En el año 1061, en una pequeña aldea de Galicia llamada Rairiz de Veiga, dos hombres se dieron el "sí quiero" frente a los ojos de Dios. Se llamaban Pedro Díaz y Muño Vandilaz.
Su unión no fue un escándalo, ni una provocación. Fue un acto profundamente espiritual, recogido en un rito de la Iglesia que hoy pocos recuerdan: la adelfopoiesis.
Era un tipo de ceremonia cristiana practicada en la Edad Media, en la que dos personas del mismo sexo se juraban fidelidad, compartían bienes y vida, y eran bendecidos como una pareja inseparable. Aunque su propósito oficial no era el matrimonio romántico, en la práctica fue un resquicio legal y religioso para quienes deseaban permanecer juntos en un mundo que no tenía palabras para lo que sentían.
Pedro y Muño vivieron en una casa junto a la ermita de Santa María de Ordes. No dejaron grandes títulos ni batallas. Solo una historia sencilla, pero valiente. La suya es, según algunos estudiosos, la primera boda homosexual documentada en España, y una de las primeras en todo el mundo.
La historia no siempre grita. A veces susurra. Y cuando lo hace, es nuestra tarea escuchar.
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