El
Rey d-emérito y sus vilezas
Sexo,
delitos y cintas de vídeo: el otro legado de Juan Carlos I cuando
cayó la mordaza de los medios
El
caso Nóos y la publicación de las fotos
de la cacería en
Botsuana comenzaron a
resquebrajar el “pacto de silencio” que
se impuso
durante décadas por políticos, jueces y periodistas en
torno al rey emérito
elDiario.es
Iñigo
Aduriz
7
de enero de 2023
“Traía
bolsas llenas de dinero en efectivo”. Estas palabras corresponden a una de las acusaciones que realiza Corinna Larsen, la examante de Juan Carlos I, al rey emérito, en el primer capítulo
del podcast 'Corinna and The King' ('Corinna y el rey'), producido
por los periodistas británicos Bradley Hope y Tom Wrighten para
Project Brazen y PRX, y disponible desde hace solo unas semanas en
distintas plataformas de streaming. En él, la aristócrata alemana
relata su relación íntima con el monarca y las supuestas
irregularidades cometidas por este, como el blanqueo de capitales o
su trabajo de comisionista a nivel internacional aprovechando su
cargo de jefe del Estado, que la
Fiscalía española ha
decidido no denunciar.
Meses
antes de la salida a la luz del citado podcast, la plataforma
audiovisual HBO estrenaba otro documental sobre la monarquía
española, 'Salvar
al rey',
producido por Mandarina y dirigido por el periodista Santiago Acosta.
El trabajo recoge los testimonios de más de 50 personalidades y
grabaciones en vídeo inéditas de otra examante de Juan Carlos I, la
actriz Bárbara Rey. Además, en el documental se entrevista a, entre
otros, tres exagentes de los servicios secretos que responsabilizan
directamente al emérito del intento de golpe de Estado del 23F de
1981.
El
documental se centra en demostrar la existencia durante décadas de
una suerte de “pacto de silencio” de políticos, jueces, cuerpos
policiales y medios de comunicación para evitar sacar a la luz o
investigar al monarca por un supuesto bien mayor: la supervivencia
del Estado y de la “unidad” de España. Pero precisamente el
hecho de que el contenido de este trabajo, el del podcast de Corinna
y los de otros previos como
'XRey', elaborado por los periodistas Álvaro de Cózar y Eva
Lamarca–
se hayan difundido en prácticamente todos lo medios, hayan ocupado
tertulias televisivas y abierto informativos, evidencia cómo se ha
comenzado a resquebrajar esa especie de mordaza que se impuso durante
lustros por los llamados poderes fácticos del país a la hora de
hablar de Juan Carlos I y de la monarquía.
Aún
perviven varias lagunas en materia de transparencia de la Casa Real o
sobre los actos del emérito durante los 38 años que reinó el país.
Por ejemplo, se sigue sin desclasificar los documentos del intento de
golpe de Estado del 23F o los recogidos durante la Transición en la
que, durante años, el relato oficial otorgó a Juan Carlos I un
protagonismo “ejemplar”.
Los
tribunales continúan interpretando, además, la inviolabilidad del
rey, recogida en el artículo 56 de la Constitución, como una suerte
de bula que exonera a los monarcas españoles de cualquier
responsabilidad judicial, sea cual sea su actuación en cualquier
ámbito de su vida, y no se ciñe en exclusiva a su actuación como
rey. Esa interpretación, que otorga a los jefes de Estado una
inmunidad total ante la Justicia, ha permitido que lqa Fiscalía cerrara el pasado marzotodas las investigaciones a
Juan Carlos I abiertas desde 2020 por su supuesto enriquecimiento
ilícito, fraude a Hacienda y blanqueo de capitales. Los delitos,
apuntó la Fiscalía, habrían prescrito o se cometieron cuando el
monarca ejercía como jefe de Estado y, por tanto, gozaba de esa
inviolabilidad que ahora disfruta su hijo, el rey Felipe VI.
Este
último ha dado algunos pasos en materia de transparencia, como la publicación de las cuentas dela Casa Real,
pero sigue ocultando
varios gastos –la
monarquía cuesta a los españoles mucho más de lo que reflejan sus
cuentas– y su patrimonio. Además, como su padre, Felipe VI nunca
se somete a ningún escrutinio público en las Cortes Generales o a
través de las preguntas de la prensa.
