Las niñas
del Aguaucho no están en el pozo donde los falangistas dijeron que las tiraron
en 1936
En el lugar que sus asesinos
marcaron, amenazando a todo el pueblo de Fuentes de Andalucía, sólo hay tierra,
piedras y restos de animales.
30/10/2017
ElHuffPost
Lo dijeron sus
asesinos, pero era mentira. Las niñas del Aguaucho,
las mujeres de entre 16 y 22 años de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía que fueron vejadas,
violadas y ejecutadas por un grupo de falangistas en agosto de 1936, no están
en el pozo donde los fascistas contaron que las tiraron tras destrozarlas. Lo
gritaron por el pueblo, mientras se vanagloriaban de haber catado "carne
fresca", luciendo en sus armas la ropa interior de sus víctimas. Su relato
quedó para siempre en aquellas calles y ahora, 81 años después, cuando por fin
se ha podido acceder al lugar maldito, no se ha encontrado ni rastro de las
muchachas.
Según ha confirmado
la dirección general de Memoria
Democrática de la Junta de Andalucía, "el resultado de
la intervención arqueológica, reclamada por los familiares de las víctimas y
apoyada por la Asociación Memoria Histórica Fontaniega, confirma el objetivo de
los represores con sus víctimas: la ocultación del delito y el intento de hacer
desaparecer todo rastro de memoria".
Los trabajos
arqueológicos comenzaron el pasado 9 de octubre, comandados por la especialista
Elena Vera, pero tras dos semanas de labor han concluido con un golpe de
realidad. En el punto del que todos los vecinos hablaban desde hace décadas no
hay nada.
La administración
autonómica explica que primero se localizó el pozo en el cortijo del Aguaucho,
en la localidad de La Campana, vecina a Fuentes; eso ocurrió prácticamente en
las primeras horas de las excavaciones, que cuentan con la ayuda de la Junta, los
ayuntamientos de los dos municipios, la Asociación Memoria Histórica
Fontaniega y el dueño particular del terreno.
Los arqueólogos han
ido luego bajando hasta los 8,3 metros, haciendo un enorme cráter de una decena
de metros, hasta la base del pozo. Lo que han encontrado es un estrato inicial
con "materiales correspondientes al siglo XIX", es decir, anteriores
al inicio de la Guerra Civil, que es
cuando ocurrió el crimen. Luego, más cerca de la superficie, se han hallado
capas de basura, restos óseos de animales y material de derribo del cortijo.
Han localizado
muchas piedras y mucha arena y tierra, pero por más que se ha repasado todo,
nada tiene conexión con los cuerpos de las mujeres -cinco con seguridad, quizá
nueve- asesinadas por participar en manifestaciones republicanas o quejarse de
las condiciones abusivas de trabajo en el campo.
Es verdad que, desde
el primer momento, las autoridades y los especialistas pedían prudencia, por
los años pasados, porque los relatos que había eran orales, por los
sentimientos que remueve una exhumación así, pero pese a todo el mazazo ha sido
importante. Era mucha la esperanza entre los que sobrevivieron a aquellas
muchachas y sus descendientes, mucho afán de justicia.
Ahora hay que
redactar un informe final de los trabajos y esta misma semana habrá una reunión
de todas las partes implicadas para saber qué pasos dar y tratar de ordenar las
conclusiones. ¿Llegaron a estar alguna vez las chicas en el pozo y luego las
trasladaron, como se ha especulado tantas veces con los restos del poeta
granadino Federico García Lorca?
¿Fueron llevadas a fosas comunes de municipios próximos?
María León Becerril,
de 22 años; Joaquina Lora Muñoz, de 18; María Jesús Caro González, también de 18;
y las hermanas Josefa y Coral García Lora, la mayor de 18 y la pequeña, de
apenas 16 años, pero también posiblemente Josefa González Miranda, de 18 años;
María Caro Caro, de 35; Manuela Moreno Ayora, de 40; y otra hermana García
Lora, Dolores, de 25 años, siguen esperando un enterramiento digno y en paz.
81 años después, el pueblo sevillano
de Fuentes de Andalucía busca reparación para unas mujeres cuya caza sirvió de
amenazante ejemplo en la comarca.
15/10/2017
Quizá de
Despeñaperros para arriba esta historia parezca muy nueva, pero de
Despeñaperros para abajo no lo es. Al contrario. Es una especie de pequeño
símbolo de la lucha por la memoria
histórica en Andalucía y un ejemplo estremecedor de cómo la represión
fascista arrolló con todo en una tierra en la que no hubo tanto combate, pero
sí mucho sometimiento, mucho ajuste de cuentas y mucha caza al hombre. Y a la
mujer.
