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sábado, 2 de marzo de 2019

Pablo Casado, Presidente de la mayor piara de cerdos que existe


·         Juan Antonio Pavón  

·         Fundador de Euronautas.com

Pablo Casado es una bellísima persona... ¿o no?

1/3/19

ElHuffPost

No solo no lo es, sino que es un personaje perjudicial para la vida pública española. ¿Por qué?
Después de las grandes batallas, como la vivida por la población de este país en la última crisis económica, siempre vienen los carroñeros y sus enfermedades: El descontento generalizado, populismos y sus mesías, y estrategia y marketing político despiadado. En definitiva, una situación de desesperante agonía de los partidos políticos donde la ética y moral de trabajo pasa a un segundo plano, dejando sitio solo a los más crueles tiranos. En estas, el hedor hace que el nivel del discurso político en España se desplome provocando un tono violento y cainita, necesario para su existencia. Porque seamos claros, en una sociedad pafícica, civilizada y moderna, sobran estos tiranos.

En cualquier caso, hoy es tan buen día como otro cualquiera para dejarnos llevar por un ejercicio ensayístico leve (no vaya a ser que encima nos denuncien) y jugar a que pasaría si aplicáramos la estrategia de comunicación de Pablo Casado en nuestro día a día. No se olviden que esto sale en la tele, que la política es un referente social de comunicación, y que los niños son esponjas.

Divide y vencerás

Nadie lo ha visto con una caja pasando la bolita de un vaso a otro. Sin embargo, después de las Elecciones Andaluzas se ha juntado con sus compinches para hacerle creer que usted sabía dónde estaba la bolita, y alguno ha picado. El truco es viejo, pero siempre hay alguien que prefiere los atajos a trabajar.


A pesar del esfuerzo por parecer que no se conocían, no deja de ser evidente la aplicación de una de las estrategias de marketing más simples que existen, que es la diversificación del producto. Los tres partidos de la derecha, mientras en público discrepaban y se hacían los suecos, en privado se ponían de acuerdo sobre cuántos derechos menos tienen mujeres, parados, comunistas, homosexuales, o lo que ellos digan que es no ser español, que coincide sospechosamente con el modelo franquista de españolidad. Ellos sabían dónde estaba la bolita. Usted no.

¿Qué consiguen con esto? Por un lado, la movilización continúa. Por otro, que si algún votante del partido tradicional de la derecha (PP) pensase en dejar las filas, que vaya a Ciudadanos si es un liberal y si es más ultraderechista que vote a Vox. Una aplicación posmoderna del famoso divide y vencerás que garantiza la unión de la derecha para unos 10/15 años más.


También hay que ser un poco cuentista

Pues esto sí que es verdad. Esta mesa tiene otra pata. La de las famosas noticias falsas, también llamadas mentiras de toda la vida. ¿Cómo se consigue esto? Pues se llama a Steve Bannon, exasesor de Trump y guía espiritual de la derecha internacional, para que traiga susfake newssobre golpismo en España, el aborto, la alta traición, José María Aznar y por supuesto hablar más sobre Venezuela y otros temas que no afecten al día a día, donde a la vista está no tienen nada más que decir que agitar la banderita. Todo esto para construir un relato falso que permite descargar todas las culpas sobre gente que no te puede castigar en las urnas, no puede votar, dándole una cabeza de turco estupenda a la turba enfurecida. Esto ya pasó en EE UU, Brasil y con el Brexit.

También las noticias sobre tragedias personales, perpetuo sufrimiento y estado generalizado de tristeza e ira ayudan a conseguir una sociedad violenta, infantil e inmadura, amante de las pseudociencias, que necesitan para subsistir. Y es que es imprescindible promover una población analfabeta, tanto cognitiva como emocionalmente, que no sepa apuntar con el dedo países en el mapa, que crea en milagros y que necesite un padre severo. Y si los inconformistas y válidos jóvenes se van del país mejor, así seguimos con el "paquí pallá".

¿Cómo se llama a alguien que maltrata, agrede y veja?

Si por las buenas no, por las malas. Campaña Negativa sin descanso. Cada vez que exista oportunidad insulte a todo lo que se le cruce, e incluso a la democracia, aunque la democracia no quiera saber nada de él. Me viene a la cabeza ese tipo de novios que te dice a su pareja que necesita mano dura, que o será suya o de nadie. Si no, insultará y humillará hasta que su pareja se sienta a su altura, donde pueda tenerle.

Ya es hasta antiguo, al ritmo que caen los insultos, pero lo de insultar a un presidente que, aunque te puede gustar más o menos, está ahí por mecanismos establecidos en la Constitución, la misma que usas para castigar de cara a la pared a otros, al grito de: felón (porque llamarle maricón en 2019 quedaba feo), traidor, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso compulsivo, ridículo, adalid de la ruptura de España, irresponsable, incapaz, desleal, catástrofe, ególatra, chovinista del poder, rehén, escarnio para España, incompetente, mediocre y okupa (porque, de nuevo, España será mía o de nadie)... es para que los vecinos le denuncien. Ah no, que su amigo al que no conocían acaba de decir que si alguien se mete irán por el... ¿o no ves que el status quo en España es que el poder siga en las mismas manos desde hace 90 años?

Conclusiones

Terminado ya este ejercicio de ensayo sobre la pestilencia política, llega la hora de las conclusiones. ¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente cuando alguien que trata así al resto le representa? Si es usted de la cuerda de Pablo sepa usted que pierde la mucha o poca razón que pueda tener cuando permite que este tipo de líderes le representen.
Yo creo que votemos a quien votemos, merecemos algo mejor. Que estén ahí nos degrada a todos. No sea un secuaz. Esta situación hace un daño irreparable no solo a la democracia, sino a la vida pública española en general y a la convivencia entre personas. No les permita estos abusos, no sea cómplice. No permita que hablen así en su nombre.

