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miércoles, 30 de mayo de 2018

Sexo y Empatía


Tribuna

Sexo y empatía. Las bases éticas del follar

Introducir la empatía en cualquier relación quiere decir preocuparse por el otro o la otra, por su bienestar, y nada de esto está reñido  con ningún tipo de sexo.( excepto el machista)

ctxt

27 mayo 2018


A raíz de lo ocurrido con la sentencia de La Manada, en los días (ya semanas) siguientes, hemos hablado y escrito de muchas cosas relacionadas con el feminismo y no estrictamente con la sentencia en sí, que también. Digamos que la sentencia, como antes el 8M, está sirviendo para levantar muchas alfombras y levantarlas incluso de sitios donde hacía años que nadie se ocupaba de barrer. Esta sentencia ha provocado indignación porque antes estuvo el movimiento #MeToo y porque una gran parte de la revuelta feminista de los últimos tiempos tiene que ver con la violencia sexual, es una revuelta contra las violaciones y el acoso, contra la sexualidad machista, en definitiva. Así que por fin se nos presenta la oportunidad al feminismo de hablar más de sexo. Porque el sexo es el elefante blanco que está en una habitación y nadie parece ver. Y no se trata sólo de denunciar, castigar o perseguir, no se trata de aumentar las penas, sino de reflexionar acerca de qué es esa “cosa escandalosa” (parafraseando a Donna Haraway y refiriéndola aquí a la sexualidad patriarcal) y qué relación tiene con la desigualdad social, con las relaciones de género, con el poder, con la política. Es hora de volver a pensar la sexualidad como una construcción política que incide en las relaciones sociales de manera fundamental.

¿Entendemos lo mismo por “sexo”?

Al fin y al cabo parece que hay una discordancia muy evidente cuando un juez ve jolgorio donde otros jueces vieron dolor extremo; cuando los violadores y todos sus palmeros están convencidos de que hubo sexo y cuando las mujeres sabemos que allí hubo una violación. Es evidente que la discordancia sobre lo que entendemos por sexo alcanza incluso al interior del  feminismo. De hecho, algunos de  los asuntos más polémicos dentro de éste, como la prostitución o la pornografía, tienen que ver con el sexo, con lo que entendemos por sexo y también con lo que entendemos, en definitiva, por sexo ético. En  realidad, nadie dentro del feminismo niega que el sexo es un lugar en el que se dilucidan relaciones de poder socialmente construidas. Esta consideración no es nueva, el feminismo de la Segunda Ola, al fin y al cabo, nació como una teoría radical de la sexualidad pero hacía mucho que la sexualidad patriarcal no se ponía en el punto de mira de la mayoría del feminismo como ahora ha ocurrido. Y surgen preguntas necesarias: ¿Cómo influye la construcción sexual masculina y patriarcal en la realidad, en las relaciones entre hombres y mujeres? ¿Qué relación guarda dicha sexualidad con la construcción de la subjetividad masculina? ¿Podemos deconstruir la sexualidad masculina hegemónica? ¿Es necesario follar de otra manera para ser más iguales? ¿Hay una manera justa de follar? ¿Hay una manera ética o la ética no tiene nada que ver con follar?

nadie dentro del feminismo niega que el sexo es un lugar en el que se dilucidan relaciones de poder socialmente construida


Cualquier cosa que tenga que ver con la sexualidad requeriría de un libro extenso, pero de manera concisa pienso que no podemos renunciar a tener criterios éticos con respecto a cualquier acto en el que intervenga la voluntad porque somos seres morales; y quizá en el sexo menos que en muchos otros porque la sexualidad es un pilar de nuestra subjetividad, y también porque implica una relación con otro/a(s) persona(s). Sabemos también (y eso no lo niega casi nadie) que la sexualidad patriarcal está muy relacionada con el dominio (la conquista) y no tanto con la reciprocidad o la igualdad. Digamos que la mayoría de la gente asume que hay una ética de mínimos que aplica en el sexo: el consentimiento. Pero en estos momentos han surgido voces feministas que piden que se vaya más allá y han problematizado la propia noción de consentimiento aplicado al sexo. Sin duda que el consentimiento significó un avance en su día teniendo en cuenta que hasta hace poco este era irrelevante y aún lo es en gran parte del mundo. Puede que a la hora de plasmarlo en los códigos debamos referirnos a él como concepto jurídico, pero sí pienso que, al menos desde el feminismo, podemos problematizarlo. Por una parte porque es evidentemente un factor de desigualdad que nos sitúa a hombres y mujeres en lugares diferentes, con subjetividades diferentes, deseos diferentes, modos de follar también distintos y  supuestas diferentes necesidades. Somos las mujeres las únicas que consentimos, mientras que ellos desean y actúan; nos follan. Nosotras, así, nos situamos como objeto deseado y pasivo, mientras que ellos son el sujeto activo que, con suerte, pide el consentimiento para el acceso a nuestro cuerpo. El consentimiento, además, puede comprarse con dinero o con otro tipo de bienes, materiales o inmateriales; puede darse incluso a cambio de amor. Puede conseguirse de múltiples maneras pero siempre desde posiciones de poder diferentes: son ellos los que buscan conseguirlo, comprarlo, forzarlo y nosotras las que lo poseemos como un bien con el que negociar. Y alrededor de esta concepción del consentimiento se levanta una construcción inmensa de desigualdad material y simbólica: ellos desean, necesitan, follar;  nosotras consentimos (o no) que nos follen.