Esta semana, en la
localidad sevillana de La
Campana, han comenzado los trabajos para localizar el pozo en el que se
presume que se encuentran los restos de al menos cinco jóvenes de la vecina
villa de Fuentes de Andalucía que fueron vejadas, violadas y
asesinadas en agosto de 1936, apenas un mes después del alzamiento militar
contra la II
República por parte de Francisco
Franco y los suyos. Se las conoce como "las niñas del Aguaucho",
el nombre del cortijo en el que fueron ejecutadas. Tenían entre 16 y 22 años.
Su historia nunca
murió: aunque sus asesinos avisaran por las calles de que cualquier otra mujer
podría ser la próxima, su calvario se ha narrado de generación en generación,
una especie de leyenda de horror que, ahora, gracias a la pelea de la Asociación Memoria Histórica Fontaniega, los ayuntamientos
de los dos municipios y la Junta de Andalucía, culmina con un trozo de tierra
allanado, en el que las excavadoras buscan el pozo maldito donde las chicas
fueron lanzadas. Se sabe que el proceso será lento y difícil, que si había agua
en el conducto los restos pueden estar en peores condiciones que en una fosa de
tierra al uso, pero la prudencia no refrena la esperanza de las familias que
anhelan, al fin, enterrar a los suyos en paz.
LOS HECHOS
Lo que cuentan las
voces locales y han afirmado los historiadores más tarde es que en agosto del
36 -quizá el 17, quizá el 27- un grupo de falangistas que estaban acuartelados
en el llamado Cruce de las Monjas acudió a Fuentes de Andalucía
y sacó del calabozo a unas muchachas detenidas días atrás. Sus delitos
eran múltiples: ser jornaleras respondonas que reclamaban sus derechos
laborales y no siempre se sometían a los señoritos, aprender a leer y a
escribir, acudir a alguna manifestación, tener un novio "de
izquierdas" y hasta bordar banderas del disgusto de los nacionales, nuevas
seguidoras de Mariana Pineda. Delito debió ser también que
formasen una pandilla de las más hermosas y jóvenes del pueblo, "las más
nuevas".
Los camisas azules
se las llevaron al cortijo El Aguaucho, donde las obligaron a cocinarles y a
hacer las demás labores de la casa, con órdenes despiadadas y, según los
testimonios orales, vejándolas, forzándolas a servirles desnudas. Imposible
saber cómo intentaron quebrarlas un minuto tras otro. Cuando se cansaron de
ellas, les pegaron unos tiros y las echaron al pozo que ahora se busca. Luego,
para que nadie se levantara por el crimen, los falangistas lucieron su hazaña
entre risas, jactancias y advertencias. "Los autores del vil asesinato se
pasearon por el pueblo al día siguiente montados en sus camiones, con la ropa
íntima de las niñas en el extremo de sus fusiles, diciendo 'Esta noche hemos
tenido carne fresca', gritando", ha explicado Jesús Cerro, presidente de
la Asociación por la Memoria Histórica Fontaniega.
81 años más tarde,
es prácticamente seguro que en el pozo se encuentran cinco mujeres. Ya es hora
de que las nombremos y las recordemos: María León Becerril, de 22 años;
Joaquina Lora Muñoz, de 18; María Jesús Caro González, también de 18; y las
hermanas Josefa y Coral García Lora, la mayor de 18 y la pequeña, de apenas 16
años.
No obstante, se cree
que otras cuatro mujeres de Fuentes desaparecidas en esos días pudieron acabar
igualmente en el pozo de La Campana. Serían Josefa González Miranda, de 18
años; María Caro Caro, de 35; Manuela Moreno Ayora, de 40; y otra hermana
García Lora, Dolores, de 25 años.
Asesinadas
por los padres y abuelos de los que hoy gobiernan
A todas se las busca
con empeño desde hace décadas y desde 2010 se venían pelando los permisos, al
estar el cortijo en zona privada. Ahora al fin hay acuerdo y medios y se ha
empezado la prospección. Se cree que los cuerpos estarán a unos diez metros de
profundidad y la boca del pozo ya se ha encontrado, como se aprecia en la foto
superior.
Aunque los autores
del asesinato múltiple nunca se taparon por lo que habían hecho, la Ley de Amnistía de 1977 con la que se pretendía hacer
borrón y cuenta nueva en la Transición
les protegió y nunca pagaron por ello. La actual Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 sí recoge al
menos la posibilidad de que las víctimas y sus familiares sean
"reparadas" y eso ha abierto la puerta a exhumaciones como la de las
niñas del Aguaucho.
"Es un día muy
importante para nosotros", decía emocionado Pablo Caballero, de 87 años,
sobrino de una de las víctimas, Josefa García, en la reunión de coordinación
para el inicio de los trabajos que tuvo lugar a principios de septiembre, según indica la agencia Europa Press.
Mientras se esperan
los resultados de los trabajos, el consistorio fontaniego ha establecido
incluso un horario de visitas a la zona, para que los ciudadanos sepan lo
ocurrido y lo que se está haciendo para rescatar esta historia de infamia.
Aquello de conocer la historia para no repetirla.
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