Si se calla, si se ríe de sus gracias, será cómplice. Si ve cómo humillan a otros y si de verdad a pesar de eso los sigue apoyando, vaya al psicólogo o entréguese a la policía por incitación al odio y a la violencia. Por favor, sea mejor persona que ellos.

Este post representa la opinión del autor y no necesariamente la de El HuffPost.





Lo más importante NO es la familia


Karla Lara, HuffPost México  Conferencista profesional de alto impacto, dinámica, irreverente, práctica en cada encuentro con el escenario

01/03/2019

Lo más importante NO es la familia

Caso 1: Llevan años sin comunicarse realmente, ambos se sienten lastimados y poco valorados. No saben si se siguen cayendo bien pero tienen una hija de tres años que les hace resignarse a la idea de seguir así. Muchas veces han roto los acuerdos, se han herido, se han insultado y sin querer se hacen daño porque ya no son los que eran, ya no quieren lo que querían y aunque se tienen cariño, ya no se aman. Ella se decide a hablar y a decir que ya no puede continuar con esa vida, él le dice que no puede ser que sea tan egoísta, que lo más importante es la familia.

Caso 2: Una pareja homosexual. Ellos se aman, se respetan y se cuidan. Quieren adoptar, porque tienen una vida estable y están en un momento lindo en sus vidas como individuos y como pareja. Van a una casa hogar en donde hay muchos niños que han sido abandonados, que sufrían violencia o que quedaron huérfanos, las autoridades ven a la pareja y dicen: ¿Pero qué ejemplo de familia podrían darle ustedes a un bebé? ¿Qué no saben que lo más importante es la familia?

Caso 3: Tiene 19 años, desde hace mucho encontró en la música un refugio y una pasión. Todavía recuerda las veces en las que después de las sesiones de regaños, gritos y golpes, se acostaba en su cama, apretaba los ojos y ponía música a todo volumen, para escapar un rato, para volver a ser. Durante la cena, se le ocurrió decir que ya había decidido que no quería dedicarse a las leyes sino a la música y otra vez se enfrentó a los gritos, ya no hay golpes físicos pero todavía hay golpes emocionales. Su papá remató diciendo: Olvídate de esas idioteces, no vas a deshonrar el apellido de esta familia jamás, date cuenta que la familia es lo más importante.

A quien inventó la frase de "lo más importante es la familia" hoy le quiero invitar un café porque tenemos mucho de qué hablar.

Dejemos de juzgar con los lentes viejos de una frase tan absurda y aprendamos a abrir el corazón a la poderosa experiencia del amor.

Quiero decirle que su frase es una de las más destructivas creaciones para la humanidad, porque pasó de ser solamente una frase y se convirtió en una idea, que evolucionó al punto de ser una creencia que sirve para atormentar, destruir y amarrar a cientos de individuos que piensan distinto, que llegaron a un punto en sus vidas en el que quieren cambiar.

Individuos que pasan noches enteras debatiendo entre el deber de mantener unida a la familia sin amor o una vida de amor en la que se transforme la manada. Es una creencia violenta que somete a las personas a vivir en una camisa de fuerza en la que cualquier cosa que atente contra la permanencia de la familia es algo que será juzgado por los más estrictos códigos morales.

Esta frase es uno de los mayores lastres para los individuos. Hombres y mujeres que hoy viven infelices pero eso sí, en familia. ¡Qué tontería mayúscula poner por encima de todo una construcción social como la familia, en lugar de darnos cuenta que lo que va encima de todo es la energía más poderosa del mundo: el amor!

Lo más importante no es la familia, lo más importante es el amor. Porque el amor no es una regla que se pueda imponer, el apellido sí. El amor es una energía y para que se mantenga viva, debe ser cultivada y nutrida. La unión más fuerte que puede existir entre las personas no está dictada por la genética, por la sangre o por un contrato, sino por un vínculo que surge desde el corazón que necesita cuidarse, nutrirse y respetarse para que se mantenga sólido y podamos atesorarlo como algo indestructible.

Cualquier vínculo heredado o adquirido necesita ser disuelto si trae más sufrimiento y dolor que felicidad.

Dejemos de juzgar con los lentes viejos de una frase tan absurda y aprendamos a abrir el corazón a la poderosa experiencia del amor. Nada ni nadie puede estar por encima del amor propio porque de ahí surge el amor que podemos dar a los demás. Tu apellido, tus genes y tus contratos nunca deben estar por encima de tu bienestar mental, físico o emocional.

Que no quede un solo espacio dentro de ti que se olvide de poner por encima de todo y de todos el amor, primero a ti y luego a lo demás. Que nada te violente, que nada te robe paz, que nada extinga tu luz, ni tu familia, ni tu apellido, ni tus genes, ni tu sangre, ni los contratos adquiridos. Ahora ve y sé EXTRAordinario.



viernes, 1 de marzo de 2019

La policía política de Franco al País Valencià


La policia política de Franco al País Valencià, al descobert

El llibre d'investigació de Lucas Marco 'Simplemente es profesionalidad. Historias de la Brigada Político Social de València', treu a la llum els noms, les cares i la negra història dels deixebles espanyols de la Gestapo


24/2/19

VilaWeb



Una de les missions de tot periodista d’investigació és il·luminar les zones d’ombra que el poder blinda per ocultar actituds inconfessables, generalment, a la frontera de la legalitat, o més enllà. En temps de periodisme de propaganda, karaoke i populisme tecnològic, és un esdeveniment l’aparició d’un llibre que compleix rigorosament aquesta missió bàsica del periodisme al servei de la societat i la història.



Simplemente es profesionalidad. Historias de la Brigada Político Social de València, de Lucas Marco, llicenciat en ciències polítiques i periodista, és un excel·lent treball que s’endinsa amb rigor i meticulositat en un dels forats negres abismals i tèrbols de la dictadura i la transició: la policia política. Per primera vegada, sabem els noms, els mètodes i les trajectòries, en dictadura i en democràcia, dels principals responsables policíacs de la repressió política a València. Descobrint les interioritats de la BPS de València, viatgem al cor de les tenebres de la dictadura, al seu pensament original, al seu esperit impune.

