José Aranguren, el general de la Guardia Civil al que Franco fusiló por cumplir con su deber en Cataluña
Paisano y conocido de Franco, creyente y brillante, el dictador ordenó: “A Aranguren, que lo fusilen aunque sea en una camilla"
ElPlural
Juan Luis Valenzuela
2-11-20
Este pasado miércoles se organizó un acto de entrega de
declaraciones de reparación y reconocimiento personal a doce
víctimas de la represión franquista. El acto estuvo presidido por
la vicepresidenta primera del Gobierno Carmen
Calvo acompañada del secretario de Estado de Memoria
Democrática, Fernando Martínez, la directora de la Guardia Civil,
María Gámez y el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid,
José Manuel Franco.
El objetivo del Gobierno con estas
distinciones es continuar incidiendo en la reparación moral de los
represaliados del franquismo. En este caso se trata de once hombres y
una mujer que sufrieron la persecución o violencia por razones
políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la Guerra
Civil y la Dictadura. Las familias de los homenajeados fusilados (una
gaditana fusilada estando embarazada, el alcalde de Loeches, un
labrador burgalés, un guardia rural de Alcázar de San Juan, un
jornalero militante de UGT, un afilado de la CNT, un miembro del
Partido Comunista) recogieron las distinciones. También se reconoció
la labor de un funcionario que murió en el Campo de Concentración
argelino de Djelfa. Otras dos víctimas homenajeadas fueron dos
objetores de conciencia, que asistieron al acto y recibieron el
reconocimiento en persona.
Homenajeados por el Gobierno
Entre los homenajeados destacó por permanecer leal a la II
República, la figura del general de la Guardia Civil fusilado en
1939, José Aranguren Roldán, natural de Ferrol.
Aranguren fue general de Brigada de la Guardia Civil con sede en
Barcelona. Su lealtad al Gobierno de la República en julio de 1936
resultó decisiva para el fracaso de la sublevación en
Cataluña.
Ello le llevó a que, tras concluir la guerra,
fuera condenado por sentencia firme de un Consejo de Guerra del 15 de
abril de 1939 en Barcelona acusado de rebelión militar. Fue fusilado
pocos días después.
Aranguren, un hombre honor, honesto y brillante
El general Aranguren fue un “hombre de honor”, un
guardia civil honesto y disciplinado, un héroe de guerra con un
brillante currículum profesional en el Cuerpo, al que Franco fusiló
sin piedad a pesar de ser paisanos ambos de El Ferrol y
de conocerse las familias. Pero el instinto criminal del dictador
pudo más que esas circunstancias personales hasta el punto que
Franco ordenó su asesinato con esta frase: "Que lo fusilen
aunque sea en una camilla" tras conocer que Aranguren ya no
podía andar por un accidente sufrido. La valentía y entereza del
general se muestra en la frase pronunciada ante el pelotón de
fusilamiento: “Disparad sin temor porque es ya poca la vida que a
mí me quitáis”.
El escritor Lorenzo Silva en
su novela “Recordarán tu nombre”, narra la vida de este
hombre ejemplar fusilado por rechazar sumarse al golpe de Estado del
36 al acatar las órdenes de sus superiores. Franco ni olvidó ni
perdonó la actuación clave de este general para que Barcelona
continuase al lado de la II República.
Las familias Aranguren y Franco tenían
relación
En su libro Silva recrea una tarde cualquiera de 1932.
Como en ocasiones anteriores, el general Francisco Franco a la
sazón primera autoridad militar de La Coruña, acompañado de
su esposa Carmen Polo y de su hija, Carmencita
Franco, van a tomar café al domicilio de Aranguren. En ese
momento era coronel jefe de la Guardia Civil en Galicia. Otras
veces la visita era inversa pues era Aranguren con su familia quien
acudía a casa de los Franco. Pero la relación entre Aranguren y
Franco venía de antes ya que ambos coincidieron en la Academia de
Toledo y en la campaña de Marruecos durante el desembarco de
Alhucemas.
