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jueves, 17 de marzo de 2022

 

PP y Vox unen sus destinos

Feijóo no se enfrentará a la extrema derecha

LOS GENOVESES 

Lunes, 14 de marzo de 2022




En mitad de un caos interno sin precedentes provocado por los ajustes de cuentas entre los diferentes clanes y famiglias genovesas, Alfonso Fernández Mañueco, un mediocre personaje de trayectoria gris y con la justicia siguiéndole la pista, decide firmar un pacto de gobierno de coalición para Castilla y León con un desconocido Juan García-Gallardo Frings representante territorial del partido ultraderechista Vox. Hasta aquí una rápida descripción de hechos contrastables y contrastados.

Como nada es casual el acuerdo se produce un par de semanas antes que se celebre el XX Congreso Nacional del PP convocado con carácter extraordinario para elegir a Alberto Núñez Feijóo como sustituto de Pablo Casado que ha visto y sufrido en directo como era vapuleado, degradado y maltratado por sus propios compañeros de Partido por denunciar un caso de corrupción que afecta al clan familiar de los Díaz AyusoLos detalles más oscuros y cutres sobre los hermanos pueden ser consultados en este enlace.

Por tanto, el acuerdo entre PP y Vox en Castilla y León, no es un hecho accidental como algunos pretenden presentarlo ni fecha de caducidad. Se produce, además, en un momento critico en la cadena de mando genovesa, que evidencia evidentes síntomas de vacíos de poder dentro del que hasta ahora ha sido el principal representante de la derecha en nuestro país en su indiscutible condición de herederos directos de la dictadura franquista.

Y es que desde hace años se veía venir que, tras la aparición de Vox, con o sin Casadocon o sin Feijóo, más pronto que tarde saltaría por los aires la crisis de identidad ideológica dentro del PP, que desde el 2015 ha tenido un coste electoral que va ya por los 3,6 millones de votos, donde además la ultraderecha se ha beneficiado de la corrupción estructural que ha hecho metástasis en todas y cada una de las plantas de Génova 13, incluida de manera muy personalizada en su primera planta donde durante años Esperanza Aguirre formó y jaleó a sus escuadras que hoy representan sin complejos Díaz Ayuso Martínez Almeida. Dicho sea de paso, son tal para cual.

En artículos anteriores hemos ido recordando como a lo largo de los últimos años el PP ha ido propiciando alianzas electorales con opciones ideológicas afines buscando una actualización de lo que en los años 30 del siglo pasado representó la Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A). En este enlace hemos recogido algunos de esos intentos de acuerdo con pequeños partidos regionalistas que surgen tras la desaparición de la UCD o los que se alcanzaron para la investidura de Aznar con PNV y la hoy desaparecida CiU.

Pero es sin duda tras la creación de Vox y el previsible coste electoral que podría comportar, cuando surgen las primeras voces “espontáneas” que tratan de acercarse a estos ex militantes escindidos, blanqueando, si era necesario, sus mensajes xenófobos. En esta línea conviene recordar que Abascal contó con la complicidad y apoyo de cualificados dirigentes de los sectores más conservadores del PP.  Además de Aguirre que financió con dinero público al propio Abascal es igualmente impagable el apoyo ideológico dado por el tándem formado por Jaime Mayor Oreja y María San Gil.

Tras las elecciones autonómicas en Andalucía (2018) y regionales municipales de mayo del 2019 los afectados por la entrada de Vox en los Parlamentos Autonómicos de Andalucía, Murcia y Madrid, así como en significativos ayuntamientos (Madrid o Zaragoza) comienzan a tejer los primeros pactos con la extrema derecha. 

Desde la dirección nacional del PP, con Casado y Egea al frente, se favorecen los primeros acuerdos. El primero en romper el hielo es Juan Manuel Moreno Bonilla que ve en Vox su garante, junto con Ciudadanos, para alcanzar la Presidencia de la Junta de Andalucía a pesar de que el PSOE había ganado las elecciones. Dicho y hecho.

Meses después, como estaba previsto, los resultados electorales en la Comunidad de Madrid y en la Región de Murcia son un desastre sin paliativos ni precedentes para el PP. Además, se da el agravante que los perdedores en ambas CCAA, Díaz Ayuso y López Miras, son amigos personales de Casado y Egea. Pelillos a la mar. Bajo el silencio cómplice de Albert Rivera, acaban formándose gobiernos de coalición entre PP y Ciudadanos con el visto bueno de los terminales de Vox en estos Parlamentos autonómicos. Esta misma lógica se impone para la elección de los Alcaldes de Zaragoza y Madrid.

Las elecciones regionales anticipadas provocadas por Díaz Ayuso en mayo del 2021 y Fernández Mañueco en febrero del 2022 provocan un relanzamiento de Vox que, sin moverse de sus posiciones, logra con la primera un acuerdo de investidura y poco después presupuestario y con el segundo, un gobierno de coalición y la presidencia de las Cortes regionales.

Y en estas estábamos cuando aparece en escena por la puerta de atrás Feijóo, un profesional de la ambigüedad que nunca antes ha tenido tratos con la extrema derecha ya que en Galicia prácticamente son inexistentes. Con una indisimulada desidia intenta ganar tiempo al tiempo con equivocas declaraciones sobre la política de pactos con Vox. Sabe que tras su próxima elección en Sevilla como Presidente del PP le será cada día más difícil evitar las presiones de los dirigentes territoriales que ven que su futuro electoral depende de Vox. Es decir, lo mismo que le sucederá a él. Pura supervivencia ideológica y personal. Seguiremos informando.


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