Bueno, pues como sospechábamos, se ha firmado la paz, es decir, Gaza ya ha sido lo suficientemente destruida para que Trump y sus empresas de construcción se puedan poner manos a la obra para reconstruirla. Del negocio de la guerra al negocio de la reconstrucción como nos enseñaba el maestro Sampedro que es toda guerra en un entorno capitalista.
A cambio, los palestinos que continúan con vida podrán seguir así, con vida, que siempre es mejor que estar amenazado de muerte cada día aunque es difícil saber si es mejor que estar muerto, pues los niños, mujeres y demás civiles tendrán estrés post traumático de por vida y otras terribles secuelas emocionales que los convertirán en zombies disociados de la realidad tras todo el horror experimentado en sus propias carnes.
Así ha sido siempre desde el inicio de los tiempos. Lo que eufemísticamente se conoce como acuerdo de paz, en un conflicto en el que ha habido un claro vencedor (en este caso, ni siquiera se puede hablar de un vencido pues no ha habido ejército o resistencia alguna que proponer, solo una colección de decenas de miles de civiles inocentes masacrados), no es más que un grito desesperado de la otra parte para poder seguir con vida aunque continúe siendo humillada por otros medios. Sobrevivir o morir, ese siempre ha sido el dilema.
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