El
caso Nóos como punto de inflexión
Pero
desde 2010 y de forma progresiva se ha ido abriendo la veda para
informar sobre Juan Carlos I y el conjunto de la monarquía, bien sea
por las supuestas irregularidades cometidas por el emérito en el
ámbito público, o acerca de los detalles de la vida privada del
anterior monarca y del actual. Este nuevo escenario ha permitido
conocer un legado del emérito más allá del que le atribuía antes
el establishment mediático, y que se centraba únicamente en las
alabanzas por sus supuestos logros en la recuperación de la
democracia, tras 40 años de dictadura de Franco, que fue
precisamente quien le nombró su sucesor.
Periodistas
y analistas han solido situar el punto de inflexión que permitió
transitar de la opacidad más absoluta a una pequeña apertura a la
hora de informar sobre la Casa Real en la publicación, en 2012, de
las fotos de Juan Carlos I cazando elefantes en Botsuana. Fue la
primera vez en la que el monarca, al que desde algunos medios siempre
se trató de presentar con una personalidad “campechana”, se vió obligado a pedir disculpas con
aquel ya mítico “lo siento, me he equivocado, no volverá a
ocurrir” que recorrió las televisiones de todo el planeta ese
mismo año. La caída tuvo lugar pocos meses antes de que el monarca
empezara
a sacar el dinero de
su fundación panameña en dirección a otra cuenta en Nassau.
Santiago
Acosta, director del mencionado documental 'Salvar al rey' (HBO Max),
considera, en cambio, que “el antes y el después” en la forma de
abordar desde el periodismo las irregularidades de la Casa Real
comenzó dos años antes, en 2010, con el estallido del caso Nóos
que juzgó el enriquecimiento ilícito de Iñaki Urdangarín
–condenado a casi seis años de cárcel que sigue cumpliendo en la
actualidad aunque en régimen abierto–, yerno de Juan Carlos I, con
dinero público del Govern balear y que sentó en el banquillo de los
acusados a su mujer, la hermana del actual rey Cristina de Borbón,
condenada a título lucrativo a pagar una multa de 265.000 euros, que
posteriormente el Tribunal Supremo redujo a 128.000.
“Antes
se habían publicado informaciones relacionadas con la Casa Real pero
vinculadas a la vida social. El momento en el que se empieza a
informar más libremente es con el caso Nóos, quizá porque no fue
una forma directa de hablar de Juan Carlos I”, explica Acosta, en
conversación telefónica con elDiario.es. Cuatro años después de
que se empezara a informar sobre ese caso de corrupción y a solo dos
de la publicación de las fotos del ahora emérito en Botsuana, el
monarca abdicó la corona en su hijo, Felipe de Borbón.
Solo
una vez que Juan Carlos primero abandonó la jefatura del Estado
empezaron a aflorar el resto de casos. Ya en 2020 la Fiscalía del
Tribunal Supremo abrió una investigación para valorar si el rey emérito cometió blanqueo y delito fiscal en
relación con la adjudicación a empresas españolas de la
construcción del AVE a La Meca. Ese mismo año se supo, también,
que el anterior jefe del Estado estaba siendo investigado por el
origen de su fortuna por un fiscal de Suiza, donde una fundación del
monarca mantenía abiertas varias cuentas corrientes. El británico
The Telegraph publicó entonces que el actual rey de España, Felipe VI, era uno de los beneficiarios de
esa fundación Lucum que habría creado Juan Carlos de Borbón y en
la que se recibieron 100 millones de dólares de Arabia Saudí.
También en 2020, el juez del caso Villarejo, Manuel
García-Castellón, ordenó
la reapertura de
la pieza número 5, denominada Carol, que investigaba en la Audiencia
Nacional los indicios de delitos que se desprenden de unas
grabaciones incautadas al comisario en las que aparecen hablando éste
y Corinna Larsen y que señalaban a Juan Carlos I.
