Nuria
Belmonte
"Repite
una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad",
es una ley de propaganda con frecuencia atribuida al nazi Joseph
Goebbels
Paul
Joseph Goebbels (Rheydt, 29 de octubre de 1897-Berlín, 1 de mayo de
1945) fue un político alemán que ocupó el cargo de ministro para
la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y
1945.
Uno
de los colaboradores más cercanos de Adolf Hitler, Goebbels era
conocido por su talento como orador, su profundo antisemitismo y su
respaldo a una discriminación racial cada vez más severa que, entre
otras cosas, acabaría dando lugar al genocidio de los judíos en el
llamado Holocausto
Obtuvo
su doctorado en Filología Germánica en la Universidad de Heidelberg
en 1921, pero su sueño era ser escritor, algo que expresó muchas
veces en su diario personal.
Goebbels
organizó disturbios y enfrentamientos en las calles contra los
comunistas en Berlín.
Fue
nombrado Gauleiter (jefe de distrito) de Berlín en 1926, donde
comenzó a interesarse en la propaganda como herramienta de promoción
del partido y su programa.
En
1933, después de que los nazis se consolidaran en el poder, su
Ministerio de Propaganda se apoderó rápidamente de la supervisión
de los medios de comunicación, las artes y la información en el
país.
Se
sintió atraído por los medios de comunicación relativamente
nuevos, como la radio y el cine, con fines propagandísticos.
Entre
los temas de difusión estaban el antisemitismo, enfrentamientos con
diferentes congregaciones y, después del inicio de la Segunda Guerra
Mundial, conformación de la moral alemana.
"Repite
una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad"
Entre
los psicólogos, esto se conoce como el efecto de la "ilusión
de verdad".
Así
es como funciona un experimento típico sobre esto: los participantes
califican cuán ciertas puede ser las afirmaciones de un cuestionario
de trivialidades, cosas como "una ciruela pasa es una ciruela
seca".
A
veces, estas afirmaciones son verdad (como esa), pero en ocasiones
los participantes ven una versión paralela que no es verdad (algo
así como "un dátil es una ciruela seca").
Después
de una pausa de minutos o incluso semanas los participantes repiten
el procedimiento, pero esta vez algunas de las cosas que califican
son nuevas, y otras ya las habían visto antes en la primera fase.
La
principal conclusión es que la gente tiende a valorar los elementos
que ha visto antes como más probables de ser ciertos,
independientemente de si son verdad o no, al parecer por la única
razón de que están más familiarizados con ellos.
No
es toda la historia
De
manera que aquí, capturado en el laboratorio, pareciera estar el
origen de la frase de que si se repite una mentira muchas veces se
convierte en la verdad.
Pudiera
pensarse que desde los anunciantes hasta los políticos, pasando por
los empresarios, se aprovechan del llamado efecto de "ilusión
verdadera".
Y
si miras a tu alrededor, pudieras comenzar a pensar que todo el
mundo, desde los anunciantes a los políticos, se aprovechan de esta
debilidad de la psicología humana.
Pero
un resultado confiable en el laboratorio no es necesariamente un
efecto importante sobre las creencias de las personas en la vida
real.
Si
realmente se pudiera hacer pasar como verdad por repetición una
mentira, no habría necesidad de todas las otras técnicas de
persuasión.
Un
obstáculo es todo lo que ya conoces.
Incluso
si una mentira suena plausible, ¿por qué dejar a un lado lo que
sabes solo porque has oído repetidamente la mentira?
Recientemente,
un equipo dirigido por Lisa Fazio, de la Universidad de Vanderbilt,
realizó pruebas para determinar cómo el efecto de ilusión de
verdad interactúa con nuestro conocimiento previo.
¿Afectaría
nuestro conocimiento existente?
Los
investigadores utilizaron parejas de afirmaciones verdaderas y
falsas, pero también dividieron los elementos atendiendo a cuán
probable era que los participantes conocieran la verdad.
Los
resultados muestran que el efecto de ilusión de verdad funcionó con
tanta fuerza para las cosas conocidas como para las desconocidas, lo
que sugiere que el conocimiento previo no impedirá que la repetición
cambie nuestros juicios de plausibilidad.
Para
cubrir todas las bases, los investigadores realizaron un estudio en
el que se pidió a los participantes que evaluaran cuán verdadera
parecía cada afirmación en una escala de seis puntos, y otro en el
que solo clasificaban cada hecho como "verdadero" o
"falso".
La
repetición elevó la afirmación en la escala de seis puntos y
aumentó las probabilidades de que pudiera ser clasificada como
verdadera.
Atajos
y estrategias
En
principio esto parece una mala noticia para la racionalidad humana,
pero y no puedo enfatizar esto lo suficiente en la interpretación de
la ciencia psicológica hay que mirar los números reales.
Lo
que Fazio y sus colegas encontraron realmente es que la mayor
influencia a la hora de juzgar un enunciado como verdadero fue ... si
realmente era cierto.
El
efecto de repetición no pudo enmascarar la verdad.
Con
repetición o sin ella, la gente tendía a creer en los hechos reales
en contraposición a las mentiras.
Esto
demuestra algo fundamental acerca de cómo actualizar nuestras
creencias: la repetición tiene un poder de hacer que las cosas
suenen más ciertas, incluso cuando sabemos que no lo son, pero no
anula el conocimiento.
La
siguiente pregunta tiene que ser,
¿por
qué puede suceder esto?
La
respuesta tiene que ver con el esfuerzo que se necesita para
mantenerse rígidamente lógico ante cada información que se
escucha.
Si
cada vez que oyes algo lo evalúas contra todo lo que ya sabías,
todavía estarías pensando en el desayuno en el momento de cenar.
Debido
a que tenemos que hacer juicios rápidos, adoptamos atajos
heurísticos que están a menudo más correctos que equivocados.
Basarse
en la frecuencia con que has oído algo para juzgar cuán veraz se
siente, es solo una estrategia.
Otros
recursos
Si
la repetición fuera la única cosa que influyera en lo que creemos,
estaríamos en problemas, pero no es así.
Todos
podemos hacer valer facultades más amplias de razonamiento; aunque
hay que reconocer que son un recurso limitado.
Nuestras
mentes están atrapadas por la ilusión del efecto de verdad, porque
nuestro instinto es usar atajos al juzgar el grado de verosimilitud
de algo.
A
menudo esto funciona.
A
veces resulta engañoso.
Una
vez que sabemos acerca del efecto, podemos protegernos contra él.
Parte
de esto es comprobar por qué creemos en lo que creemos: ¿si algo
suena plausible es porque realmente es cierto, o porque se nos ha
sido dicho en repetidas ocasiones?
Esta
es la razón por la que los estudiosos está tan desesperados por
proporcionar referencias: para que podamos
rastrear
el origen de cualquier afirmación, en lugar de tener que tomarla
como un acto de fe.
Pero
parte de protegerse contra la ilusión consiste en obligarnos a
nosotros mismos a dejar de repetir falsedades.
Vivimos
en un mundo donde los hechos importan, y deben importar.
Si
repites cosas sin molestarte en comprobar si son ciertas, estás
ayudando a construir un mundo donde mentira y verdad son más fáciles
de confundir.
Así
que, por favor, piensa antes de repetir.