El llibre, sense fer-ho explícit, de retruc, ens incita a reflexionar, també, sobre la inevitable continuïtat del passat en el present. En la repressió i hàbits de tortura dels serveis d’intel·ligència de la dictadura i, per extensió, subratlla els enganys de la transició i posa en evidència les mancances d’informació, justícia i reivindicació de la memòria històrica amb què ens trobem avui.

No deixa de ser simptomàtic que, gràcies al cinisme dels artífexs de la democràcia, els principals agents de la repressió franquista, hereus i alumnes dels mètodes i tècniques de la Gestapo, fossin promocionats pels primers governs democràtics a càrrecs molt destacats de la policia i el Ministeri de l’Interior. El principal, com explica Marco, va ser Manuel Ballesteros, que de la BPS valenciana va arribar a ser, amb ucedistes i socialistes, cap de la lluita antiterrorista amb molts tentacles invisibles en la guerra bruta contra ETA i el moviment abertzale.

Una investigació àmplia, exhaustiva, i en totes direccions


Per traçar la descripció dels cervells ocults de la repressió franquista que, de la fi de la guerra fins ben entrada la transició, van controlar i reprimir els opositors i els dissidents, l’autor s’ha endinsat, amb paciència, perseverança i rigor, en arxius oficials, hemeroteques i biblioteques. ‘Hi ha un pacte de silenci a Prefectura sobre aquest tema, ningú no parlarà’, el va prevenir un policia veterà. Malgrat l’espès mur de silenci que envolta la qüestió, Lucas Marco ha cercat i ha aconseguit –tasca lloable i difícil– testimonis de policies o familiars seus. El relat d’ells i el dels seus expedients professionals va encaixant com en un trencaclosques amb confidències de detinguts i torturats, notícies de premsa, autobiografies d’opositors, diligències policíaques i sumaris judicials, fins a refer una aproximació acurada del panorama de la repressió en aquells anys tan grisos. I, a més a més, ha sabut narrar la part més interessant de les seves històries, ben enquadrades en el seu marc històric, amb pols amè, no exempt de denúncia sòbria, amb ingredients inquietants, gairebé literaris, que destil·len el perfil peculiar i la manera de procedir d’alguns protagonistes.

El mestratge de la Gestapo a la policia franquista


L’autor ens explica que la Brigada Social, especialitzada en la persecució de l’anarquisme des de la fi del XIX, va tenir un punt d’inflexió a la postguerra quan els seus agents van rebre instrucció de la Gestapo nazi, convenientment supervisada per Himmler.


 Fins i tot, algun, com ara el policia Julián Carlavilla, va visitar l’Alemanya nazi i un camp de concentració. La repressió de la maçoneria, el comunisme i el judaisme van ser les claus de la col·laboració entre la Gestapo i la BPS. L’inquietant Carlavilla, a banda de dedicar-se a la repressió, escrivia llibres amb pseudònim: com ara Borbones masones. Desde Fernando VII hasta Alfonso XIII, o Sodomitas. Homosexuales, políticos, científicos, criminales, espías, etc., veritables incunables fruit d’una ment addicta al gènere visionari-conspiratiu.




La repressió de l’anarquisme i la llei de fugues

Antonio Cano González va ser el cap de la repressió de la policia a València que més anys es va mantenir en el càrrec. Com molts dels seus companys va despuntar inicialment en el terreny de la repressió d’anarquistes. Tant ell com alguns dels seus col·legues de València i Barcelona –per exemple, Pedro Polo Borreguero–, s’hi van especialitzar i, a més de condecoracions, en diverses ocasions obtingueren premis en metàl·lic, com al far-west, pels seus serveis contra maquis i guerrillers anarquistes. No era estrany que en molts casos, quan s’identificava i es detenia algú, els sospitosos fossin assassinats allà mateix, amb l’excusa, segons la versió oficial, que havien oposat resistència o es volien escapar.

És interessant de constatar que elements com ara Antonio Cano o Pedro Polo, que havien estat policies a la República, s’adapten ideològicament i burocràticament a la perfecció com a agents policíacs del franquisme, superant tot filtre depuratiu. Val a dir, també, que la República va ser feble i tampoc no va fer neteja ideològica del cos, com tampoc no ho féu la democràcia després de la mort de Franco. Els agents de la BPS van anar sobrevivint de règim en règim, fent sempre la mateixa feina per a l’estat. Una dada històrica ben precisa que convida a la reflexió.




Una sinistra novetat: la tortura elèctrica


La tortura i la violència eren mètodes habituals en els interrogatoris. Els agents de la BPS de València eren especialment sàdics. Hi ha relats de víctimes que parlen dels crits de les dones salvatgement torturades a la comissaria, d’ofegaments, de corrents elèctrics als testicles, d’amenaces a familiars, de detinguts inconscients, esquelètics, amb cremades dels corrents elèctrics als canells o als turmells, i pallisses terribles a càrrec d’agents embogits, o morfinòmans.

La tortura elèctrica va ser una de les innovacions de la BPS de la postguerra. L’autor cita Gregorio Morán, que, a Miseria, grandeza y agonía del PCE (1939-1985), escriu: ‘Un fet poc conegut de la immediata postguerra és l’activitat d’un selecte grup de policies nazis, enviats a Espanya amb la finalitat de descobrir o recuperar als agents de la Internacional Comunista que havien arribat durant la guerra civil. Quiñones passarà per les seves mans el 1939. Aquests nazis van ser pioners d’una sinistra novetat: la tortura elèctrica.’ El cas de l’agent comunista Heriberto Quiñones és relatat en el llibre. Va ser víctima de cruels i llarguíssimes sessions de tortura, es va escapar, fou detingut, rebé més tortures i finalment fou afusellat l’any 1942.