Con
todo, el 15 de marzo de 2020, solo un día después de que toda
España se recluyera en sus casas por el estallido de la pandemia de
la COVID-19, Felipe VI renunció a la herencia de su padre y
le dejó sin la asignación que hasta ese momento percibía de los
Presupuestos Generales del Estado, que ascendía a 194.232 euros
anuales. Y, cinco meses después, en agosto de ese año, Juan Carlos
I anunciaba a su hijo su intención de abandonar España. “ante
la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos
pasados” que ciñó de forma exclusiva a su “vida privada”. Se
marchó a los Emiratos Árabes Unidos, donde desde entonces vive en
una lujosa mansión cedida por un príncipe de aquel país, de la que
solo regresó a España en una ocasión, el pasado mayo, para
participar en una exclusiva regata en Sanxenxo. Preguntado por la
prensa, Juan Carlos I consideró en aquel viaje que no
debía dar ninguna explicación ni
a su hijo ni a la ciudadanía por sus supuestas prácticas
irregulares. “¿Explicaciones de qué?”, se preguntó, en tono
chulesco.
En
ese momento habían transcurrido dos años complejos para su
reputación. Primero, tal y como reveló elDiario.es en exclusiva en
noviembre de 2020,
Anticorrupción descubrió que tanto el rey emérito como varios
familiares habían usado durante años tarjetas de crédito a
espaldas del fisco con dinero, supuestamente, procedente del
empresario mexicano Allen Sanginés-Krause. Después, las autoridades
anti blanqueo detectar un fondo en Jersey con varios millones de
euros que, en ese momento, vincularon al monarca emérito.
La
apertura de esas nuevas diligencias discurrió en paralelo a una
maniobra de la defensa del rey, ejercida por el abogado y antiguo
fiscal Javier
Sánchez-Junco,
para intentar hacer las paces con Hacienda y esquivar una acusación
penal por fraude fiscal. El primer pago llegó en
diciembre de 2020,
cuando su defensa aseguró que el miércoles 9 de ese mes había
pagado 678.393,72 euros para regularizar el dinero que no pagó a
Hacienda mientras usó las tarjetas opacas entre 2016 y 2018. Más de
un mes después de que este periódico revelara la existencia de las
pesquisas y después, según reveló el
diario El País,
de que la Fiscalía le informase de que estaba siendo investigado.
Estas
comunicaciones llegaron a la defensa del rey emérito tras la
apertura de las tres línea de investigación, y en el caso de las
tarjetas fue acompañada de una regularización poco después ante
Hacienda. Un segundo pago llegó en febrero de 2021, cuando la
defensa de Juan Carlos I abonó
4,4 millones de euros para
hacer frente a una serie de gastos no declarados por los vuelos que
durante años pagó la Fundación Zagatka, de su primo Álvaro de
Orleans. Un dinero que supuso una nueva línea de investigación y
que, según
El País,
procedía de una serie de empresarios cercanos al monarca que,
además, buscaron la forma más beneficiosa de hacerlo ante Hacienda:
usaron contratos de préstamo y no donaciones para evitar pagar en
torno a un 40% en impuestos.
El
triple archivo de la Fiscalía
En
marzo de 2022 la Fiscalía archivaba la triple investigación que
mantenía abierta en torno a Juan
Carlos de Borbón y
su fortuna alegando que los presuntos delitos estaban prescritos o
que los hechos se cometieron cuando el entonces jefe del Estado
gozaba de inviolabilidad. Solo pervive la causa abierta contra él en
el Reino Unido a raíz de la denuncia por acoso interpuesta por
Corinna Larsen por una visita que le habría hecho en el exjefe del
CNI Félix Sanz Roldán en Londres y un registro que agentes del CNI
habrían llevado a cabo en su vivienda de Mónaco, en busca,
supuestamente, de documentos que pudieran incriminar al emérito en
prácticas corruptas.
Hace
un mes los argumentos de los abogados del rey emérito también tuvieron éxito ante los tribunales británicos.
La Corte de Apelaciones de Inglaterra y Gales decidió reconocer
inmunidad a Juan Carlos I por todos los episodios de acoso
denunciados por Corinna Larsen antes de su abdicación en 2014. La
conducta de acoso desplegada por agentes de inteligencia,
supuestamente, por orden del monarca, no fue algo “privado” del
ciudadano Juan Carlos de Borbón y es “inmune” a la jurisdicción
británica. “Si un acto solo puede ser realizado por un Gobierno, y
no por un ciudadano, es necesariamente un acto soberano”,
concluyeron los jueces, dejando fuera del debate la mitad de las
acusaciones contra él en este proceso civil.