se debe educar a los hombres de manera que ninguno se muestre indiferente frente al malestar sexual de una pareja, para que el bienestar sexual de la otra(s) sea tan importante como el suyo propio


Entonces, para que follar sea ético ¿basta con el consentimiento (y qué clase de consentimiento) o tenemos que ir más allá si queremos que la sexualidad y lo que lleva aparejado, promueva, refleje, posibilite, eduque en la igualdad entre hombres y mujeres y procure una distribución igualitaria de placeres y bienes simbólicos? ¿Qué tiene que ver todo eso con la empatía? ¿Es necesario follar con empatía para que sea un follar ético e igualitario o eso entorpece la idea que tenemos del sexo? Cuando una tuitera (@magdalenaProust)  mezcló sexo y empatía  se armó un lío tremendo. Follar con empatía es quitarle toda la gracia al sexo dijeron muchos y muchas. La pregunta entonces es ¿qué es follar con empatía? ¿Es necesario? ¿Es feminista? Creo que sí, que es necesario y que es necesariamente feminista. Y lo es porque la sexualidad masculina hegemónica, al menos en el plano del deseo, se construye, no sobre la cosificación de los cuerpos (que puede ser un elemento del deseo), sino sobre la deshumanización. Y a la hora de interpretar esta construcción sexual, a la sempiterna deshumanización patriarcal le tenemos que unir la ideología neoliberal que impone una interpretación de la relación sexual como algo absolutamente individual y sin consecuencias más allá de dicha relación; que ha borrado de nuestras cabezas la posibilidad de analizar estructuras materiales e ideológicas que construyen la realidad, también la sexual. Introducir la empatía en el follar (o en cualquier otra relación) quiere decir preocuparse por el otro o la otra, por su bienestar, quiere decir tener la capacidad para ponerse en su lugar, y nada de esto está reñido con ningún tipo de sexo (excepto el sexo machista): el sexo casual, el sexo con muchas o muchos, el sexo con desconocidas/os, el sexo fuerte, el sexo incluso voluntariamente cosificador… el sexo como sea, siempre que se sepa que ahí, al otro lado, hay un ser humano, una mujer, con su propio deseo y con el mismo derecho a que dicho deseo sea atendido y respetado. Creo que siempre es mejor no tratar a las personas como un medio que hacerlo, que las relaciones sexuales tienen siempre que incluir preocupación activa por la(s) otra(s) persona(s), por su bienestar, por su placer; que se debe educar a los hombres de manera que ninguno se muestre indiferente frente al malestar sexual de una pareja, para que aprendan a identificar este, para que el bienestar sexual de la otra(s) sea tan importante como el suyo propio. Las mujeres deben también aprender a expresar su deseo, sus malestares, sus preferencias al follar y los hombres tienen que aprender a escucharlas, respetarlas, percibirlas, tenerlas en cuenta… Por tanto, sí, empatía.

Gayle Rubin, con la que coincido en pocas cosas, define muy bien en qué marco deben moverse los encuentros sexuales para que puedan ser considerados éticos. Dice Rubin que los encuentros sexuales tienen que ser juzgados por la manera en la que las partes se tratan una a otra en el nivel de consideración mutua; por la presencia o ausencia de coerción y por la cantidad y calidad del placer que se dan. Esto es la empatía al follar, nada más y nada menos. No hay ética sin feminismo y el feminismo es también una ética. Así que creo que toca, sí, comenzar a exigir a los hombres comportamientos éticos también en el terreno de la sexualidad, lo que en definitiva no es más que asumir y contemplar la plena humanidad de aquella(s) con quien(es) se folla. Parece fácil, pero hay toda una construcción masculina del deseo, de la sexualidad, del follar, que impone lo contrario.  Y eso es justo contra lo que se ha levantado el feminismo.