Els ‘figures’ de la Brigada Político-Social de València


Un dels valors del llibre és que dóna nom, cara, perfil biogràfic i professional als agents més destacats de la Brigada. A més d’Antonio Cano, el llibre ens descobreix, entre més, Eustaquio Pardo, medalla del mèrit policíac per la desarticulació d’organitzacions comunistes i la lluita contra ‘els bandolers de les muntanyes i de les ciutats’. I també Pedro Caba, un policia inquietant, que escrivia i freqüentava les tertúlies literàries, com ara la del Gato Negro, i que va arribar a fer amistat amb la jove poetessa antifranquista Angelina Gatell, germana d’un anarquista.





O Tomás Cosías, policia també hàbil de ploma, autor d’El camarada Darío i La lucha contra el maquis en España, i inventor d’un mètode que consistia a interrogar els detinguts agenollats sobre cigrons. O José de Oleza i Zaforteza, descendent de terratinents mallorquins, ‘un home autoritari, dur, eficaç, però també hedonista i afeccionat a l’scotch, com molts dels seus companys’, que el 1976 fou nomenat comissari general d’Investigació, pel ministre de Governació Rodolfo Martín Villa.

No obstant això, el membre de la BPS valenciana que va anar més lluny després de la mort de Franco va ser el comissari Manuel Ballesteros, que arribà a ser nomenat cap del Comandament Únic per a la Lluita Antiterrorista i participà amb Rafael Vera en una reunió amb la direcció d’ETA a Alger. També fou un dels presumptes impulsors a l’ombra del Batallón Vasco Español i de la guerra bruta dels GAL.

Un altre ‘figura’ que s’ha fet famós és Benjamín Solsona, avui un vell ex-agent de la BPS, que ha estat processat per tortures a la querella argentina i no fa gaire denunciat també als jutjats de València. Segons el testimoni de José Luis Monzón, estudiant comunista detingut cinc vegades, ‘Solsona era un perill públic total, un sàdic, fins i tot els seus companys l’havien d’aturar. Era feixista’.

Benjamín Solsona, Manuel Ballesteros, José de Oleza i Tomás Cosías són els quatre policies de la BPS de València que més lluny i més amunt van arribar en la jerarquia de la immodèlica –ara més que mai– transició. ‘El meu fort simplement és professionalitat’, va declarar Manuel Ballesteros en una entrevista l’any 1981. ‘ No m’he excedit mai del que marcaven les lleis, les d’abans i les d’ara.’

Pervivència de la policia franquista en democràcia, segons Jordi Pujol


El treball de Lucas Marco m’ha suscitat unes reflexions i uns interrogants històrics i d’actualitat, que de sempre em ballen pel cap com a periodista que ha treballat aquests temes eternament pendents. I molts records. Un dia, fa uns anys, vaig anar a fer una entrevista i vaig acabar essent jo l’interrogat.

—Miri, escolti…. Vostè no deu saber qui és Pedro Polo…

—Pedro Polo Borreguero?… Sí que ho sé.

—Era policia de la República i va continuar durant el franquisme.

—Sí, era de la Brigada Político-Social de Barcelona. I per què va continuar?

—Doncs, home…. perquè era un bon policia! Pedro Polo era deixeble del gran policia català Miquel Badia.

L’escena no va passar en una comissaria catalanista, sinó en un luxós principal del passeig de Gràcia. Jo entrevistava Jordi Pujol, al Centre d’Estudis del mateix nom, avui liquidat, dedicat a estudiar la seva figura, pensament i altres tangents i derivades, per al documentari Xavier Vinader, periodista. Contra la guerra bruta, i, tot d’una, li vaig demanar una cosa que sempre m’havia inquietat: ‘Per què, gent com vostè, que havia estat víctima de la repressió de la policia franquista, van permetre que aquells policies torturadors continuessin tranquil·lament actius després de la mort de Franco?’ ‘Perquè eren bons!’, em va dir ell, i ho justificà històricament posant l’exemple de Pedro Polo, deixeble d’en Badia, ‘gran policia català’.

Vet aquí, segons l’ex-president de la Generalitat, per què la policia política

espanyola, la Brigada Político-Social, havia sobreviscut intacta, impune, activament i alegrement tots els canvis de règim que hi havia hagut en més d’un segle. ‘Perquè eren bons!’, deia Pujol.

De fet, Lucas Marco, en el seu llibre, també subratlla la impunitat i longevitat de la BPS, citant una definició de la revista anarquista CNT, del 1978, que l’autor considera una de les millors que ha trobat en el decurs de la seva recerca: ‘És potser l’únic estament del país que compta amb la més llarga i homogènia tradició: els seus arxius, els seus hàbits, es connecten longitudinalment amb la restauració alfonsina. Als seus fitxers és possible, per exemple, de trobar-hi les dades policíaques d’Anselmo Lorenzo o de Pablo Iglesias, posem per cas.’

Són molt interessants també tots els relats de víctimes que aporta el llibre. No tots els artífexs de la transició compartien el cinisme de Jordi Pujol. Josep Guia, detingut durant el franquisme, l’any 1975, per la BPS de València, al costat d’Ernest Lluch i Vicent Soler, actual conseller d’Hisenda de la Generalitat, explica a Lucas Marco que essent ja Lluch ministre de Sanitat, en un viatge a Mallorca, es va trobar que el cap de policia que l’havia de protegir era el ‘social’ de València que els havia detingut en la dictadura. Lluch protestà al seu col·lega José Barrionuevo, ministre d’Interior, qui li va dir que allò anava ‘per escalafó’, i Lluch va quedar ‘estupefacte’.

José Barrionuevo i tot aquell govern de Felipe González van ser responsables d’activar i pagar amb diners públics, durant la democràcia, el terrorisme d’estat dels GAL.