Todas
estas causas han sido detalladamente relatadas por los medios de
comunicación. Algunos de ellos son los mismos que durante décadas
blindaron cualquier tipo de información que pudiera manchar la
trayectoria de Juan Carlos de Borbón. “Hace 20 años hablar de los
negocios del rey era impensable”, apunta Acosta. “Había un pacto
de editores por el que al rey no se le podía tocar porque se pensaba
que tocar al rey era atacar la democracia y había que salvarlo. Eso
provocó lo que fue una malísima idea: que no hubiera ningún
control de la monarquía por la política, la prensa o la justicia.
Juan Carlos I se convirtió en un personaje que campaba a sus anchas
en sus negocios, la política e incluso los servicios secretos”,
añade.
Su
documental relata, entre otros asuntos, cómo desde el CNI se
llegaron a organizar los encuentros del ahora rey emérito con sus
amantes en lugares secretos y cómo pagaron durante años a la actriz
Bárbara Rey ante el chantaje al que sometió la vedette a esos
agentes amenazando con hacer públicos los audios y las cintas que le
grabó a Juan Carlos I durante sus encuentros íntimos, en los que el
monarca habla con naturalidad de cuestiones que afectan directamente
a la seguridad del Estado, así como de asuntos más privados.
Una
“cuestión generacional”
Eva
Lamarca, coautora junto a Álvaro de Cózar del podcast 'Xrey',
centrado en investigar y profundizar en la vida del rey emérito, en
las irregularidades de su reinado y en las razones de su abdicación
–del que surgió una segunda temporada más enfocada en Felipe VI–,
considera que en la actualidad “no existe falta de transparencia
sobre el emérito”. “Sobre el rey se ha publicado todo ya, no
paran de salir informaciones. Otra cosa es que la Casa Real quiera
manejar la información, que para ellos es lo lógico”, apunta.
El
citado documental sonoro surgió en 2020, cuando Juan Carlos I ya
había abdicado y se habían comenzado a publicar informaciones sobre
sus supuestas prácticas irregulares. “Nosotros lo que percibimos
es que había una cierta sensación de muchos de los que hablaron,
especialmente de la gente que había trabajado con el rey, de que
había pasado un tiempo desde la abdicación y que se podían contar
determinadas cosas. No todo, pero sí determinadas cosas. Ese fue el
caso de [el periodista y ex director de Comunicación de la Casa
Real] Javier Ayuso o de [el exjefe de la Casa Real] Rafael Spottorno.
Se sintieron liberados para hablar y contar cómo había sido el
proceso de la abdicación o los problemas a los que se enfrentaron
con el caso Urdangarin y la caída de Botsuana. Creo que entendieron
que el rey formaba parte de nuestra Historia y que era un buen
momento para hacer ese relato”, apunta Lamarca.
Para
ella, la protección al rey durante lustros por parte de los medios,
la política o la justicia “ha sido sobre todo una cuestión
generacional”. “El rey, para la generación de la Transición,
había acabado siendo la parte por el todo. Es decir, criticar al rey
era criticar a la transición y protegerlo, por tanto, era proteger
esa idea del proceso que se hizo y que había sido beneficioso para
el país. Creo que esa generación sí que se ha quitado la venda por
las cosas que han ido ocurriendo, se ha quitado la venda y ha hecho
autocrítica. Es el caso de Iñaki Gabilondo o José Antonio
Zarzalejos, Juan Luis Cebrián u otros. Han hablado y han explicado
precisamente esto, que su generación, con esa idea que proteger la
transición, de proteger el pacto al que se había llegado, acabó
poniendo al rey en una posición que el propio rey ha destruido,
porque ha sido el propio rey el que ha destruido esa imagen de dónde
se le colocó”.
Pese
a esa apertura sigue habiendo muros infranqueables a la hora de
arrojar más transparencia sobre la monarquía. Por ejemplo, la suma
de PSOE, PP y Vox ha
impedido hasta en 15 ocasiones en
la presente legislatura la puesta en marcha de comisiones de
investigación en el Congreso –respaldadas por Unidas Podemos y las
fuerzas nacionalistas e independentistas– para esclarecer las
presuntas irregularidades de Juan Carlos I durante su reinado y las
posibles repercusiones en su hijo.