Un olvidado entre los olvidados
Tras su fusilamiento el 21 de abril de 1939 por orden
directa y personal de su paisano Francisco Franco su memoria cayó en
el olvido. Hasta ahora, con este reconocimiento recibido esta suma,
el general Aranguren había sido un olvidado entre los olvidados. “La
historia de Aranguren tiene una significación especial, y me
sorprendía que no se hubiese contado. Es un africanista, un tipo que
ha estado en Marruecos, que se ha comido la guerra más salvaje, que
se queda allí cuando Franco se vuelve a la Corte a vivir bien, que
está bajo el mando de Sanjurjo, que ha perdido a un hijo
allí y a otros dos en el bando nacional, que en África ha conocido
a Goded, al hombre con el que se enfrentará a
Barcelona”, comenta Lorenzo Silva que en su libro narra lo
acontecido. Quien además, en una entrevista en el Periódico
de Cataluña de mayo de 2017 reflexionaba: ““Me duele
además que sea una persona a la que no ha reivindicado la Guardia
Civil, porque es un guardia civil ejemplar, que encarna los valores
del cuerpo como muy pocos, y durante 42 años; es un servidor de la
República desde el primer minuto, desde el 14 de abril,
cuando Mola le dice que se ha de sabotear la
proclamación de República y él la protege, y tampoco la izquierda
lo reivindica; es un defensor de Barcelona, que resulta clave, y
Barcelona y Catalunya lo tienen perfectamente olvidado… ¡cuánto
olvido encima de una persona!”
El proceso judicial fue un “monumento
a la antijuridicidad”
Tras una pantomima de juicio militar, con unos miembros del
tribunal ávidos de satisfacer los deseos de Franco, en tan solo dos
folios resumen las acusaciones injustas en lo que se ha denominado
como un monumento a la antijuridicidad y burda máscara legal de
un asesinato, que, curiosamente, nunca ha sido revocada.
Las prisas en asesinarlo
El único delito del fue el de acatar las órdenes de sus superiores tras el alzamiento golpista que se traducían en defender la legalidad de la República. Mandos representados en Cataluña por la Generalitat y el Consejero de Gobernación y en España por los mandos nacionales de la Guardia Civil. Entre las acciones que destacan de este hombre bueno destaca salvar a 12 guardias civiles -que se habían sumado al golpe en Teruel- de un fusilamiento seguro al trasladar su juicio a Barcelona para que no fuera de manera inmediata como se pretendía. Finalmente los doce guardias civiles traidores eludieron el paredón. Y es que lejos de la violencia, a Aranguren no se le pudo atribuir ninguna orden de muerte, es más, que, por no firmar, ni siquiera firmó el enterado de la sentencia de muerte que un consejo de guerra impuso al general golpista Goded, comandante general de Baleares y líder militar de los fascistas llegado a Barcelona para posibilitar la rebelión en Cataluña. Este, semanas antes había amenazado a Aranguren con fusilarle. Aranguren le contestó: "Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y sus juramentos militares; si le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor" recordándole la promesa de fidelidad a la II República que habían hecho años antes.
Eliminar un símbolo
Y aunque la labor de Aranguren
hizo fracasar los planes de los franquistas en Barcelona, finalmente
lograron doblegarla aunque tuvieron que esperar a marzo de 1939 para
que el ejército sublevado pisara Barcelona. Aranguren, detenido y
tras un paripé de juicio, fue ejecutado el 21 de abril en el Camp
de la Bota de Barcelona. Recordamos de nuevo la crueldad
sádica de Franco que al enterarse de la detención de Aranguren en
la legación diplomática de Panamá en Valencia y
sabiendo que sufría lesiones por un accidente de coche que le tenían
postrado y le impedían andar dictó: “A Aranguren, que lo fusilen
aunque sea en una camilla".
Para nada sirvió que Aranguren hubiese perdido a su hermano
Carlos, coronel del ejército de Franco. Tampoco que los dos vástagos
varones hubiesen luchado a las órdenes de Franco y que uno de ellos
cayese en Guadalajara en 1938. Tampoco que el más joven de los hijos
resultara gravemente herido, falleciendo años después por la
secuelas. Tampoco le salvaron sus firmes convicciones religiosas.
Nada sirvió. Su destino estaba marcado desde que decidió ser fiel a
sus mandos y a ley: “A Aranguren, que lo fusilen aunque sea
en una camilla".
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