A
mí me va bien, pero España va mal
Entrar
en el detalle -¿pero a ti por qué te va mal?- cuando se quejan
precisamente los que mejor les va, puede terminar siendo un ejercicio
democrático y saludable.
Por
Pilar
Portero y Ana Cañil
30/10/2022
Huffpost
“Qué
desastre, España va fatal”. Cada vez que escuchamos este mantra
tan repetido en los últimos meses, hacemos la misma pregunta a quien
lo suelta: “Y a ti, ¿qué tal te va?”. Respuesta habitual: “A
mí bien, pero vamos a la ruina”. Es curioso que se haya extendido
la idea de que el país se encamina al apocalipsis, aunque a mí me
vaya razonablemente bien.
Sin
quitar hierro al asunto, la realidad es que la guerra de Putin en
Ucrania está afectando a España menos que al resto de la eurozona,
que se prevé que tenga un crecimiento del 0,3% frente al 1,2% que
auguran organismos internacionales como el FMI para nuestro país, y
que apuntaría una previsión mayor de crecimiento, sino fuera porque
la dependencia histórica de la hostelería y el turismo lastró los
datos en 2020. Hay
frenazo, pero no recesión porque no se decrece, aunque los datos
apuntan a los próximos seis meses de estancamiento.
Ahora,
los españoles y los turistas se están resarciendo como si no
hubiera un mañana. Restaurantes con listas de espera kilométricas,
con un aumento de la facturación de un 20% respecto a datos
prepandemia, y a la búsqueda desesperada de personal para atender la
demanda. Y en las barras, mientras te tomas unas raciones, el
inevitable comentario de qué mal va todo. La recuperación récord
del turismo sigue en marcha. Las compañías aéreas tienen
programados esta temporada un 5% más de vuelos en los aeropuertos de
Aena que en el invierno de 2019, un año que se ha vuelto referencia
de normalidad y que sirve también para medir una ocupación hotelera
superior en muchas zonas de España mayor a la de ese año.
Porque
en estos momentos en que la gente te dice: ”¡España va fatal!”
se
van a aprobar los terceros Presupuestos Generales del Estado.
La creación de empleo crece hacía cotas históricas -solo antes de
la Gran Recesión, en 2007 había más empleados que ahora- y dentro
del contexto de la UE, con una guerra en suelo europeo tan brutal
como la lanzada por Putin contra Ucrania, los datos de España hasta
en inflación -lo más grave por ahora- siguen estando por debajo de
la media.
“Hay
medios abonados a difundir el catastrofismo, igual porque vende entre
su público”
Como
apunta el ex ministro Jordi Sevilla, una de las causas de la
tendencia “es que hay medios abonados a difundir el catastrofismo,
igual porque vende entre su público”. También dice con ironía
que para los economistas, lo racional es ser pesimista, porque si se
cumple tu pesimismo eres un genio y si no, nadie se acuerda. “Nos
hemos instalado en que la oposición tiene que decir que todo va mal.
Eso perturba el debate entre los técnicos. El año que viene la
inflación será la mitad que este. El paro no va a subir. Y es la
primera vez en la historia económica de España que en un frenazo
creceremos más que el resto: 1,2 aquí frente al 0,3 en la eurozona
con Alemania en negativo. Son dos realidades estructurales muy
importantes. Hay datos y síntomas de que algo ha cambiado para bien
y de que España va a resistir mejor que la media europea, aunque es
innegable que hay pérdida de poder adquisitivo”.
Repasando
los datos de los beneficios de las empresas y de la banca que se
están conociendo estos días, y que repercuten en inversores y
accionistas, no parece que se vayan a hundir precisamente. El
84% de las empresas cotizadas prevé aumentar sus beneficios al
cierre del 2022.
Y la inflación suma ya tres meses a la baja, una desescalada que se
verá reflejada en los precios.
Puedes
estar despotricando contra lo mal que va el país, en una playa de la
costa mediterránea, que ve alargada la temporada en sus hoteles
gracias al cambio climático y una tercera edad que goza de unas
pensiones que no van a disfrutar sus hijos ni sus nietos. O en una
terraza de Barcelona o Madrid, donde has tenido que esperar para
pillar una mesa con tus amigas.