Pero
los periodistas consultados consideran que, en la actualidad, “es
imposible una operación” como la puesta en marcha durante décadas
para evitar que salieran a la luz asuntos que pudieran enturbiar la
imagen de la monarquía. “De momento no hay pruebas que apunten a
Felipe VI”, remarca Santiago Acosta. “Si las hay, se debería
publicar cualquier irregularidad. Pero ahora es imposible una
operación así de opacidad como la de décadas anteriores con los
nuevos actores que hay en la política. Es imposible y la sociedad no
lo toleraría”, zanja.
––––––––––––––––––––––
Corinna
Larsen, en su podcast sobre el rey emérito: “Traía bolsas llenas
de dinero en efectivo”
La
empresaria lanza las dos primeras entregas de su podcast sobre su
relación con Juan Carlos I en plena batalla judicial con el
monarca en Londres
Alberto
Ortiz
7
de noviembre de 2022
El
juicio que enfrenta en Londres a la empresaria alemana Corinna
Larsen
y
a Juan
Carlos I entra
esta semana en una nueva fase. La Corte de Apelaciones retoma las
vistas de un proceso que la aristócrata inició contra el monarca
por supuesto acoso durante los años que mantuvieron una relación
sentimental. En ese contexto, Larsen ha estrenado esta semana los dos
primeros capítulos del
podcast ‘Corinna y el rey’,
en el que aborda su historia con él, saca a la luz multitud de
detalles de su vida privada y, también, de sus supuestas
irregularidades económicas. “Traía bolsas llenas de dinero en
efectivo”, llega a decir.
Narrado
por una de las protagonistas de la serie Orange is the New Black
Laura Gómez, con diversos cortes de una entrevista con Larsen que
van completando la historia, el primer capítulo del podcast aborda
cómo la aristócrata se introduce en el mundo de las cacerías y las
armas, a través de su primer marido. Ese ámbito posteriormente la
acercará al rey, con el que coincide por primera vez en una cacería
en un coto de Sierra Morena en el que la empresaria sorprendió al ex
jefe de Estado por su puntería
El
relato cuenta en esos minutos iniciales el primer encuentro privado
de los dos en un pequeño pabellón en una casa en El Pardo, que el
rey preparó durante meses con llamadas y encuentros de negocios en
los que se camuflaba como ‘señor Sumer’ (abreviatura de Su
Majestad el Rey). A partir de ese encuentro privado, empieza también
la relación comercial entre la Casa del Rey y la empresa de Larsen,
Apollonia Associates.
Uno
de los primeros asuntos que el rey encarga a la empresa de Larsen,
siempre según su versión, es la gestión del viaje de novios de los
entonces príncipes Felipe y Leticia, incluida una estancia secreta
en Fiji. “Alquiler de aviones, diseños de itinerarios, llevarlos a
diferentes sitios sin ser descubiertos –cuenta la empresaria–. Un
trabajo de 24 horas al día. El rey me consultaba a diario”.
Cuando
llega el momento de facturar los gastos, prosigue la narración, la
empresaria pregunta al rey “a qué oficina debe enviar las
facturas”. “Su respuesta es curiosa: factura la mitad a Palacio y
la otra mitad a una empresa llamada Navilot, en Barcelona”, apunta.
Navilot es la empresa del amigo del rey Josep Cusí. “Un regalo de
bodas, un viejo favor o algo mucho peor”, dice la narradora.
El
podcast,producido popr los periodistas Tom Wright y Bradley Hope,
constará de ocho capítulos, según explicaron en la presentación.
Los episodios no se centran exclusivamente en la relación
sentimental entre ambos, que se extendió entre 2004 y 2009; también
van y vienen sobre la historia personal del rey, aunque siempre con
los apuntes y consideraciones de la empresaria: su matrimonio con la
reina Sofía, la muerte del hermano de Juan Carlos o su relación con
Franco. Está producido por Project Brazen y PRX y coproducido por La
Coctelera Music.