Autora

Beatriz Gimeno

Forrest Gump




ClicClic
https://gloria.tv/video/w7437TU1NarP6NYMF7zz3acyF

Título original
Forrest Gump
Año
Duración
142 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Guion
Eric Roth (Novela: Winston Groom)
Música
Alan Silvestri
Fotografía
Don Burgess
Reparto
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Productora
Paramount Pictures
Género
Comedia. Drama. Romance | Años 60. Años 70. Discapacidad. Comedia dramática
Sinopsis
Forrest Gump (Tom Hanks) sufre desde pequeño un cierto retraso mental. A pesar de todo, gracias a su tenacidad y a su buen corazón será protagonista de acontecimientos cruciales de su país durante varias décadas. Mientras pasan por su vida multitud de cosas en su mente siempre está presente la bella Jenny (Robin Wright), su gran amor desde la infancia, que junto a su madre será la persona más importante en su vida. (FILMAFFINITY)

Premios
1994: 6 Oscars: incluyendo película, director, actor (Tom Hanks). 13 nom.
1994: 3 Globos de Oro: Película: Drama, director, actor drama (Hanks). 7 nom.
1994: BAFTA: Mejores efectos visuales. 8 nominaciones, inc. mejor película
1994: 3 Premios National Board of Review: Mejor película, actor, actor de reparto (Sinise)
1994: Sindicato de Productores (PGA): Mejor película
1994: Sindicato de Directores (DGA): Mejor director

Críticas

El inquilino


Título original
El inquilino
Año
Duración
90 min.
País
España España
Dirección
Guion
José Antonio Nieves Conde, José Luis Duro, José María Pérez Lozano, Manuel Sebares
Música
Miguel Asins Arbó
Fotografía
Francisco Sempere
Reparto
, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,
Productora
Films Españoles Cooperativa
Género
Drama | Drama social. Comedia dramática
Sinopsis
Crónica de las penalidades de una pareja que acaba de ser deshauciada de su vivienda. (FILMAFFINITY)

Yak-42: 15 largos años de mentiras y maltrato del estado a las familias de las víctimas



Accidente aéreo militar

Yak-42: 15 largos años de mentiras y maltrato del Estado a las familias de las víctimas

La confirmación de que existen restos humanos del siniestro aéreo militar, denunciado hace años por familiares, supone un hito más en el rosario de desplantes e insultos del Estado hacia padres, viudas e hijos, que buscan conocer toda la verdad.

Madrid 30/5/2018

Público

Pablo Romero



El 25 mayo del 2003 quedó para la historia como la fecha de la mayor tragedia de las Fuerzas Armadas españolas en tiempos de paz: un vetusto avión Yakovlev 42, fletado a través de una cadena de subcontratas por el Ministerio de Defensa de Federico Trillo, se estrelló cerca de su escala, Trebisonda, en la costa norte turca. De las 75 personas muertas en el siniestro, 62 eran militares españoles que provenían de Kabul.

Ahora, se confirma lo que muchos de los familiares de las víctimas sabían desde hace más de una década: existen restos de sus seres queridos que aún siguen en territorio turco y que jamás fueron identificados.

Se trata de un hito más en un sinfín de desplantes, insultos, maltrato y desprecio ante los intentos de padres, viudas e hijos por conocer toda la verdad de lo ocurrido, personas que han llegado a ser calificados en el pasado de "locos" por el propio Ministerio, que les ha llegado a acusar de "avergonzar a los muertos" con su comportamiento.

En los días y semanas posteriores al accidente, el Ministerio y su entonces máximo responsable, Federico Trillo, se apresuraron a achacar el accidente a un error humano combinado con algunos fallos técnicos del aparato que habían desembocado en tragedia. El Gobierno, dirigido entonces por José María Aznar, lo había hecho todo bien, se concluyó entonces. Comenzaba así un larguísimo viacrucis judicial — se abrieron cinco procedimientos judiciales— y personal para muchos de los familiares que no han cejado en su empeño por despejar todas las dudas y las mentiras oficiales de semejante tragedia.
"La ministra ha mentido, como siempre"

El Ministerio de Defensa informaba esta misma semana de la aparición de un resto humano —una parte de una pierna— de una víctima del siniestro en un cementerio turco. Está sin identificar. La propia ministra, María Dolores de Cospedal, explicaba en el Congreso que aún no se sabe si la pierna localizada en un cementerio turco es de una víctima española del accidente aéreo, y aseguraba que se había "llamado a todos los familiares, menos a los de uno de los fallecidos que no quieren saber nada del asunto".