El policia en qüestió era Benjamín Solsona, el ‘Billy el Nen’ valencià, actualment encausat en la querella argentina contra el franquisme per un delicte de tortures. La jutgessa María Servini en va demanar l’extradició, juntament amb Rodolfo Martín Villa i divuit càrrecs franquistes. La demanda no va reeixir perquè Espanya considera que la impunitat dels seus vells funcionaris franquistes és garantida per la llei d’amnistia, votada unànimement per tots els antifranquistes, amb l’abstenció, només, d’Alianza Popular i Euskadiko Esquerra.

No obstant això, els denunciants van interposar el desembre passat una altra querella per tortures contra Benjamín Solsona al jutjat d’instrucció núm. 1 de València. Els fets de què l’acusen van passar l’any 1971, quan van ser detinguts, retinguts uns quants dies i torturats repetidament.










SODOMA (Frédéric Martel) Novela por entregas






SODOMA

PODER Y ESCÁNDALO EN EL VATICANO



FRÉDÉRIC MARTEL



Traducción de
Juan Vivanco y Maria Pons




Rocaeditorial





© Éditions Robert Laffont, S.A.S., París, 2019



Primera edición en este formato: marzo de 2019



© de la traducción: 2019, Juan Vivanco y Maria Pons
© de esta edición: 2019, Roca Editorial de Libros, S. L.
Av. Marquès de l’Argentera 17, pral.
08003 Barcelona
info@rocaebooks.com
www.rocaebooks.com



ISBN: 978-84-17771-02-7



Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.




SODOMA
PODER Y ESCÁNDALO EN EL VATICANO

FRÉDÉRIC MARTEL



Este libro expone la decadencia en el corazón del Vaticano y de la actual Iglesia católica. Un brillante trabajo basado en cuatro años de investigación rigurosa, que incluye entrevistas a los más altos cargos eclesiásticos.

Sodoma revela los secretos de un sistema que se inicia en los seminarios y continúa hasta el Vaticano; basado en la doble vida de algunos sacerdotes y en la homofobia más radical. La esquizofrenia resultante en la Iglesia es insondable.

Sodoma es un libro con un claro mensaje al Vaticano de parte de todos los que anhelan una Iglesia inspirada en el Evangelio, una Iglesia para los pobres, los marginados y los desposeídos.

Nadie puede reivindicar que realmente entienda a la actual Iglesia católica hasta que hayan leído este libro, que revela una verdad que es tan extraordinaria como perturbadora.

Sodoma, un libro-acontecimiento, se publica simultáneamente en ocho idiomas.



ACERCA DEL AUTOR



Frédéric Martel (Châteaurenard, 1967) es un escritor, investigador y periodista francés. Doctorado en Sociología, obtuvo además licenciaturas en Filosofía, Ciencias Políticas y Leyes. Ha trabajado como funcionario de la administración francesa. Actualmente dirige un programa en Radio France donde habla de las industrias culturales, los medios, internet y escribe para varias publicaciones francesas.

Como investigador y escritor ha publicado obras traducidas a más de veinte idiomas, entre las que destacan: Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas, Smart. Internet (s): una investigación y Global Gay.

Sodoma es el resultado de cuatro años de investigación en los que ha vivido incluso dentro del propio Vaticano; ha recorrido treinta países, incluyendo España, México, Colombia, Argentina y Chile; y ha contado con un equipo de ochenta personas que han estudiado documentación y entrevistado con él a cardenales, obispos, sacerdotes y testigos de todo tipo hasta construir una obra magna no solo por sus dimensiones.


ACERCA DE LA OBRA


«Detrás de la rigidez siempre hay algo oculto; en muchos casos, una doble vida.»

Al pronunciar estas palabras, el PAPA FRANCISCO nos dio a conocer un secreto que esta investigación vertiginosa revela por primera vez en toda su enorme dimensión.

«Sodoma es la primera radiografía global de la vivencia deshonesta de la homosexualidad que estructura la vida eclesiástica en la Iglesia católica.»

JAMES ALISON, ESCRITOR, SACERDOTE Y TEÓLOGO CATÓLICO



NOTA DEL AUTOR Y DEL EDITOR

Sodoma se publica simultáneamente en ocho idiomas y en una veintena de países por las editoriales y los grupos editoriales siguientes: Robert Laffont (Editis) en Francia, Feltrinelli en Italia y Bloomsbury en el Reino Unido, Estados Unidos y Australia. También lo publica Agora en Polonia, Balans en Holanda, XXX en Japón y Sextante en Portugal. El libro es editado, a escala internacional, por Jean-Luc Barré.

Este libro ha acudido a gran cantidad de fuentes. Durante la investigación de campo, que ha durado más de cuatro años, han sido entrevistadas cerca de 1.500 personas en el Vaticano y en 30 países. De ellas, 41 eran cardenales, 52 obispos y monsignori, 45 nuncios apostólicos y embajadores extranjeros y más de doscientas sacerdotes y seminaristas. Todas estas entrevistas se han hecho sobre el terreno (personalmente, ninguna por teléfono ni correo electrónico). A estas fuentes de primera mano hay que añadir una vasta bibliografía con más de un millar de referencias, libros y artículos. Por último, se ha montado un equipo de 80 investigadores, corresponsales, intérpretes y traductores para llevar a cabo las pesquisas de este libro en los 30 países. (Véanse las «Fuentes» al final del libro.)

Todas estas fuentes, las notas, la bibliografía, el equipo de investigadores y tres capítulos inéditos a modo de «bonus», demasiado largos para incluirlos aquí, se juntaron en un documento de 400 páginas al que se puede acceder por Internet. Este códice Sodoma, con más de 2.000 referencias de artículos y libros, se puede consultar gratuitamente en la dirección www.sodoma.fr; las actualizaciones se publicarán también con el hashtag #sodoma en la página de Facebook del autor: @fredericmartel, en la cuenta de Instagram @martelfrederic y en el hilo de Twitter @martelf.