Las
bolsas de dinero
Si
en la primera entrega, el podcast entra en los inicios de su relación
con el rey, las primeras oscuridades sobre sus negocios y cómo ella
va penetrando en la vida diaria del monarca, en la segunda, llamada
‘Vivir del Cuento. Muerte, Democracia y Bolsas de Dinero’, la
producción entra en las supuestas irregularidades económicas del
monarca. La primera parte del capítulo repasa la preparación de
Juan Carlos como rey, su proclamación o el golpe de Estado.
“Algunos
afirman que salvó la democracia. Así que lo consiguió para
siempre. Así que puede vivir del cuento”, apunta la narración,
que se apoya en la versión del historiador Paul Preston o del
exdirector de El Mundo David Jiménez para contar cómo la prensa
española hizo a partir de aquel momento un pacto de silencio sobre
los “escándalos” del rey.
En
ese momento, la narración habla de “dinero, de mucho, mucho
dinero” y a continuación introduce una anécdota de Larsen: “Cosas
que para mí eran tan inusuales que me refería a ellas como ‘la
corte de los milagros’. Llamaba a alguien que tenía una gran
variedad de vinos de Burdeos y le decía: ¿podrías enviarme alguno?
Lo siguiente que veías es que llegaban veinte cajas de aquel vino
impagable. Su deseo era una orden para los demás y la gente se
dejaba la piel para complacerlo”.
Es
aquí donde Larsen habla directamente de “bolsas de dinero en
efectivo”. “Lo veía regresar de los viajes y estaba feliz, como
un niño de cinco años. Traía bolsas llenas de dinero en efectivo.
Me quedaba sin palabras y le decía: dios mío, qué es eso. Y él me
decía: Ah, esto es de mi amigo tal. Parecía una situación normal”.
Pero no se queda ahí, acusa al rey emérito de un “talento
inigualable” para hacer desaparecer ese dinero.
“No
siempre aparece en sus cuentas bancarias. Las autoridades fiscales no
encuentran nada ahí. Si le hacía alguna pregunta, me decía: ay,
eres tan dramática. No entiendes cómo funciona España. No,
claramente no lo entendía”, admite.
El
podcast, cuya narración concede algunos juicios de valor que es
fácil confundir con los que haría la propia Larsen, atribuye su
conducta a traumas de la infancia. “Una terapeuta lo habría visto
de lejos: una infancia llena de traumas y una mala figura paterna”.
También a la modestia en términos de riqueza de la Casa Real
española en comparación con la británica, por ejemplo. “Comparado
con su prima lejana, la difunta reina Isabel II, con propiedades y
bienes de valor incalculable, la familia española es modesta, en
papel. [...] Pero Juan Carlos el verdadero está acostumbrado a
niveles disparatados de riqueza, tanto que ahora la necesita”,
advierte la voz en off.
Semana
clave en Londres
El
estreno de estos dos primeros capítulos coincide con la puesta en
marcha de una nueva fase del proceso judicial por supuesto acoso
contra Juan Carlos I. La Corte de Apelaciones de Londres celebra una
nueva vista después de que los jueces británicos hayan rechazado
que Juan Carlos I pueda evitar este proceso civil, donde se enfrenta
al posible pago de una indemnización, amparándose en su condición
de miembro de la Casa Real.
Según
ha denunciado, Larsen empezó a ser objeto de amenazas y seguimientos
con el uso de agentes del Estado dos años antes de la abdicación de
Juan Carlos de Borbón. Intimidaciones que, según su denuncia,
habrían sufrido tanto ella como también miembros de su familia. Fue
el pasado marzo cuando la Alta Corte de Justicia de Reino Unido negó
la inmunidad al monarca, afirmando que ninguna ley británica le
permitía evitar el banquillo.
Esta
nueva fase del juicio en la capital británica ocurre también
después de que la Fiscalía española haya
cerrado el paso a cualquier acusación penal por
la gestión de su fortuna a espaldas de Hacienda. La combinación de
la inviolabilidad que le protegió hasta 2014 con la prescripción de
los delitos y la falta de pruebas en algunos casos propiciaron un
archivo generalizado en torno a las comisiones millonarias salidas de
la construcción del AVE a La Meca o el dinero de empresarios con el
que, durante años, pagó gastos como viajes de avión. Otro factor
determinante para que Juan Carlos de Borbón evitara el banquillo en
España fue la rgularización que hizo de todos estos fondos dos pagos que sumaron más de cinco millones de euros.