"La ministra ha mentido, como siempre", afirmó a este diario Rosario Benítez, viuda del comandante José Antonio Fernández Martínez. Por su parte, Mari Paz Fernández, viuda del comandante José Manuel Ripollés, comentaba a este diario poco después de las declaraciones de Cospedal que había gente afectada a la que no habían llamado. "Lo que no se puede consentir es que salga primero en los medios, si esto lo sabían hace mucho, ¿por qué no nos han informado antes?", se preguntaba.


Restos humanos


Las inexplicables prisas que tuvo tras el accidente el Gobierno por la identificación y traslado de los restos mortales de los militares españoles fallecidos supusieron un cúmulo de despropósitos para las familias afectadas. A 30 de ellos se le asignó una identidad errónea, y hubo casos en los que se llegaron a mezclar restos de varios cuerpos en un ataúd.

De hecho, la aparición de la pierna de una de las víctimas del accidente 15 años después, y a raíz de las gestiones del padre de uno de los fallecidos, viene a confirmar lo que muchos llevan denunciando durante años: hubo restos de sus seres queridos que se quedaron en Turquía. "No entendemos el porqué de esta noticia ahora", comentaba a este diario Benítez, que añadía: "Los familiares ya lo denunciamos en 2004".

Todo ello, pese la postura defensiva del Ejecutivo, que consideró que el trabajo realizado fue "riguroso" y atacaba las informaciones y las denuncias de los familiares. Por poner un ejemplo de entre muchos, en las cartas enviadas en su momento por el secretario general de Política de Defensa de entonces y responsable de atender a las familias, Jaime Jiménez-Ugarte (más tarde embajador en Suecia, luego con cargo en Marca España y hoy retirado), aseguraba que no hubo “restos identificables” que se dejaran atrás y que “todos retornaron a España debidamente identificados”.
Avión "de mierda"

El Gobierno fletó el fatídico vuelo a través de una cadena de hasta seis subcontratas; la compañía Ukranian Mediterranean (UM Airlines) percibió sólo 38.000 euros de los 149.000 que pagó España por ese servicio. La documentación completa no aparece por ninguna parte, pese a los esfuerzos de los afectados por encontrarla. Algunos de los militares criticaron el estado de la aeronave —elocuentemente, el comandante José Antonio Fernández, le dijo a su mujer antes de embarcar: "Reza por mí, este avión es una mierda"—, mientras se acumulaban las quejas anteriores al siniestro por el uso de aquella "tartana" aérea.

Las condiciones de los pilotos, como se supo después, eran física y mentalmente inapropiadas para realizar el vuelo, ya que acumulaban 23 horas de trabajo. Asimismo, la caja negra del aparato estaba estropeada, por lo que del siniestro sólo se conservan las grabaciones de la comunicación con la torre de control de Trebisonda. El Gobierno español además, no contrató los seguros obligatorios para cada uno de los militares que viajaban en ese vuelo.

‘Premios’, indultos… y un tibio perdón

A todo el cúmulo de desplantes y chapuzas del Estado hay que añadir la ausencia de asunción de responsabilidades políticas por esta tragedia, completamente evitable según dedujo el propio Consejo de Estado en un demoledor dictamen emitido en 2017. El entonces ministro, Federico Trillo, cuya gestión cuajada de mentiras y perlas fue reprobada en la Comisión de Defensa del Congreso en 2005, fue recompensado con el cargo de embajador en el Reino Unido, cargo que abandonó en 2017 precisamente a raíz del citado dictamen del Consejo de Estado. Hubo medallas y ascensos para los militares responsables de las falsas autopsias y de las repatriaciones. 

Sólo tres militares fueron condenados, en 2009, por el asunto del Yak 42: el general Vicente Navarro (quien se libró de la cárcel por una enfermedad y falleció), el comandante José Ramón Ramírez y el capitán Miguel Sanz. Fueron defendidos gracias al dinero en B del PP, según declaró Luis Bárcenas en la Audiencia Nacional. Ramírez y Sanz fueron indultados por el Gobierno de Rajoy (el ministro de Justicia era Alberto Ruiz-Gallardón), ante el estupor de los afectados.

Tras los carpetazos judiciales, los afectados sólo recibieron las disculpas del Estado, también a principios de 2017. Fue la propia Cospedal quien afirmó no tener problema en pedir perdón en nombre del Estado a las familias, aunque su ministerio se niega atender la petición de indemnizaciones solicitadas por varios familiares directos para sufragar su larguísimo periplo judicial.

El enésimo desplante llegó el pasado día 25 de mayo, justo cuando se cumplían 15 años de la catástrofe; coincidió con la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en Logroño y no hubo ni una sola mención en los actos centrales a los caídos en la mayor tragedia militar —claramente evitable y pésimamente gestionada que ha sufrido España en tiempos de paz.