PRÓLOGO

Ese es de la parroquia —me susurra al oído el prelado, con voz de conspirador.

El primero en usar esta expresión codificada delante de mí es un arzobispo de la curia romana.

—Es muy practicante, ¿sabe? Es de la parroquia —insiste en voz baja, hablándome de las costumbres de un famoso cardenal del Vaticano, antiguo «ministro» de Juan Pablo II, al que ambos conocemos bien. Y añade—: ¡Y si le cuento lo que sé no me creería!

Por supuesto, lo contó.

En el libro nos cruzaremos varias veces con este arzobispo, el primero de una larga serie de sacerdotes que me han descrito una realidad que yo me maliciaba, aunque muchos la considerarán pura invención, una fábula.

—El problema es que, si dices la verdad sobre el armario y las amistades especiales del Vaticano, nadie te creerá. Dirán que te lo has inventado. Porque aquí la realidad supera la ficción —me dijo un franciscano que también trabaja y vive dentro del Vaticano desde hace más de treinta años.

 Pese a todo, fueron muchos los que me describieron este armario. A algunos les preocupaba lo que yo pudiera descubrir. Otros me revelaron los secretos cuchicheando, para, a renglón seguido, contarme los escándalos en voz alta. Otros, por último, tenían la lengua muy suelta, demasiado suelta, como si hubieran estado esperando muchos años para romper su silencio. Unos cuarenta cardenales y cientos de obispos, monsignori, sacerdotes y nuncios (los embajadores del papa) aceptaron contarme cosas. Entre ellos, los que habían asumido su homosexualidad, presentes a diario en el Vaticano, me abrieron las puertas de su mundo de iniciados.

¿Secretos a voces? ¿Rumores? ¿Bulos? Yo soy como santo Tomás: para creer necesito comprobar. Por eso he tenido que hacer muchas indagaciones y vivir inmerso en la Iglesia. Pasé en Roma una semana de cada mes, incluso me alojé con regularidad dentro del Vaticano gracias a la hospitalidad de altos prelados que, a veces, también se revelaban como «de la parroquia». Además viajé por el mundo, fui a más de treinta países, conocí los cleros de Latinoamérica, Estados Unidos y Oriente Medio para reunir más de un millar de testimonios. Durante esta larga investigación pasé unas 150 noches al año investigando lejos de mi casa, lejos de París.

Durante estos cuatro años de indagaciones nunca disimulé mi condición de escritor, periodista e investigador cuando pedía entrevistas a los cardenales y sacerdotes, que a veces se negaron. En todas estas reuniones me presentaba con mi verdadero nombre, y a mis interlocutores les bastaba con hacer una simple búsqueda en Google, Wikipedia, Facebook o Twitter para conocer los detalles de mi historial de escritor y reportero de prestigio. Muchas veces estos prelados, pequeños y grandes, me tiraron los tejos solapadamente, y algunos con muy poco disimulo, de forma activa o intensa. ¡Gajes del oficio!

¿Por qué quienes estaban acostumbrados a callar aceptaron romper la omertà? Es uno de los misterios de este libro y su razón de ser.

Lo que contaron fue un tabú durante mucho tiempo. Un libro como este difícilmente habría podido publicarse hace veinte años, ni siquiera hace diez. Los caminos del Señor han permanecido durante mucho tiempo, diría yo, impenetrables. Hoy lo son menos, porque la dimisión de Benedicto XVI y la voluntad reformista del papa Francisco han ayudado a liberar la palabra. Las redes sociales, la audacia creciente de la prensa, la infinidad de escándalos eclesiásticos «de comportamiento» han hecho posible, y necesario, revelar hoy este secreto. Este libro, por tanto, no trata de la Iglesia en su conjunto, sino de un tipo muy especial de comunidad gay; cuenta la historia del componente mayoritario del colegio cardenalicio y del Vaticano.

Muchos cardenales y prelados que ofician en la curia romana, la mayoría de los que se reúnen en cónclave bajo los frescos de la capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel —una de las escenas más grandiosas de la cultura gay, repleta de cuerpos viriles— rodeados de los ignudi, esos robustos efebos desnudos, comparten las mismas «inclinaciones». Todos tienen un «aire de familia». Con una alusión muy disco queen, un cura me susurró: «We are family!».

La mayoría de los monsignori que tomaron la palabra en el balcón de la Logia de San Pedro entre el pontificado de Pablo VI y el de Francisco para anunciar tristemente la muerte del papa o exclamar, con franca alegría, «Habemus papam!» tienen un secreto en común. È bianca!

Ya se trate de «practicantes», «homófilos», «iniciados», «unstraights», «mundanos», «versátiles», «questioning», «closeted» o simplemente personas que permanecen «dentro del armario», el mundo que descubro, con sus cincuenta matices de homosexualidad, supera el entendimiento. La historia íntima de estos hombres que se muestran tan piadosos en público y llevan otra vida, bien distinta, en privado es una madeja difícil de desovillar. Puede que nunca las apariencias de una institución hayan sido tan engañosas, como lo son también las profesiones de fe sobre el celibato y los votos de castidad, que esconden una realidad muy diferente.

El secreto mejor guardado del Vaticano no es un secreto para el papa Francisco. Él conoce a su «parroquia». En cuanto llegó a Roma comprendió que tenía que vérselas con una corporación fuera de lo común en su género que no se limita, como se ha creído durante mucho tiempo, a unas cuantas ovejas descarriadas. Es todo un sistema, y un rebaño muy numeroso. ¿Cuántos son? Eso da igual. Baste con decir que representan a la gran mayoría.

