La novia del novio se ha ido a confesar con Ana la espina del rosal de una televisión amiga.

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“¿Qué ha dicho hoy la de Chamberí?”.

Entre muchas sandeces —de lo contrario no sería ella—, la novia del novio ha acusado al lehendakari Imanol Pedrales de haber dicho, según su privilegiada mente: “Ay uso en entzun, pim, pam, pum”, interpretándolo como una amenaza. Aquí lo verdaderamente insólito es que se atreva a interpretar algo sin que se lo digan al oído. Un diez para la novia del novio que, en un tiempo récord, ha entendido el euskera; yo estuve un año trabajando por allí y no sabía decir ni “buenos días”.

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Dejando el cachondeo a un lado, esta señora le pregunta al del whisky sin soda todas las mañanas: “¿Qué tengo que decir hoy para estar en candelero?”. Necesito salir todos los días en los telediarios y tertulias.

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Lo he escrito aquí muchas veces: cuando trabajaba iba mucho a Madrid y lo que más me gustaba —los monumentos no me deslumbran— era que ponías un pie en su suelo y ya eras un madrileño más. Y la novia del novio está haciendo lo posible y lo imposible para que se empiece a ver con otros ojos ese Madrid sociable y campechano que admirábamos.

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De seguir esta señora con sus salidas de pata de banco, va a pasar como en Cataluña, donde hay una serie de individuos que se creen los dueños de Cataluña —lo que sería lo menos malo—, sino que se creen superiores por la ideología que profesan: esa de “todo para mí, lo que sobra me lo quedo yo y con los complementos me haces un tape que me los como luego”.

Motivo por el cual al catalán, en el resto de España, le tienen tirria. Pero ¿qué ocurre? Esa actitud mete en el saco a todos los demás. Es decir, fuera creen que todos en Cataluña pensamos igual. Porque tú no vas a ir diciendo: “Vengo de Cataluña”, y cuando el otro diga “toca madera” no vas a ir pregonando: “Oiga, que yo no tengo nada que ver con esos”.

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En Madrid ya está pasando lo mismo. Ya hay muchos del resto de España que, como en Madrid la han votado por mayoría, piensan que todos son iguales que ella. Además de lo peligroso que es confrontar en esta España a unos con otros, no ya por ideología, sino por comunidades.

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Es lo que faltaba: éramos pocos y parió la abuela. ¿No hay nadie que la pare y le diga: “Trata de gobernar lo mejor posible, porque para meterte con todo bicho viviente no te han votado”? ¿O acaso lo que quieres es desviar la atención y que no te digan al oído algunas de las decisiones que has tomado… y que no salgan a la palestra esos compromisos adquiridos a los que nadie te ha obligado?

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El Bellotero .