azotó a algunos de ellos hasta la muerte, a otros les cortó la nariz, manos, orejas, dedos o la lengua. ¡Así no olvidarían que hay que tomarse en serio la voluntad de Dios, mediante su representante en el Planeta! ¿O en el Universo? Los curas tendrán que aplicarse en esta duda teológica.
Y para terminar esta santa y piadosa historia sólo queda relatar cómo acabó sus días Su Santidad: “In lecto alienus cum penne erecto”, en lecho ajeno con el pene tieso. Ya que cuando estaba follando con la dama de un marido muy ofendido, ya en plena ira imparable, éste se lio a meterle otra cosa muy distinta a él en la espalda, muy diferente a lo que le estaban metiendo a su esposa, pues le asestó a Su Santidad ingentes puñaladas; pero como el Santo Padre, o Santo Baranda, no estiraba la pata, decidió usar otra herramienta o arma, y le propició un martillazo en la nuca que lo mandó para siempre al cielo de san Pedro; si es que le había dado tiempo a arrepentirse por andar metiendo su santa polla donde no debía; pues de lo contrario se marcharía al infierno de Lucifer.
Mastay Ferrati, alias Pío Nono, o el Medio Cubo de Mierda como lo llamaba Garibaldi, nada más y nada menos que el padre de la patria italiana, decretó que los papas son infalibles. ¡Cierto! Tan cierto como las infalibles polladas que Su Santidad le metía a la dama y la infalible muerte que le aconteció a consecuencia de sus actos mundanos de los placeres infalibles.
-LOS PAPAS Y EL SEXO. ERIC FRATTINI
-MAROZIA. AG HALE
-SEX LIVES OF THE POPES. NIGEL CAWTHORNE
-DICCIONARIO DE LOS PAPAS Y CONCILIOS. JAVIER PAREDES, MAXIMILIANO BARRIO, DOMINGO RAMOS-LISSÓN Y LUIS SUÁREZ
-PATROLOGIA LATINA
-THE POPES. HISTORIES AND SECRETS. CLAUDIO RENDINA
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