Al principio, por supuesto, el papa quedó impresionado por la amplitud de esa «colonia deslenguada», por las «cualidades seductoras» y los «defectos insoportables», que menciona el escritor francés Marcel Proust en su célebre Sodoma y Gomorra. Pero lo que a Francisco le resulta insoportable no es tanto que la homofilia esté tan extendida como la hipocresía desbocada de quienes predican una moral mezquina y tienen un amante, o aventuras y que a veces frecuentan a prostitutos de lujo. Por eso el papa fustiga sin descanso a los falsos devotos, a los puritanos farisaicos, a los santurrones. Francisco ha denunciado a menudo esta duplicidad, esta esquizofrenia, en sus homilías matinales de Santa Marta. Sus palabras podrían muy bien aparecer como cita liminar al principio de este libro: «Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido; en muchos casos una doble vida».

¿Doble vida? Lo dijo… y el testigo, esta vez, no es cualquiera. Francisco ha repetido a menudo estas críticas que apuntan a la curia romana: ha señalado a los «hipócritas» que llevan «vidas ocultas y con frecuencia disolutas», a quienes «maquillan el alma y viven del maquillaje», que la «mentira» erigida en sistema «hace mucho daño, la hipocresía hace mucho daño: es una forma de vivir». ¡Haz lo que digo, no lo que hago!

No hace falta decir que Francisco sabe muy bien a quiénes se dirige sin nombrarlos: cardenales, maestros de ceremonias papales, antiguos secretarios de Estado, sustitutos, minutantes y camarlengos. La mayoría de las veces no se trata únicamente de una inclinación difusa, de cierta fluidez, de homofilia o de «tendencias», como se decía entonces, ni tampoco de sexualidad reprimida o sublimada, que también abundan en la Iglesia de Roma. Muchos de los cardenales que no han «amado a las mujeres, ¡aunque lleno de sangre!», como dice el Poeta, son practicantes. ¡Cuántos rodeos estoy dando para decir cosas tan sencillas! ¡Tan chocantes ayer y hoy tan triviales!

Practicantes, sí, pero todavía dentro del armario. Podría hablarles de ese cardenal que aparece en público asomado al balcón de la Logia y estuvo implicado en un caso de prostitución sobre el que rápidamente se echó tierra; de ese otro cardenal francés que tuvo un amante anglicano en Estados Unidos durante mucho tiempo; o del otro que, en sus años mozos, desgranó aventuras amorosas como una monjita las cuentas de su rosario; por no hablar de los que conocí en los Palacios Vaticanos, que me presentaron a su compañero como su asistente, su minutante, su sustituto, su chófer, su edecán, su factótum, ¡hasta como su guardaespaldas!

El Vaticano tiene una de las comunidades gays más numerosas del mundo. Dudo que haya tantos ni siquiera en el Castro de San Francisco, ese barrio gay emblemático, hoy más mixto.

En el caso de los cardenales más viejos, este secreto hay que buscarlo en el pasado: su juventud tormentosa y sus años licenciosos previos a la liberación gay explican su doble vida y su homofobia trasnochada. Durante mi investigación, muchas veces he tenido la impresión de retroceder en el tiempo hasta los años treinta o cincuenta del siglo pasado, que yo no he vivido, con esa doble mentalidad de pueblo elegido y pueblo maldito que le hizo exclamar a uno de los curas con quien más he conversado: «¡Bienvenido a Sodoma!».

No soy el primero que habla de esto. Muchos periodistas han revelado escándalos y affaires en la curia romana. Pero no era este mi propósito. A diferencia de los vaticanistas, que denuncian «vicios» individuales pero de este modo ocultan el «sistema», no hay que fijarse en los asuntos turbios, sino en la doble vida, bien trivial, de la mayoría de los dignatarios eclesiásticos. No en las excepciones, sino en el sistema y el modelo, «the pattern» («el patrón»), como dicen los sociólogos estadounidenses; los detalles, desde luego, pero también las leyes que lo rigen —y, como veremos, en este libro habrá 14 reglas generales—. El argumento es la sociedad íntima de los sacerdotes, su fragilidad y su sufrimiento debido al celibato forzoso convertido en sistema. Por tanto, no se trata de juzgar a estos homosexuales, ni siquiera a los que disimulan —yo les tengo cariño—, sino de entender su secreto y su modo de vida colectivo. No me propongo denunciarles ni obligarles a salir del armario, mi proyecto no es el «name and shame», esa práctica estadounidense que consiste en hacer públicos los nombres para que se conozcan. Quede bien claro que para mí un cura o un cardenal no debe avergonzarse de ser homosexual; al contrario, creo que debería ser una condición social como cualquier otra.

Pero es necesario poner al desnudo un sistema basado, desde los seminarios más pequeños hasta el sanctasanctórum —el colegio cardenalicio—, en la doble vida homosexual y, a la vez, en la homofobia más ostentosa. Cincuenta años después de los disturbios de Stonewall, la revolución gay de Estados Unidos, el Vaticano es el último bastión que queda por liberar. Son muchos los católicos que barruntan esta mentira sin haber podido leer aún la descripción de Sodoma.

Sin este patrón de interpretación, la historia reciente del Vaticano y la Iglesia romana permanece opaca. Si se deja a un lado la dimensión ampliamente homosexual, se prescinde de una de las principales claves que ayudan a comprender la mayoría de los hechos que han empañado la historia del Vaticano desde hace décadas: los motivos secretos que tuvo Pablo VI para confirmar la prohibición de la contracepción artificial, el rechazo del preservativo y la obligación estricta del celibato de los sacerdotes; la guerra contra la «teología de la liberación»; los escándalos de la banca vaticana en la época del famoso arzobispo Marcinkus, también él homosexual; la decisión de prohibir el preservativo como medio de lucha contra el sida, a pesar de que la pandemia iba a causar más de 35 millones de muertos; los casos Vatileaks I y II; la misoginia recurrente, y a menudo insondable, de muchos cardenales y obispos; la dimisión de Benedicto XVI; la rebelión actual contra el papa Francisco… En todos esos casos la homosexualidad ha desempeñado un papel crucial que muchos sospechan pero que nunca se ha contado claramente.

