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viernes, 23 de mayo de 2025

 



Mercedes Rodríguez


Sobre la entrevista de ayer con el que presume de índice de audiencias y de entrevistas históricas.

Felipe González, el socialista que salió del armario… liberal hace ya décadas, ha vuelto. Y no a cualquier sitio, no. Ha aparecido como oráculo de la moderación , la nostalgia y la derecha más televisiva. Ha elegido el púlpito favorito del pensamiento profundo a ritmo de publirreportaje, a filosofar a El Hormiguero. Allí, entre experimentos absurdos y aplausos cronometrados, el expresidente posa como un sabio de la transición, ese periodo mítico que, según él, fue lo último que se hizo bien en este país... antes de que Pedro Sánchez llegara a profanar el templo.

Porque claro, Sánchez ha cometido el pecado capital de mirar a las eléctricas y decirles, "Pagad un poquito más". ¿Cómo se atreve? ¿Desde cuándo en el PSOE se le hace pagar impuestos a los que ganan miles de millones? ¡Eso no es socialismo de Estado, es terrorismo fiscal! González, protector eterno de las élites energéticas (consejos de administración mediante), no puede permitir que se mancille su legado de privatizaciones con aire socialdemócrata.

Así que ahí lo tienes, el "viejo sabio" al que cada vez que habla, le aplaude la derecha con entusiasmo y el Ibex35 le guiña el ojo. Lejos quedó el Felipe de Suresnes, ahora es más bien el Felipe de la Fundación FAES (pero con carnet del PSOE, eso sí, que da caché). Habla con esa superioridad de quien cree que el país le debe una estatua en cada plaza, y que todo lo que no pase por su visión es populismo, radicalismo o chavismo.

Y mientras tanto, Pablo Motos, asintiendo con ojos brillantes, como el que está escuchando al mismísimo Sócrates, Motos con más laca que preguntas incómodas, lo trata como si estuviese entrevistando a un premio Nobel del sentido común neoliberal. No le pregunta por su amistad con Carlos Slim, ni por sus conexiones empresariales, ni por sus ataques reiterados a su propio partido. No. Lo deja hablar, para que el expresidente dé sus clases magistrales de "cómo ser de izquierdas sin molestar a los poderosos".

Porque si algo le molesta a Felipe González es que un socialista gobierne como tal. Que suba impuestos a los ricos. Que regule sectores estratégicos. Que pacte con fuerzas que no salen en las portadas de ABC. Eso es inaceptable. El PSOE, según él, debe ser como un señor elegante que dice que es de izquierdas, pero que cena todos los viernes con el CEO de Endesa.

Inma Galvez


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