El
hecho es que “se van a aprobar los terceros Presupuestos Generales,
cuando hace tres años se decía que un Gobierno de Coalición con
Podemos iba a traer las siete plagas de Egipto como mínimo. Si miras
alrededor en estos momentos -Italia, Gran Bretaña, Macron y la
conflictividad social francesa -aunque es característica de
Francia-, estamos bien en términos relativos”, reflexiona Daniel
Fuentes, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de París,
ex jefe de Economía de La Moncloa y traductor de Piketty, entre
otras muchas cosas.
El
derrotismo entre la población
El
derrotismo instalado entre la población es uno de los principales
problemas de Moncloa, porque vayas donde vayas, ha calado tanto el
España va mal, que no hay dato positivo que sirva para planteárselo
a quien pronuncia la frase como una lección aprendida de memoria.
“Hemos
sobrepasado ya la cifra de ocupados de antes de la pandemia y los
contratos indefinidos, lideramos la modernización y la transición
energética con el giro de las renovables y, que no se nos olvide,
hemos acabado con el problema de Cataluña… se han roto los
bloques…Hay que acordarse de lo que fue Cataluña desde el
referéndum y Rajoy…¡Madre mía!!!!”, dice Juan Moscoso, jefe de
Relaciones Internacionales del CES (Consejo Económico y Social).
“Hemos
sobrepasado ya la cifra de ocupados de antes de la pandemia y los
contratos indefinidos, lideramos la modernización y la transición
energética con el giro de las renovables”
-
Juan Moscoso, jefe de Relaciones Internacionales del CES
Las
cosas podrían ir mucho mejor, desde luego. Por ejemplo, Putin podría
entrar en razón y buscar una salida negociada al conflicto más
grave desde la Segunda Guerra Mundial y la crisis de los misiles en
Cuba -para algunos analistas, esta situación es aún peor-, pero eso
no está en manos de Pedro Sánchez y su gobierno.
Pacto
de rentas
También
podrían haberse hecho más cosas. A saber, firmar un pacto de
rentas. Para el profesor Daniel Fuentes, “esa ausencia del pacto es
lo más notorio desde el punto de vista económico. Si antes del
verano hubiese llegado el acuerdo, por ejemplo a tres años, en
términos predictivos y de expectativas todo iría mucho mejor”.
Fuentes cree que no solo es el cambio de actitud de Antonio
Garamendi, el presidente de la CEOE que en unos días afronta su
reelección y está sometido seguramente a duras presiones. De hecho,
ya le cayeron unas cuantas bofetadas por su actitud moderada en el
salario mínimo y la reforma laboral.
Con
Alberto Núñez Feijóo, Garamendi se siente más en conexión que
con Pablo Casado, al que no tenía un especial respeto, según se
recogía claramente en los entornos de la CEOE. Que el liderazgo de
Feijóo haya quedado definitivamente socavado por la espantá
al
acuerdo del CGPJ,
tras las presiones de jueces, empresarios y el ala ultra del Partido
Popular, es una variable aún sin tiempo suficiente para valorar,
pero muy importante.
España
va bien, mejor que su entorno, pese a la histeria que ataca a
empresarios y banqueros ultramontanos, a los jueces antidemócratas,
al PP ultra que representa Isabel Díaz Ayuso y que compite con Vox.
La aprobación de los terceros Presupuestos Generales del Estado por
un Gobierno de Coalición que todos ellos calificaron de “comunista
y bolivariano”, sumado al éxito de la desaparición de Cataluña
de la primera línea de los conflictos y lo que hubiera sido esta
semana el acuerdo de Renovación del Consejo General del Poder
Judicial -como manda la Constitución- era demasiado para esos
poderes que no soportan unos años más la presencia de un Gobierno
de izquierdas, socialdemócrata y encima, con prestigio en el
exterior.
Por
eso, entrar en el detalle -¿pero a ti por qué te va mal?- cuando se
quejan precisamente los que mejor les va, puede terminar siendo un
ejercicio democrático y saludable. Es un hecho que hay que ponerse
el casco contra todas las barbaridades que se avecinan de la derecha.
En el siglo XXI los golpes ya no los dan necesariamente los
militares, hay sectores civiles mucho más preparados y peligrosos
por el sigilo con que se deslizan en los pasillos de las
instituciones más importantes de la democracia.
Periodistas