La dimensión gay no lo explica todo, claro está, pero es un criterio decisivo si se quiere entender el Vaticano y sus tomas de posición morales. También se puede suponer, aunque no sea el asunto de este libro, que para interpretar la vida de los conventos de monjas, sean o no de clausura, el lesbianismo es una clave importante. Por último, la homosexualidad también es, desgraciadamente, una de las claves que explican el encubrimiento institucionalizado de los crímenes y delitos sexuales que ya se cuentan por decenas de miles. ¿Por qué? ¿Cómo? Porque la «cultura del secreto» que era necesaria para mantener oculta la gran presencia de la homosexualidad en la Iglesia ha propiciado el encubrimiento de los abusos sexuales y ha dado a los depredadores la posibilidad de beneficiarse de este sistema de protección a espaldas de la institución; aunque la pedofilia tampoco es el asunto de este libro.

«Cuánta suciedad en la Iglesia», dijo el cardenal Ratzinger cuando, también él, descubrió la amplitud del armario en un informe secreto de tres cardenales cuyo contenido me ha sido revelado. Ese fue uno de los motivos principales de su dimisión. El informe, más que mencionar la existencia de un lobby gay, como se ha dicho, revelaba al parecer la omnipresencia de los homosexuales en el Vaticano, los chantajes y el acoso erigidos en sistema. Como diría Hamlet, algo está podrido en el reino del Vaticano.

La sociología homosexual del catolicismo también puede explicar otra realidad: el fin de las vocaciones. Durante mucho tiempo, como veremos, los jóvenes italianos que descubrían su homosexualidad o tenían dudas sobre sus inclinaciones optaban por el sacerdocio. Esos parias se convertían así en iniciados, sacando fuerzas de flaqueza. Con la liberación homosexual de los años setenta y la socialización gay de los ochenta, las vocaciones católicas, como es natural, han disminuido. Hoy en día a un adolescente gay se le abren otros horizontes, incluso en Italia, y no necesita tomar los hábitos. El fin de las vocaciones tiene distintas causas, pero la revolución homosexual es, paradójicamente, una de las principales.

Esta matriz explica, por último, la guerra contra Francisco. Para entenderlo es preciso ser contraintuitivos. Este papa latino fue el primero en usar la palabra «gay» —y no solo «homosexual»— y, si le comparamos con sus predecesores, se le puede considerar el más gay-friendly de los soberanos pontífices más recientes. Ha usado palabras mágicas y astutas para referirse a la homosexualidad —«¿Quién soy yo para juzgar?»— y cabe pensar que este papa probablemente no tiene las tendencias ni la inclinación que se han atribuido a cuatro de sus predecesores recientes. Sin embargo, los cardenales conservadores, que son muy homófobos —y en la mayoría de los casos secretamente homófilos—, han lanzado una campaña furibunda contra él basada en su supuesto liberalismo en materia de moral sexual.

¡El mundo al revés, en cierto modo! Incluso podría decirse que en Sodoma hay una regla no escrita que siempre se cumple: cuanto más homófobo es un prelado, más posibilidades hay de que sea homosexual. Estos conservadores, estos «carcas», estos dubia, son ni más ni menos que los famosos «rígidos que llevan una doble vida» de los que tanto habla Francisco.

«Se acabó el carnaval», cuentan que le dijo el papa a su maestro de ceremonias en el momento mismo de su elección. Después el argentino quiso acabar con las intrigas de complicidad y fraternidad homosexual que habían cundido solapadamente con Pablo VI y habían proliferado con Juan Pablo II hasta llegar a ser ingobernables con Benedicto XVI, precipitando su caída. Con su índole tranquila y su relación serena con la sexualidad, Francisco desentona. ¡No es de la parroquia!

¿Se percataron el papa y sus teólogos liberales de que el celibato de los curas había fracasado? ¿De que era una ficción casi inexistente en la realidad? ¿Adivinaron que la batalla entablada por el Vaticano de Juan Pablo II y Benedicto XVI contra los gais era una guerra perdida? ¿Y que se volvería contra la Iglesia a medida que cada uno de ellos descubriera sus motivos reales: una guerra de los homosexuales encubiertos contra los gais declarados?

Atrapado en esta sociedad maldiciente, Francisco, no obstante, está bien informado. Sus asistentes, sus colaboradores más cercanos, sus maestros de ceremonias y otros expertos en liturgia, sus teólogos y sus cardenales (entre los que los gais también son legión) saben que en el Vaticano la homosexualidad cuenta con muchos llamados y muchos elegidos. Incluso sugieren, cuando se les pregunta, que al prohibir a los curas casarse, la Iglesia se volvió sociológicamente homosexual, y al imponer una continencia contra natura y una cultura del secreto, es en parte responsable de las decenas de miles de abusos sexuales que la corroen por dentro. También saben que el deseo sexual, y ante todo el deseo homosexual, es uno de los motores principales de la vida vaticana.

Francisco sabe que las posiciones de la Iglesia deben evolucionar, y que para lograrlo tiene que entablar una lucha sin cuartel contra los que utilizan la moral sexual y la homofobia para ocultar su hipocresía y su doble vida. Pero se da el caso de que estos homosexuales encubiertos son mayoritarios, poderosos e influyentes, y los más «rígidos» tienen posiciones homófobas muy estridentes.

De modo que el papa vive en Sodoma. Amenazado, atacado desde todos los flancos, criticado, Francisco, como ha dicho alguien, está «entre los lobos».

No es del todo exacto: está entre las Locas.



Continuará:

PRIMERA PARTE

FRANCISCO


Hazte Oír saca a pasear a su perro....




 Pudiera ser que lo de la violencia de género sólo sea el pretexto para sacar a pasear a su héroe…


Hazte Oír saca a pasear a su perro…pero podía sacar a los dos.

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Foto: Luis Viadel